“La familia es una institución intermedia entre el individuo y la
sociedad, y nada la puede suplir totalmente. Ella misma se apoya sobre todo en
una profunda relación interpersonal entre el esposo y la esposa, sostenida por
el afecto y comprensión mutua. Para ello recibe la abundante ayuda de Dios en
el sacramento del matrimonio, que comporta verdadera vocación a la santidad.
Ojalá que los hijos contemplen más los momentos de armonía y afecto de los
padres, que no los de discordia o distanciamiento, pues el amor entre el padre
y la madre ofrece a los hijos una gran seguridad y les enseña la belleza del
amor fiel y duradero.
La familia es un bien necesario para los pueblos, un fundamento
indispensable para la sociedad y un gran tesoro de los esposos durante toda su
vida. Es un bien insustituible para los hijos, que han de ser fruto del amor,
de la donación total y generosa de los padres. Proclamar la verdad integral de
la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia doméstica y santuario de la
vida, es una gran responsabilidad de todos.
El padre y la madre se han dicho un "sí" total ante
Dios, lo cual constituye la base del sacramento que les une; asimismo, para que
la relación interna de la familia sea completa, es necesario que digan también
un "sí" de aceptación a sus hijos, a los que han engendrado o
adoptado y que tienen su propia personalidad y carácter. Así, estos irán
creciendo en un clima de aceptación y amor, y es de desear que al alcanzar una
madurez suficiente quieran dar a su vez un "sí" a quienes les han
dado la vida.
Los desafíos de la sociedad actual, marcada por la dispersión que
se genera sobre todo en el ámbito urbano, hacen necesario garantizar que las
familias no estén solas. Un pequeño núcleo familiar puede encontrar obstáculos
difíciles de superar si se encuentra aislado del resto de sus parientes y
amistades. Por ello, la comunidad eclesial tiene la responsabilidad de ofrecer
acompañamiento, estímulo y alimento espiritual que fortalezca la cohesión
familiar, sobre todo en las pruebas o momentos críticos. En este sentido, es
muy importante la labor de las parroquias, así como de las diversas
asociaciones eclesiales, llamadas a colaborar como redes de apoyo y mano
cercana de la Iglesia para el crecimiento de la familia en la fe”.
Del discurso del Santo Padre Juan
Pablo II durante el Encuentro con las familias en la Ciudad de las Artes y las
Ciencias de Valencia el sábado 8 de julio de 2006
Para ir al texto original pinchar
en el enlace: DISCURSO AL V EMF
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