miércoles, 30 de abril de 2014

PAPA FRANCISCO: LAS MANOS DE DIOS NOS ACOMPAÑAN

FRANCISCO EN LA AUDIENCIA: EL ESPÍRITU NOS HACE PARTÍCIPES DEL DESIGNIO DE DIOS

Una gran multitud en la catequesis del Santo Padre en la Plaza San Pedro, en la serie que dedicará a los dones del Espí­ritu Santo
Un miércoles más el papa Francisco ha salido a la Plaza de San Pedro para compartir la mañana con los participantes en la audiencia general. El tiempo de primavera ha acompañado y la plaza podía verse repleta de peregrinos que con alegría y entusiasmo han recibido al Santo Padre a su llegada. Eran las 9.45 cuando Francisco ha cruzado el Arco de las Campanas subido al jeep descubierto.
Durante los 20 minutos que ha pasado recorriendo la plaza, ha saludado a los fieles que gritaban y coreaban ¡Francisco, Francisco! agitando sus manos para saludarle. Todavía se podían ver muchas banderas polacas entre la multitud, de los peregrinos que han acudido a Roma para asistir a la canonización de su compatriota, san Juan Pablo II, del domingo 27 de abril.
A ellos les ha dicho, en el saludo en polaco al finalizar la catequesis que  "el testimonio de la fe" de Juan Pablo II "de la esperanza, de la caridad y de la confianza a la Divina Misericordia permanece en nosotros particularmente viva en estos días. Su intercesión sostenga la vida y las buenas intenciones de cada uno de vosotros, las preocupaciones y las alegrías de vuestros seres queridos, el desarrollo y el futuro sereno de la Iglesia en Polonia y de toda vuestra Patria".

Como ya es habitual, los niños son los absolutos protagonistas durante el recorrido de Francisco en papamóvil por la Plaza de San Pedro. En brazos de los hombres de seguridad del Papa, los más pequeños reciben una bendición especial del papa Francisco. Aunque, si el niño llora, Francisco pide que por favor no se lo acerquen, que se quede en brazos de sus padres y lo bendice desde ahí.
Esta mañana el Santo Padre ha continuado la serie de catequesis que inició sobre los dones del Espíritu Santo. Hoy Francisco ha querido hablar del don del intelecto.
En el resumen que Francisco hace de la catequesis en lengua española ha indicado: "Queridos hermanos y hermanas. En esta catequesis les hablaré del don del entendimiento (intelecto). No se trata de una cualidad intelectual natural, sino de una gracia que el Espíritu Santo infunde en nosotros y que nos hace capaces de escrutar el pensamiento de Dios y su plan de salvación. San Pablo dice que, por medio del Espíritu Santo, Dios nos revela lo que ha preparado para los que le aman. ¿Qué significa esto? No es que uno tenga conocimiento pleno de Dios, pero sí que el Espíritu nos va introduciendo en su intimidad, haciéndonos partícipes del designio de amor con el que teje nuestra historia. En perfecta unión con la virtud de la fe, el entendimiento nos permite comprender cada vez más las palabras y acciones del Señor y percibir todas las cosas como un don de su amor para nuestra salvación. Como Jesús a los discípulos de Emaús, el Espíritu Santo, con este don, abre nuestros ojos, incapaces por sí solos de reconocerlo, dando de este modo una nueva luz de esperanza a nuestra existencia".
A continuación ha saludado a los peregrinos de lengua española, "en particular a los grupos venidos de España, Honduras, México, Uruguay, Argentina y otros países latinoamericanos. Invito a todos a dejar al Espíritu Santo rasgar el velo de oscuridad que ciega nuestra mente y nuestro corazón, para hacer de nosotros verdaderos creyentes, capaces de gustar cuanto el Señor nos revela en su Palabra y de alegrarnos con su designio de amor en nuestras vidas. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas Gracias".


Al concluir todos los saludos en todos las lenguas, el Santo Padre ha dirigido un pensamiento especial "a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados". El Pontífice ha recordado que ayer hemos celebrado la fiesta litúrgica de Santa Catalina de Siena, patrona de Italia y de Europa. Por eso ha pedido "queridos jóvenes, aprended de ella a vivir con la conciencia recta de quien no cede a los compromisos humanos". A los enfermos les ha pedido "inspiraos en su ejemplo de fortaleza en los momentos de mayor dolor". Y finalmente, a los recién casados les ha exhortado a imitar "la fuerza de la fe de quien se fía de Dios".

FRASE SOBRE LA ALEGRÍA DE MARK TWAIN

“El modo mejor de alegrarte a tí mismo es tratar de alegrar a otro”. 


MARK TWAIN

martes, 29 de abril de 2014

FRASE DEL PAPA FRANCISCO A LOS JOVENES

Invito a los jóvenes a "apostar por los grande ideales" y a "no tener miedo de soñar con cosas grandes".

Papa Francisco

lunes, 28 de abril de 2014

HOMILÍA COMPLETA DE FRANCISCO EN LA CANONIZACIÓN DE JUAN PABLO II Y JUAN XXIII

Texto completo de la homilía
En el centro de este domingo, con el que se termina la octava de pascua, y que Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, están las llagas gloriosas de Cristo resucitado.

Él ya las enseñó la primera vez que se apareció a los apóstoles la misma tarde del primer día de la semana, el día de la resurrección. Pero Tomás aquella tarde no estaba; y, cuando los demás le dijeron que habían visto al Señor, respondió que, mientras no viera y tocara aquellas llagas, no lo creería. Ocho días después, Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípulos, y Tomás también estaba; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas. Y entonces, aquel hombre sincero, aquel hombre acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20,28). 
Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: «Sus heridas nos han curado» (1 P 2,24; cf. Is 53,5).

Juan XXIII y Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano (cf. Is 58,7), porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia.
Fueron sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte; fue más fuerte la fe en Jesucristo Redentor del hombre y Señor de la historia; en ellos fue más fuerte la misericordia de Dios que se manifiesta en estas cinco llagas; más fuerte la cercanía materna de María.
En estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había «una esperanza viva», junto a un «gozo inefable y radiante» (1 P 1,3.8). La esperanza y el gozo que Cristo resucitado da a sus discípulos, y de los que nada ni nadie les podrá privar. La esperanza y el gozo pascual, purificados en el crisol de la humillación, del vaciamiento, de la cercanía a los pecadores hasta el extremo, hasta la náusea a causa de la amargura de aquel cáliz. Ésta es la esperanza y el gozo que los dos papas santos recibieron como un don del Señor resucitado, y que a su vez dieron abundantemente al Pueblo de
Dios, recibiendo de él un reconocimiento eterno.
Esta esperanza y esta alegría se respiraba en la primera comunidad de los creyentes, en Jerusalén, como se nos narra en los Hechos de los Apóstoles (cf. 2,42-47). Es una comunidad en la que se vive la esencia del Evangelio, esto es, el amor, la misericordia, con simplicidad y fraternidad.
Y ésta es la imagen de la Iglesia que el Concilio Vaticano II tuvo ante sí. Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía originaria, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos. No olvidemos que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia. En la convocatoria del Concilio, Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado. Éste fue su gran servicio a la Iglesia; fue el Papa de la docilidad al Espíritu.
En este servicio al Pueblo de Dios, Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia. Me gusta subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene.

