En la
celebración para la toma de posesión como Obispo de Roma en la Cathedra Romana en
San Juan de Letrán, el Papa Francisco ha dedicado una parte de la homilía a
comentar la parábola del "padre de la misericordia", aprovechando que
el segundo Domingo de Pascua es el de la Divina Misericordia.
«A mí me produce siempre una gran impresión
releer la parábola del Padre misericordioso, me impresiona porque me infunde
siempre una gran esperanza. Pensad en aquel hijo menor que estaba en la casa
del Padre, era amado; y aun así quiere su parte de la herencia; y se va, lo
gasta todo, llega al nivel más bajo, muy lejos del Padre; y cuando ha tocado
fondo, siente la nostalgia del calor de la casa paterna y vuelve. ”Y el Padre?
”Había olvidado al Hijo? No, nunca. Está allí, lo ve desde lejos, lo estaba
esperando cada día, cada momento: ha estado siempre en su corazón como hijo,
incluso cuando lo había abandonado, incluso cuando había dilapidado todo el
patrimonio, es decir su libertad; el Padre con paciencia y amor, con esperanza
y misericordia no había dejado ni un momento de pensar en él, y en cuanto lo
ve, todavía lejano, corre a su encuentro y lo abraza con ternura, la ternura de
Dios, sin una palabra de reproche: Ha vuelto. Y esta es la alegría del padre.
En ese abrazo al hijo está toda esta alegría: ¡Ha vuelto!. Dios siempre nos
espera, no se cansa. Jesús nos muestra esta paciencia misericordiosa de Dios
para que recobremos la confianza, la esperanza, siempre. Un gran teólogo
naturalizado alemán, Romano Guardini, decía que Dios responde a nuestra
debilidad con su paciencia y éste es el motivo de nuestra confianza, de nuestra
esperanza. Es como un diálogo entre nuestra debilidad y la paciencia de Dios,
es un diálogo que si lo hacemos, nos da esperanza».
FUENTE: PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA.
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