Encendemos la primera vela de nuestra corona. Tratamos de
mejorar en el amor
2 de Diciembre del 2012
Primera lectura: Jeremías 33, 14-16. "Suscitaré a David un vástago legitimo"
Salmo Responsorial: 24, "A ti, Señor, levanto mi alma"
Segunda lectura: 1 Tesalonicenses 3, 12- 4, 2. " Que el Señor os fortalezca internamente, para cuando Jesús vuelva"
Evangelio: Lucas 21, 25- 28, 34-36. "Se acerca vuestra liberación"
RELATO: EL MILAGRO DE LA FUENTE
En aquella época en que María y José y también el pequeño
burro caminaban en dirección a Belén, no existía el agua corriente.
Las mujeres tomaban
su cántaro e iban a sacar de la fuente. Allí se encontraban para charlar. La
fuente era un lugar de encuentro, el sitio en que intercambiaban las últimas
novedades.
Esa tarde, Ruth tomó su cántaro para ir a la fuente. Desde
que salió de su casa fue deslumbrada por la luz intensa de una estrella. Esa
tenía tal resplandor que las otras estrellas, y la luna incluso, parecían
completamente pálidas. Ruth maravillada, se quedó quieta en el lugar. No podía
despegar sus ojos de esta estrella resplandeciente. Se olvidó de la hora y de
lo que tenía que hacer. ¿Qué mensaje anunciaba este astro luminoso?
El viento la sacó de su sueño. Tomó su cántaro y se dirigió
rápidamente hacia la fuente. Allá no había nadie. Todos habían vuelto de sus
casas. Ruth colgó ágilmente su cántaro a la cadena, y se detuvo: la estrella se
reflejaba en el fondo del pozo. El agua brillaba allá dentro como el oro. La
joven maravillada murmuró:
“¡Que luminoso resplandor, si por lo menos la abuela lo
pudiese ver!”
Pero la abuela estaba sentada en casa, en su sillón. Sus
piernas debilitadas por la edad, casi no la podían sostener. Ruth dejó deslizar
lentamente su cántaro en el pozo para no enturbiar el agua.
Cuando lo volvió a subir, la joven se maravilló otra vez.
Pues el agua del cántaro brillaba tanto como el oro. Entonces mojó la punta de
su dedo y la probó: el agua tenía el mismo gusto que de costumbre. Ruth levantó
su cántaro y volvió rápidamente a casa. En cuanto abrió la puerta gritó:
“¡Abuela, mira lo que te traigo!” Y le hizo contemplar el agua que relucía como
oro puro.”¡Mira! Ha guardado el destello de la estrella para que tu la pudieses
ver”.
La anciana miró el agua pensativamente y dijo: “¿Cuál será
esta luz que comienza a brillar sobre el mundo y que al agua pura le gusta
conservar su destello?” Después volviéndose hacia Ruth añadió: “he aquí que yo
veo el reflejo de tus ojos. Guárdalo como lo más precioso”.
La noticia del agua
de oro se extendió rápidamente y todos venían a sacar de ella. Sacaban
cantidades pero el agua de oro no se agotaba. Guardó su resplandor hasta…
¿hasta cuándo justamente? Hasta el día en que el niño Jesús nació en belén.
Desde entonces él empezó a iluminar el mundo con su luz.
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