Que estos dos nuevos santos pastores del Pueblo de Dios intercedan por la Iglesia, para que, durante estos dos años de camino sinodal, sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia. Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama.

FRASE SOBRE LA ALEGRÍA DE LI-TAI-PO

“El mundo está lleno de pequeñas alegrías; el arte consiste en saber distinguirlas”. 


LI-TAI-PO

domingo, 27 de abril de 2014

EL PAPA FRANCISCO RECIBE A LOS REYES Y A LOS PRINCIPES DE ESPAÑA

El Papa recibe a los Reyes de España tras las canonizaciones del domingo
El Papa Francisco recibió a Sus Majestades los Reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, este lunes 28 de abril al mediodía en una audiencia privada en el Estudio del Aula Pablo VI, el mismo lugar donde recibió hace unos días a la reina Isabel II.
El encuentro tuvo lugar un día después de las canonizaciones de Juan XXIII y Juan Pablo II. Los Reyes que ya saludaron al Pontífice el domingo al finalizar la misa en la misma plaza de san Pedro, también se reunieron con el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, a quien acompañaba Su Excelencia el arzobispo Dominique Mamberti, Secretario para las Relaciones con los Estados.
Según una nota de la Oficina de prensa de la santa Sede, durante las conversaciones, que han transcurrido en una atmósfera cordial, se ha hablado de las buenas relaciones entre la Santa Sede y España consolidadas cada vez más según el espíritu de los Acuerdos de 1979. En ese contexto, se ha hecho referencia a algunas cuestiones de actualidad que conciernen la misión de la Iglesia en la sociedad y a la situación del país. Tampoco ha faltado un intercambio de pareceres sobre temas de carácter internacional, en particular sobre algunas situaciones de crisis.
Esta fue la primera vez que los reyes y Francisco se encuentran, ya que en la ceremonia de inicio del Pontificado del Papa Francisco, el 19 de marzo de 2013, la Casa Real Española estuvo representada por los Príncipes de Asturias, Don Felipe y Doña Letizia.
El Papa Francisco fue el sexto Papa que recibe a los Reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, que han acudido por decimotercera vez al Vaticano para asistir a las canonizaciones de Juan Pablo II y Juan XXIII.
La primera vez que los monarcas españoles fueron recibidos en el Vaticano fue en 1962, antes de casarse, en una audiencia con Juan XXIII, a la que acudieron junto al padre del Rey, Don Juan, para solicitar la dispensa papal. Después estuvieron en dos ocasiones como Príncipes -tras la boda, con Juan XXIII y en una Misa de Pascua con Pablo VI-.
Asimismo, han estado presentes en el Vaticano diez veces más como Reyes: en 1977 cuando fueron recibidos por Pablo VI en su primera audiencia como Reyes; en 1978 con motivo de la Misa de Inicio de Pontificado de Juan Pablo I; y un mes después, en la Misa de Inicio de Pontificado de Juan Pablo II.

También acudieron en 1981 durante una visita de Estado a Italia; en 1983, con sus tres hijos, a una Misa privada con el Papa Wojtyla; en 1988 en visita de cortesía; en 1998 para el XX aniversario de Pontificado; en el jubileo del año 2000; en 2005 a la ceremonia de exequias tras la muerte de Juan Pablo II; y unos días después a la Misa de Inicio de Pontificado de Benedicto XVI. También fueron recibidos en una ocasión por Benedicto XVI en la residencia de Castel Gandolfo.

XIV ENCUENTRO DE HOGARES NUEVOS EN LA ARCHIDIÓCESIS DE GRANADA

Durante el segundo fin de semana de Marzo (8 y 9) se ha realizado el décimo cuarto encuentro del Movimiento de Hogares Nuevos Obra de Cristo en la Archidiócesis de Granada. En él han participado siete matrimonios.
El Encuentro se ha realizado en la Casa de las Aliadas en La Zubia. La jornada de día y medio se vivió con intensidad. En la clausura pudimos percibir, a través de los testimonios de los diferentes matrimonios, que estaban encantados y felices. La experiencia que han tenido la oportunidad de vivir, les ha encantado, pues la dinámica del Encuentro les ha aportado las herramientas necesarias para mejorar su vida matrimonial y familiar. El Encuentro les ha dado la oportunidad de poner a Cristo en medio de su vida matrimonial, haciendo caminar a los dos unidos en vez de hacerlo cada uno por separado.
Tras los testimonios de los participantes en el Encuentro, Rosa y Cefe de la Comunidad hnGüejarSierra que realizaron el décimo tercer Encuentro, compartieron con nosotros su experiencia desde que lo hicieron, y pusieron con este testimonio una nota de humor y de sentimiento. Una vez más podemos ver que el espíritu de Dios nos impulsa a seguir adelante pues la satisfacción de ver crecer su obra es nuestro mejor regalo.
Sólo nos queda pedir a María Reina de las Familias que todo lo que estos matrimonios descubrieron en el Encuentro fructifique en sus familias y sean fermento y novedad de amor allá donde estén.

Sabemos que son muchas las oraciones que por este Encuentro se han presentado ante el Señor. Gracias a todos. Los efectos de las plegarias se han notado, han estado presentes entre nosotros.

