«No amemos de palabra y de boca, sino de
verdad y con obras»
(1 Jn 3, 18).
Es san Juan quien escribe. Y pone en guardia a
sus comunidades contra algunos cuyas palabras exaltaban la fe en Jesús pero
cuya fe no iba acompañada de obras. Incluso las consideraban inútiles o
superfluas, como si Jesús lo hubiese hecho ya todo. De modo que su fe era vana
y estéril, pues hacía que a la obra de Jesús le faltase la aportación
indispensable que Él pide a cada uno de nosotros.
Amar con obras. La verdadera fe, dice el
apóstol, es la que se demuestra amando como Jesús nos amó y nos enseñó. Pues
bien, este amor se caracteriza ante todo por ser concreto. Jesús no nos amó con
hermosos discursos, sino que pasó en medio de nosotros haciendo el bien,
sanando a todos, estando plenamente disponible para quienes se presentaban ante
Él, empezando por los más débiles, los más pobres, los más marginados, y dando
su vida por nosotros.
«No
amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras».
Y debemos amar, dice el apóstol, además de con
hechos, también según la verdad. El amor cristiano, además de traducirse en
hechos concretos, se preocupa de inspirarse en la verdad del amor que encontramos
en Jesús; se preocupa de hacer obras conformes a sus sentimientos y enseñanzas.
Es decir, tenemos que amar según la pauta y la medida que nos mostró Jesús.
«No
amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras».
Entonces, ¿cómo vivir la Palabra de vida de
este mes? Su mensaje está más que claro. Es una llamada a la autenticidad
cristiana en la que tanto insistió Jesús. Y ¿acaso no es esto lo que el mundo
tanto espera? ¿No es verdad que el mundo de hoy quiere ver testigos del amor de
Jesús?
Así pues, amemos con hechos y no con palabras,
comenzando por esos pequeños favores que cada día nos piden los prójimos que
tenemos al lado.
Y amemos según la verdad. Jesús actuaba
siempre siguiendo la voluntad de su Padre; del mismo modo, también nosotros
tenemos que actuar siempre siguiendo la palabra de Jesús. Él quiere que lo
veamos a Él en cada prójimo, pues todo lo que hacemos por cada uno lo considera
hecho a Él. Y también quiere que amemos a los demás igual que a nosotros mismos
y que nos amemos entre nosotros estando dispuestos a dar la vida el uno por el
otro.
Amemos así para ser también nosotros
instrumentos de Jesús para la salvación el mundo.
Chiara Lubich
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