El Papa Francisco ha
recibido a los obispos de la Conferencia Episcopal de Polonia al final de
visita ad limina y se ha referido al Beato Juan Pablo II como el
“gran Pastor que nos guía desde el Cielo y nos recuerda lo
importante que es la comunión espiritual y pastoral entre los
obispos” y ha exhortado a los prelados cuidar de la familia, la
formación para el matrimonio, la promoción de la vida consagrada
y el servicio a los pobres.
Las conversaciones que
el Santo Padre ha tenido estos días con los prelados polacos han confirmado que
la Iglesia en Polonia tiene “un gran potencial de fe y oración, de
caridad y práctica cristiana” y todo ello “favorece la formación del pueblo
cristiano, la práctica motivada y comprometida, la disponibilidad de los laicos
y religiosos a cooperar activamente en la comunidad eclesial y en las estructuras
sociales”.
Sin embargo, también
hay un cierto declive en varios aspectos de la vida cristiana que requieren “un
discernimiento , una búsqueda de motivos y formas de afrontar nuevos
retos, como -por ejemplo- la idea de la libertad sin límites, la tolerancia
hostil o desconfiada de la verdad, o el malhumor por la justa oposición de la
Iglesia al relativismo imperante”.
El Papa Francisco
resaltó que la familia, “lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a
pertenecer unos a otros y donde los padres transmiten la fe a sus hijos”, debe
estar al centro del ministerio pastoral ordinario de los obispos, también
porque “hoy el matrimonio se considera a menudo una forma de gratificación
emocional que se puede constituir de cualquier forma y modificar de acuerdo a
la sensibilidad de cada uno. Por desgracia, esta visión también afecta a la
mentalidad de los cristianos y desemboca en la facilidad para recurrir al
divorcio o a la separación de hecho”.
Por eso “los pastores
están llamados a interrogarse sobre cómo ayudar a los que viven en esta
situación, para que no se sientan excluidos de la misericordia de Dios, del
amor fraternal de otros cristianos, ni de la solicitud de la Iglesia por su
salvación”.
También deben
plantearse la cuestión de cómo ayudarlos “a no abandonar la fe y a hacer crecer
a sus hijos en la plenitud de la experiencia cristiana”. En este ámbito hay que
preguntarse igualmente cómo mejorar la preparación de los jóvenes para el
matrimonio para que “descubran la belleza de esta unión fundada en el amor y la
responsabilidad” y cómo “ayudar a las familias a vivir y apreciar tanto los
momentos de alegría como los de dolor y debilidad”.
Con la perspectiva de
la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Cracovia en
2016, el Santo Padre piensa en los jóvenes, “que con las personas mayores son
la esperanza de la Iglesia” y a los que hoy un mundo informático “proporciona
nuevas oportunidades para la comunicación pero al mismo tiempo reduce
las relaciones interpersonales de contacto directo, de intercambio de
valores y experiencias compartidas. Sin embargo, en los corazones de los
jóvenes hay una aspiración a algo más profundo, que valorice en plenitud su
personalidad y hay que salir al encuentro de ese deseo”.
Una buena oportunidad,
en ese sentido la ofrece la catequesis a la que participan en Polonia
la mayoría de los alumnos en las escuelas y alcanzan así una buena comprensión
de las verdades de la fe. “La religión cristiana, sin embargo no es una ciencia
abstracta, sino un conocimiento existencial de Cristo, una relación personal con
Dios que es amor “.
El tercer tema del
discurso del Pontífice ha sido la vocación al sacerdocio y a la vida
consagrada. Después de constatar que son muchos los sacerdotes polacos que
ejercen su ministerio tanto en las Iglesias locales como en el extranjero y en
las misiones, ha elogiado las universidades y facultades de Teología de Polonia
en las que “los seminaristas consiguen una válida preparación intelectual y
pastoral... que debe ir siempre acompañada de la formación humana y
espiritual”.
Pero, en el sacerdocio,
“la luz del testimonio puede ofuscarse o 'esconderse debajo de un almud' si le
faltara el espíritu misionero, la voluntad de 'salir' en una renovada
conversión misionera para buscar - también en las periferias - y acercarse a
los que esperan la Buena Nueva de Cristo. Este estilo apostólico requiere
también un espíritu de pobreza, de abandono, para ser libres en el anuncio y
sinceros en el testimonio de la caridad”.
En lo que respecta las
vocaciones a la vida consagrada, especialmente las de las mujeres, “preocupa la
disminución de la afiliación a las congregaciones religiosas en Polonia, un
fenómeno complejo cuyas causas son múltiples”.
”Espero –dijo el Papa–
que los institutos religiosos femeninos sigan siendo -de forma adecuada a nuestros
tiempos- lugares privilegiados de la afirmación y el crecimiento humano y
espiritual de la mujer. Y las religiosas deben estar listas para hacer frente a
tareas y misiones difíciles y exigentes, que valoricen sus capacidades
intelectuales, afectivas y espirituales, su talentos y carismas personales”.
El Pontífice exhortó a
atender a los pobres porque también en Polonia, a pesar del actual desarrollo
económico del país, “hay tantos necesitados, desempleados, personas sin hogar,
enfermos, abandonados, así como muchas familias: sobre todo numerosas- sin
medios suficientes para vivir y educar a sus hijos. ¡Estén cerca de ellos! Sé
todo lo que en este campo hace la Iglesia en Polonia , mostrando gran
generosidad no sólo en patria, sino también en otros países de todo el mundo.
Os doy las gracias. Continúen alentando a todos a tener la ‘creatividad de la
caridad’ y a practicarla siempre”.
“Y no se olviden
–concluyó el Papa Francisco– de los que, por diversas razones dejan el país y
tratan de construir una nueva vida en el extranjero. Su crecientes número y
sus necesidades quizás requieran más atención por parte de la Conferencia
Episcopal. Acompáñenlos con la atención pastoral adecuada para que puedan
mantener la fe y las tradiciones religiosas del pueblo polaco”.
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