JUAN PABLO II Y ESPAÑA, UN VÍNCULO ESPECIAL

Las cinco intensas y vibrantes visitas a este país del beato Karol Wojtyla
El primer viaje apostólico de un papa a España fue en 1982. Juan Pablo II iniciaba así una estrecha relación con este país que se prolongaría hasta los últimos días de su pontificado. Su visita tuvo lugar del 31 de octubre al 9 de noviembre y coincidió con la clausura del IV centenario de la muerte de santa Teresa de Jesús, a la que definió como "esa gran santa española y universal".
Tras aterrizar en Madrid, Karol Wojtyla llevó a cabo un auténtico maratón por la geografía española a bordo de un helicóptero de la Fuerza Aérea. Ávila, Alba de Tormes, Salamanca, Guadalupe, Toledo, Segovia, Sevilla, Granada, Loyola, Javier, Zaragoza, Montserrat, Barcelona, Valencia, Moncada, Alcira y Santiago de Compostela fueron sus escalas en los diez días que duró su periplo. En total, 18 localidades de 11 comunidades autónomas en la que sigue siendo la estancia más larga de un pontífice en España. 
La misa celebrada en la plaza de Lima de Madrid y en el encuentro con los jóvenes en el estadio Santiago Bernabéu siguen recordándose por la masiva afluencia de público. En Sevilla, el Santo Padre beatificó a sor Ángela de la Cruz, fundadora de las hermanas de la Compañía de la Cruz.

En aquel momento el Pontífice polaco aseguró sentirse atraído por España por su "fidelidad a la Iglesia y servicio a la misma, escrita en empresas apostólicas y en tantas grandes figuras" que "la defendieron en momentos difíciles". "La porción más numerosa de la Iglesia de Cristo habla hoy y reza a Dios en español", añadió dando gracias. Para despedirse, lanzó una llamada a Europa: 'Europa, vuelve a encontrarte. Sé tú misma. ¡Aviva tus raíces!' 
La segunda visita de Juan Pablo II a España se produjo en 1984, el 10 de octubre, y duró apenas unas horas. En realidad, se trató de una escala en su viaje a República Dominicana y Puerto Rico con motivo de las celebraciones del V Centenario de la Evangelización de América. El Papa aterrizó en Zaragoza, donde fue recibido por el Rey, el presidente del Gobierno y varios ministros. El Santo Padre explicó que su parada se debía a que España es la tierra que "abrió la comunicación entre Occidente y el continente americano y la que, en gran parte, llevó al mismo la luz de la fe en Cristo, junto con Portugal". En la Basílica del Pilar, leyó un mensaje dirigido a los familiares de los misioneros españoles en América Latina antes proseguir su camino.
El Pontífice polaco tardó cinco años en regresar a tierras españolas. La tercera visita apostólica a este país tuvo lugar del 19 al 21 de agosto de 1989. En esta ocasión, Juan Pablo II acudió a Santiago de Compostela para clausurar la IV Jornada Mundial de la Juventud. En el Monte do Gozo, el Papa advirtió a los jóvenes de los peligros de los caminos "errados", de las "propuestas fáciles" y las "ambigüedades" y les invitó a ser "apóstoles valientes" ante el "gran desafío" del "neopaganismo y el proceso de secularización" para construir una civilización de "amor, justicia y paz". 
Además, Juan Pablo II recorrió a pie los últimos cien metros del Camino de Santiago ataviado con la esclavina y el bordón de roble, en una peregrinación simbólica, después de lo cual visitó la catedral compostelana donde rezó ante las reliquias del Apóstol. Desde Santiago, se trasladó a Asturias. Tras visitar Oviedo, el Santo Padre estuvo acompañado en la gruta mariana de Covadonga por el Príncipe de Asturias. Antes de regresar al Vaticano, visitó los lagos y Cangas de Onís. 
Andalucía y Madrid fueron los destinos del cuarto viaje de Juan Pablo II a España, del 12 al 17 de junio de 1993. El motivo principal fue la clausura del 45 Congreso Eucarístico Internacional, que se celebró en Sevilla. En esta ocasión, el Papa animó a los obispos españoles en su esfuerzo por conseguir una "nueva evangelización" y se mostró consciente de "la grave crisis de valores morales, presente de modo preocupante en diversos campos de la vida individual y social que afecta de manera particular a la familia, a la juventud, y que tiene también repercusiones en la gestión de la cosa pública". "Es innegable la existencia de un creciente proceso de secularización, que halla puntual eco en algunos medios de comunicación social, favoreciendo así la difusión de una indiferencia religiosa que se instala en la conciencia personal y colectiva", lamentó.
Durante su visita, el Santo Padre recorrió diversos puntos de la geografía andaluza. En Sevilla visitó la catedral; en Huelva, los lugares colombinos y el santuario del Rocío, y en el Monasterio de la Rábida coronó a la Virgen de los Milagros. También rezó en la parroquia de Palos de la Frontera. Después se trasladó a Madrid. En su segunda visita a la capital, el Pontífice polaco consagró la catedral de la Almudena. Antes de finalizar su viaje, presidió una multitudinaria celebración en la plaza de Colón donde canonizó a Enrique Ossó.

El último viaje de Juan Pablo II, el 3 y 4 de mayo de 2003, trajo a la capital de España a un papa visiblemente desmejorado. Aún así, el Santo Padre tuvo fuerzas para llevar a cabo un encuentro con casi un millón de jóvenes en la Base Aérea de Cuatro Vientos. En la Vigilia de Oración, el Papa, más vital que nunca, pidió a los jóvenes que dejen constancia con su vida de que las "ideas no se imponen, sino que se proponen" y repitió las palabras que pronunció en 1982 en el estadio Santiago Bernabéu: "Vosotros sois la esperanza de la Iglesia y de la sociedad". 
El Pontífice polaco manifestó una vez más su preocupación por la paz en el mundo: "La espiral de la violencia, el terrorismo y la guerra provoca, todavía en nuestros días, odio y muerte". "Hoy quiero comprometeros a ser operadores y artífices de paz. Responded a la violencia ciega y al odio inhumano con el poder fascinante del amor. Venced la enemistad con la fuerza del perdón", aseveró. Y concluyó su intervención evocando a la Virgen María y rogándole por los "jóvenes llenos de sueños y esperanzas", para que éstos "sean testigos de Cristo resucitado, apóstoles humildes y valientes del tercer milenio y heraldos generosos del Evangelio".

Al día siguiente, la Plaza de Colón acogió una misa multitudinaria, en esta ocasión con motivo de la canonización de cinco beatos: Pedro Poveda Castroverde, fundador de la Institución Teresiana; José María Rubio, presbítero de la Compañía de Jesús; Genoveva Torres Morales, fundadora de las Angélicas; Ángela de la Cruz, fundadora de las hermanas de la Compañía de la Cruz; y Maravillas de Jesús, de la Orden de las Carmelitas Descalzas. 

Al término de su quinta visita, Juan Pablo II se despidió con un "¡Hasta siempre, España. Hasta siempre, tierra de María!" La relación personal del beato Karol Wojtyla con la nación española, con su pueblo y con su Iglesia, se articuló fundamentalmente a través de estos viajes. Nada menos que cinco visitas intensas y vibrantes -casi una por lustro-, que fueron moldeando su conocimiento, su relación y su sintonía con este país.

