Las ‘Buenas
Noches’ del rector mayor, don Ángel Fernández Artime, para la
apertura del VII Congreso Internacional de María Auxiliadora, este jueves
en Turín
FUENTE
ZENIT.
“La familia
está hecha de rostros, de personas que aman, hablan, se sacrifican por los
otros y defienden la vida a toda costa. Uno se hace persona estando en familia,
creciendo con mamá y papá, respirando el calor de la casa, verdadero nido y
cuna de la vida. Es en la familia donde recibimos el nombre y, por tanto,
nuestra dignidad. La familia es el lugar de la amistad, de los afectos, el
espacio de la intimidad, donde se aprende el arte del diálogo y de la
comunicación interpersonal”.
Con esta
bella reflexión se abrió el mensaje de “Buenas noches” del rector mayor de los
salesianos de Don Bosco, don Ángel Fernández Artime, durante la fiesta de
apertura del VII Congreso Internacional de María Auxiliadora, este jueves en
Turín. El evento, promovido por la Asociación de María Auxiliadora (ADMA),
implica a toda la Familia Salesiana y entra en el marco del año en el que se
celebra el bicentenario del nacimiento de Don Bosco y en el que la Iglesia se
concentra en los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la
evangelización.
“En sintonía
con la Iglesia --señaló don Artime-- también la Familia Salesiana reserva una
atención particular a la familia, sujeto original de la educación y primer
lugar de la evangelización. También Don Bosco tiene mucho que decir hoy a la
familia: su historia, su sistema educativo y su espiritualidad se fundan en el
espíritu de familia que en Valdocco nació y se ha desarrollado en el
encomendarse a María”.
Don Bosco
--recordó el rector mayor-- perdió a su padre cuando era pequeño, en casa tuvo
conflictos por la hostilidad del hermanastro Antonio, sufrió el hambre y el
frío; y aún así reconocía que los grandes valores los había aprendido allí: la
sabiduría campesina, la sana picaresca, el sentido del trabajo, la esencialidad
de las cosas, la laboriosidad del trabajar, el optimismo en todas las
situaciones, la resistencia en los momentos de desdicha, la capacidad de
recuperarse después de los reveses, la alegría siempre y a pesar de todo, el
espíritu de solidaridad, la fe viva, la verdad y la intensidad de los afectos,
el gusto por la acogida y la hospitalidad; todos los bienes que había
encontrado en la familia y que le habían construido esa forma de ser, hasta ser
ese Don Bosco que todos admiraban y todos buscaban”.
Tal
experiencia familiar marcó el futuro del Santo hasta el punto que, cuando pensó
en una institución educativa para sus jóvenes, no quiso otro nombre que no
fuera el de ‘casa’ y le dio el ‘espíritu de familia’.
Y sobre sus
huellas, “para nosotros, hijos de Don Bosco, la familia es una realidad
constitutiva de nuestra vida y de nuestra misión”, añadió. Y recordó que “como
educadores conocemos bien la importancia de crear un clima de familia para la
educación de los niños y chavales, de adolescentes y jóvenes”. Con este fin “el
mejor ambiente es precisamente el que se hace con el modelo base de la familia:
el que reproduce ‘la experiencia de la casa’, donde los sentimientos, las
actitudes, los ideales, los valores son comunicados vitalmente, a menudo con un
lenguaje no verbal y sobre todo no sistemáticos, pero no menos eficaz y
constante”.
Para
finalizar, el padre Artime señaló que para la Familia Salesiana “vivir en
familia no es sólo una simple elección pastoral estratégica, tan urgente hoy en
día, sino una manera de realizar nuestro carisma y un objetivo que hay que
privilegiar en nuestra misión apostólica”.
Roma, 07 de agosto de 2015 ZENIT.org
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