Qué oportunidad la que tendremos las familias
en septiembre en Filadelfia para mostrar al mundo la vitalidad de la familia,
que la Familia está plenamente viva y aunque no podamos estar en físicamente allí, si podremos unirnos con el Papa
Francisco y con él a todas las familias cristianas, para anunciar al mundo, que
esta fuerza nace del sacramento del matrimonio, amor que nace del amor de Dios:
sólo las familias que tienen a Dios en el centro de sus vidas, pueden hacer que
la misión de sus vidas sea anunciar el amor, un Amor que hace que sus familias estén
plenamente vivas.
Hacen falta familias que sean capaces de
revisar sus vidas, de no dejarse contagiar por el ambiente que
nos rodea, en el que el egoísmo, el consumismo, el hedonismo parece llenarlo
todos. Ante estos
desafíos y ante una cultura en la que a veces cuesta anunciar la belleza del
Evangelio de la familia, el vivir junto a otras familias, y a la Iglesia, nos animará a mostrar
al mundo como junto a otras familias, que las familias son espacios abiertos al amor y a la vida, espacios de comunión donde compartir es lo normal, espacio de misericordia donde es normal vivir la solidaridad.
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