MARCO RONCALLI CUENTA: MI TÍO, EL SANTO...

El sobrino de Juan XXIII, uno de los biógrafos del "Papa Bueno", narra recuerdos de familia, testimonios y los 30 años de estudio dedicados a su tí­o que será canonizado el 27 de abril
Marco Roncalli era solo un niño cuando en su casa ya se respiraba el perfume de santidad del tío sacerdote, Angelo Giuseppe, futuro Juan XXIII. Un perfume que se ha quedado impreso en su alma y ha marcado toda su vida. Tanto que, después de la licenciatura, decidió dedicarse por más de 30 años a un estudio apasionado de la gran figura del este Pontífice revolucionario que, el próximo 27 de abril, será elevado a los honores de los altares junto con Juan Pablo II. Hoy, uno de los sobrinos de Juan XXIII, presidente de la Fundación Papa Juan XXIII, es uno de los máximos expertos del "Papa Bueno", gracias también al testimonio del cardenal Loris Capovilla, secretario particular de Roncalli y hombre más cercano a él, que ha acompañado sus años de estudio. Estudios que se han traducido en innumerables publicaciones editoriales: la última, en orden cronológico, es el libro "Papa Juan. El Santo", editado en Italia por San Pablo, y publicado entre otros, en Francia, España, Alemania y Polonia. A continuación, la entrevista de ZENIT a Marco Roncalli.
¿Qué significa para usted y para su familia tener un santo en casa?
Marco Roncalli: Es un momento de alegría compartida, en familia, en la parroquia, en la diócesis, pero también en la comunidad civil... Puedo sentirla, es más, debería sentirla como una invitación a una mayor responsabilidad. Pero esto vale no solo para mí o para mi familia. El santo, como decía un gran jesuita Xavier Léon-Dufour, es antes que nada un llamamiento y una pregunta: "Para quien no detiene su mirada al hombre o al héroe, el santo se hace palabra de Dios. Es un éxito de Dios. Dios ha conseguido, con la tierra con la que somos hechos,  plasmar un ser en el que la gracia ha sobreelevado la fuerza de la naturaleza"... Creo que la frase pueda aplicarse muy bien a Juan XXIII.
El Papa bueno, el Papa antes de transición, después revolucionario que ha abierto las puertas de la Iglesia al Concilio. Ahora el Papa santo. ¿Qué es necesario conocer aún de Juan XXIII?
Marco Roncalli: Hay una complejidad detrás del su aparente sencillez. No se conoce suficientemente su cultura, su conocimiento de la historia y no solo de la Iglesia. No se conocen muchos gestos de solidaridad escondida. No se conoce totalmente la conciencia y el valor con la que asume importantes decisiones por las que fue acusado de ingenuidad. Hay todavía periodos de su vida para profundizar, por ejemplo los de joven seminarista y sacerdote. Deben ser publicados algunos cuadernos sobre sus estudios juveniles, sobre el interés por ejemplo por el americanismo. O algunas cartas de gran importancia con amigos como el cardenal Gustavo Testa, y las homilías que se remontan a la primera guerra mundial. Sin embargo, ya disfrutamos de un gran número de fuentes. De ningún otro Papa tenemos tanto el "Diario del alma" como los diarios de casi toda una vida. Y se conservan numerosas cartas, homilías, apuntes de distinto tipo. Puedo decir, sin embargo, con una cierta seguridad, que las continuas publicaciones de materiales inéditos dan mayor plenitud a una parábola humana y espiritual vivida con fe granítica en Dios y confianza natural por los hombres.
Son muchos los escritos que usted ha dedicado a su tío. A nivel personal, ¿qué ha descubierto en sus investigaciones? Por ejemplo, usted ha publicado la correspondencia entre Roncalli y Montini...
Marco Roncalli: Estas son cartas de fe y amistad como se ha querido expresar en el subtítulo del libro (“A.G.Roncalli y G.B.Montini – Cartas de fe y de amistad”, ed. Studium). Pero lo son también otras cartas que he trabajado, por ejemplo la de Schuster o con don Giuseppe De Luca. Cierto los tonos son diferentes, pero él, Angelo Giuseppe Roncalli, ha sido realmente el hombre del encuentro: con Dios y con los hombres.
Como histórico de la Iglesia, según usted ¿qué momento está viviendo la Iglesia? ¿Y qué herencia ha dejado el pontificado de Juan XXIII?
Marco Roncalli: Me parece que se está viviendo una segunda primavera conciliar. Como si Dios nos hubiera dado el Papa que quería y que necesitábamos... Sin olvidar la premisa de la renuncia de Benedicto XVI que ha permitido, de hecho, lo que tenemos bajo los ojos: la respuesta a una necesidad difundida de misericordia que es una palabra clave de este pontificado. Un pontificado pastoral cierto, pero, como en el caso de Juan XXIII, menos sencillo de lo que le parece a muchas personas. De hecho, un pontificado con el apoyo de un robusto bagaje cultural, del conocimiento de la historia y de tantos hombres encontrados lejos de Roma. Por no hablar de la cultura espiritual de la que está empapando, precisamente como la del papa Juan.
Muchos, de hecho, han comparado Francisco a Juan XXIII: por el estilo de comunicación, la actitud con la gente, la ternura. ¿Usted ve un hilo directo entre los dos Papas?
Marco Roncalli: Sí, veo una "unión" entre los dos Obispos de Roma bastante evidente. Y ha sido también la primera impresión que he tenido delante al manifestarse la "sorpresa Bergoglio". Se ven sus rasgos comunes en la serenidad en el amor por la verdad y la caridad, por la pobreza en sentido franciscano, y de hecho la medicina de la misericordia. Les veo cercanos también en su vivir el optimismo cristiano, la alegría del encuentro continuo con Dios y con todos los hombres, tanto los que se siente parte de la Iglesia, como a los de acercarse en la atención a las necesidades espirituales y materiales, siempre con gran respeto...
¿Eran los familiares conscientes de la santidad de Roncalli?
Marco Roncalli: Sus virtudes las he escuchado contar. A menudo en casa he escuchado, de los que le estuvieron realmente cerca, testimonios de su bondad, sobre su caridad silenciosa, su continua confianza en Dios. Recuerdo que cuando era pequeño hacía compañía a mi abuelo Giuseppe -el hermano más joven- del Papa, también por la noche porque se quedo viudo muy joven. Por la noche se inclinaba en el reclinatorio que tenía cerca de la cama, y después, mientras se dormía, a menudo hablaba de su hermano Papa, de cómo habían crecido, de sus encuentros antes y después de la elección... También ahora mi padre repite muchas historias que tienen que ver con el tío monseñor o cardenal. Mi padre le vio mucho cuando estaba en Venecia, porque hizo el servicio militar en la laguna en el Batallón San Marco y, especialmente por la noche, iba a verlo. Ocurría que cenaban juntos y que mi padre hiciera para él pequeñas tareas o recados. También entonces -me cuenta-  Roncalli vivía en el patriarcado, en un contexto de gran sobriedad. En la mayoría de las historias, ha sido fácil conocer y seguir al Papa Juan en su anhelo de santidad, interrumpido, día tras día, estudiando las páginas del "Diario del alama" y los otros diarios. En cualquier caso, siempre he oído hablar de él como de una persona verdadera, un "Papa de carne" como decía Mazzolari, y me gustaría que se le recordara así. No creo que sea beneficioso para ningún Papa la mitificación, la "papolatría". Creo que imperfecciones o también errores haya podido hacerlos Juan XXIII como todos los otros.
Ciertamente su autenticidad, su sencillez, como también su valentía, han tocado al mundo que hoy se apresura a llamarlo santo. Además, como escribió el poeta Ungaretti, él "hizo visible esa santidad que era privada y pública".
En su opinión, ¿su tío se habría esperando ser elevado a los honores de los altares?
Marco Roncalli: Él mismo, aún sacerdote de Bergamo, en las virtudes de los santos escribía querer buscar "la sustancia y no los accidentes" y anotaba frases como "el hacerme santo a toda costa, debe ser mi preocupación continua: preocupación serena y tranquila, no pesada y tiránica".
La preocupación, por tanto, de un hombre que vivió "siempre con Dios y con las cosas de Dios", y la adhesión completa a la Palabra. La preocupación de un Pontífice que meditando un día sobre el elogio tributario del "Brevario Romano" a San Eugenio Papa (donde se lee "fue benévolo, manso y humilde y, lo que es más importante, fue distinguido por santidad de vida"), se apuntó la frase: "¿No sería bonito llegar al menos hasta ahí?"
¿Por qué para papa Juan un proceso de canonización tan lento y después tan repentino, sin ni siquiera esperar un milagro?
Marco Roncalli: Es verdad que para Juan XXIII no se ha  pedido el segundo milagro. También si el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, ha precisado hace tiempo que no era una cuestión de descuentos, privilegios, exenciones, y que en realidad el papa Francisco ha querido solo reducir los tiempos para dar a la Iglesia entera la gran oportunidad de celebrar juntos la canonización de dos Papas Santos: Juan XXIII, el iniciador del Concilio Vaticano II, y de Juan Pablo II, el realizador de los fermentos pastorales, espirituales y doctrinales de los documentos conciliares.  La voluntad del Papa es clara. El recurso a un vínculo ya había sucedido cuando el mismo Wojtyla beatificó en el 2000 a Pío IX y Papa Juan. Cierto se trata de dos personalidades muy diversas, con dos historias y dos características diferentes, y también si miran bien a temas como el Concilio o la paz -por dar solo dos ejemplos- los rasgos que les unen están... A partir del hecho que eran dos hombres capaces de asumir grandes responsabilidades, personales y universales, que han marcado la historia.

