Mostrando entradas con la etiqueta Año de la Misericordia.. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Año de la Misericordia.. Mostrar todas las entradas

viernes, 11 de noviembre de 2016

INVITACIÓN DEL ARZOBISPO PARA PARTICIPAR EN LA CLAUSURA DEL AÑO DE LA MISERICORDIA.

Se clausura sólo el Año Jubilar pero no la misericordia de Dios, porque "para aprender que el nombre de Dios es misericordia y la actitud del cristiano es misericordia, necesitamos la vida entera", explica Mons. Javier Martínez. Será el domingo día 13, a las 12:30 horas, en la Catedral.
El domingo día 13 se clausura en las Diócesis de todo el mundo el Año de la Misericordia. También en la Archidiócesis de Granada se clausura este tiempo extraordinario con la Eucaristía que presidirá Mons. Javier Martínez, en la Catedral, a las 12:30 horas.
Mons. Martínez invita a todos los diocesanos y personas de buena voluntad a sumarse a esta clausura, para dar gracias a Dios por este tiempo de gracia y sus frutos. Será la última entrada por la puerta santa en este Año de la Misericordia. Se cruzará la puerta santa de forma solemne con todo el pueblo cristiano, "para pedir que el Señor perdone nuestros pecados y que nos abra al Cielo y a la belleza de su misericordia sin límites".
"Para aprender que el nombre de Dios es misericordia y la actitud del cristiano es misericordia necesitamos la vida entera", señaló Mons. Martínez al término de la Eucaristía dominical el pasado día 6 en el templo catedralicio, que es templo jubilar.
El Año de la Misericordia fue convocado por el Papa Francisco con el lema "Misericordiosos como el Padre", para experimentar la misericordia de Dios en nosotros mismos y practicar esa misericordia con el prójimo. Este Año de la Misericordia se inauguró en Roma en la Solemnidad de Inmaculada Concepción el 8 de diciembre y lo clausurará el Santo Padre el 20 de noviembre, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

PARA IR ALA ORIGINAL PINCHAR AQUÍ

miércoles, 9 de noviembre de 2016

CLAUSURA DEL AÑO JUBILAR DE LA MISERICORDIA ESTE DOMINGO EN LA CATEDRAL

El día 13, a las 12:30 horas, tendrá lugar la Eucaristía de acción de gracias por este tiempo de misericordia extraordinaria recibida, presidida por nuestro Arzobispo Mons. Javier Martínez.
El próximo domingo día 13 se clausura el Año Jubilar de la Misericordia, a la que nos convocó el Papa Francisco el pasado 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, con el lema "Misericordiosos como el Padre". La clausura de este domingo tendrá lugar en todas las Diócesis del mundo, donde los templos jubilares cerrarán su Puerta Santa.
En la Diócesis de Granada, la clausura será en la Catedral con la Eucaristía presidida por el Arzobispo Mons. Javier Martínez, a las 12:30 horas. Será una Eucaristía para dar gracias a Dios por este tiempo de misericordia extraordinaria recibida.
A esta celebración gozosa están invitados los sacerdotes, parroquias, miembros de la vida consagrada, asociaciones eclesiales, otras instituciones de la Archidiócesis y todos los fieles en general.
"Concluye el Año de la Misericordia, pero no por eso se cierran las entrañas de misericordia de Dios para con sus hijos porque 'es eterna la misericordia del Señor' (Sal 136)", explica el Vicario General D. Francisco Javier Espigares.
En Roma, la clausura del Año Jubilar de la Misericordia tendrá lugar una semana después, es decir, el día 20, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, presidida por el Papa Francisco en el Vaticano.
PARA IR A LA FUENTE PINCHAR AQUÍ

martes, 1 de marzo de 2016

AÑO DE LA MISERICORDIA: MARZO.


Comenzamos este cuarto mes del Año Santo de la Misericordia y esta ocasión la propuesta de obras de misericordia para vivir, dentro de las corporales  vestir al desnudo” y como obra de misericordia espiritual “perdonar las injurias”.

Recordar que los templos jubilares establecidos en nuestra diócesis son: S.A.I Catedral, Basílica de Nuestra Señora de las Angustias, Basílica de San Juan de Dios, parroquia de La Sagrada Familia de Granada y los santuarios de la Virgen de la Cabeza en Motril y del Cristo del Paño en Moclín.

Solo si las familias sienten la cercanía de Dios, si han gozado del amor misericordioso de Dios que las ha sanado, podrán ser custodias de Dios y una Iglesia que sea familia, tendrá siempre sus “puertas abiertas” y nadie podrán sentirse que no es de casa, solo si somos nosotros los primeros que nos atrevemos a cruzar “el umbral de la misericordia”.

lunes, 1 de febrero de 2016

AÑO DE LA MISERICORDIA: FEBRERO.


Comenzamos este nuevo mes del Año de la Misericordia y como respuesta a la invitación del Santo Padre a vivir las Obras de Misericordia, recordamos la propuesta de  nuestro Arzobispo a practicarlas durante este tiempo que la Iglesia nos ofrece para vivir la gracia y el perdón de Dios.

La invitación para el pueblo cristiano de Granada para este mes de febrero es la de “dar de beber al sediento” dentro de las corporales y como obra de misericordia espiritual “aconsejar al que no sabe”.

Recordar que los templos jubilares establecidos en nuestra diócesis son: S.A.I Catedral, Basílica de Nuestra Señora de las Angustias, Basílica de San Juan de Dios, parroquia de La Sagrada Familia de Granada y los santuarios de la Virgen de la Cabeza en Motril y del Cristo del Paño en Moclín.

