Una llamada a la santidad.
Cuando Jesús nos invita a hacer de nuestra vida un santo viaje, no solo nos invita, sino que además nos hace partícipes de su secreto para llegar a buen puerto en nuestro santo viaje: “hacer la voluntad del Padre” y de una forma muy concreta si nos repetimos mutuamente "hoy mejor que ayer", y esta llamada, esta invitación es para todos, ¡para todos! también para las familias. Es una llamada a la santidad.
Cuando Jesús nos invita a hacer de nuestra vida un santo viaje, no solo nos invita, sino que además nos hace partícipes de su secreto para llegar a buen puerto en nuestro santo viaje: “hacer la voluntad del Padre” y de una forma muy concreta si nos repetimos mutuamente "hoy mejor que ayer", y esta llamada, esta invitación es para todos, ¡para todos! también para las familias. Es una llamada a la santidad.
Decía el Papa Benedicto XVI que la santidad no es privilegio de unos pocos y aseguraba que a Dios le gustan los “santos normales”, nosotros añadimos, familias santas normales
Que gusto da sentir que es nuestro destino como hijos de Dios ser santos. Es a lo que estamos llamados, como diría una buena amiga nuestra “lo traemos de serie cuando nacemos”: estamos llamados a vivir en la presencia continua de Dios, de un Dios que camina con nosotros, que sufre con nosotros, que “esta en medio de nosotros” en el santo viaje.
¡Qué garantía para una familia vivir así! en esta tensión a la perfección, y no tanto como un esfuerzo personal, sino porque tenemos al Santo entre nosotros, de ahí la necesidad de orientar bien nuestro “Santo Viaje”.
"Seamos familias santas normales"
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