JUAN PABLO II INCLUSO EN LOS MOMENTOS DE GRAN SUFRIMIENTO PENSABA EN LOS OTROS

El doctor Rodolfo Proietti, médico que asistió a Juan Pablo II, cuenta su experiencia junto al futuro santo
"Confió en vuestra competencia y en la divina providencia", estas son palabras del futuro santo Juan Pablo II a su equipo de médicos. Lo ha contado en un encuentro con periodistas en la universidad pontificia de la Santa Cruz en Roma, el profesor Rodolfo Proietti, quien guió el equipo médico que cuidó al papa Wojtyla en sus dos últimos ingresos en el hospital Políclino Gemelli.
El doctor Proietti recuerda que el 13 de mayo de 1981, día que Juan Pablo II sufrió el atentado en la plaza de San Pedro, llegó a urgencias del hospital "confiándose a la Virgen María. Rezaba y se dirigía a ella". Y se pregunta, "¿por qué se salvó?"  Nunca sabré si fue por nosotros o por otra razón, ha indicado. Asimismo, afirma que de aquella situación el papa polaco se recuperó casi completamente en su forma física.
Al punto que después de 1981, iba a la montaña unos días en verano. Y también allí le acompañaba el equipo médico. Y tras largas caminatas "la dificultad la tenía yo, no él", recuerda. Y añade que Juan Pablo II tenía una gran fuerza física, resistencia y voluntad de llegar a la cima.

De este modo, el médico ha aclarado que después de 1981 la salud del papa polaco no se vio especialmente deteriorada, lo que sí sucedió en torno al año 2000-2001.
Tras el atentado, insiste, "se sentía seguro de sus fuerzas". Y afirma también que tenía una gran resistencia al dolor.
Del mismo modo, el profesor Proietti ha querido señalar que en torno al Santo Padre había una organización sanitaria bastante compleja y era necesario intentar preveer todo lo que podía suceder. Por ejemplo, en el caso del atentado del '81, hubo una comunicación inmediata con el Gemelli para preparar todo antes de que él fuera trasladado al hospital.
"Era un paciente difícil", ha afirmado el doctor, es algo que sucede cuando "a un médico le confían al vicario de Cristo, a Juan Pablo II".  Y por ello intentaban fingir que era un hombre cualquiera, así no se veían afectados por las emociones y podían hacer las cosas más serenamente. Pero aún así, llegaba el temor a equivocarse, de no hacer todo lo posible.
Por otro lado, recuerda también las dos últimas ocasiones en las que estuvo ingresado y el equipo médico debía decidir cuál era el programa de terapia, él era el encargado de ir a explicarle al Santo Padre "porque el Santo Padre quería saberlo todo". Pero, ha matizado que "la última palabra la tenía el médico, o sea él". Aunque, el doctor reconoce que la mayor parte de las veces dijo que sí.
Al respecto, cuenta una anécdota --para hacer entender-- que sucedió durante el primer ingreso después del atentando. Todo el grupo de médicos estaba reunido y estaban decidiendo cuándo darle el alta. "Si de nosotros dependiera, nunca, le habríamos cerrado dentro del Vaticano toda la vida, porque existía miedo", recuerda. Pero, Juan Pablo II llegó, abrió la puerta sin llamar, entró y dijo "cuándo voy a casa lo decido yo".  "¿Cuándo Santidad?", le preguntaron. "Mañana", respondió.
Y esto era porque, ha explicado el doctor, él quería retomar su servicio pastoral cuanto antes, "él para asomarse a la ventana del décimo piso del Gemelli soportó grandes sufrimientos". Y es que su 'problema' era continuar a comunicar con los otros. Y añade, que aún en los momentos de máximo sufrimiento, él pensaba en los otros.
El doctor asegura que Juan Pablo II ha dado un ejemplo que permanecerá para siempre, para todos. "Una dedicación haca el otro que no he visto nunca en otra persona", señala.
Por otro lado, ha proseguido contando que Juan Pablo II mostraba afecto con ellos pero, "nosotros teníamos un deber. Debíamos ser invisibles, estar ahí sin ser vistos". Al respecto, el doctor explica que no es bonito para nadie vivir rodeado de sistemas sanitarios, sistemas de seguridad, "vivir rodeado como en una prisión".
Otro episodio que ha rememorado ha sido cuando tuvieron que decirle que habían decidido hacerle una traqueotomía. "Él como instrumento de trabajo tenía sobre todo la comunicación con los otros", recuerda. Y haciendo memoria de la ironía de Juan Pablo II incluso en momentos así, cuenta que cuando el médico le dijo "es una pequeña intervención", el papa polaco respondió "es pequeña para usted que lo hace, no para mí que lo sufro". Y en aquella ocasión, marzo de 2005, el Papa se asomó a la ventana de su habitación del hospital y consiguió bendecir a la multitud e incluso hablar, pero después fue cada vez más difícil.

