El que no se arrepiente y
“simula ser cristiano” hace tanto mal a la Iglesia. Es cuanto afirmó el Papa
Francisco en la Misa de esta mañana celebrada en la capilla de la Casa de Santa
Marta.
El Papa reafirmó que todos debemos
decirnos “pecadores”, pero debemos estar atentos a no convertirnos en
“corruptos”. Quien es benefactor de la Iglesia pero roba al Estado, añadió
Francisco, es “un injusto” que conduce una “doble vida”. Jesús “no se cansa de
perdonar y nos aconseja” que hagamos lo mismo.
El Papa se detuvo en su homilía sobre la
exhortación del Señor a perdonar al hermano arrepentido, del que habla el
Evangelio. Cuando Jesús pide que se perdone siete veces al día, observó el
Obispo de Roma, “hace un retrato de sí mismo”. Jesús, prosiguió, “perdona” pero
en este pasaje evangélico también dice: “Atención a quien causa escándalos”. No
habla de pecado, sino de escándalo, que es otra cosa. Y añade que “es mejor
para él que se le ponga una piedra de molino al cuello y se lo arroje al mar,
antes de que escandalice a uno de estos pequeños”. De ahí que el Papa se
preguntara qué diferencia hay entre “pecar y escandalizar”:
“La diferencia es que quien peca y se
arrepiente, pide perdón, se siente débil, se siente hijo de Dios, se humilla, y
pide precisamente la salvación de Jesús. Pero de aquel otro que escandaliza,
¿qué cosa escandaliza? Que no se arrepiente. Sigue pecando, pero finge ser
cristiano: la doble vida. Y la doble vida de un cristiano hace tanto mal, tanto
mal. ‘¡Pero, yo soy un benefactor de la Iglesia! Meto la mano en el bolsillo y
doy a la Iglesia. Pero con la otra mano, roba: al Estado, a los pobres… roba.
Es un injusto. Ésta es doble vida. Y esto merece – lo dice Jesús, no lo digo yo
– que le pongan en el cuello una muela de molino y sea arrojado al mar. No
habla de perdón, aquí”.
Y esto, subrayó el Pontífice, porque
“esta persona engaña”, y “donde está el engaño, no está el Espíritu de Dios.
Ésta es la diferencia entre pecador y corrupto”. Quien “conduce una doble vida
– dijo – es un corrupto”. Diverso es quien “peca y quisiera no pecar, pero es
débil” y “va a lo del Señor” y pide perdón: “¡a ese el Señor lo quiere! Lo
acompaña, y está con él”:
“Y nosotros debemos decirnos pecadores,
sí, ¡todos, aquí, eh!, todos lo somos. Corruptos, no. El corrupto está fijo en
un estado de suficiencia, no sabe qué cosa es la humildad. Jesús, a estos
corruptos, les decía: ‘La belleza de ser sepulcros blanqueados, que parecen
bellos, por afuera, pero dentro están llenos de huesos muertos y de
putrefacción. Y un cristiano que se vanagloria de ser cristiano, pero que no
hace vida de cristiano, es uno de estos corruptos. […] Todos conocemos a
alguien que está en esta situación, ¡y cuánto mal hacen a la Iglesia!
Cristianos corruptos, sacerdotes corruptos… ¡Cuánto mal hace a la Iglesia!
Porque no viven en el espíritu del Evangelio, sino en el espíritu de la
mundanidad".
El Santo Padre recordó que San Pablo lo
dice claramente en su Carta a los cristianos de Roma: “No se uniformen a este
mundo”. Es más, precisó, el “texto original es más fuerte” porque afirma que no
hay que “entrar en los esquemas de este mundo, en los parámetros de este
mundo”. Esquemas, reafirmó, que “son esta mundanidad que te lleva a la doble
vida”:
“Una podredumbre barnizada: ésta es la
vida del corrupto. Y Jesús no les decía sencillamente 'pecadores' a estos, les
decía: 'hipócritas'. Y qué bello, aquel otro, ¿no? ‘Si cometiera una culpa
siete veces al días contra ti y siete veces viniera a ti diciendo: ‘Estoy
arrepentido, soy pecador’, tu lo perdonarás’. Es lo que Él hace con los pecadores.
Él no se cansa de perdonar, sólo con la condición de no querer hacer esta doble
vida, de ir a Él arrepentidos: ‘¡Perdóname, Señor, soy pecador!’. ‘Pero, vas
adelante, vas adelante: yo lo sé’. Y así es el Señor. Pidamos hoy la gracia al
Espíritu Santo que huye de todo engaño, pidamos la gracia de reconocernos
pecadores: somos pecadores. Pecadores, sí. Corruptos, no”.
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