Estamos ya en plena cuaresma, y
como familia nos gusta plantearnos cómo podemos vivirla, qué podemos hacer para
que estos días sean de verdad un camino de conversión. Este es el argumento en
nuestra parroquia, en nuestro grupo de matrimonios, es un propósito que nos
hacemos tanto a nivel personal, como familiar y también a nivel comunitario.
Después de leer y meditar con el mensaje del Santo Padre para la
Cuaresma, nos quedaba claro cual tiene que ser nuestra conversión en esta
Cuaresma 2015: “Convertirnos al amor de Dios”.
Para la familia, esta es una invitación a hacerlo juntos, a animarnos unos a
otros, venciendo “la indiferencia desde la actitud de
servicio”, que también a veces en la vida de familia puede
tentarnos. Y todo porque tenemos al gran aliado entre nosotros, que desde el
seno del Padre vino a morar entre nosotros, porque “la
Encarnación del Hijo de Dios abrió definitivamente la puerta entre el cielo y
la tierra, la indiferencia del hombre hacia su hermano, es un obstáculo que
tapona esa puerta”.
Y cómo responder a tanto amor hacia nosotros, “una
de las respuestas a Dios que nos ama inmensamente es el servicio a nuestros
hermanos, un amor concreto al que está a nuestro lado” porque “el amor vence la indiferencia y nos anima a servir de
forma concreta a nuestra familia”. Y así, junto a otras “familias que venciendo su indiferencia hacia los demás, sean
islas de misericordia en el mar de la indiferencia, junto a otras familias”.
“Propongámonos para esta cuaresma, como familia, tener un
corazón “de carne” que no nos ayude a abrirnos a los demás, a ser familia de
los demás, junto a otras familias”.
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