BODAS DE ORO SACERDOTALES DE
D. MANUEL REYES RUIZ.
Vicario General Moderador de Curia
D. MANUEL REYES RUIZ.
Vicario General Moderador de Curia
Querido D. Manuel, nos sentimos orgullosos de estos últimos años que hemos tenido la suerte de trabajar en la Delegación Diocesana de Pastoral Familiar juntos por las familias de Granada. Larga se haría esta entrada si tuviéramos que contar que ha sido para nosotros, palabras que seguro repetirían todos y cada uno de los que durante estos años hemos compartido las reuniones para contar de la vida de los Movimientos Familiares de la Diócesis o programar las actividades que lleva adelante la Delegación.
Los momentos de oración en la capilla de las Religiosas de la Congregación de Misioneras de Cristo Sacerdote con los que comenzamos nuestras reuniones pidiendo por las familias; su capacidad de síntesis, de recoger las ideas, de planificar; de pronunciar la palabra adecuada, que sin violencia y con un gran amor hacia cada uno, reconducir las situaciones que se complicaban; su gran amor por Jesucristo y la Iglesia. Su compromiso con el Movimiento Familiar Cristiano, nunca ha sido obstáculo para que su gran amor por la familia haya llegado a todos y a cada uno de los Movimientos Familiares de la Diócesis. Si lo tuviéramos aquí al lado seguro que nos estaría diciendo, ¡callad hijos, callad!
Acompañarlo en sus bodas de oro nos llena de alegría y damos gracias a Dios por su fidelidad y amor a Jesucristo, por su gran amor a la Iglesia que nos hace sentirnos más familia, más Iglesia, más pueblo de Dios. Recordamos las palabras de la Eucaristía de acción de gracias del domingo, cuando en el ofertorio repetíamos “el Señor reciba de tus manos este sacrificio para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de su Santa Iglesia” y con ellas queremos unirnos a su oración, a su agradecimiento y a su alegría por estos 50 años de vida sacerdotal, de entrega fiel a Jesucristo y a su Iglesia y damos gracias a Dios por su vida dedicada a la familia.
Agradecemos a la Santísima Virgen modelo de fidelidad a la Cruz que acogió en su silencio la Palabra, por estos 50 años de su sacerdocio y nos ponemos bajo la protección de la que es mediadora de todas las Gracias.
Los momentos de oración en la capilla de las Religiosas de la Congregación de Misioneras de Cristo Sacerdote con los que comenzamos nuestras reuniones pidiendo por las familias; su capacidad de síntesis, de recoger las ideas, de planificar; de pronunciar la palabra adecuada, que sin violencia y con un gran amor hacia cada uno, reconducir las situaciones que se complicaban; su gran amor por Jesucristo y la Iglesia. Su compromiso con el Movimiento Familiar Cristiano, nunca ha sido obstáculo para que su gran amor por la familia haya llegado a todos y a cada uno de los Movimientos Familiares de la Diócesis. Si lo tuviéramos aquí al lado seguro que nos estaría diciendo, ¡callad hijos, callad!
Acompañarlo en sus bodas de oro nos llena de alegría y damos gracias a Dios por su fidelidad y amor a Jesucristo, por su gran amor a la Iglesia que nos hace sentirnos más familia, más Iglesia, más pueblo de Dios. Recordamos las palabras de la Eucaristía de acción de gracias del domingo, cuando en el ofertorio repetíamos “el Señor reciba de tus manos este sacrificio para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de su Santa Iglesia” y con ellas queremos unirnos a su oración, a su agradecimiento y a su alegría por estos 50 años de vida sacerdotal, de entrega fiel a Jesucristo y a su Iglesia y damos gracias a Dios por su vida dedicada a la familia.
Agradecemos a la Santísima Virgen modelo de fidelidad a la Cruz que acogió en su silencio la Palabra, por estos 50 años de su sacerdocio y nos ponemos bajo la protección de la que es mediadora de todas las Gracias.
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