Cuantas veces nos ha alentado el Santo Padre a que las familias cristianas seamos signo de la misericordia y de la acogida de Dios y ha utilizado la idea de que nuestras “puertas” siempre tienen que estar abiertas no solo para cada uno de los miembros de nuestra familias, sino que en ellas puedan encontrar cobijo quien no tiene amparo o refugio ante el peligro.

Vestir al desnudo, aconsejar al que no sabe ¡qué bello programa para este mes de febrero!, sin dudarlo ¡manos a la obra!

jueves, 28 de enero de 2016

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO, AUDIENCIA GENERAL MIÉRCOLES 27 ENERO 2016.


“Estamos llamados a ser mediadores de misericordia”,

“Dios jamás retira su mirada del dolor humano”

 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En la Sagrada Escritura, la misericordia de Dios está presente a lo largo de toda la historia del Pueblo de Israel.

Con su misericordia, el Señor acompaña el camino de los Patriarcas, a ellos les dona hijos no obstante su condición de esterilidad, los conduce por caminos de gracia y de reconciliación, como demuestra la historia de José y de sus hermanos (Cfr. Gen 37-50). Y pienso en tantos hermanos que están alejados dentro de una familia y no se hablan.

Pero este Año de la Misericordia es una buena ocasión para reencontrarse, abrazarse y perdonarse, ¡eh! Olvidar las cosas feas. Pero, como sabemos, en Egipto la vida para el pueblo se hace dura. Y es ahí cuando los Israelitas están por perecer, que el Señor interviene y realiza la salvación.

Se lee en el libro del Éxodo: «Pasó mucho tiempo y, mientras tanto, murió el rey de Egipto. Los israelitas, que gemían en la esclavitud, hicieron oír su clamor, y ese clamor llegó hasta Dios, desde el fondo de su esclavitud. Dios escuchó sus gemidos y se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob. Entonces dirigió su mirada hacia los israelitas y los tuvo en cuenta» (2,23-25). La misericordia no puede permanecer indiferente delante del sufrimiento de los oprimidos, del grito de quien padece la violencia, reducido a la esclavitud, condenado a muerte. Es una dolorosa realidad que aflige toda época, incluida la nuestra, y que muchas veces nos hace sentir impotentes, tentados a endurecer el corazón y pensar en otra cosa. Dios en cambio «no es indiferente» (Mensaje para la Jornada Mundial de la paz 2016, 1), no desvía jamás la mirada del dolor humano. El Dios de misericordia responde y cuida de los pobres, de aquellos que gritan su desesperación. Dios escucha e interviene para salvar, suscitando hombres capaces de oír el gemido del sufrimiento y de obrar en favor de los oprimidos.

Es así que comienza la historia de Moisés como mediador de liberación para el pueblo. Él afronta al Faraón para convencerlo en dejar salir a Israel; y luego guiará al pueblo, a través del Mar Rojo y el desierto, hacia la libertad. Moisés, que la misericordia divina ha salvado a penas nacido de la muerte en las aguas del Nilo, se hace mediador de aquella misma misericordia, permitiendo al pueblo nacer a la libertad salvado de las aguas del Mar Rojo. Y también nosotros en este Año de la Misericordia podemos hacer este trabajo de ser mediadores de misericordia con las obras de misericordia para acercarnos, para dar alivio, para hacer unidad. Tantas cosas buenas se pueden hacer.

La misericordia de Dios actúa siempre para salvar. Es todo lo contrario de las obras de aquellos que actúan siempre para matar: por ejemplo aquellos que hacen las guerras. El Señor, mediante su siervo Moisés, guía a Israel en el desierto como si fuera un hijo, lo educa en la fe y realiza la alianza con él, creando una relación de amor fuerte, como aquel del padre con el hijo y el del esposo con la esposa.

A tanto llega la misericordia divina. Dios propone una relación de amor particular, exclusiva, privilegiada. Cuando da instrucciones a Moisés a cerca de la alianza, dice: «Ahora, si escuchan mi voz y observan mi alianza, serán mi propiedad exclusiva entre todos los pueblos, porque toda la tierra me pertenece. Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación que me está consagrada» (Ex 19,5-6).

Cierto, Dios posee ya toda la tierra porque lo ha creado; pero el pueblo se convierte para Él en una posesión diversa, especial: su personal “reserva de oro y plata” como aquella que el rey David afirmaba haber donado para la construcción del Templo.

Por lo tanto, esto nos hacemos para Dios acogiendo su alianza y dejándonos salvar por Él. La misericordia del Señor hace al hombre precioso, como una riqueza personal que le pertenece, que Él custodia y en la cual se complace.

Son estas las maravillas de la misericordia divina, que llega a pleno cumplimiento en el Señor Jesús, en aquella “nueva y eterna alianza” consumada con su sangre, que con el perdón destruye nuestro pecado y nos hace definitivamente hijos de Dios (Cfr. 1 Jn 3,1), joyas preciosas en las manos del Padre bueno y misericordioso. Y si nosotros somos hijos de Dios y tenemos la posibilidad de tener esta herencia – aquella de la bondad y de la misericordia – en relación con los demás, pidamos al Señor que en este Año de la Misericordia también nosotros hagamos cosas de misericordia; abramos nuestro corazón para llegar a todos con las obras de misericordia, la herencia misericordiosa que Dios Padre ha tenido con nosotros. Gracias. 