Finalmente, dando algunos detalles de la última etapa de Juan Pablo II, el profesor Proietti afirma que él permaneció lúcido prácticamente hasta el final. Él tuvo ocasión de estar con el Papa la noche del 1 de abril, para despedirse porque habían entendido que la muerte estaba cerca, y en ese momento estaba lúcido. "Cuando se llega a la fase de agonía la lucidez es parcial, pero antes era consciente, nunca notamos pérdida de lucidez", ha explicado.  

FRASE DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA IGLESIA

Dijo que la Iglesia no puede hacer de "niñera" de los cristianos, que éstos tienen que descubrir la responsabilidad de lo que significa ser bautizados y tienen que anunciar el Evangelio con valentía, "incluso sin seguridad y entre persecuciones".

Papa Francisco

sábado, 26 de abril de 2014

LOS COMPAÑEROS UNIVERSITARIOS DE JUAN PABLO II LE LLAMABAN 'FUTURO SANTO'

El postulador de la causa de canonización de Juan Pablo II explica su santidad. Lamentó las interpretaciones erróneas dadas a las palabras del cardenal Martini sobre la canonización de los papas
Monseñor Slawomir Oder, postulador de la causa de canonización de Juan Pablo II, lamentó esta mañana las interpretaciones erróneas aparecidas en la prensa sobre las declaraciones del cardenal Martini según las cuales no era conveniente la canonización de Juan Pablo II. Lo ha hecho durante el briefing para los periodistas que se realizó en la Sala de Prensa del Vaticano.
El postulador respondió también sobre el caso Maciel, precisando que no existe ningún elemento que indique que Juan Pablo II haya quedado comprometido en este asunto. En la misma rueda de prensa expuso también el postulador de la causa de canonización de Juan XXIII. 
Sobre las declaraciones del ya fallecido cardenal jesuita, Mons. Oder ha precisado que han sido tomadas del libro "La santidad de Juan Pablo II", escrito por el fundador de la Comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi. El libro recoge algunos testimonios del proceso de canonización del papa polaco. La frase de la que se hicieron ecos muchos medios de comunicación fue que "era un hombre de Dios, pero no es necesario hacerlo santo". Al respecto, el postulador del papa polaco ha explicado que es necesario entender esta afirmación en su contexto, ya que se refiere a un debate existente desde hace mucho en la Iglesia sobre si es adecuado o menos canonizar a los papas. Por tanto, el cardenal Martini no se refería exclusivamente a Wojtyla. Asimismo ha recordado que el purpurado dijo de Juan Pablo II que fue "padre espiritual para la humanidad".
Durante el briefing, el monseñor Oder ha hablado también de la santidad del Juan Pablo II,  una santidad que anticiparon incluso sus compañeros de la universidad, cuando le llamaban "futuro santo". El programa de vida del papa polaco fue, según ha afirmado el postulador, "el hombre debe organizar su vida de forma que sea imagen de la gloria de Dios".  
Por otro lado, ha indicado que Karol Wojtyla tuvo tres importantes guías espirituales. En primer lugar su padre, quien le enseñó a rezar y él mismo llegó a decir que "su primer seminario fue su casa y su primer maestro su padre. En segundo lugar la figura del laico Ian Telanoski, a quien Juan Pablo II llamaba "el apóstol" y que le ayudó en su discernimiento vocacional. En este tiempo, Wojtyla quiso entrar carmelita pero no pudo porque en aquel momento el noviciado estaba cerrado. Y por último el cardenal Sapieha, arzobispo de Cracovia, que lo acogió en el seminario de forma clandestina contra la voluntad de los nazis ocupantes de Cracovia.
A continuación, el postulador ha destacado tres elementos de la figura del próximo santo: fe sencilla, profundidad mística de los estudios de san Juan de la Cruz y valentía para afrontar las contrariedades de la vida.
Esa fe sencilla se podía ver "en la necesidad del contacto con la gente, que lo hemos visto siempre, como sacerdote, como obispo, como cardenal y también como papa" y ha añadido que "necesitaba la Iglesia viviente, para sentir su fe y nutrirse de ella".
Sobre su profundidad mística ha observado su modo de "vivir el misterio de Dios". El mismo Benedicto XVI recordó en una ocasión, como  a los pies de la cama de Juan Pablo II antes de su muerte vio "el misterio eucarístico vivido hasta el final".
Para hacer una síntesis de su espiritualidad, el postular ha reconocido que "a través de esa cercanía con el pueblo de Dios quería sentir con el corazón de la Iglesia". Y así, tenía un solo propósito: "evangelizar para llegar a la santidad".
Sobre el proceso de canonización, el postulador ha mencionado ese "Santo Subito" que se pudo escuchar por parte de los fieles el mismo día de su muerte y esto "no era solo una cuestión de sentimientos". Y por eso, el 13 de mayo de 2005, Benedicto dio una dispensa para no tener que esperar los cinco años establecidos para comenzar un proceso de beatificación. El postulador ha recordado esa ya conocida frase del papa emérito "fatte presto, ma fatte bene", "hacedlo pronto, pero hacedlo bien".
Al postulador se le ha preguntado en el turno de preguntas de los periodistas sobre las "voces contrarias" a esta canonización. En este momento es cuando ha lamentado las malas interpretaciones de las afirmaciones del cardenal Martini. Además, ha destacado que el proceso escuchó todas las voces. También las de una línea más liberal de la Iglesia que le veía demasiado conservador. Y los más conservadores que le veían como demasiado liberal. 

