El Santo Padre, en su discurso
al inicio de la primera Congregación General del Sínodo, recuerda que si no se
dejan guiar por el Espíritu Santo,
“todas nuestras decisiones serán solo decoraciones que en vez de ensalzar el
Evangelio, lo cubren y lo esconden”
FUENTE ZENIT.
El Sínodo es un caminar juntos con espíritu
de colegialidad y sinodalidad, aceptando con valentía la “parresía, el celo
pastoral y doctrinal, la sabiduría, la franqueza y poniendo siempre delante de
nuestros ojos el bien de la Iglesia y de las familias”. El Sínodo no es un
congreso, ni un parlamento o un senado donde hay que ponerse de acuerdo. El
Sínodo es una expresión eclesial, “es la Iglesia que camina junta para leer la
realidad con los ojos de la fe y con el corazón de Dios”, “es la
Iglesia que se interroga sobre la fidelidad al depósito de la fe que por eso no
representa un museo para verlo o cuidarlo sino una fuente viva de la que la
Iglesia se sacia para saciar el depósito de la vida”.
Con estas palabras, el santo padre Francisco
se dirigió esta mañana a la Asamblea General del Sínodo, en el primer día que
se reúnen para comenzar la primera Congregación General. Durante las próximas
tres semanas, obispos y expertos de todo el mundo hablarán sobre La vocación y
la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo en el
Vaticano.
Aunque no estaba previsto en el programa, el
Pontífice ha querido saludar a los participantes y recordarles el sentido de
este encuentro y el objetivo principal. Sin escuchar a Dios --advirtió-- todas
nuestras palabras serán solamente palabras, que no sacian y no sirven.
Sin dejarse
guiar por el Espíritu Santo, “todas
nuestras decisiones serán solo decoraciones que en vez de ensalzar el
Evangelio, lo cubren y lo esconden”.
De este modo, señaló que el Sínodo se mueve
necesariamente en el seno de la Iglesia y “dentro del Santo Pueblo de Dios del
que formamos parte en calidad de pastores, o sea, servidores”. El Sínodo
--prosiguió Francisco-- es un espacio protegido, donde la Iglesia experimenta
la acción del Espíritu Santo. “En el Sínodo el Espíritu habla a través de
la lengua de todas las personas que se dejan guiar del Dios que sorprende
siempre, del Dios que se revela a los pequeños, lo que esconde a los sabios y a
los inteligentes. Del Dios que ha creado la Ley y el sábado para el hombre y no
al revés. Del Dios que deja a las 99 ovejas para buscar a la única oveja
perdida. Del Dios que siempre es más grande que nuestras lógicas y nuestros
cálculos”, explicó el Santo Padre.
Por otro lado, quiso recordar también que el
“Sínodo podrá ser un espacio a la acción del Espíritu Santo solo si nosotros,
participantes, nos revestimos de valentía apostólica, de unidad evangélica y de
oración confiada”.
Y continuó: “la valentía apostólica que no se
deja asustar por las seducciones del mundo que tienden a apagar en el corazón
de los hombres la luz de la verdad sustituyéndola con pequeñas luces
temporales”. La valentía apostólica de “llevar vida y no hacer de nuestra vida
cristiana un museo de recuerdos”.
El Santo Padre también habló de la humildad
evangélica que sabe vaciarse de las propias convicciones y prejuicios para
escuchar a los hermanos obispos y llenarse de Dios”.
Humildad --indicó-- que lleva a no apuntar a
los otros con el dedo para juzgarlos sino para tenderles la mano y levantarles
sin sentirse nunca superiores a ellos.
“La acción confiada es la acción del corazón
cuando se abre a Dios, cuando hace callar todos nuestros ruidos para escuchar
la suave voz de Dios que habla en el silencio”, observó el Papa.
Al concluir su intervención, Francisco volvió
a insistir en que el Sínodo no es un
parlamento donde para llegar a un consenso o acuerdo común se recurre a la
negociación o a los compromisos. “El único método del Sínodo es el de abrirse
al Espíritu Santo con valentía apostólica, humildad evangélica y con oración
silenciosa para que sea Él quien nos guíe, nos ilumine, y ponernos delante de
los ojos con nuestras opiniones personales la fe en Dios, la fidelidad al
Magisterio, el bien de la Iglesia y la salus animarum”.
Para finalizar dio las gracias a todos los
que de una forma u otra y con distintos tipos de responsabilidad, participan y
trabajan por este Sínodo. En este sentido, agradeció también a los periodistas
“su atención” y “su participación”.
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