FUENTE ECCLESIA

martes, 26 de enero de 2016

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2016.


“Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13).
Las obras de misericordia en el camino jubilar
 

1. María, icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada

En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17). Con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor» quise hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios.

María, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales.

2. La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia

El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad. Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempeña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel. Son justamente las imágenes familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)— las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo.

Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus, 8). En efecto, como hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a todos los efectos. Y lo es hasta tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemà requiere a todo judío, y que todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5). El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella.

Es éste el corazón del kerygma apostólico, en el cual la misericordia divina ocupa un lugar central y fundamental. Es «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (Exh. ap. Evangelii gaudium, 36), el primer anuncio que «siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis» (ibíd., 164). La Misericordia entonces «expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer» (Misericordiae vultus, 21), restableciendo de ese modo la relación con él. Y, en Jesús crucificado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí donde se perdió y se alejó de Él. Y esto lo hace con la esperanza de poder así, finalmente, enternecer el corazón endurecido de su Esposa.

3. Las obras de misericordia

La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo. Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15). En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado» (ibíd.). Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5); más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe.

Ante este amor fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6), el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento. Llega hasta tal punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión. Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado. Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos.

La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo. A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno. He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes palabras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29). Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa prometida, a la espera de su venida.

No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).

Vaticano, 4 de octubre de 2015
Fiesta de San Francisco de Assis

Francisco

miércoles, 20 de enero de 2016

TAMPOCO YO TE CONDENO.

Una muy antigua tradición interpretativa de este pasaje evangélico quiere que lo que Jesús escribía en el suelo, en silencio, eran los pecados de los acusadores. Pudiera ser. “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Ahí es donde Jesús desenmascara la pasión por acusar, por condenar. La razón de ser de esa pasión es siempre el desviar la mirada del propio pecado (la de los demás, y a veces, también la propia). Cuanto mayor sea la ansiedad por condenar a los pecadores, más grande es el agujero que uno tiene necesidad de tapar. Quien desea realmente el bien no acusa, no condena. A quien desea el bien le duele el mal, sin duda (por eso no se puede usar esta reflexión para decir que todo da lo mismo, y justificar el relativismo ético), pero también sabe que el único remedio al mal es la misericordia, que todos necesitamos, y que todos necesitamos siempre. Hasta el punto de que no hay mayor mal, en la clave del Evangelio, en el sentir de Jesús, que el de quien cree que no necesita esa misericordia, porque “cumple” con todo, y cree que puede tratar con Dios en clave de “méritos”, en términos de mercado. Creerse que Dios está en deuda con uno, pasarle recibo a Dios, ésa es tal vez la blasfemia contra el Espíritu Santo, porque es cerrarle la puerta a la gracia. Y ésa es la única deuda que Dios tiene con el hombre, porque ha querido tenerla. Que Dios no entra si la puerta está cerrada, y el hombre no quiere. El misterio más grande de la creación se llama libertad.
Pero al menor resquicio, Dios se cuela, entra. Y entra para curar, para abrazar, para curar abrazando, para perdonar. Dios no es un fariseo. Dios es el único inocente, y el único que conoce el corazón humano, y por eso su juicio es de misericordia. Dios es Dios, y por eso su justicia es idéntica a su misericordia. Y ha sido más necesario que nos revelara su misericordia que su justicia, para que no pensáramos ni por asomo que Él es como nosotros, y que tiene las mismas pasiones. “Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él”. Si esos a quienes se les llena la boca diciendo a otros que están en pecado mortal tuvieran una sola gota de sangre cristiana, y les preocupara el mal del mundo un poco más que su propia vanidad, mirarían a Cristo. Mirarían a Cristo para aprender de Él, y para pedirle su gracia y su misericordia.
† Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Para ir al original pinchar AQUÍ.

lunes, 18 de enero de 2016

JORNADA DE AYUNO Y ORACIÓN EN LA DIÓCESIS DE GRANADA, EL DÍA 22 .



La Archidiócesis de Granada se suma a la convocatoria realizada por la Conferencia Episcopal Española de ayuno y oración el viernes, día 22. La jornada está convocada para pedir la ayuda de Dios y disponernos a colaborar en la gran tarea misionera. Asimismo, esta jornada se celebra como punto de partida del Plan Pastoral 2016-2020 aprobado por la Conferencia Episcopal Española.

 
DIÓCESIS DE GRANADA

En la Iglesia de Granada, las parroquias, templos, capillas y oratorios de la Diócesis que lo deseen pueden sumarse a la celebración de esta Jornada el día 22 para ayunar y rezar por esta intención.
La Catedral de Granada también acogerá las celebraciones para orar, pero lo hará el día 23, en lugar del viernes 22, dado que coincide con la Ofrenda musical organizada por la Capilla Real con ocasión del V Centenario de la muerte del Rey Fernando el Católico. El sábado 23 las celebraciones en la Catedral serán a las 19:30 horas con la Exposición del Santísimo y a las 20:30 horas con la Eucaristía.


 A esta convocatoria de ayuno y oración están invitados a participar todos los sacerdotes, consagrados y laicos. Asimismo, con esta convocatoria se invita a todos a "renovar nuestro encuentro personal con Jesucristo" para evangelizar, tal y como señalan los obispos de la Conferencia Episcopal Española.

jueves, 14 de enero de 2016

TEXTO COMPLETO DE LA CATEQUESIS DEL SANTO PADRE. MIÉRCOLES, 13 DE ENERO DE 2016.

