La presencia
de la mujer, su participación durante el actual Sínodo de los obispos sobre la
familia que se está realizando en el Vaticano, ha sido el tema principal en la
conferencia de prensa que se realizó este martes con los periodistas
acreditados en la Santa Sede. El Sínodo se ha dedicado este lunes y hoy martes
a los círculos menores.
Respondieron
a las preguntas, el abad Jeremías Schroder OSB, uno de los diez padres
sinodales elegidos por la Unión de los Superiores Generales; la auditora
ruandesa Therese Nyirabukeye, empeñada en métodos naturales de planificación
familiar, y la auditora canadiense Moira McQueen, profesora de bioética.
La auditora
McQueen indicó que se siente contentísima de representar a la comunidad
femenina en el sínodo, “no veo diferencias cuando intervienen hombres y
mujeres, en particular en los círculos menores nos hemos sentido muy acogidas,
y ha sido muy reconocido por los padres sinodales nuestro rol”.
Añadió que
la contribución que las mujeres han dado ha sido claramente respetada e
insertada en la relación. “Estoy feliz --indicó la auditora canadiense-- de que
las mujeres sean cada vez más incluidas en el camino sinodal”.
Sobre el
tiempo de tres minutos, para las intervenciones en el aula sinodal, la
profesora de bioética reconoció que es un desafío lograr dar las contribuciones
en un tiempo tan corto, si bien aceptó que se debe a la gran cantidad de
personas que participan, y porque se trata de un procedimiento democrático. Si
bien, añadió, en los círculos menores hay más tiempo para hablar.
El director
de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, precisó que el viernes por la tarde
será dedicado a los auditores para sus intervenciones ante el Aula sinodal.
Por su
parte, la auditora ruandesa indicó que se ha encontrado “muy bien en los
círculos menores y por haber podido dar mi contribución”. Y que así han podido
dar el propio testimonio en el interior de la Iglesia y trabajar en su proceso
decisional. Definió este sistema como “un feminismo constructivo”.
El abad
Schroder recordó que, cuando eligieron a los diez superiores para participar en
el Sínodo, alguien pregunto por qué no se elegían también a monjas o
religiosas, y alguien precisó que 'ellas quieren su lugar y no el nuestro'. Y
así fue y obtuvieron tres lugares en el Sínodo. Reconoció entretanto que es una
limitación que las superioras no sean miembros a pleno título, y concluyó
precisando que “es mi opinión personal, aunque creo que los otros superiores
generales comparten esto”.
El abad
consideró además que el clima en el Sínodo es sereno, y si bien trabajar en el
Instrumentun Laboris requiere fatiga, “lo hacemos con tenacidad y paciencia”.
Sobre el camino sinodal reconoció que aún no ve la meta final “pero no me
preocupa porque estos procesos de contribución colectiva llegan a buenos
resultados”.
Hablando de
su contiente, África, la señora Theresa indicó que después del conflicto étnico
en su país, hace 20 años, en Ruanda, “las familias cristianas nos empeñamos en
la reconciliación, en reconstruir y existen muchas iniciativas familiares de la
Iglesia, incluso de familias interétnicas que dan su testimonio de unidad
después de una tragedia tan grande.
Sobre la
planificación familiar, la auditora ruandesa recordó que su experiencia inicia en
los años 80. “He visto que entre las mujeres de los pueblos, el conocer su
funcionamiento biológico es fundamental y les da un cierto orgullo”. Contó que
un matrimonio de formadores le pidió que le transmita a los padres sinodales
que “estamos felices de haber descubierto la belleza de la familia y de estos
métodos naturales de planificación”.
Los
presentes también han sido interrogados sobre una propuesta que hubo en el
Sínodo sobre el diaconado femenino. “Lo hemos escuchado con atención, me
pareció audaz y convencedora. Podría haber un recorrido semejante, pero no se
ha discutido de eso”, concluyó el abad Schroder.
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