También los periodistas han querido saber si el futuro santo era consciente de sus defectos, sus fallos. Al respecto el postulador ha contado una anécdota, una de las religiosas que trabajaba en el apartamento del Papa un día le dijo: "Santo Padre, estoy preocupada por Su Santidad". A lo que él respondió, "yo también estoy muy preocupado por mi santidad". De este modo, el postulador ha reconocido que una parte del carácter que le pudo crear más problemas era el hecho de ser "un hombre muy emotivo".

Finalmente, se le ha preguntado por el caso del padre Maciel y hasta qué punto el Papa sabía y conocía la realidad sobre el fundador de los Legionarios de Cristo. A ello, el postulador ha afirmado que "la investigación se ha hecho verdaderamente con el deseo de dar claridad y de afrontar todos los problemas". Sobre el problema específico mencionado por el periodista sobre el caso de Maciel, ha explicado "que se ha hecho la investigación, se ha hecho el estudio de los documentos que están a disposición y la respuesta ha sido muy clara. No existe ningún signo de implicación personal del Santo Padre en este asunto ('Non esiste alcun segno di coinvolgimento personale del Santo Padre in queste vicende').

FRASE SOBRE LA ALEGRÍA DEL PAPA FRANCISCO

“El cristiano es un testigo de la verdadera alegría, la que da Jesús”.



PAPA FRANCISCO 

viernes, 25 de abril de 2014

SAN JUAN XXIII Y SAN JUAN PABLO II TUVIERON EL VALOR DE MIRAR LAS HERIDAS DE JESÚS, DE TOCAR SUS MANOS LLAGADAS Y SU COSTADO TRASPASADO, EL PAPA EN SU HOMILÍA DE CANONIZACIÓN

En su homilía de la solemne Misa de canonización de los Papas San Juan XXII y San Juan Pablo II el Papa Francisco recordó que en el centro de este domingo, con el que se termina la octava de Pascua, y que Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, están las llagas gloriosas de Cristo resucitado.
El Obispo de Roma también afirmó que estos nuevos Santos no se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano, porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia.
Además, el Papa Francisco destacó que ambos fueron sacerdotes, obispos y Papas del Siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte; fue más fuerte la fe en Jesucristo Redentor del hombre y Señor de la historia; en ellos fue más fuerte la misericordia de Dios que se manifiesta en estas cinco llagas; más fuerte la cercanía materna de María.
Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía originaria, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos, dijo también el Santo Padre Francisco. Y pidió que no olvidemos que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia.
En la convocatoria del Concilio – prosiguió – Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado. Éste fue su gran servicio a la Iglesia; fue el Papa de la docilidad al Espíritu.
Y en este servicio al Pueblo de Dios, Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia. “Me gusta subrayarlo ahora – añadió Francisco – que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene”.
Texto de la homilía del Papa Francisco

En el centro de este domingo, con el que se termina la octava de pascua, y que San Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, están las llagas gloriosas de Cristo resucitado.
 Él ya las enseñó la primera vez que se apareció a los apóstoles la misma tarde del primer día de la semana, el día de la resurrección. Pero Tomás aquella tarde, como hemos escuchado, no estaba; y, cuando los demás le dijeron que habían visto al Señor, respondió que, mientras no viera y tocara aquellas llagas, no lo creería. Ocho días después, Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípulos, y Tomás también estaba; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas. Y entonces, aquel hombre sincero, aquel hombre acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20,28).
Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: «Sus heridas nos han curado» (1 P 2, 24; Cf. Is 53, 5).
San Juan XXIII y San Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano (Cf. Is 58,7), porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia.
Fueron sacerdotes, y obispos y Papas del Siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte; fue más fuerte la fe en Jesucristo Redentor del hombre y Señor de la historia; en ellos fue más fuerte la misericordia de Dios que se manifiesta en estas cinco llagas; más fuerte la cercanía materna de María.
En estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había «una esperanza viva», junto a un «gozo inefable y radiante» (1 P 1,3.8). La esperanza y el gozo que Cristo resucitado da a sus discípulos, y de los que nada ni nadie les podrá privar. La esperanza y el gozo pascual, purificados en el crisol de la humillación, del vaciamiento, de la cercanía a los pecadores hasta el extremo, hasta la náusea a causa de la amargura de aquel cáliz. Ésta es la esperanza y el gozo que los dos papas santos recibieron como un don del Señor resucitado, y que a su vez dieron abundantemente al Pueblo de Dios, recibiendo de él un reconocimiento eterno.

Esta esperanza y esta alegría se respiraba en la primera comunidad de los creyentes, en Jerusalén, como se nos narra en los Hechos de los Apóstoles (Cf. 2, 42-47) que hemos escuchado en la segunda Lectura. Es una comunidad en la que se vive la esencia del Evangelio, esto es, el amor, la misericordia, con simplicidad y fraternidad.
Y ésta es la imagen de la Iglesia que el Concilio Vaticano II tuvo ante sí. Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía originaria, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos. No olvidemos que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia. En la convocatoria del Concilio, San Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado, guiado del Espíritu. Éste fue su gran servicio a la Iglesia; por eso a mí me gusta pensar en él como el Papa de la docilidad al Espíritu Santo.
En este servicio al Pueblo de Dios, San Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia. Me gusta subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene
.

 Que estos dos nuevos santos pastores del Pueblo de Dios intercedan por la Iglesia, para que, durante estos dos años de camino sinodal, sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia. Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama.

FRASE DEL PAPA FRANCISCO SOBRE DIOS PADRE

 "Dios es nuestro papá, que nos ama aún cuando nos equivocamos". Y una semana después, añadió: Jesús "es nuestro abogado defensor".

Papa Francisco

jueves, 24 de abril de 2014

FRASE SOBRE LA ALEGRÍA DE SAN JUAN BOSCO

"Para ser bueno basta practicar tres cosas y todo te resultará a pedir de boca. ¿Cuáles son estas tres cosas?: Alegría, estudio y piedad". 


