martes, 1 de septiembre de 2009

PALABRA DE VIDA SEPTIEMBRE DE 2009.

«Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura». (Mt 6, 33).

Todo el Evangelio es una revolución. No hay palabra de Cristo que se parezca a la de los hombres. Escucha ésta: «Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas (las necesidades de la vida) se os darán por añadidura».

En general, la primera preocupación del hombre es la búsqueda ansiosa de lo que necesita para dar seguridad a su existencia. Quizá para ti también sea así. Pues bien, Jesús te pone ante su modo de ver las cosas y te ofrece su modo de actuar. Te pide un comportamiento totalmente distinto del habitual y no sólo para una vez, sino para siempre. Es éste: buscar primero el reino de Dios.

Cuando estés orientado con todo tu ser hacia Dios y hagas todo lo posible para que Él reine dentro de ti (es decir, para que gobierne tu vida con sus leyes) y en los demás, el Padre te dará todo lo que necesites día tras día.

En cambio, si te preocupas sobre todo de ti mismo, terminarás por preocuparte principalmente de las cosas de este mundo y serás víctima de ellas. Acabarás viendo en los bienes de la tierra tu verdadero problema, la meta de todos tus esfuerzos. Y dentro de ti surgirá la grave tentación de contar únicamente con tus fuerzas y prescindir de Dios.

«Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura».

Jesús invierte los términos. Si tu primera preocupación es Él, vivir por Él, lo demás ya no será el problema principal de tu existencia, sino una "añadidura" o algo "extra".

¿Te parece una utopía? ¿Es una frase irrealizable para ti, hoy, hombre moderno que vives en un mundo industrializado donde impera la competencia y donde a menudo hay crisis económica? Te recuerdo sencillamente que los problemas concretos de la subsistencia no eran mucho menores para la gente de Galilea cuando Jesús pronunció estas palabras.

No es cuestión de que sea una utopía o no. Jesús te pone ante el planteamiento fundamental de tu vida: o vives para ti o vives para Dios.

Pero tratemos ahora de entender bien esta frase: «Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura».

Jesús no te exhorta al inmovilismo, a la pasividad en las cosas de esta tierra, o a una conducta irresponsable o superficial en el trabajo.

Jesús quiere cambiar tu preocupación en ocupación, quitándote el ansia, el miedo y la inquietud.

De hecho, Él te dice: «Buscad primero el reino...».
El sentido de primero es antes que nada. La búsqueda del reino de Dios está en primer lugar y no excluye que el cristiano tenga que ocuparse también de las necesidades de su vida.

Buscar el reino de Dios y su justicia significa también tener una conducta conforme a las exigencias de Dios manifestadas por Jesús en su Evangelio.

Sólo si busca el reino de Dios, el cristiano experimentará la potencia de Dios en su favor.

Te cuento un hecho.

Es de hace tiempo y, sin embargo, conserva una increíble actualidad. De hecho, conozco a numerosos adolescentes y jóvenes que se comportan ahora como lo hacía aquella chica.

Se llamaba Elvira. Estudiaba magisterio. Era pobre y sólo una nota media alta podía asegurarle la continuación de sus estudios. Poseía una fe fuerte. Su profesor de Filosofía era ateo, de manera que no era raro que mostrase las verdades sobre Cristo y sobre la Iglesia desenfocadas, cuando no deformadas. A la chica le hervía la sangre, no por ella, sino por amor a Dios, a la verdad y a sus compañeras. Aun siendo consciente de que contradiciendo al profesor, podría sacar una mala nota, lo que sentía en su interior era más fuerte que ella. Por eso a la mínima oportunidad levantaba la mano, pedía la palabra y decía: «No es verdad, profesor». Quizás no siempre tenía todos los argumentos para rebatir las disquisiciones del profesor, pero en ese «no es verdad» estaba su fe, que es don de verdad y da que pensar.

Las compañeras, que la querían, trataban de disuadirla para que sus intervenciones no la perjudicaran. Pero no lo lograron.

Pasaron algunos meses. Llegó la hora de dar las notas. Las recogió temblando. Pero después, un salto de alegría: ¡un diez! La nota máxima.

Había tratado antes que nada de que Dios y su verdad reinaran; lo demás había venido por añadidura.

«Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura».

Si tú también buscas el reino del Padre, experimentarás que Dios es Providencia para todo lo que necesites en tu vida. Descubrirás lo extraordinariamente normal que es el Evangelio.

Chiara Lubich

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