En la audiencia general del
miércoles, Francisco pone como modelo la familia para aprender el don del
perdón
FUENTE
ALETEIA. ARY WALDIR RAMOS DIAZ
“Hay un
secreto sencillo para curar las heridas y para deshacer las acusaciones: no
dejar terminar el día sin pedirse perdón”, dijo el papa Francisco este
miércoles, 4 de noviembre, en una soleada plaza de San Pedro.
La
meditación del Papa en la audiencia general se centró “en la familia como
ámbito para aprender a vivir el don y el perdón recíproco, sin el cual ningún
amor puede ser duradero”, añadió.
¿Cómo pedir
perdón? “No es necesario hacer grandes
discursos. Es suficiente una caricia”, confirmó el Papa, que lució jovial y
sonriente, después de haber hecho un giro en la plaza vaticana para saludar a
los fieles presentes para el acostumbrado encuentro público de los miércoles.
Francisco indicó
la oración cristiana del Padrenuestro como el ejemplo de este perdón: “Perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Por
ello, explicó que “no se puede vivir sin perdonarse, o al menos no se puede
vivir bien, especialmente en familia”.
En su visión
práctica del cotidiano de las familias, el Obispo de Roma, sostuvo que “todos los días nos hacemos daño de una u
otra manera”. “Pero – continuó- lo
que se nos pide es curar inmediatamente las heridas que nos causamos y
restaurar los vínculos que se han dañado”.
Una vez más,
expresó que “si esperamos demasiado” para perdonar o abrazar, “todo es más
difícil”.
El perdón para robustecer el matrimonio
“Y hay un
remedio muy simple: no dejar que termine el día sin pedir disculpas, sin hacer
las paces, de los padres entre sí y con los hijos, también entre los hermanos.
Así el matrimonio y la familia se hacen una casa más sólida, resistente a
nuestras pequeñas y grandes fechorías (maldades)”, agregó.
Hombres y mujeres que perdonan, los preferidos
de Dios y de su casa
En su
meditación pidió no olvidar las palabras de Jesús sobre la parábola de la Casa:
“No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el
que hace la voluntad de mi Padre. Muchos me dirán ese día: Señor, Señor, ¿no
hemos profetizado en tu nombre y echado demonios en tu nombre? Pero yo les
declararé: No os conozco” (cfr Mt 7,21-23)”.
“Es una palabra fuerte, no hay duda, que
tiene como fin sacudirnos y llamarnos a la conversión”, constató.
La vida de las familias continúa después del
sínodo
El perdón es
la clave para curar las heridas de las familias en crisis: “El sínodo ha visto
en la capacidad de perdonar y perdonarse no sólo una manera de evitar las
divisiones en familia, sino también una aportación a la sociedad, para que sea
menos malvada y cruel”, afirmó.
Sobre el
texto final del sínodo, el Papa confirmó al inicio de la audiencia general que
la Asamblea del Sínodo de los Obispos finalizada recientemente le ha entregado
un texto “que aún debo meditar”.
El Jubileo, un puente de perdón y unión
familiar
El
Papa confirmó que “las familias cristianas pueden hacer mucho por la
sociedad y por la Iglesia”. “Por eso deseo que en el Jubileo Extraordinario de
la Misericordia las familias descubran de nuevo el tesoro del perdón
recíproco”, agregó.
También dirigió
un pensamiento por los jóvenes, los enfermos y los esposos recién casados.
“Ayer celebramos la memoria de san Martin de Porres. Su gran caridad sea
ejemplo para todos ustedes queridos jóvenes, para vivir la vida como una
donación”.
El Papa al
final saludó a los fieles venidos desde España, México, Panamá, Colombia,
Argentina y Brasil, fieles llegados de varias parroquias y grupos
estudiantiles.
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