SAN JUAN BOSCO

CANONIZACIÓN DE LOS DOS PAPAS: 'CENTRARSE EN LA SANTIDAD DE ELLOS'

Lo pidió el portavoz del Vaticano, padre Lombardi, en la rueda de prensa con los dos postuladores. Se entra en la semana preparatoria a la canonización de Juan Pablo II y de Juan XXIII, que tendrá lugar este próximo domingo 27 de abril.
Por ese motivo los postuladores de la causa de canonización de ambos papas, monseñor Slawormir Oder, de Juan Pablo II, y Fray Giovangiuseppe Califano, de Juan XXIII, realizaron hoy en la sala de prensa del Vaticano una conferencia explicando algunos particulares de dichos pontífices.
El portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, puntualizó ante los periodistas que delante de un evento así importante es necesario “centrarse fundamentalmente sobre la santidad de estos dos papas, y no solamente sobre tantas cosas bellas y buenas que hicieron”.
Por su parte el portavoz de la diócesis de Roma, el padre Walter Insero, indicó que este martes al anochecer en la catedral San Juan de Letrán, se realizará “el primer encuentro dedicado a los jóvenes, y preparado como tal”. Precisó que el evento que contará con la presencia del vicario general de la diócesis, el cardenal Agostino Vallini, verá una liturgia de la palabra con el testimonio de los dos postuladores, sobre el tema “por qué son santos”.

“Le seguirá -precisó Insero- una catequesis sobre las vocaciones que actualizará el mensaje destinado a la vida de los jóvenes”.
En la conferencia, el postulador de Juan XXIII, el padre Califano inició recordando que después de la muerte del Papa la gente percibió la santidad del mismo, logrando “una vasta fama de santidad”.
Añadió que “gracias a los diarios íntimos del alma de Juan XXIII podemos conocer su santidad en todas las etapas de su vida”. Entre ellas, “a los 23 años su empeño de hacerse santo, apoyándose en cuatro puntos: el espíritu de unión con Jesús; el recogimiento del corazón; el rezo del santo rosario; la vigilancia en las propias acciones”.
El postulador franciscano recordó también cuando el 'Papa Bueno' decía: “Todos me llaman Santo Padre; no poseo la santidad pero los deseos de poseer esta santidad son vivos y decididos”.
Precisó entretanto que al tener que que resumir la figura tan vasta de este santo “se pueden señalar dos factores: el primero, el de pastor y padre”. Dichos conceptos, añadió el postulador, fueron reiterados por el papa Francisco cuando recibió hace pocos días en el Vaticano a los obispos de la diócesis de Bérgamo.
Otro aspecto es la “cordialidad, mansedumbre y alegría, que confluyeron en la definición de 'papa bueno'”, precisó. Y recordó por ejemplo la visita al hospital pediátrico 'Bambino Gesú' y a la cárcel romana 'Regina Coeli'. “Logró así entrar en el corazón de las personas, y cuando se dice 'papa bueno' el recuerdo va a Juan XXIII”, indicó.
El otro punto, añadió el padre franciscano, es la “obediencia y la paz”, dos palabras que “definió como su historia y su vida. La obediencia a la inspiración al Espíritu Santo recalcada también por el papa Francisco al recibir a los obispos de Bérgamo”. Concluyó recordando que el Papa italiano tuvo que obedecer y dejar su propia tierra para vivir en realidades muy difíciles. “La raíz de su santidad fue la obediencia evangélica a la voz de su Señor”, dijo.

La causa inició en 1966, y gracias un pedido encabezado por la diócesis natal del Papa, Bérgamo, se envió el pedido de canonización en el marco de los 50 años de la muerte de Juan XXIII, en coincidencia con los 50 del inicio del Vaticano II y del Año de la Fe, indicó el postulador.

Se presentó también junto a la 'positio', concluyó el postulador, un libro con la gran cantidad de gracias obtenidas por los fieles debido a la intercesión de Juan XXIII, y se indicó que el culto del Papa Bueno se ha extendido en muchas diócesis del mundo que le han dedicado diversos edificios y actividades. Y además la importancia del Vaticano II en la Iglesia de hoy, y en temas como la paz y el ecumenismo.

miércoles, 23 de abril de 2014

DOS SANTOS PONTÍFICES QUE HAN CONTRIBUIDO DE MANERA INDELEBLE A LA CAUSA DEL DESARROLLO DE LOS PUEBLOS Y DE LA PAZ, EL PAPA A LA HORA DEL REGINA CAELI

Después de la solemne concelebración Eucarística, durante la cual se invocaron entre los santos, por primera vez, a San Juan XXIII y San Juan Pablo II, el Papa Francisco, tras agradecer la presencia de tantos fieles y autoridades, invitó a rezar a la Madre de Dios a través de la oración del Regina Caeli que sustituye el Ángelus en este tiempo pascual.
Texto completo de la alocución del Papa Francisco antes de rezar el Regina Caeli
Queridos hermanos y hermanas, antes de concluir esta fiesta de la fe, ¡deseo saludar y darles las gracias a todos ustedes! Agradezco a los hermanos Cardenales y a los numerosos Obispos y sacerdotes de todas partes del mundo. Mi reconocimiento va a las Delegaciones oficiales de tantos países, venidas para rendir homenaje a dos Pontífices que han contribuido de manera indeleble a la causa del desarrollo de los pueblos y de la paz. Un agradecimiento especial va a las Autoridades italianas por su preciosa colaboración .¡Con gran afecto saludo a los peregrinos de la Diócesis de Bérgamo y de Cracovia!
Amadísimos, honren la memoria de dos Santos Papas siguiendo fielmente sus enseñanzas. Agradezco a todos los que, con gran generosidad han preparado estas jornadas memorables: a la Diócesis de Roma, con el Cardenal Vallini; al Ayuntamiento de Roma, con el Alcalde Ignazio Marino; a las fuerzas del orden y a las diversas Organizaciones; a las Asociaciones y a los numerosos voluntarios. ¡Gracias a todos!
Mi saludo va a todos los peregrinos – aquí en la Plaza de San Pedro, en las acalles adyacentes y en otros lugares de Roma –; así como también a cuantos están unidos a nosotros mediante la radio y la televisión; y gracias a los dirigentes y a los agentes de los media, que han dado a tantas personas la posibilidad de participar.
 A los enfermos y a los ancianos, hacia los cuales los nuevos Santos estaban cerca de modo especial, llegue mi saludo especial.

 Y ahora nos dirigimos en oración a la Virgen María, que San Juan XXIII y San Juan Pablo II han amado como verdaderos hijos suyos.