“El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira, rico en clemencia” 



Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

 Hoy comenzamos las catequesis sobre la misericordia según la perspectiva bíblica, para aprender la misericordia escuchando eso que Dios mismo nos enseña con su palabra. Empezamos por el Antiguo Testamento, que nos prepara y nos conduce a la revelación llena de Jesucristo, en quien lo lleva a cabo y se revela la misericordia del Padre. En la Sagrada Escritura, el Señor es presentado como “Dios misericordioso”. Este es su nombre, a través del cual Él nos revela, por así decir, su rostro y su corazón. Él mismo, como narra el Libro del Éxodo, revelándose a Moisés se autodefine así: “El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira, rico en clemencia”. También en otros textos encontramos esta fórmula, con alguna variante, pero siempre la insistencia se pone en la misericordia y sobre el amor de Dios que no se cansa nunca de perdonar. Vemos juntas, una por una, estas palabras de la Sagrada Escritura que nos hablan de Dios.

 El Señor es “misericordioso”: esta palabra evoca una actitud de ternura como la de una madre en lo relacionado con el hijo. De hecho, el término hebreo usado por la Biblia hace pensar en las entrañas o también al vientre materno. Por eso, la imagen que sugiere es la de un Dios que se conmueve y se enternece por nosotros como una madre cuando toma en brazos a su niño, deseosa solo de amar, proteger, ayudar, preparada para donar todo, también a sí misma. Esa es la imagen que sugiere este término. Un amor, por tanto, que se puede definir en buen sentido como “visceral”.

 Después está escrito que el Señor es “bondadoso”, en el sentido que hace gracia, tiene compasión y, en su grandeza, se inclina sobre quien es débil y pobre, siempre listo para acoger, comprender, perdonar. Es como el padre de la parábola del Evangelio de Lucas: un padre que no se cierra en el resentimiento por el abandono del hijo menor, sino al contrario, continúa a esperarlo, lo ha generado, y después corre a su encuentro y lo abraza, no lo deja ni siquiera terminar su confesión, como si le cubriera la boca, qué grande es el amor y la alegría por haberlo reencontrado; y después va también a llamar al hijo mayor, que está indignado y no quiere hacer fiesta, el hijo que ha permanecido siempre en la casa, pero viviendo como un siervo más que como un hijo. Y también sobre él el padre se inclina, lo invita a entrar, trata de abrir su corazón al amor, para que ninguno quede excluido de la fiesta de la misericordia. La misericordia es una fiesta.

De este Dios misericordioso se dice también que es “lento a la ira”, literalmente, “largo de respiración”, es decir, con la respiración amplio de la paciencia y de la capacidad de soportar. Dios sabe esperar, sus tiempos no son aquellos impacientes de los hombres; Es como un sabio agricultor que sabe esperar, da tiempo a la buena semilla para que crezca, a pesar de la cizaña.

Y por último, el Señor se proclama “grande en el amor y en la fidelidad”. ¡Qué hermosa es esta definición de Dios! Aquí está todo porque Dios es grande y poderoso. Pero esta grandeza y poder se despliegan en el amarnos, nosotros así de pequeños, así de incapaces. La palabra “amor”, aquí utilizada, indica el afecto, la gracia, la bondad. No es un amor de telenovela. Es el amor que da el primer paso, que no depende de los méritos humanos sino de una inmensa gratuidad. Es la solicitud divina que nada la puede detener, ni siquiera el pecado, porque sabe ir más allá del pecado, vencer el mal y perdonarlo.

Una “fidelidad” sin límites: he aquí la última palabra de la revelación de Dios a Moisés. La fidelidad de Dios nunca falla, porque el Señor es el Custodio que, como dice el Salmo, no se duerme sino que nos vigila continuamente para llevarnos a la vida:

«El no dejará que resbale tu pie, dice el Salmo,
¡tu guardián no duerme!
No, no duerme ni dormita
el guardián de Israel.
[...]
El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.
Él te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre».

 Y este Dios misericordioso es fiel en su misericordia. Y Pablo dice algo bello: si tú, delante a Él, no eres fiel, Él permanecerá fiel porque no puede renegarse a sí mismo, la fidelidad en la misericordia es el ser de Dios. Y por esto Dios es totalmente y siempre fiable. Una presencia sólida y estable. Es esta la certeza de nuestra fe. Y entonces, en este Jubileo de la Misericordia, confiemos totalmente en Él, y experimentemos la alegría de ser amados por este “Dios misericordioso y bondadoso, lento a la ira y grande en el amor y en la fidelidad”.

martes, 12 de enero de 2016

EL PADRE CORRIA...

“Reclamar lo nuestro”, creernos dueños y señores de la vida, amos del mundo, poseedores del derecho a todo lo que nos provoca el deseo, y sin responsabilidad ante nadie ni ante nada, eso es siempre en cierto modo el pecado. Y ése es sobre todo el pecado, o más bien el engaño fundamental del hombre moderno. A la miseria de vida que resulta de ese engaño, hecha de soledad y de desesperanza, hecha de sumisión a mil amos que explotan sin misericordia nuestras pobres pasiones, la llamamos “libertad”.
Todos hemos salido de casa. Todos nos hemos alimentado de las sobras de los animales. Todos hemos sentido la vergüenza y el temor de ser regañados al volver. El hermano mayor lo haría, lo sigue haciendo, se sigue escandalizando de la misericordia de Dios. La justicia, una justicia sin amor, es su única categoría, su única razón. ¡El mal debe ser apartado, el honor restablecido! O más bien su única excusa, la única excusa del hermano mayor. Porque el apedrear a la adúltera ha generado siempre esa ceguera cuya utilidad mayor es la de olvidar las propias miserias.
La enseñanza de Jesús no está ahí, sin embargo. Un anciano oriental no corre nunca, ni aunque esté su casa ardiendo. Un buen padre judío nunca habría recibido en su casa a un hijo así. Pero en la parábola el Padre corría... el Padre corría, y le abrazó, y le cubrió de besos.
† Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Para ir al original pinchar AQUÍ.


