De camino a la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
"...Si ante
cada prójimo somos verdaderamente una «nada» de amor, el Espíritu
Santo guía con su luz nuestro diálogo y el hermano puede abrirse
completamente. Así hace posible que captemos lo que está vivo en él –vivo en
sentido espiritual– (como dice Chiara Lubich: «una llama de la vida
divina en su corazón»); o vivo en sentido simplemente humano: «expresión de
esos valores que Dios, al crearnos, ha depositado en toda alma humana».…
precisamente en ese algo «vivo» podemos injertar con delicadeza y en
actitud de servicio los aspectos del mensaje evangélico que poseemos
y que dan plenitud a lo que el hermano ya cree. Son aspectos que en
muchos casos él ya está esperando y que dan paso a toda la verdad…
Por ejemplo, John
Wesley, fundador del movimiento metodista, recuerda a todas las Iglesias
cristianas: «El fruto necesario del amor a Dios es el amor por nuestro
prójimo, por cada alma que Dios ha creado, sin excluir a nuestros enemigos, sin
excluir a quienes “nos insultan y nos persiguen”; el mismo amor con que nos
amamos a nosotros mismos y amamos nuestra alma».
Y en el mundo
evangélico-luterano, Walter y Hanna Hümmer, fundadores de la
Christusbruderschaft: «Nuestra vida interior se enriquece si donamos (al
hermano) lo que el amor ha obrado en nosotros. Ser para el otro no
empobrece, sino que enriquece».
En los maestros de las
grandes religiones siempre encontramos la «regla de oro». Un hadiz islámico
reza: «Ninguno de vosotros es un verdadero creyente hasta que no desee
para su hermano lo que quiere para sí mismo».
En el hinduismo, la
esencia de toda la adoración está en ser buenos y hacer el bien a los demás.
Quien ve la divinidad en el pobre, en el débil y en el enfermo adora realmente
a Dios. Si alguien ve a Dios sólo en una imagen, su adoración está
aún en grado inicial. Si alguien sirve y ayuda a un hombre pobre viendo en él a
Dios sin pensar en su casta, credo, raza o cualquier otra cosa, Dios está más
satisfecho de él que de un hombre que lo vea sólo en los templos.
Al venerable Etai
Yamada, budista, le gustaba citar el lema del gran maestro Saicho, fundador del
budismo Tendai: «Olvidarse de sí mismos y servir a los demás es el culmen
del amor-compasión», palabras que también citó Juan Pablo II cuando se reunió
con los representantes de otras religiones en Tokio en 1981. El venerable
Yamada nos animaba diciendo: «Se puede decir que 1.200 años después, el Focolar
pone en práctica las palabras del maestro».
MARIA “EMMAUS” VOCE, Revista "Ciudad
Nueva" julio 2013, pág. 26-27.
FUENTE: BLOG "VIDA DE LA PALABRA".
FUENTE: BLOG "VIDA DE LA PALABRA".
No hay comentarios:
Publicar un comentario