miércoles, 15 de enero de 2014

TRABAJAR POR LA UNIDAD: UNA TAREA URGENTE.

La desunión, el enfrentamiento, la enemistad, las rencillas o los odios, surgen con facilidad de nuestra naturaleza dañada. No pienso sólo en política, donde parece que la esencia de la democracia es el estéril juego de destruir al adversario, en lugar de la unión de esfuerzos para el bien común.
Pienso también en la Iglesia, que dedica los días 18 al 25 de enero para la oración por la unidad de los cristianos. Los que vamos a misa cada domingo, cuando rezamos el credo, decimos creer en la unidad de la Iglesia, cuya cabeza es el mismo Cristo y los que nos decimos cristianos tendríamos que estar unidos entre nosotros y con Él, formando un solo cuerpo.
San Juan nos ha dejado en su evangelio la despedida de Jesús, antes de su Pasión, en la cual pide al Padre que todos sean uno, al igual que Jesús y el Padre también son uno, e insiste en la necesidad de la unidad para que el mundo crea. No es fácil transmitir nuestra fe desde la desunión.
En las primeras iglesias, no tardaron en surgir problemas y divisiones. En las cartas que San Pablo dirige a las iglesias que va fundando encontramos sus amonestaciones a los que atentan contra la unidad. No puede admitirse que unos digan: yo soy de Pablo o yo soy de Apolo, porque sólo se puede ser de Cristo, cabeza de la Iglesia, de cuyo cuerpo somos miembros los cristianos  que vivamos unidos a Él. Sus recomendaciones insisten en la necesidad de mantenerse unánimes y concordes, con un mismo amor y un mismo sentir, de no obrar por rivalidad ni por ostentación, guiándose siempre por la humildad y considerando siempre superiores a los demás, sin encerrarse en los propios intereses, sino buscando todos el interés de los demás.
Los anteriores consejos y otros muchos que adornan sus epístolas no han perdido un ápice de actualidad. Muchos cristianos, incluso practicantes, viven de espaldas unos de otros. No se da demasiado sobrellevarnos mutuamente y perdonarnos cuando alguno tengo quejas de otro,
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La falta de unidad de los cristianos no es sólo por la ruptura con los orientales hace mil años o con los de la reforma hace quinientos, sino por nuestra falta de fe y vida interior. No estamos abiertos a recibir los dones del Espíritu Santo y obrar en consecuencia. En cambio estamos abiertos demasiadas veces a opiniones adversas, a doctrinas dudosas, a críticas demoledoras, a prácticas esotéricas sospechosas. Nos etiquetamos unos a otros como progresistas o anticuados, para rechazar cualquier acercamiento o unidad. Ser devoto de un teólogo u otro, se convierte en bandería, cuando lo único importante es seguir las huellas de Jesús, cada cual con su cruz, unirnos a Él en la eucaristía, en la oración, en la adoración o en el servicio al prójimo.
En este año de la fe, me parece importante que nos comprometamos en la tarea de la unidad de los cristianos entre sí y con Cristo, para que el mundo crea.
FRANCISCO RODRÍGUEZ BARRAGÁN.
Publicado en DIARIO SIGLO XXI, el 21 de enero de 2013


NOTA DEL BLOG. Aunque el artículo de Paco es de casi hace un año, nos parece de una muy adecuado para estos días que nos acercamos a la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

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