domingo, 3 de enero de 2016

NUNCA TE CANSES DE PEDIR PERDON


NUNCA TE CANSES DE PERDONAR

Este Año de la Misericordia no podemos dejar pasar ni una ocasión de sentirnos perdonados o de perdonar

sábado, 2 de enero de 2016

EL AMOR QUE RESCATA.

Ser cristiano – algo que nunca sucede en función de lo “bueno” que uno es, sino siempre, como decía el antiguo Catecismo, “por la gracia de Dios” – es haberse encontrado en la vida con la meta, con la plenitud regalada y posible, es haber reconocido con gratitud el camino. Pero no el camino que uno ha hecho para llegar hasta Dios (Dios no es nunca un “logro” del hombre, como una licenciatura o una cátedra), sino el camino que Dios ha hecho para encontrarme a mí, infinitesimalmente perdido en el cosmos, y hoy, sin embargo, alegre. Hoy gozoso y agradecido por una Misericordia que ha salido a mi encuentro, en rostros familiares, amigos, que me han acompañado a lo largo de mi vida. En ellos, en la Iglesia, es Cristo quien me acompañaba, es la Virgen quien cuidaba de la vida. Y es la experiencia de ese cuidado lo que arranca la vida de la desesperanza y de la angustia, y lo que suscita el amor agradecido, el gusto por la vida. La vida, ahora, es toda signo. Las cosas siguen sin ser infinitas, pero todas señalan la meta, todas vienen de allí. Todas hablan del amor de Dios.
† Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Para ir al original pinchar AQUÍ.

martes, 22 de diciembre de 2015

LA DIFERENCIA DEL DIOS DIFERENTE.

Publicado en: Semanario Alfa y Omega 415 (09/09/2004)


El Padre del hijo pródigo se revela como Dios verdadero precisamente en la infinitud del amor (de la diferencia), que pone de manifiesto la infinitud del inabarcable Misterio. El punto culminante de esa revelación es la Encarnación, es la Cruz gloriosa, es la Pascua. Aquí, Dios mismo (el Dios que es comunión, Padre, Hijo y Espíritu Santo), se entrega y se da para la vida del hombre. En este acontecimiento, Dios se pone a sí mismo frente al hombre como amor incondicional e infinito, como puro don, hasta el punto de hacerse uno con su criatura el hombre. Y es precisamente en ese don de Sí como Dios se revela como el Dios siempre más grande.
Ese Dios, que no es en absoluto un ídolo fabricado por los hombres para justificar sus pasiones o su poder, y que se nos ofrece a ti y a mí en la comunión de la Iglesia, es nuestra única esperanza. Porque, como escribió san Bernardo, «nuestro único mérito, Señor, es tu misericordia». Puesto que somos imagen y semejanza suya, esa misericordia es también la única esperanza de un mundo humano, la única revolución posible.
† Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Para ir al original pinchar AQUÍ.

domingo, 13 de diciembre de 2015

IGNAUGURADO EL JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA EN LA ARCHIDIOCESIS DE GRANADA.

Implantación en Granada del "Proyecto Raquel", de ayuda y compañía a la mujer que ha abortado.
 
 
Junto con la construcción de un pozo en un país con carestía, Mons. Javier Martínez anuncia iniciativas que desarrollará la Archidiócesis en el Año de la Misericordia que acabamos de inaugurar esta mañana.
El Arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez, ha anunciado esta mañana la implantación en la Archidiócesis de Granada del "Proyecto Raquel", a través de la Pastoral Diocesana de Familia, dedicado a ayudar y acompañar a mujeres que han abortado y viven con la herida del aborto. Asimismo, Mons. Javier Martínez ha anunciado la implicación de la Archidiócesis en la construcción de un pozo de agua en un país que sufre la carestía de este bien primordial y básico de la subsistencia humana.
Ambos anuncios se enmarcan en el Año de la Misericordia y son propuestas comunicadas por el propio Arzobispo a la multitud de fieles congregados esta mañana en la S.A.I Catedral para inaugurar el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que celebramos con el lema "Misericordiosos como el Padre". Con  estas iniciativas a nivel diocesano, se anima al pueblo cristiano de Granada a practicar las obras de misericordia espirituales y corporales, para las que el Arzobispado de Granada propone a su vez un calendario distribuidas por meses. Así pues, a lo largo del año se llevarán a cabo iniciativas a nivel diocesano encaminadas a practicar estas obras de misericordia corporales y espirituales; una invitación a hacer "un esfuerzo juntos" que sea visible.
 
"PROYECTO RAQUEL".
En el ámbito de la familia está el "Proyecto Raquel", para cuya puesta en marcha se ha organizado un curso de preparación de personas que asuman este Proyecto de ayudar y acompañar a mujeres que han abortado y arrastran consigo la herida del aborto. "Eso sucede en todas nuestras ciudades muchísimo, y hay muchísimas mujeres que llevan esa herida en el corazón, que les cuesta hablar de ello", afirmó Mons. Martínez. En este sentido, el Arzobispo de Granada subraya la importancia de encontrar "unos espacios, unos grupos" donde esas mujeres "puedan llorar su dolor, compartir su dolor, y saberse que son abrazadas por el Señor y abrazadas por sus hijos. Sus hijos ya le han perdonado siempre".

