El Papa pide
a las familias que en la mesa se hable y no se use el móvil
FUENTE
ZENIT. Rocío Lancho García.
Miles de
fieles han acudido, como cada miércoles, a la plaza de San Pedro para escuchar
y saludar al papa Francisco en la audiencia general. Mientras hacía su
recorrido por los pasillos de la plaza con el papamóvil, tres niños han sido
elegidos para subir con él y acompañarle en el jeep blanco durante algunos
minutos. El Santo Padre se detenía a saludar a los fieles, y le acercaban a los
bebés para que les diera su bendición. Banderas procedentes de multitud de
países ondeaban ante el paso del Pontífice, mientras los peregrinos cantaban el
nombre del Papa y le mostraban su cercanía con mensajes de cariño.
Antes de
comenzar la lectura del Evangelio, el Santo Padre ha recordado que estos días
se reúne en Florencia el Congreso Nacional de la Iglesia italiana --donde él
mismo estuvo ayer-- y ha pedido rezar un Ave María por este encuentro.
En la
catequesis de esta semana, prosiguiendo con el tema de la familia, ha
reflexionado sobre la convivialidad. En el resumen que el Papa ha realizado en
español ha indicado que “en la vida
familiar aprendemos desde chicos la convivialidad, bellísima virtud que nos
enseña a compartir, con alegría, los bienes de la vida”. El símbolo más
evidente --ha indicado-- es la familia reunida entorno a la mesa doméstica,
donde se comparte no sólo la comida, sino también los afectos, los
acontecimientos alegres y también los tristes. De este modo, el Santo Padre ha
explicado que “esta virtud constituye
una experiencia fundamental en la vida de cada persona y es un termómetro
seguro para medir la salud de las relaciones familiares. Una familia que no
come unida o que mientras come lo hace y no dialoga y está mirando la
televisión o cada uno con su telefonino, o con su aparatito, es una familia
‘poco familiar’, yo diría es una familia automática”.
Asimismo, ha
asegurado que “los cristianos tenemos una especial vocación a la convivialidad.
Jesús no desdeñaba comer con sus amigos. Y representaba el Reino de Dios como
un banquete alegre”. Fue también en el contexto de una cena --ha observado--
donde entregó a los discípulos su testamento espiritual, e instituyó la Eucaristía.
Finalmente, ha indicado que “es precisamente en la celebración Eucarística
donde la familia, inspirándose en su propia experiencia, se abre a la gracia de
una convivialidad universal y a una fraternidad sin fronteras, según el corazón
de Cristo, que entrega su Cuerpo y derrama su Sangre por la salvación de
todos”.
A
continuación, ha saludado a los peregrinos de lengua española y a todos los
grupos provenientes de España y Latinoamérica. Por eso ha pedido: “roguemos
para que cada familia participando en la Eucaristía, se abra al amor de Dios y
del prójimo, especialmente para con quienes carecen de pan y de afecto. Que el
próximo Jubileo de la Misericordia nos haga ver la belleza del compartir”.
Tras los
saludos en las diversas lenguas, el Santo Padre ha dedicado unas palabras
especiales para los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Para los
jóvenes ha pedido que el Señor les ayude a ser “promotores de misericordia y
reconciliación”. A los enfermos ha deseado que el Señor les “sostenga para no perder
la confianza, ni siquiera en los momentos de dura prueba”. Finalmente, a los
recién casados ha exhortado a que encuentren en el Evangelio la alegría de
acoger cada vida humana, sobre todo la débil e indefensa.
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