A eso de las ocho y media de la tarde nos dejaba el autobús en el Palacio de Congresos, muy cansados por el día, pero con el alma llena de alegría y agradecimiento a Dios por la jornada que habíamos pasado, volvíamos a Granada el grupo de familias que muy de madrugada habíamos partido para participar en la Eucaristía de la Sagrada Familia que había convocado el Cardenal Rouco en la Plaza de Colón de Madrid.
Si salíamos de Granada un autobús con familias volvíamos una única familia en el autobús. El agua se había quedado en Granada, y las casi cinco horas que estuvimos en Madrid, el día nos acompañó, el frio se sobrellevaba y el agua no hizo aparición. Muchas familias con sus niños, muchas abuelos. Rostros felices y sonrientes, una auténtica fiesta de familias para cantar la belleza de la familia, el don de Dios que es la familia. Es en la familia donde nos formamos como personas, donde adquirimos los valores que nacen del amor, es en la familia donde reconocemos a los demás como un don para cada uno y entramos en relación con Dios que se nos manifiesta como el Amor al que elegimos y estamos llamados a vivir entre nosotros.
Sentir a la Iglesia de Jesucristo con el Santo Padre a la cabeza cantar la belleza de la familia: “La familia es ciertamente una gracia de Dios, que deja traslucir lo que Él mismo es: Amor. Un amor enteramente gratuito, que sustenta la fidelidad sin límites, aún en los momentos de dificultad o abatimiento.” “El Papa está a vuestro lado, pidiendo especialmente al Señor por quienes en cada familia tienen mayor necesidad de salud, trabajo, consuelo y compañía.”Con energía animaba el cardenal Rouco a descubrir la vocación al amor de cada persona y de cada familia. “Queridas familias: si quisiéramos cifrar la verdad del Evangelio de la Familia en un aspecto central que la inspira e ilumina en su totalidad, habríamos de afirmar: la función esencial de la familia es ejercer de cauce primordial para que el hombre descubra que su vocación, la que constituye la razón de ser de su existencia, es el amor: ¡participación en el amor verdadero, en el tiempo y en la eternidad!; por lo tanto ¡la participación en el amor que viene de Dios y a Dios lleva! “El hombre no puede vivir sin amor”. Terminaba animándonos a todas las familias de España a vivir la gracia de Dios que es su matrimonio y su familia con el gozo y la esperanza de ser testigos de tu alegría
Una auténtica fiesta de familias, para las familias y por las familias, bendecidas por la presencia de Jesús en medio de ellas.
Si salíamos de Granada un autobús con familias volvíamos una única familia en el autobús. El agua se había quedado en Granada, y las casi cinco horas que estuvimos en Madrid, el día nos acompañó, el frio se sobrellevaba y el agua no hizo aparición. Muchas familias con sus niños, muchas abuelos. Rostros felices y sonrientes, una auténtica fiesta de familias para cantar la belleza de la familia, el don de Dios que es la familia. Es en la familia donde nos formamos como personas, donde adquirimos los valores que nacen del amor, es en la familia donde reconocemos a los demás como un don para cada uno y entramos en relación con Dios que se nos manifiesta como el Amor al que elegimos y estamos llamados a vivir entre nosotros.
Sentir a la Iglesia de Jesucristo con el Santo Padre a la cabeza cantar la belleza de la familia: “La familia es ciertamente una gracia de Dios, que deja traslucir lo que Él mismo es: Amor. Un amor enteramente gratuito, que sustenta la fidelidad sin límites, aún en los momentos de dificultad o abatimiento.” “El Papa está a vuestro lado, pidiendo especialmente al Señor por quienes en cada familia tienen mayor necesidad de salud, trabajo, consuelo y compañía.”Con energía animaba el cardenal Rouco a descubrir la vocación al amor de cada persona y de cada familia. “Queridas familias: si quisiéramos cifrar la verdad del Evangelio de la Familia en un aspecto central que la inspira e ilumina en su totalidad, habríamos de afirmar: la función esencial de la familia es ejercer de cauce primordial para que el hombre descubra que su vocación, la que constituye la razón de ser de su existencia, es el amor: ¡participación en el amor verdadero, en el tiempo y en la eternidad!; por lo tanto ¡la participación en el amor que viene de Dios y a Dios lleva! “El hombre no puede vivir sin amor”. Terminaba animándonos a todas las familias de España a vivir la gracia de Dios que es su matrimonio y su familia con el gozo y la esperanza de ser testigos de tu alegría
Una auténtica fiesta de familias, para las familias y por las familias, bendecidas por la presencia de Jesús en medio de ellas.
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