SAGRADA FAMILIA.
Por otra parte, el Arzobispo de Granada invitó a todos los fieles a participar en la Jornada de la Sagrada Familia en la Archidiócesis, que se celebrará el domingo día 27, Día de la Sagrada Familia, con el lema "Familia, hogar de la misericordia".
Mons. Martínez ha animado a los fieles a acudir ese día con sus familias a la convocatoria que se inauguró el año pasado y congregó a familias de Granada en la Plaza de las Pasiegas, así como a la Eucaristía dedicada a la familia en la S.A.I Catedral.
El Arzobispo expresó su deseo para que ese Día y Jornada de la Sagrada Familia "pueda ser de nuevo una fiesta en la que ponemos de relieve todos que Cristo llena de gozo todas esas fatigas y todo ese amor sobre todo que significa la vida de una familia". 
 
DAR DE BEBER AL SEDIENTO.
Asimismo, para el mes de febrero como obra de misericordia en la que estará implicada la Archidiócesis, con un esfuerzo común de todos, en comunión, es "dar de beber al sediento", con la construcción de un pozo de agua en un país que sufre la carestía de este bien primordial y básico para la subsistencia humana.
Por otra parte, y como gesto particular de caridad por parte de cada uno, Mons. Martínez animó a los fieles a "usar el agua con responsabilidad y no derrochar el agua que no necesitamos".
 
DAR DE COMER AL HAMBRIENTO.
En este sentido, los meses de enero y febrero –los dos primeros meses del nuevo tiempo jubilar extraordinario de la misericordia- el Arzobispado propone "dar de comer al hambriento", como obra de misericordia corporal, y "enseñar al que no sabe", como obra de misericordia espiritual.
Mons. Javier Martínez recuerda que desde Cáritas o el Economato Solidario encargado a las hermandades y cofradías de Granada, que lleva precisamente la advocación de la Virgen de la Misericordia, es posible ayudar aportando alimentos para dar de comer al hambriento. Al mismo tiempo, el Arzobispo de Granada lanza una pregunta a los fieles y les invita a aportar alimentos a aquellos vecinos o mendigos que encontremos que necesitan comer. "¿Por qué no pensamos cada uno en algún vecino que conozcamos, en algún mendigo que tengamos cerca, y le bajamos una cestita de Navidad, o una colección de productos de Navidad y de paso hablamos con él?", es la sugerencia del Arzobispo de Granada.
En este sentido, Mons. Martínez subraya que es una obra de misericordia dar de comer al hambriento, al mismo tiempo que nos interesamos por la vida de esa persona o familia que pasa hambre, con preguntas sencillas como cuál es su situación, su nombre, dónde está su familia, etc. "Son nuestros prójimos", insistió el Arzobispo, al mismo tiempo que animó a la "revolución del amor", siguiendo así la invitación del Papa Francisco "cuando nos dice que hagamos ruido y no tengamos miedo". "Si cada uno de los que estamos aquí nos acercamos a una persona, ¿os imagináis qué revolución? Es la revolución del amor, la revolución de Pentecostés", afirmó Mons. Javier Martínez a los fieles congregados esta mañana en la S.A.I Catedral para la Eucaristía de apertura del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Y ante el temor a ser rechazamos por ese prójimo al que queremos ayudar, el Arzobispo indicó que no hay que temer ni escandalizarse ante esta posibilidad: "Tantas veces le hemos dicho nosotros al Señor que no queremos su amor, ¿por qué nos vamos a escandalizar que un ser humano nos lo diga?".
 
CALENDARIO DIOCESANO DE LAS OBRAS DE LA MISERICORDIA.
Las obras de la misericordia, tanto corporales como espirituales, propuestas por el Arzobispado para la Archidiócesis de Granada a practicar durante este año quedan así distribuidas por meses: diciembre y enero, "Dar de comer al hambriento" y "Enseñar al que no sabe"; febrero, "Dar de beber al sediento" y "Dar buen consejo al que lo necesita"; marzo, "Vestir al desnudo" y "Perdonar las injurias"; abril y mayo, "Visitar y cuidar a los enfermos" y "Consolar al triste"; junio y septiembre, "Redimir al cautivo" y "Sufrir con paciencia los defectos del prójimo"; julio y agosto, "Dar posada al peregrino" y "Corregir al que yerra"; y, finalmente, octubre y noviembre, "Enterrar a los muertos" y "Rogar a Dios por vivos y difuntos".
 

CONCLUSIÓN
"Empieza un año precioso. Empieza una oportunidad de conversión y empieza una oportunidad de luz para el mundo. No la dejemos pasar. No perdamos esta ocasión que el Señor nos da, que es un bien para nosotros en primer lugar, porque amando se crece en el amor. Quien ama es más capaz de disfrutar el amor", concluyó Mons. Javier Martínez en su homilía pronunciada en la Eucaristía celebrada esta mañana en la S.A.I Catedral con la que se ha inaugurado el Año de la Misericordia y el Jubileo Extraordinario.

AÑO JUBILAR DE LA MISERICORDIA.

El logo y el lema del Año Jubilar son una buena síntesis de lo que será este año de la Misericordia. Con el lema ‘Misericordiosos como el Padre’ se propone vivir la misericordia siguiendo el ejemplo del Padre, que pide no juzgar y no condenar, sino perdonar y amar sin medida. El logo –obra del jesuita Marko I. Rupnik– se presenta como un pequeño compendio teológico de la misericordia. Muestra, en efecto, al Hijo que carga sobre sus hombros al hombre extraviado, recuperando así una imagen muy apreciada en la Iglesia antigua, porque indicaba el amor de Cristo que lleva a término el misterio de su encarnación con la redención.

El dibujo se destaca el Buen Pastor que toca en profundidad la carne del hombre, y lo hace con un amor capaz de cambiarle la vida. El Buen Pastor con extrema misericordia carga sobre sí la humanidad, pero sus ojos se confunden con los del hombre. La escena se coloca dentro la mandorla que es también una figura importante en la iconografía antigua y medieval por cuanto evoca la presencia de las dos naturalezas, divina y humana, en Cristo. Los tres óvalos concéntricos, de color progresivamente más claro hacia el externo, sugieren el movimiento de Cristo que saca al hombre fuera de la noche del pecado y de la muerte. Por otra parte, la profundidad del color más oscuro sugiere también el carácter inescrutable del amor del Padre que todo lo perdona.

sábado, 12 de diciembre de 2015

TEMPLOS JUBILARES EN LA ARCHIDIÓCESIS DE GRANADA PARA EL AÑO SANTO DE LA MISERICORDIA.

FUENTE: ODISUR.

La Archidiócesis inaugurará este Jubileo con la apertura de la puerta principal de la Santa y Apostólica Iglesia Catedral Metropolitana de la Encarnación.
El próximo 13 de diciembre, III Domingo de Adviento, la Archidiócesis de Granada –junto al resto de Diócesis de todo el mundo- inaugurará el Año Santo de la Misericordia, al que nos convoca el Papa Francisco en su Bula "Misericordiae Vultus", con el lema "Misericordiosos como el Padre".
Ese día, la apertura del Jubileo de la Misericordia en Granada se celebrará con una procesión festiva desde la Basílica de San Juan de Dios hasta la Catedral Metropolitana, donde se abrirá la puerta principal y, posteriormente, se celebrará la Eucaristía.
 
TEMPLOS JUBILARES EN LA ARCHIDIÓCESIS
Para poder ganar el Jubileo al que estamos convocados hasta el 20 de noviembre de 2016, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, se han dispuesto para la Archidiócesis de Granada una serie de templos jubilares, que son los siguientes: S.I Catedral e iglesia parroquial del Sagrario, Basílica de Nuestra Señora de las Angustias, Basílica de San Juan de Dios, Parroquia de La Sagrada Familia de Granada, Santuario de la Virgen de la Cabeza de Motril y Santuario del Cristo del Paño de Moclín.
 
Asimismo, se concederá el Jubileo en algunos días determinados y templos concretos para esos días. Se trata de los siguientes lugares: la parroquia de San José de Granada, sede canónica de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia (Silencio), en los días que dicha Cofradía celebra los cultos sacramentales a su titular; la parroquia de San Cecilio de Granada, sede canónica de la Cofradía de Penitencia del Santísimo Cristo de los Favores y María Santísima de la Misericordia, en los días que dicha Cofradía celebre los cultos en honor de su titular mariana; y el templo de las Religiosas Capuchinas de Chauchina, sede de la Hermandad de Nuestra Señora del Espino, en los días que se celebren los cultos en honor de su titular.
 
Desde el Arzobispado de Granada se invita a vivir este Año Jubilar "para renovar nuestras entrañas conforme a 'la entrañable misericordia de nuestro Dios', ofreciendo así el verdadero rostro de la Iglesia".
 
Por su parte, el Papa Francisco inaugura el Año de la Misericordia el día 8, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro. Después, el primer domingo posterior a la inauguración en Roma, el 13 de diciembre, lo harán las diócesis de todo el mundo, entre ellas Granada, con la apertura de la puerta principal de la Santa y Apostólica Iglesia Catedral Metropolitana de La Encarnación.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

CALENDARIO EN LA ARCHIDIÓCESIS DE GRANADA PARA VIVIR LAS OBRAS DE MISERICORDIA CORPORALES Y ESPIRITUALES.

FUENTE ODISUR.

 Con motivo del Año de la Misericordia convocado por el Papa Francisco en su Bula "Misericordiae Vultus", el Arzobispado de Granada ha elaborado para la Archidiócesis un calendario con las obras de misericordia, invitando a los fieles a practicarlas durante este tiempo que la Iglesia nos ofrece para vivir la gracia y el perdón de Dios.
El Arzobispado sigue así la invitación de la Santa Sede de establecer en cada mes una de las obras de misericordia y, en concreto, la invitación del Papa Francisco recogida en su Bula para que "el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales", ya que "será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina", explica el Santo Padre.
 CALENDARIO
De esta forma, el calendario propuesto para la Archidiócesis de Granada para vivir las obras de misericordia corporales queda así establecido: visitar y cuidar a los enfermos (abril y mayo); dar de comer al hambriento (diciembre y enero); dar de beber al sediento (febrero); dar posada al peregrino (julio y agosto); vestir al desnudo (marzo); redimir al cautivo (junio y septiembre); y enterrar a los muertos (octubre y noviembre).
Respecto a las obras de misericordia espirituales, en el calendario para la Archidiócesis de Granada quedan así establecidas: enseñar al que no sabe (diciembre y enero); dar buen consejo al que lo necesita (febrero); corregir al que yerra (julio y agosto); perdonar las injurias (marzo); consolar al triste (abril y mayo); sufrir con paciencia los defectos del prójimo (junio y septiembre); y rogar a Dios por vivos y difuntos (octubre y noviembre).
 AÑO DE LA MISERICORDIA
El Año de la Misericordia, que tiene como lema "Misericordiosos como el Padre", se inaugura en la Archidiócesis de Granada el día 13, con la apertura de la puerta principal, como apertura de la puerta santa e inicio del Jubileo de la Misericordia, en cada uno de los templos jubilares establecidos para ello: S.A.I Catedral, Basílica de Nuestra Señora de las Angustias, Basílica de San Juan de Dios, parroquia de La Sagrada Familia de Granada y los santuarios de la Virgen de la Cabeza en Motril y del Cristo del Paño en Moclín.
En el caso del templo catedralicio, la apertura de la puerta principal tendrá lugar a las 12:30 horas, que llevará a cabo el Arzobispo Mons. Javier Martínez. Previamente, a las 11 horas comenzará una celebración de la Palabra de Dios desde la Basílica de San Juan de Dios y tras ella una procesión con el pueblo cristiano, presidido por la Palabra de Dios, hasta la Catedral para proceder a la apertura de la puerta de La Encarnación de la Catedral.
Desde el Arzobispado de Granada se invita a los fieles a participar en esta apertura del Año y del Jubileo en aquellos templos jubilares que tengan más cercanos, al mismo tiempo que se solicita a los sacerdotes diocesanos adapten sus horarios de la misa de los domingos, para facilitar esta participación del pueblo cristiano en dicha apertura jubilar.
El Año de la Misericordia se clausura el 20 de noviembre de 2016, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

lunes, 7 de diciembre de 2015

LA VIOLENCIA DE GÉNERO Y LA FRAGILIDAD DE LAS PAREJAS.

A propósito de la misericordia:
Amar más

Con demasiada frecuencia recibimos noticia de la muerte de mujeres a manos de sus parejas, acompañada de manifestaciones de repulsa, minutos de silencio e instrucciones en las que se insta a las mujeres a denunciar en el juzgado a sus maltratadores y utilizar un teléfono de ayuda.
Pero lo cierto es que estos hechos lamentables no disminuyen, por lo que quizás habría que reflexionar sobre la cuestión, encuadrándola en la situación general de las rupturas de pareja que alcanzan cifras escandalosas: más de 100.000 en 2014, duplicando las que se producían en 2004, a causa de la Ley de divorcio exprés que introdujo el gobierno como una medida “progresista”.
Las rupturas sangrientas nos conmueven, pero en cambio nadie parece preocuparse de la extrema fragilidad de las uniones conyugales y sus causas, que a mi parecer estriba en la aceptación social de que la vida en pareja solo se mantiene mientras duran las mutuas satisfacciones, pero en cuanto surgen dificultades de convivencia no hay voluntad ni preparación para superarlas. Cada uno por su lado intentará una nueva relación, que se espera más satisfactoria, aunque resulte muchas veces tan efímera como la anterior.
Pero las rupturas suelen ser a menudo traumáticas, no hay mutuo acuerdo, cuando existen hijos, bienes a repartir o sentimientos de ultraje, de humillación de uno de los miembros de la pareja, de infidelidad o de engaño, que pueden resultar insoportables.
Llevamos muchos años transmitiendo la idea de que hay que “vivir la vida” aunque ello represente para cada uno usar del otro como mero objeto de usar y tirar. Con goce si responsabilidad ni ataduras es imposible construir una familia que necesita estabilidad.
En la falsificación del lenguaje que padecemos se dice “hacer el amor” al mero ejercicio de la sexualidad, cuestión de la que se instruye en el colegio. Pero el amor es otra cosa, para la que no se educa. El amor es salir de sí mismo para darse al otro y encontrar la felicidad en la propia donación. ¿Verdad que suena raro a los oídos actuales?
Pienso que si se redujeran las rupturas de pareja, también disminuiría la llamada violencia de género. El machismo no es más que la falta de amor llevada al paroxismo. Nadie puede ser obligado a amar pero solo el amor es lo que nos hace personas.
Buscar activamente el bien de quien se ama y encontrar en ello la felicidad es el ideal a proponer a la juventud en lugar del actual goza, disfruta y vive solo para ti mismo.
Idear un proyecto de vida en común, ─de toda la vida─, estar dispuestos a superar las dificultades, decididos a transmitir la vida y el amor en la familia. Esta es una tarea para hombres y mujeres de verdad, capaces de dominarse a sí mismos, capaces de vivir la integridad y la fidelidad.
Si no robustecemos los valores que nos constituyen en personas responsables, la violencia de género será una lacra difícil de extirpar a pesar de todas las medidas judiciales y policiacas que se les ocurran a nuestros gobernantes. Eso es lo que pienso.
 
Francisco Rodríguez Barragán
Francisco Rodríguez Barragán nació en Granada el año 1938, está casado y tiene cinco hijos. Es Licenciado en Geografía e Historia y Derecho. Ha pertenecido al Cuerpo Técnico de la Seguridad Social hasta su jubilación. Ha obtenido la Medalla al Mérito Civil y formó parte de la primera Corporación Municipal democrática de Granada. Actualmente es miembro del Movimiento Familiar Cristiano y colabora como voluntario en Proyecto Hombre Granada. Publica la columna de opinión 'Ver, juzgar y actuar' todos los miércoles en SIGLO XXI.