FRANCISCO:
'UN AÑO QUE HA PASADO NO TERMINA PERO SE CUMPLE'
Recojamos como en una
cesta los días, semanas y meses para ofrecerlos al Señor. Agradecemos y
pedimos perdón.
El papa Francisco
presidió este martes por la tarde en la basílica de San Pedro, la celebración
de las vísperas de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios. Le siguió la
exposición del Santísimo Sacramento y el Te Deum para agradecer por el año
civil transcurrido. La ceremonia solemne animada por el coro pontificio de la
Capilla Sixtina concluyó con la bendición eucarística.
En sus palabras el
Santo Padre recordó que "cada momento de nuestra vida no es provisorio, es
definitivo y cada acción nuestra está cargada de eternidad".
Añadió que "un año
que ha pasado por lo tanto no nos lleva a una realidad que termina pero a una
realidad que se cumple, es un paso ulterior hacia la meta que está delante de
nosotros: una meta de esperanza y de felicidad, porque encontraremos a Dios,
razón de nuestra esperanza y fuente de nuestra alegría".
"Mientras llega su
término el año 2013 --indicó el Santo Padre-- recogemos como en un cesto, los
días, las semanas, los mese que hemos vivido, para ofrecer todo al Señor. Y
preguntarnos: ¿Cómo hemos vivido el tiempo que él nos ha donado? ¿Lo hemos
vivido sobre todo para nosotros mismos, para nuestros intereses, o hemos sabido
usarlo también para los otros? ¿Cuánto tiempo hemos reservado para 'estar con
Él', en la oración, en el silencio, en la adoración?".
"Esta noche
concluimos el Año del Señor 2013, agradeciendo y pidiendo perdón. Las dos cosas
juntas, agradecemos y pedimos perdón" dijo. Y el obispo de Roma recordó
que también en una ciudad hermosa como lo es ésta, existen situaciones de
dificultad, refugiados, quienes no encuentran trabajo, quienes sufren. Y de la
responsabilidad que tienen todos sus habitantes de superar y ayudar en esas
situaciones, involucrándose y no mirando la ciudad como se mira una tarjeta
postal, porque la ciudad es como un mosaico en el cual cada uno de nosotros es
un pequeño azulejo.
Al terminar la
celebración de las Vísperas en la basílica de San Pedro, el santo padre realizó
una breve visita al pesebre preparado en la Plaza de San Pedro, al que se
acercó en el jeep cubierto. Allí al concluir sus oraciones ante el pesebre,
saludó a quienes trabajaron en armarlo. Y después se acercó para saludar al
público que se apiñaba en las vallas.
TEXTO
COMPLETO DE LAS PALABRAS QUE EL SANTO PADRE DIRIGIÓ A LOS PRESENTES
“El apóstol Juan define
el tiempo presente de una manera precisa: “Ha llegado la última hora”. Esta
afirmación que se repite en la misa del 31 de diciembre, significa que con la
venida de Dios en la historia estamos ya en los tiempos “últimos”, después de
los cuales el paso final será la segunda y definitiva venida de Cristo.
Naturalmente aquí se
habla de la 'calidad' del tiempo, no de su 'cantidad'. Con Jesús ha venido la
plenitud del tiempo, plenitud de significado y plenitud de salvación. Y no
habrá más una nueva revelación, pero la manifestación plena de lo que Jesús ha
ya revelado.
En este sentido estamos
ya en la 'última hora'; cada momento de nuestra vida no es provisorio es
definitivo y cada acción nuestra está cargada de eternidad. De hecho la
respuesta que damos hoy a Dios que nos ama en Jesucristo, incide en nuestro
futuro.
La visión bíblica y
cristiana del tiempo y de la historia no es cíclica, pero linear: es un camino
que va hacia un cumplimiento. Un año que ha pasado por lo tanto no nos lleva a
una realidad que termina pero a una realidad que se cumple, es un paso ulterior
hacia la meta que está delante de nosotros: una meta de esperanza y de
felicidad, porque encontraremos a Dios, razón de nuestra esperanza y fuente de
nuestra alegría.
