El
Santo Padre ha rezado por las recientes víctimas en el mar Mediterráneo y por
los mineros fallecidos en Turquía
¡Vergonzoso! Así ha
definido el Santo Padre, durante la audiencia general, al nuevo naufragio que
sucedió esta semana en el mar Mediterráneo, donde han perdido la vida un número
imprecisado de inmigrantes que intentaba salir de África y llegar a Europa en
embarcaciones, de los cuales se recuperaron solamente 17 cuerpos y se teme que
muchos otros se hayan hundido con la barcaza. Francisco en sus palabras ha
pedido que se ponga en el primer lugar a los derechos humanos y que "se
unan las fuerzas para prevenir estas masacres vergonzosas". Además, el
Santo Padre ha rezado y solicitado que se rece también por los mineros muertos
en Turquía, "y por cuantos se encuentran todavía atrapados en las
galerías".
Bajo un sol
resplandeciente y un fuerte viento del norte, ante la atenta y entusiasmada
espera de los fieles, el Santo Padre ha realizado el paseo con el jeep
descubierto previo a la catequesis del miércoles en los pasillo de la repleta
plaza de San Pedro.
Globos de colores,
gorras, banderas y pancartas que saludaban y mostraban mensajes de cariño al
papa Francisco. Los bebés y niños más pequeños han sido los protagonistas, al
ser acercados hasta el Pontífice y recibir su caricia y su bendición. Esta
mañana, el viento ha jugado una mala pasada al Papa, haciéndole perder el
solideo que no ha recuperado hasta que ha bajado del papamóvil cuando le han
dado uno nuevo. Poco después se le ha vuelto a volar.
Religiosas, sacerdotes,
familias, jóvenes, niños... todos gritaban y saludaban con alegría y emoción
ante el paso del Pontífice en el jeep, quien con el pulgar hacia arriba y una
gran sonrisa les devolvía las muestras de afecto.
Y continúan las
catequesis de Francisco sobre los dones del Espíritu Santo, hoy el Papa ha
hablado de la fortaleza. En el resumen hecho en español el Papa ha indicado:
"Queridos hermanos: En nuestra vida frecuentemente experimentamos nuestra
fragilidad, nuestros límites y clausuras. Con el don de fortaleza, el Espíritu
Santo nos ayuda a superar nuestra debilidad, para que seamos capaces de
responder al amor del Señor. Hay momentos en que este don se manifiesta de modo
extraordinario, como ocurre en el caso de tantos hermanos nuestros que no han
dudado en entregar su vida por fidelidad al Señor y al Evangelio. También hoy
sigue habiendo muchos cristianos que, en distintas partes del mundo, dan
testimonio de su fe, con convicción y serenidad, aun a costa de sus
vidas".
"Esto sólo es
posible --añadió el Santo Padre-- por la acción del Espíritu Santo que infunde
fortaleza y confianza. Sin embargo, no debemos pensar que este don es sólo para
las circunstancias extraordinarias; también en nuestra vida de cada día el
Espíritu Santo nos hace sentir la cercanía del Señor, nos sostiene y fortalece
en las fatigas y pruebas de la vida, para que no nos dejemos llevar de la
tentación del desaliento, y busquemos la santidad en nuestra vida ordinaria. Pero
para que todo esto sea realidad, es necesario que al don de fortaleza se una la
humildad del corazón".
A continuación ha
saludado "con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a
los grupos venidos de España, México, Ecuador, Venezuela, Chile, Argentina y
otros países latinoamericanos". Y ha pedido "a la Virgen María que,
por su intercesión, el Espíritu Santo nos conceda el don de fortaleza, para que
sepamos seguir siempre a Jesús con alegría y perseverancia. Muchas gracias y que
Dios los bendiga".
Al concluir el resumen
de la catequesis en las distintas lenguas, el Santo Padre ha dirigido un saludo
especial a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. "La Virgen
María, que veneramos en este mes de mayo, sea maestra de ternura y de amor con
vosotros, queridos jóvenes", ha pedido, así como "sostenga a
vosotros, queridos enfermos, en los momentos más duros de la soledad y el
sufrimiento; sea de ejemplo a vosotros, queridos recién casados, para vivir en
la unidad y en la armonía familiar".
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