El santo padre en la
homilía de este viernes explica que el encuentro con Dios sólo se comprende en
el silencio e invita a imitar el ejemplo de la Virgen María
Sólo el silencio
custodia el misterio del camino que el hombre cumple con Dios. Son las palabras
del papa Francisco en su homilía de este viernes durante la misa de la mañana
en la Casa Santa Marta. El Señor, ha añadido el santo padre, nos de “la gracia
de amar el silencio”, que necesita ser “custodiado” lejos de cualquier
“publicidad”.
En la historia de la
salvación, ni el clamor ni la teatralidad, sino la sombra y el silencio son los
"lugares" que Dios ha escogido para manifestarse al hombre. Fronteras
evanescentes de las que su misterio ha tomado de vez en cuando una forma
visible, se ha hecho carne. A sugerir la reflexión del pontífice son los
momentos de la Anunciación, propuestos por el Evangelio de hoy, sobre todo el
pasaje en el que el Ángel le dice a María que el poder del Altísimo la
"cubrirá con su sombra". Cómo, en el fondo, casi de la misma
sustancia que la sombra también se hizo la nube con la que, ha recordado el
Papa, Dios había protegido a los judíos en el desierto:
“El Señor siempre ha
cuidado el misterio y ha cubierto el misterio. Un misterio que se publicita no
es cristiano, no es el misterio de Dios: ¡es un misterio falso! Y esto es lo
que le ha sucedido a la Virgen aquí, cuando recibe a su Hijo: el misterio de su
maternidad virginal está cubierto. ¡Está cubierto toda la vida! Y Ella lo
sabía. Esta sombra de Dios, en nuestra vida, nos ayuda a descubrir nuestro
misterio: el misterio de nuestro encuentro con el Señor, el misterio del camino
de nuestra vida con el Señor”.
“Cada uno de nosotros –
ha afirmado el santo padre – sabe cómo opera misteriosamente el Señor en
nuestro corazón, en nuestra alma”. Y cuál es – ha añadido – “la nube, la
potencia, ¿cómo es el estilo del Espíritu Santo para cubrir nuestro misterio?”:
"Esta nube en
nosotros, en nuestra vida se llama silencio: el silencio es precisamente una
nube que cubre el misterio de nuestra relación con el Señor, de nuestra
santidad y nuestros pecados. Este misterio que no podemos explicar. Pero cuando
se hace el silencio en nuestra vida, el misterio se pierde, se va. ¡Custodiar
el misterio con el silencio! Esa es la nube, esa es la potencia de Dios para
nosotros, esa es la fuerza del Espíritu Santo".
La Madre de Jesús ha
sido el icono perfecto del silencio. Desde el anuncio de su excepcional
maternidad hasta el Calvario. Pienso, ha observado el papa, en “cuántas veces
se ha callado y cuántas veces no ha dicho lo que sentía para preservar el
misterio de la relación con su Hijo", hasta el silencio más crudo, "a
los pies de la Cruz":
“El Evangelio no nos dice
nada: si ha dicho una palabra o no... Era silenciosa, pero dentro de su
corazón, ¡cuántas cosas le decía al Señor! 'Tú, ese día - esto y aquello que
hemos leído - me has dicho que sería grande; tú me has dicho que le darías el
Trono de David, su padre, que reinaría para siempre y ahora ¡lo veo ahí [en la
Cruz, ndr]!'. ¡La Virgen era humana! Y tal vez él tenía el deseo de decir:
‘Mentiras! ¡He sido engañada!’: Juan Pablo II decía esto, al hablar de la
Virgen en ese momento. Pero Ella, con el silencio, ha cubierto el misterio que
no entendía y con este silencio ha dejado que este misterio pudiera crecer y
florecer en la esperanza”.
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