Reflexión del Santo
Padre en la oración mariana de este domingo
A
las 12.00 de esta mañana el santo Padre Francisco se ha asomado a la ventana
del Estudio en el Palacio Apostólico para rezar el Ángelus con los fieles y
peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro para la habitual cita dominical.
Estas
son las palabras del Papa para introducir la oración mariana:
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
hoy
celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, que presenta a nuestra
contemplación y adoración la vida divina del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo: una vida de comunión y de amor perfecto, origen y meta de todo el
universo y de cada criatura, Dios. En la Trinidad reconocemos también el modelo
de la Iglesia, en la cual estamos llamados a amarnos como Jesús nos ha amado.
Es el amor el signo concreto que manifiesta la fe en Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Es el amor el distintivo del cristiano, como nos ha dicho
Jesús: "En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis
amor los unos a los otros" (Jn 13, 35).
Es
una contradicción pensar en cristianos que se odian. Es una contradicción. Y
esto busca siempre el diablo: hacer que nos odiemos. Porque él sembra siempre
la cizaña del odio. Él no conoce el amor, el amor es de Dios.
Todos
estamos llamados a testimoniar y anunciar el mensaje que "Dios es
amor", que Dios no es lejano o insensible a nuestras situaciones humanas.
Él nos está cerca, está siempre a nuestro lado, camina con nosotros para
compartir nuestras alegrías y nuestros dolores, nuestras esperanzas y nuestras
fatigas. Nos ama tanto y hasta tal punto que se ha hecho carne, ha venido al
mundo no para juzgarlo sino para que el mundo se salve por medio de Jesús (cfr
Jn 3, 16-17). Y esto es el amor de Dios en Jesús, este amor que es tan difícil
de entender, pero nosotros lo sentimos cuando nos acercamos a Jesús y Él nos
perdona siempre, Él nos espera siempre, Él nos ama tanto. Y el amor de Jesús
que nosotros sentimos, es el amor de Dios.
El
Espíritu Santo, don de Jesús Resucitado, nos comunica la vida divina y así nos
hace entrar en el dinamismo de la Trinidad, que es un dinamismo de amor, de
comunión, de servicio recíproco, de compartir. Una persona que ama a los otros
por la alegría misma de amar es reflejo de la Trinidad. Una familia en la que
se aman y se ayudan los unos a los otros es un reflejo de la Trinidad. Una
parroquia en la que se quieren y se comparten los bienes espirituales y
materiales es un reflejo de la Trinidad.
El
amor verdadero no tiene límites, pero sin limitarse, para ir al encuentro del
otro, para respetar la libertad del otro. Todos los domingos vamos a misa,
celebramos la eucaristía juntos. Y la Eucaristía es como la "zarza
ardiente" en la que humildemente habita y se comunica la trinidad. Por
esto la Iglesia ha puesto la fiesta del Corpus Domini después de la de la
Trinidad. El próximo jueves, según la tradición romana, celebramos la Santa
Misa en San Juan de Letrán y después haremos la procesión con el Santísimo
Sacramento. Invito a los romanos y a los peregrinos a participar para expresar
nuestro deseo de ser un pueblo "reunido en la unidad del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo" (San Cipriano). Os espero a todos el próximo jueves
a las 19.00, para la misa y la procesión del Corpus Christi.
La
Virgen María, criatura perfecta de la Trinidad, nos ayude a hacer de toda
nuestra vida, en los pequeños gestos y en las elecciones más importantes, un
himno de alabanza a Dios que es Amor.
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