viernes, 24 de enero de 2014

MONSEÑOR REIG PRESIDIÓ EL ACTO DE PRESENTACIÓN DEL LIBRO «LA TEOLOGÍA FEMINISTA»

El pasado miércoles, 22 de enero a las 19:00 h., en la Universidad Francisco de Vitoria, tuvo lugar la presentación del libro “La teología feminista. Significado y valoración”, de Manfred Hauke. La edición española ha sido preparada por Mons. Félix Ochayta Piñeiro.
Esta obra, publicada por la editorial de la Conferencia Episcopal Española Biblioteca de Autores Cristianos(BAC), nos introduce en el movimiento feminista desde los orígenes, proporcionando tanto una descripción de la teología feminista en sus distintos aspectos como una valoración crítica que nos ayuda a comprender los postulados de la teología católica. Se puede considerar una valiosa contribución a lo que el papa Francisco ha llamado “una teología de la mujer”. El libro incluye una interesante presentación de Mons. Juan Antonio Reig Pla titulada De la «teología feminista» a la «teología de la mujer».
El acto fue presidido por Mons. Juan Antonio Reig Pla, obispo complutense y D. Clemente López, vicerrector de la Universidad Francisco de Vitoria.
Intervinieron el Dr. Manfred Hauke, autor del libro, catedrático de Patrología y Dogmática en la Facultad de Teología de Lugano (Suiza) y miembro de la Pontificia Academia Mariana Internacional, Dña. María Lacalle, directora del Centro de Estudios de la Familia y D. Carlos Granados, director de la Biblioteca de Autores Cristianos.
Mons. Reig, en su intervención, explico que «en el origen del feminismo radical hay que mencionar la transposición de la lucha de clases a la “dialéctica de los sexos” por parte del marxismo. Al mismo tiempo hay que destacar la influencia del existencialismo de Simone de Beauvoir, que une las raíces marxistas al liberalismo entendido como exaltación del individuo autónomo partiendo de la libertad individual como determinante de todo. Las revueltas estudiantiles del mayo del ´68 francés supusieron una ejemplarización de este pensamiento que se vinculaba a la “revolución sexual” anclada en el pensamiento de Kinsey, Wilhem Reich y Herbert Marcuse. A todo este “cocktail” se unió la “ideología de género” con su pretensión “deconstructivista” inspirada en el pensamiento de Michel Foucault y Jacques Derrida entre otros, y los productos derivados de la New Age y el ecologismo.
Lejos de ser una realidad simple, el “feminismo” es una realidad compleja, con distintos matices, pero con una pretensión clara: presentarse como el paradigma cultural hegemónico. Ello explica la deriva del pensamiento feminista hacia la Teología con una voluntad de replantear desde la raíz todo el sistema teológico: el concepto de Dios, la antropología, la cristología-soteriología, la mariología, la eclesiología, la liturgia, la escatología, etc.
En el ámbito cultural español el “feminismo radical” es más conocido por sus pretensiones políticas y por sus vinculaciones con los movimientos que promueven el aborto, el ataque al matrimonio monógamo  e indisoluble, y a la maternidad. Sin embargo, su capacidad de penetración en los mass media representa todo un reto para el pensamiento cristiano.
Por otra parte conviene indicar que el feminismo ideológico nos es más que un paso en el proceso de deconstrucción de la persona. De hecho, los argumentos que sustentan el pensamiento feminista, en sucesivas “evoluciones”, han propiciado la “ideología de género” y las teorías Queer y Cyborg».
Por su parte, la Iglesia  según indicó propone una «una teología de la mujer». «Para no errar explicó Mons. Reig la profundización en el ejercicio de los propios «dones» de la mujer debe hacerse con fidelidad a la Sagrada Escritura, a la Tradición y al Magisterio de la Iglesia, y en particular desde, al menos, cuatro verdades ineludibles: 1) «Cada uno de los dos sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera distinta, imagen del poder y de la ternura de Dios»; 2) La unidad sustancial cuerpo-espíritu. No somos sólo cuerpo o sólo espíritu. Somos un espíritu encarnado; el cuerpo no es una prótesis de la persona, es sacramento de la persona, su visibilización; 3) la diferencia sexual no es un accidente, es constitutiva de la persona. Somos persona-varón o persona-mujer por voluntad de Dios, y desde esa diferencia somos llamados al amor. Nuestro cuerpo tiene una dimensión nupcial, está creado para el don, para amar, y en el ámbito del matrimonio se hace lenguaje del amor en el abrazo conyugal abierto a la posibilidad del don de una nueva vida; 4) La profundización de la contribución de la mujer no pasa por su ‘clericalización’».
El Obispo de Alcalá de Henares concluyó su intervención explicando que  “«a lo largo de la historia las mujeres han sufrido a menudo un escaso aprecio de sus capacidades y, a veces, incluso desprecio y prejuicios injustos. Se trata de una situación que a pesar de algunos cambios significativos, perdura desgraciadamente aún hoy en numerosas naciones y en muchos ambientes del mundo». Por ello hay que dar las gracias a todas aquellas personas (mujeres y varones) que, a veces con gran dificultad y persecuciones, han orado y trabajado por los legítimos derechos de las mujeres y el desarrollo de la vocación que encierra su femineidad. Más aún, «la Iglesia expresa su agradecimiento por todas las manifestaciones del «genio» femenino aparecidas a lo largo de la historia, en medio de los pueblos y de las naciones; da gracias por todos los carismas que el Espíritu Santo otorga a las mujeres en la historia del Pueblo de Dios, por todas las victorias que debe a su fe, esperanza y caridad; manifiesta su gratitud por todos los frutos de santidad femenina» (Juan Pablo II, Mulieris dignitatem, 31).
La Iglesia también tiene una palabra para las personas que defienden los postulados del feminismo radical; a ellas se les debe, desde la verdad, respeto y amor; hay que proponerles, con caridad, la verdad y orar por ellas. «Amor y verdad son dos nombres de la misma realidad, dos nombres de Dios»”.

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