lunes, 31 de marzo de 2014

REFLEXIÓN DE LA ORACIÓN EN FAMILIA CON NUESTROS SEMINARISTAS.

TEXTOS DEL DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LA PAREJAS DE NOVIOS QUE SE PREPARAN PARA EL MATRIMONIO. Plaza de San Pedro, viernes 14 de febrero de 2014 

LA ALEGRÍA DEL SI PARA SIEMPRE

Es importante preguntarnos si es posible amarse “para siempre”. Hoy en día muchas personas tienen miedo de tomar decisiones definitivas, para toda la vida, porque parece imposible… y esta mentalidad lleva a muchos que se preparan para el matrimonio a decir: “estamos juntos hasta que nos dure el amor”… Pero, ¿qué entendemos por amor? ¿Sólo un sentimiento, una condición psicofísica? Ciertamente, si es así, no se puede construir sobre ello nada sólido.

Pero si el amor es una relación, entonces es una realidad que crece y también podemos decir, a modo de ejemplo, que se construye como una casa. Y la casa se edifica en compañía “no solos”… No querrán construirla sobre la arena de los sentimientos que van y vienen, sino sobre la roca del amor verdadero, el amor que viene de Dios. La familia nace de este amor que quiere crecer como se construye una casa: que sea lugar de afecto, de ayuda, de esperanza”.

Así como el amor de Dios es estable y para siempre, “queremos que el amor en que se asienta la familia también los sea. No debemos dejarnos vencer por “la cultura de los provisional”. Así que el miedo del “para siempre se cura día tras día, confiando en el Señor Jesús en una vida que se convierte en un viaje espiritual diario, hecho de pasos, de crecimiento común… Porque el “para siempre” no es solo cuestión de duración. Un matrimonio no se realiza sólo si dura, es importante su calidad. Estar juntos y saberse amar para siempre es el desafío de los esposos cristianos. En el Padrenuestro decimos “danos hoy nuestro pan de cada día”. Los esposos pueden rezar así: “Señor, danos hoy nuestro amor de todos los días… enséñanos a querernos”.

La convivencia es un arte, un camino paciente, hermoso y fascinante que tiene unas reglas que se pueden resumir en tres palabras: ¿Puedo?, Gracias, Perdona.

¿Puedo? Es la petición amable de entrar en la vida de otro con respeto y atención. El verdadero amor no se impone con dureza y agresividad. San Francisco decía: “la cortesía es la hermana de la caridad, que apaga el odio y mantiene el amor” Y hoy, en nuestras familias, en nuestro mundo, a menudo violento y arrogante, hace falta mucha cortesía.

Gracias. La gratuidad es un sentimiento importante ¿Sabemos dar las gracias?: En vuestra relación ahora y en vuestra futura vida matrimonial, es importante mantener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios… y a los dones de Dios se dice “gracias”. No es una palabra amable para usar con los extraños, para ser educados. Hay que saber decirse gracias para caminar juntos.


Perdona. En la vida cometemos muchos errores, nos equivocamos tantas veces. Todos. De ahí la necesidad de utilizar esta palabra tan sencilla “perdona”. En general, cada uno de nosotros está dispuesto a acusa al otro para justificarse. Es un instinto que esta en el origen de muchos desastres. Aprendamos a reconocer nuestros errores y a pedir disculpas. También así crece una familia cristiana. Todos sabemos que no existe loa familia perfecta, ni el marido o la mujer perfectos. Existimos nosotros, los pecadores. Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: que un día no termine nunca sin pedir perdón, sin que la paz vuelva a casa. Si aprendemos a pedir perdón, y perdonar a los demás, el matrimonio durará, saldrá adelante”.

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