Los trabajos sobre el Sínodo de los Obispos han
terminado esta noche en el Vaticano y el documento final, producto de la
reflexión de todos los padres sinodales, ha reafirmado la doctrina católica
sobre el matrimonio,
su indisolubilidad; y ha resaltado la belleza de la familia y del plan de Dios
para ella.
El texto, compuesto por 94 numerales fue votado uno a uno.
Todos fueron aprobados con los dos tercios requeridos como mínimo: en este caso
177 votos.
En el numeral 1, votado unánimemente por todos los
obispos presentes (260 votos), el Sínodo agradece “al Señor por la generosa
fidelidad con la que tantas familias cristianas responden a su vocación y
misión, incluso ante los obstáculos, las incomprensiones y los sufrimientos”.
En ese mismo numeral, los obispos reunidos en el
Sínodo recuerdan las palabras del Papa Francisco en la homilía de inicio el 4
de octubre, cuando explicó que Dios creó al hombre y a la mujer. El Señor, dijo
luego el Santo Padre en esa ocasión, “une los corazones de dos personas que se
aman y los une en la unidad y en la indisolubilidad.
Esto significa que el objetivo de la vida conyugal no es sólo vivir juntos,
sino también amarse para siempre. Jesús restablece así el orden original y
originante. (…) Solo a la luz de la locura de la gratuidad del amor pascual de
Jesús será comprensible la locura de la gratuidad de un amor conyugal único y usque
ad mortem” (hasta la muerte).
En el numeral 5, aprobado por 256 votos, los obispos
resaltan que “también hoy el Señor llama al hombre y a la mujer al
matrimonio, los acompaña en su vida familiar y se ofrece a ellos como don
inefable”.
En el numeral 23, titulado “Migrantes, prófugos y
perseguidos”, aprobado por 253 votos contra 4, los obispos afirman que “la historia
de la humanidad es una historia de migrantes: esta verdad está inscrita en
la vida de los pueblos y las familias. También nuestra fe lo reafirma: todos
somos peregrinos”.
Este numeral indica además que cuando la migración es
forzada y es “fruto de situaciones de guerra, de persecución, de pobreza, de
injusticia, marcada por las peripecias de un viaje que pone con frecuencia en
peligro la vida, traumatiza a las personas y desestabiliza a la familia”. “El
acompañamiento a los migrantes exige una pastoral específica con las
familias en migración, pero también con los miembros de los núcleos familiares
que se quedan en los lugares de origen”, agrega.
En distintas ocasiones durante el Sínodo, los obispos
habían solicitado un documento que tuviera una mayor cantidad de citas de las
Sagradas Escrituras. En el numeral 39 explican cómo se trata este tema en el
libro del Génesis y señalan que “el hombre y la mujer, con su amor fecundo y
generativo, continúan la obra creadora y colaboran con el Creador en la
historia de la salvación a través de la sucesión de las genealogías”.
En el numeral 41, titulado “Jesús y la familia”, los
prelados resaltan que “el ejemplo de Jesús es paradigmático para la Iglesia. El Hijo de Dios
ha venido al mundo en una familia. En sus treinta años de vida oculta en
Nazaret –periferia social, religiosa y cultural del Imperio– Jesús ha visto
en María y José la fidelidad vivida en el amor”.
El texto hace también un breve resumen sobre lo que
enseña el magisterio de la Iglesia a través del Concilio Vaticano II, el
Beato Papa Pablo VI, San Juan Pablo II,
Benedicto XVI
y Francisco, para luego tratar del tema de la familia en la doctrina cristiana
en el capítulo tres.
El numeral 48 titulado “Indisolubilidad y fecundidad
de la unión esponsal” –aprobado por 253 votos contra 6– resalta que “la irrevocable
fidelidad de Dios a la alianza es el fundamento de la indisolubilidad del
matrimonio. El amor completo y profundo entre los cónyuges no se basa solo
en las capacidades humanas. Dios sostiene esta alianza con la fuerza de su
Espíritu”.
De otro lado, el numeral 62 titulado “La transmisión
de la vida” –aprobado por 259 votos– subraya la importancia de “las familias
numerosas en la Iglesia que son una bendición para la comunidad cristiana y la
sociedad, porque la apertura a la vida es exigencia intrínseca del amor
conyugal”.
“Con estas luces, la Iglesia expresa su viva gratitud
a las familias que acogen, educan y llenan de afecto y transmiten la fe a sus
hijos, de modo particular a los más frágiles y marcados por la discapacidad”,
prosiguen.
El numeral 63, aprobado por 237 votos contra 21,
indica luego que “según el orden de la creación el amor conyugal entre un
hombre y una mujer y la transmisión de la vida están ordenados el uno a la otra
(Gn 1, 27-28)”.
“En este modo el Creador ha hecho partícipes al hombre
y a la mujer en su obra de su creación y al mismo tiempo los ha hecho
instrumentos de su amor, confindoles a su responsabilidad el futuro de la
humanidad a través de la transmisión de la vida humana”, prosigue.
Los padres sinodales dedican luego tres numerales: 66,
67 y 68 para referirse a la importancia de la educación de los hijos. En el 67
destacan que “es importante que los padres se involucren activamente en el
camino de preparación para los sacramentos de la
iniciación cristiana, en calidad de primeros educadores y testimonios de fe
para sus hijos”.
El tema de los homosexuales
se plantea en el numeral 76 y se enfoca desde el acompañamiento que puede
realizar la Iglesia a las familias en donde alguno de sus miembros tiene la
tendencia homosexual.
Este párrafo del documento, aprobado por 221 votos
contra 37, precisa además que “no existe fundamento alguno para asimilar o
establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y
el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”, como señala un
documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El desafío de los divorciados vueltos a casar se trata
específicamente en los numerales 83,
84, 85 y 86. En ellos hay una amplia explicación sobre la importancia
de acogerlos en la Iglesia y recordarles que no están excomulgados aunque su
situación es irregular; y plantea una serie de orientaciones para acompañar a
estos fieles y cuidar especialmente el bien de los hijos.
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