El Santo Padre
saluda a la 'Internacional Drug Enforcement Conference'. Elogió la labor de los
voluntarios para recuperar a las víctimas, y la necesidad de dar oportunidades
a los jóvenes
El
santo padre Francisco recibió en audiencia este viernes en el Vaticano, a los
participantes de la 31 edición del 'Internacional Drug Enforcement Conference',
que se realizó en Roma del 17 al 19 de junio.
El
Pontífice les agradeció “la obra que realizan" porque "enfrentan un
problema tan grave y complejo de nuestro tiempo” y les deseó que “puedan
alcanzar los objetivos que se han propuesto: coordinar las políticas antidroga,
compartir las relativas informaciones y desarrollar una estrategia operativa
para combatir el narcotráfico”.
El
papa Francisco definió a la droga como un “flagelo” que sigue golpeando “en
formas y maneras impresionantes, alimentado por un mercado oscuro, que supera
las fronteras nacionales y continentales”. Y advirtió por ello que “sigue
creciendo el peligro para los jóvenes y los adolescentes”. Y delante a tal
fenómeno dijo "siento la necesidad de manifestar mi dolor y mi
preocupación”.
“Quiero
decir con mucha claridad --indicó el Papa--que la droga no se vence con la
droga. La droga es un mal, y con el mal no puede haber concesiones o
compromisos. Pensar que se pueda reducir el daño consintiendo el uso de
psicofármacos a aquellas personas que siguen usando drogas, no resuelve el
problema”.
Y
profundizó el tema indicando que “la legalización de las llamadas 'drogas
livianas', también las parciales, además a ser discutible en el plano
legislativo, no produce los efectos prefijados”. Porque “las drogas
sustitutivas, además no son una terapia suficiente, sino un modo velado de
rendirse delante del fenómeno”.
“Quiero
reiterar --enfatizó el Papa-- lo que he dicho en otra ocasión: no a cada tipo
de droga. Simplemente no, a cualquier tipo de droga”.
Entretanto
recordó que para decir este no, “es necesario decir sí a la vida, decir sí al
amor, sí a los otros, sí a la educación, sí al trabajo, sí a más fuentes de
trabajo. Si se realizan estos 'sí', no hay lugar para la droga, para el abuso
de alcohol, para las otras dependencias”.
Y
recordó que “la Iglesia, fiel al mandato de Jesús de ir por todas partes donde
haya un ser humano que sufre, que tenga sed, que esté en la cárcel, no ha
abandonado a quienes han caído en la espiral de la droga, pero con su amor
creativo fue a encontrarlos”.
Y
que los “ha tomado por la mano, a través de la obra de tantos operadores y
voluntarios, para que puedan redescubrir la propia dignidad ayudándolos a hacer
resucitar los propios recursos. “Esos talentos personales que la droga había
sepultado, pero que no pudo borrar, desde el momento que cada hombre ha sido
creado a imagen y semejanza de Dios”.
Y
señaló un ejemplo, “el de tantos jóvenes que llenos de deseo de alejarse de la
dependencia de la droga, se empeñan a reconstruir la propia vida, es un
estímulo para mirar hacia adelante con confianza”.
El
Santo Padre concluyó la audiencia bendiciendo a los participantes del
congreso.
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