El
Papa a la tercera pregunta de los novios: '¡El matrimonio es una fiesta, una
fiesta cristiana, no una fiesta mundana!' Les invita a crecer en humanidad,
como hombre y como mujer.
Esta mañana el papa
Francisco se encontró en la plaza de San Pedro con miles de parejas
de novios allí presentes, y respondió a algunas preguntas. A continuación las
palabras del Santo Padre. Presentamos el texto completo de la tercera pregunta.
Tercera pregunta:
Santidad, en estos meses estamos haciendo tantos preparativos para nuestra
boda. ¿Puede darnos algún consejo para celebrar bien nuestro matrimonio?
Haced que sea una
verdadera fiesta, porque ¡el matrimonio es una fiesta, una fiesta cristiana, no
una fiesta mundana! El motivo más profundo de la alegría de aquel día lo indica
el Evangelio de Juan: ¿Recordáis el milagro de las bodas de Caná? A un cierto
punto el vino se acaba y la fiesta parece arruinada. Imaginaos terminar la
fiesta tomando te… No, ¡no va! ¡Sin vino no hay fiesta! Por sugerencia de
María, en aquel momento Jesús se revela por primera vez y da un signo: transforma
el agua en vino y, haciendo eso, salva la fiesta del desposorio. Cuanto ha
sucedido en Caná, dos mil años atrás, sucede en realidad en cada fiesta
nupcial: eso que hace pleno y profundamente verdadero vuestro matrimonio será
la presencia del Señor que se revela y dona su gracia. Es su presencia la que
ofrece el “vino bueno”, y es Él el secreto de la alegría plena, aquella que
calienta realmente el corazón. ¡Es la presencia de Jesús en aquella fiesta!
¡Pero que sea una bella fiesta, pero con Jesús! ¡No con el espíritu del mundo!
¡No! ¡Aquello se siente, cuando el Señor está allí!
Al mismo tiempo, está
bien que vuestro matrimonio sea sobrio y haga resaltar aquello que es realmente
importante. Algunos están más preocupados por los signos exteriores, por el
banquete, por las fotografías, por la ropa, por las flores… son cosas
importantes en una fiesta, pero sólo si son capaces de indicar el verdadero
motivo de vuestra alegría: aquella bendición del Señor sobre vuestro amor.
Haced en modo que, como el vino de Caná, los signos exteriores de vuestra
fiesta revelen la presencia del Señor y os recuerden a vosotros y a todos los
presentes el origen y el motivo de vuestra alegría en ese día.
Pero hay algo que tú
has dicho y que quiero tomar al vuelo, porque no quiero dejarlo pasar. El
matrimonio es también un trabajo de todos los días y podría decir un trabajo
artesanal, un trabajo de orfebrería, porque el marido tiene la tarea de hacer
más mujer a su mujer y la mujer tiene la tarea de hacer más hombre a su marido.
Crecer también en humanidad, como hombre y como mujer. Pero esto se hace entre
vosotros. Esto se llama crecer juntos. ¡Pero esto no viene del aire! El Señor
lo bendice, pero viene de vuestras manos, de vuestras actitudes, del modo de
vivir, del modo de amarse. ¡Haceros crecer! Siempre procurar que el otro
crezca. Trabajar para esto. Y así, no sé, pienso en ti que un día irás por la
calle de tu pueblo y la gente dirá: “Pero mira aquella, que linda mujer! ¡Que
fuerte! ¡Eh! ¡Con el marido que tiene, se entiende!”. Y también a
ti: “Mira ese, mira como es. ¡Con la mujer que tiene, se entiende!” Y
es esto, llegar a esto: haceros crecer juntos, el uno al otro. Y los hijos
tendrán esta herencia de haber tenido un papá y una mamá que han crecido
juntos, haciéndose – uno al otro – más hombre y más mujer.
Sepa cómo se desarrolló
el encuentro del Santo Padre con los novios y las otras respuestas
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