[...] para dar espacio al otro hay
que olvidarse de uno mismo: aceptar sin sentir el peso (es decir, soportar) las
diferencias del otro es un primer paso para no quedarnos en nosotros
mismos.
[...] será pues,
concretamente: no juzgar las intenciones del otro por lo que hace o dice y que
puede ser que no comprendamos; no aumentar lo que vemos sino tratar de
observarlo por lo que es en el presente; conseguir mirar al otro, cada día,
como si lo viéramos por primera vez, sin añadir a la molestia actual la de los
días anteriores...
Hecho este primer paso,
será más fácil saber leer lo que el otro tiene en su corazón y que, a menudo,
es obscurecido por ese modo de actuar que nos molesta; y llegar a comprenderlo,
a comprenderse, y también a ayudarse a mejorar. [...]".
Fuente: FRANCESCO
CHÂTEL.
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