« ¡Te rogamos, Señor, por todos los pueblos de la Tierra! Tú, que has
vencido la muerte, concédenos tu vida, danos tu paz». Ayúdanos a derrotar el flagelo
del hambre, de todas las violencias, y a proteger a los indefensos, pidió el
Papa Francisco, rezando por los pueblos del mundo que más sufren y culminando
su Mensaje Urbi et Orbi de la Pascua de Resurrección 2014, con su bendición.
Después de la Santa Misa multitudinaria que presidió en la Plaza de San
Pedro, engalanada como un jardín con flores y plantas llegadas de Holanda, el
Papa Bergoglio recorrió en papamóvil la plaza, saludando y bendiciendo a las
más de 150 mil personas presentes. Sin contar otros miles de fieles que estaban
también en las calles aledañas
«¡Cristo ha resucitado, vengan y vean!» . Es el anuncio que el Obispo de
Roma hizo resonar en su mensaje pascual, desde el balcón central de la Basílica
de San Pedro, abrazando a toda la familia humana: «El mensaje que los
cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz
por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de
la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia
al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte».
En su mensaje reiteró que «en toda situación humana, marcada por la
fragilidad, el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es sólo una palabra, sino
un testimonio de amor gratuito y fiel: es un salir de sí mismo para ir al
encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la vida, compartir con
quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al anciano, al
excluido... « Vengan a ver»: El amor es más fuerte, el amor da vida, el amor
hace florecer la esperanza en el desierto».
Con esta gozosa certeza, el Santo Padre invocó la ayuda del Señor
resucitado para todos los que sufren, en especial debido a los conflictos, los
inmensos derroches, las enfermedades, la extrema pobreza, los cristianos que
sufren persecución y los secuestrados en diferentes partes del mundo. También
pidió el Santo Padre por «Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la
reconciliación y la concordia fraterna».
Y por la paz en Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y construir, con un espíritu de unidad y diálogo, el futuro del País.
Renovando luego su felicitación pascual, que extendió a los numerosísimos
fieles que en tantos países siguieron la celebración a través de los medios de
comunicación, el Papa alentó a llevar a todas las familias y comunidades el
alegre anuncio de que ¡Cristo nuestra paz y nuestra esperanza ha resucitado! Agradeció
la multitudinaria presencia de peregrinos que acudieron a la Plaza de San
Pedro, por su oración y testimonio de fe y terminó sus palabras con su gratitud
por las bellísimas flores llegadas desde los Países Bajos.Y por la paz en Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y construir, con un espíritu de unidad y diálogo, el futuro del País.
Queridos hermanos y hermanas, Feliz Pascua.
El anuncio del ángel a las mujeres resuena en la Iglesia esparcida por todo
el mundo: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está
aquí, porque ha resucitado... Vengan a ver el lugar donde estaba » (Mt 28,5-6).
Ésta es la culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia:
Jesús, el crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra
fe y de nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo
perdería su valor; toda la misión de la Iglesia se quedaría sin brío, pues
desde aquí ha comenzado y desde aquí reemprende siempre de nuevo. El mensaje
que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió en
la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido
Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la
misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la
muerte.
Por esto decimos a todos: «Vengan a ver». En toda situación humana, marcada
por la fragilidad, el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es sólo una
palabra, sino un testimonio de amor gratuito y fiel: es un salir de sí mismo
para ir al encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la vida,
compartir con quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al
anciano, al excluido... « Vengan a ver»: El amor es más fuerte, el amor da
vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto
Con esta gozosa certeza, nos dirigimos hoy a ti, Señor resucitado.
Ayúdanos a buscarte para que todos podamos encontrarte, saber que tenemos
un Padre y no nos sentimos huérfanos; que podemos amarte y adorarte.
Ayúdanos a derrotar el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y
los inmensos derroches de los que a menudo somos cómplices.
Haznos disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los
niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al
abandono
Haz que podamos curar a los hermanos afectados por la epidemia de Ébola en
Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia, y a aquellos que padecen tantas otras
enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema
pobreza.
Consuela a todos los que hoy no pueden celebrar la Pascua con sus seres
queridos, por haber sido injustamente arrancados de su afecto, como tantas
personas, sacerdotes y laicos, secuestradas en diferentes partes del mundo.
Conforta a quienes han dejado su propia tierra para emigrar a lugares donde
poder esperar en un futuro mejor, vivir su vida con dignidad y, muchas veces,
profesar libremente su fe. Te rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las
guerras, toda hostilidad pequeña o grande, antigua o reciente.
Te suplicamos por la amada Siria: que cuantos sufren las consecuencias del
conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que las partes en
causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la
población inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde
hace tanto tiempo.
Jesús glorioso te rogamos que consueles a las víctimas de la violencia
fratricida en Irak y sostengas las esperanzas que suscitan la reanudación de
las negociaciones entre israelíes y palestinos.
Te invocamos para que se ponga fin a los enfrentamientos en la República
Centroafricana, se detengan los atroces ataques terroristas en algunas partes
de Nigeria y la violencia en Sudán del Sur.
Y te pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la
reconciliación y la concordia fraterna
Que por tu resurrección, que este año celebramos junto con las iglesias que
siguen el calendario juliano, te pedimos que ilumines e inspires iniciativas de
paz en Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad
internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y
construir, con un espíritu de unidad y diálogo, el futuro del País
¡Te rogamos, Señor, por todos los pueblos de la Tierra: Tú, que has vencido
a la muerte, concédenos tu vida, danos tu paz!.
¡Feliz Pascua!
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