viernes, 29 de agosto de 2014

87 AÑOS CASADOS: DIOS NOS HA PUESTO EN EL MISMO EQUIPO PARA GANAR.

En tiempos en los que los divorcios crecen, se ataca a la familia y se presiones para cambiar el matrimonio entre hombre y mujer, calienta el corazón descubrir que la lista de los Ginness  está también el de una pareja que ha vivido juntos en matrimonio durante 87 años.
Se trata de Herbert y Zelmyra Fisher de Carolina del Norte (USA), casados en 1924. Herbert nació en 1905 y Zelmyra en 1907. Volvieron a la casa del Señor a la edad de 105 años: él en el 2010, ella en 2013.
En 87 años de matrimonio vieron a su familia crecer: 5 hijos, 10 nietos, 9 bisnietos y un tatara nieto. Sobre la historia, vale la pena destacar la reflexión hecha por la web de Religión en Libertad que ha escrito: "Una cierta ideología difundida en el mundo moderno querría demostrar que estar juntos en matrimonio durante muchos años es aburrido y una solemne tontería. Sin embargo, si le preguntas a los que viven esta experiencia se descubre que el matrimonio entre dos personas, a pesar de las mil dificultades, es objeto de consuelo, alegría, amor. Y sufre mucho más quien por alguna razón o la desgracia pierde la familia".
Durante su vida, Herbert y Zelmyra vivieron casos dramáticos, una guerra mundial, y muchas guerras combatidas por su país. Han tenido que enfrentar problemas, dificultades cotidianas, sufrimientos. Pero lo han hecho siempre juntos, encontrando en su unión y en la fe cristiana la fuerza para afrontar todo de la mejor forma.
Los dos cónyuges contaron su experiencia en una entrevista difundida en la red. A la pregunta sobre cuál fue la razón que lo convenció para pasar su vida junto a Zelmyra, Herbert afirmó: "Cada día que pasaba nuestra relación ha sido más sólida y segura. El divorcio nunca ha sido una opción, o incluso un pensamiento". "¿Cómo supo que su cónyuge era el adecuado para usted?", le preguntan. Y responde: "Crecimos juntos y éramos los mejores amigos antes de casarnos. Un amigo es para toda la vida; nuestro matrimonio ha durado toda una vida".
Y en esta vida no hay ningún arrepentimiento. De hecho, cuando el periodista pregunta a Herbert si hay algo que hubiera hecho de manera diferente tras más de 80 años de matrimonio, él responde: "no cambiaría nada. No hay ningún secreto en nuestro matrimonio. Hemos hecho lo que necesitaba uno del otro y nuestra familia". Asimismo, indicó que el mejor consejo que ha recibido para el matrimonio es "el respeto, el apoyo y la comunicación entre sí. Sé fiel, honesto y auténtico. Ama a los demás con todo tu corazón".
Por su parte, Zelmyra  aconsejó a quien trata de mantener la fe en que el hombre perfecto está ahí fuera: "¡El mío estaba a la vuelta de la esquina! Nunca está demasiado lejos, por lo que debe mantener la fe. Cuando lo conozca, lo sabrá". Además, añadió que los atributos más importantes de un buen esposo son "un gran trabajador y un buen proveedor. La década de 1920 fue dura, pero Herbert quería siempre lo mejor para nosotros. Me casé con un hombre bueno".
Ambos hablaron de su mejor recuerdo de San Valentín. Zelmyra contó una ocasión en concreto: "Cocino la cena todos los días. Herbert salió del trabajo temprano y me sorprendió: nos preparó la cena. ¡Él es un muy buen cocinero!" Y Herbert añadió: "le dije que le iba a preparar la cena y que podía relajarse. La expresión de su cara y el plato limpio me hizo feliz".
Ambos coincidían en que el mejor recuerdo de su matrimonio es su legado "5 hijos, 10 nietos, 9 bisnietos y 1 tatara nieto". También destacaron que ahora que "los hijos han crecido por lo que ahora podemos hablar más. Podemos disfrutar juntos de nuestro tiempo en el porche o en nuestras mecedoras".
Herbert recordó una etapa difícil del matrimonio "estuvimos separados dos meses cuando Zelmyra estuvo en el hospital con nuestro quinto hijo. Fue el momento más difícil de mi vida. La madre de Zelmyra me ayudó con la casa y los otros niños, de lo contrario habría perdido la cabeza".
De este modo, el matrimonio da un consejo sobre cómo afrontar un mal día en la pareja: "recordar que el matrimonio no es un concurso y nunca hay que mantener una puntuación. Dios nos ha puesto a los dos juntos en el mismo equipo para ganar". Al preguntarles si "luchar es importante", respondieron que "¡Nunca físicamente! Está bien no estar de acuerdo y luchar por lo que realmente importa. ¡Pero hay que aprender a doblar, no a romper!"
Para finalizar, una clave más sobre su matrimonio: hay algo que tienen en común y transciende todo lo demás: "los dos somos cristianos y creemos en Dios. El matrimonio es un compromiso con el Señor. Nosotros rezamos con él y por los demás todos los días".
FUENTE: ZENIT

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