En tiempos en los que
los divorcios crecen, se ataca a la familia y se presiones para cambiar el
matrimonio entre hombre y mujer, calienta el corazón descubrir que la lista de
los Ginness está también el de una pareja que ha vivido juntos en matrimonio
durante 87 años.
Se trata de Herbert y
Zelmyra Fisher de Carolina del Norte (USA), casados en 1924. Herbert nació en
1905 y Zelmyra en 1907. Volvieron a la casa del Señor a la edad de 105 años: él
en el 2010, ella en 2013.
En 87 años de
matrimonio vieron a su familia crecer: 5 hijos, 10 nietos, 9 bisnietos y un
tatara nieto. Sobre la historia, vale la pena destacar la reflexión hecha por
la web de Religión en Libertad que ha escrito: "Una cierta ideología
difundida en el mundo moderno querría demostrar que estar juntos en matrimonio
durante muchos años es aburrido y una solemne tontería. Sin embargo, si le
preguntas a los que viven esta experiencia se descubre que el matrimonio entre
dos personas, a pesar de las mil dificultades, es objeto de consuelo, alegría,
amor. Y sufre mucho más quien por alguna razón o la desgracia pierde la
familia".
Durante su vida,
Herbert y Zelmyra vivieron casos dramáticos, una guerra mundial, y muchas
guerras combatidas por su país. Han tenido que enfrentar problemas,
dificultades cotidianas, sufrimientos. Pero lo han hecho siempre juntos,
encontrando en su unión y en la fe cristiana la fuerza para afrontar todo de la
mejor forma.
Los dos cónyuges
contaron su experiencia en una entrevista difundida en la red. A la
pregunta sobre cuál fue la razón que lo convenció para pasar su vida junto a
Zelmyra, Herbert afirmó: "Cada día que pasaba nuestra relación ha sido más
sólida y segura. El divorcio nunca ha sido una opción, o incluso un
pensamiento". "¿Cómo supo que su cónyuge era el adecuado para
usted?", le preguntan. Y responde: "Crecimos juntos y éramos los
mejores amigos antes de casarnos. Un amigo es para toda la vida; nuestro
matrimonio ha durado toda una vida".
Y en esta vida no hay
ningún arrepentimiento. De hecho, cuando el periodista pregunta a Herbert si
hay algo que hubiera hecho de manera diferente tras más de 80 años de
matrimonio, él responde: "no cambiaría nada. No hay ningún secreto en
nuestro matrimonio. Hemos hecho lo que necesitaba uno del otro y nuestra
familia". Asimismo, indicó que el mejor consejo que ha recibido para el
matrimonio es "el respeto, el apoyo y la comunicación entre sí. Sé fiel,
honesto y auténtico. Ama a los demás con todo tu corazón".
Por su parte,
Zelmyra aconsejó a quien trata de mantener la fe en que el hombre
perfecto está ahí fuera: "¡El mío estaba a la vuelta de la esquina! Nunca
está demasiado lejos, por lo que debe mantener la fe. Cuando lo conozca, lo
sabrá". Además, añadió que los atributos más importantes de un buen esposo
son "un gran trabajador y un buen proveedor. La década de 1920 fue dura,
pero Herbert quería siempre lo mejor para nosotros. Me casé con un hombre
bueno".
Ambos hablaron de su
mejor recuerdo de San Valentín. Zelmyra contó una ocasión en concreto:
"Cocino la cena todos los días. Herbert salió del trabajo temprano y me
sorprendió: nos preparó la cena. ¡Él es un muy buen cocinero!" Y Herbert
añadió: "le dije que le iba a preparar la cena y que podía relajarse. La
expresión de su cara y el plato limpio me hizo feliz".
Ambos coincidían en que
el mejor recuerdo de su matrimonio es su legado "5 hijos, 10 nietos,
9 bisnietos y 1 tatara nieto". También destacaron que ahora que "los
hijos han crecido por lo que ahora podemos hablar más. Podemos disfrutar juntos
de nuestro tiempo en el porche o en nuestras mecedoras".
Herbert recordó una
etapa difícil del matrimonio "estuvimos separados dos meses cuando Zelmyra
estuvo en el hospital con nuestro quinto hijo. Fue el momento más difícil de mi
vida. La madre de Zelmyra me ayudó con la casa y los otros niños, de lo
contrario habría perdido la cabeza".
De este modo, el
matrimonio da un consejo sobre cómo afrontar un mal día en la pareja:
"recordar que el matrimonio no es un concurso y nunca hay que mantener una
puntuación. Dios nos ha puesto a los dos juntos en el mismo equipo para
ganar". Al preguntarles si "luchar es importante", respondieron
que "¡Nunca físicamente! Está bien no estar de acuerdo y luchar por lo que
realmente importa. ¡Pero hay que aprender a doblar, no a romper!"
Para finalizar, una
clave más sobre su matrimonio: hay algo que tienen en común y transciende todo
lo demás: "los dos somos cristianos y creemos en Dios. El matrimonio es un
compromiso con el Señor. Nosotros rezamos con él y por los demás todos los
días".
FUENTE: ZENIT
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