viernes, 30 de abril de 2010

NOTICIAS DE FAMILIA.

VIVIR CON DIOS EN LA FAMILIA.

Hace unos días terminábamos nuestra VIII Semana de la Familia, y nos sentimos agradecidos a Dios por cómo ha ido todo. Cosas que mejorar, sí, seguro que sí. Pero más por las que tenemos que estar contentos, la participación, las propuestas de reflexión, el crecer en las relaciones entre los que han participado, el quedarnos con ganas de más, el sentirnos una familia.

Qué más pueden desear unos padres que tener junta a su familia, qué mayor deseo del Padre que todos seamos uno, que la familia sea una realidad. Y ahí estamos, siendo conscientes de que solo la presencia de Dios, que se hace Amor por nosotros, mas allá de nuestros problemas, de nuestros alejamientos; solo la seguridad de sentirse amados por Dios, no como una idea bonita, nacida de una profunda meditación, sino de la experiencia que nace del encuentro con Dios que sientes que te dice “te amo inmensamente” y que lo podemos sentir en el corazón.

Y esta realidad es más plena cuando la puedes vivir en familia, en tu parroquia, en tu grupo: sentir la presencia de Dios que te dice, “yo soy”. No es un principio o un precepto, es sentir a Otro que camina contigo, entre nosotros. De ahí que más que recuperar una escala de valores, lo que las familias tienen que recuperar es al que es un Valor en sí mismo, no es una ideología: es una vida.

Por eso queremos dar un paso más y si antes de la Semana de la Familia hicimos un pequeño recorrido por los distintos movimientos que tienen representación en la Delegación; fueron pequeñas entradas que aparecieron los viernes anteriores al 12 de abril. Ahora queremos hacer el camino a la inversa, contando no ya de cada movimiento, sino que es para algunos de nosotros habernos encontrado, en un momento de nuestra vida con la realidad de un movimiento en nuestro camino de santidad; un camino de santidad que tratamos de vivirlo en familia; primero en el matrimonio, después pedimos la gracia de que también ilumine nuestra vida de familia.

Es necesario que nos conozcamos, que sepamos los unos de los otros, que conozcamos la belleza de los demás: realmente somos un don los unos para los otros.

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