Lunes 18 de enero
de 2016
DÍA 1: Removió la
piedra que cerraba la entrada
Lecturas.
Ez 37, 12-14. “Voy a abrir sus tumbas y a sacarlos de ellas, pueblo mío”.Sal 71, 18b-23. “Tu justicia, oh, Dios, llega hasta el cielo”.
Rom 8, 15-21. “Compartimos sus sufrimientos para compartir también su gloria”.
Mt 28, 1-10. “No está aquí, pues ha resucitado, tal como anunció”.
Ez 37, 12-14. “Voy a abrir sus tumbas y a sacarlos de ellas, pueblo mío”.Sal 71, 18b-23. “Tu justicia, oh, Dios, llega hasta el cielo”.
Rom 8, 15-21. “Compartimos sus sufrimientos para compartir también su gloria”.
Mt 28, 1-10. “No está aquí, pues ha resucitado, tal como anunció”.
Comentario
Las reflexiones
para este día han sido preparadas por el Centro Juvenil Católico de la
archidiócesis de Riga y surgen de su experiencia de organizar un Vía Crucis
ecuménico que se ha vuelto un acontecimiento anual de primer orden en la vida
de Letonia. Esta experiencia invita a reflexionar sobre el significado de la
pasión y de la resurrección en el contexto letón y sobre las grandezas del
Señor que los bautizados estamos destinados a proclamar.
La historia
soviética de Letonia continúa proyectando una sombra sobre la gente de esta nación.
Todavía hay mucho dolor y sufrimiento; heridas que han sido infligidas que son
muy difíciles de curar. Todo esto es como la gran piedra que cerraba la entrada
del sepulcro de Jesús. Heridas como estas son las que nos mantienen prisioneros
en nuestros sepulcros espirituales.
Sin embargo, si en
nuestro sufrimiento, nuestro dolor se une al suyo, entonces la historia no
termina aquí, cerrada en nuestros sepulcros. El terremoto de la resurrección
del Señor es el acontecimiento que estremece la tierra y abre nuestras tumbas y
nos libera de nuestro dolor y amargura, que nos mantienen aislados los unos de
los otros.
Esta es la grandeza
del Señor: su amor que estremece la tierra, que remueve las piedras, que nos
libera, que nos llama a la luz de un nuevo día. Aquí, en este nuevo amanecer
somos unidos de nuevo con nuestros hermanos y hermanas que eran prisioneros y
también sufrían. Y, como María Magdalena, tenemos que ir «rápidamente» de este
momento de alegría a anunciar a otros lo que el Señor ha hecho.
Preguntas
¿Cuáles son los
acontecimientos y las situaciones en nuestras vidas y las circunstancias que
hacen que nos encerremos en nuestra tumba de tristeza, de dolor, de
preocupaciones, de ansiedad y de desesperanza?
¿Qué es lo que nos
impide aceptar la promesa y la alegría de la resurrección de Cristo?
¿Qué dispuestos
estamos a compartir la experiencia de Dios con los que encontramos?
Oración
Señor Jesucristo,
desde el principio siempre nos has amado y nos has mostrado la profundidad de
tu amor al morir por nosotros en la cruz haciendo tuyos nuestros sufrimientos y
heridas. En este momento queremos poner a los pies de tu cruz todos los
obstáculos que nos separan de tu amor. Remueve la piedra que nos mantiene
prisioneros. Despiértanos a la mañana de tu resurrección. Que allí podamos
encontrarnos con los hermanos y hermanas de los que estamos separados. Amén.
Para ir al
original: Semana_oración_unidad_cristianos
2016_materiales (CEE).
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