Mientras llega a su
término el año 2013, recogemos como en un cesto, los días, las semanas, los
mese que hemos vivido, para ofrecer todo al Señor. Y preguntarnos: ¿cómo hemos
vivido el tiempo que él nos ha donado? ¿Lo hemos vivido sobre todo para
nosotros mismos, para nuestros intereses, o hemos sabido usarlo también para
los otros? ¿Cuánto tiempo hemos reservado para 'estar con él', en la oración,
en el silencio, en la adoración?
Y después pensemos,
nosotros ciudadanos romanos, también a esta ciudad de Roma. ¿Qué ha sucedido
este año? ¿Qué está sucediendo, qué sucederá? ¿Cómo es la calidad de la vida en
esta ciudad? ¡Depende de todos nosotros! ¿Cómo es la calidad de nuestra
ciudadanía? ¿Este año hemos contribuido en nuestra pequeña capacidad a volverla
vivible, ordenada, acogedora?
De hecho el rostro de
una ciudad es como un enorme mosaico cuyos azulejos son todos los que allí
viven. Seguramente quien recubre cargos públicos tiene mayor responsabilidad,
pero cada uno es corresponsable en el bien y en el mal.
Roma es una ciudad de
una belleza única. Su patrimonio espiritual y cultural es extraordinario. Y al
mismo tiempo en Roma existen tantas personas marcadas por las miserias
materiales y morales, personas pobres, infelices, sufridoras, que interpelan la
conciencia de cada ciudadano.
En Roma quizás sentimos
más fuerte este contraste entre el ambiente majestuoso y cargado de belleza
artística y el malestar social de quien hace más esfuerzo. Roma es una ciudad
llena de turistas, pero también llena de refugiados. Roma está llena de gente
que trabaja, pero también de personas que no encuentran trabajo o realizan
trabajos mal pagados y a veces indignos. Y todos tienen derecho a ser tratados
con la misma actitud de acogida y equidad, porque cada uno es portador de
dignidad humana.
Es el último día del
año. ¿Qué haremos, como actuaremos en el próximo año para volver un poco mejor
a nuestra ciudad? Roma del año nuevo tendrá un rostro aún más bello si será aún
más rica de humanidad, que sabe hospedar, acoger. Si todos nosotros estaremos
atentos y seremos generosos hacia quien está en dificultad; si sabremos
colaborar con el espíritu constructivo y solidario, en favor del bien de todos.
Roma del año nuevo será
mejor si no habrán personas que la miran 'de lejos', como a una tarjeta postal,
que miran la vida solamente 'desde el balcón', sin involucrarse en tantos
problemas humanos, problemas de hombres y mujeres que al final... y desde el
principio, queramos o no, son nuestros hermanos.
En esta perspectiva la
Iglesia de Roma se siente impregnada para dar su contribución a la vida y al
futuro de la ciudad. Pero es su deber, se siente animada y a animar con la
levadura del evangelio, a ser signo e instrumento de la misericordia de Dios.
Esta noche concluimos
el Año del Señor 2013, agradeciendo y pidiendo perdón. Las dos cosas juntas,
agradecemos y pedimos perdón.
Agradecemos por todos
los beneficios que Dios nos ha dado, y especialmente por su paciencia y su
fidelidad, que se manifiestan en el sucederse de los tiempos, pero en modo
singular en la plenitud del tiempo cuando “Dios mandó a su Hijo, nacido de
mujer”.
La Madre de Dios, en
cuyo nombre mañana iniciaremos un nuevo tramo de nuestra peregrinación terrena,
nos enseñe a acoger a Dios hecho hombre, porque cada año, cada mes, cada día
sea lleno de su eterno amor”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario