miércoles, 1 de abril de 2020

CORONAVIRUS, VUELTA A LA PIRÁMIDE

Ayer escuchaba unas palabras que me hicieron pensar, eran de Iñaki Gabilondo: “Los héroes de hoy  son los que hasta ahora no tenían relevancia alguna”.
Ha tenido que venir una situación dolorosa para ponernos a cada uno en nuestro lugar, para descubrirnos que todos somos muy necesarios y que solos no vamos a ningún sitio. En esta sociedad que habíamos creado, los que tenían renombre, fama, poder, control y dominio de la situación eran siempre un grupo pequeño dentro de cada realidad, pero ahora nos toca descubrir una cosa diferente.
Se ha hecho, inmensamente, más necesario el que antes más escondido estaba, el que menos se le veía, con el que menos se contaba, al que sólo le llegaban ordenes y cargar con todas las leyes sin demasiada defensa.
Hoy hemos descubierto como la sociedad tenía una base mucho más rica de lo que nos imaginábamos, aunque fuesen los que tuvieran sueldos más bajos, estuviesen siendo más explotados, se les tratase en ocasiones con la punta del dedo… esa base que ahora descubrimos grande y extensa, es la que hoy nos da ejemplo de constancia, responsabilidad, entrega, esfuerzo, de sobreesfuerzo… Esa base tiene muchas profesiones de las que, muchas veces, se ha dudado de su eficacia, necesidad, de su profesionalidad, a las que muchos no han querido incorporarse.
Y claro, me gustaría poder mirar ese fenómeno desde nuestro prisma de la fe.  Jesús nos enseñó que en los sencillos y pobres es donde más se da la riqueza de Dios. Él mismo fue creciendo en ese ambiente, en  una sociedad humilde, una familia humilde, con una profesión humilde. Además, de los que se fue rodeando fueron personas de esa base que no era la élite. Y hemos escuchado una y otra vez como su mensaje llegaba más y mejor a los humildes que a los sabios, a los sencillos que a los poderosos, a los abatidos que a los sanos...
Esta vuelta de la pirámide nos conecta con el mensaje de Jesús, nos hace ver con más claridad la riqueza del ser humano, nos hace descubrir lo que realmente construye a la persona: más que sus emociones, sus virtudes; más que sus poderes, su capacidad de servicio; más que su pura humanidad, su vida vista desde la trascendencia; más que sus deseos, sus hechos; más que sus costumbres, sus anhelos profundos; más que sus prioridades, las del otro.
El evangelio, a quien lo vive lo transforma y a quien lo descubre, le cambia la vida. Nuestra sociedad estaba cansada de palabras y han tenido que ser los hechos los que le hayan dado sentido a las palabras; palabras, que desde aquí en adelante, seguro tendrán una profundidad mayor porque han sido vividas con firmeza y fortaleza.
Ahora busquemos todos una certeza, la pirámide no es lo importante. Lo que verdaderamente importa es el saber quién eres, quién es tu vecino, quién está cada día a tu servicio (esos son miles y miles), a los que conoces y a los que no conoces, y a todos les une una necesidad: construir unas relaciones nuevas para poder ser lo que fuimos,  PERSONAS CREADAS A IMAGEN Y SEMEJANZA DEL DIOS DE LA VIDA Y DEL AMOR.

No dudemos en ponerlos a la tarea, el lugar no importa. 

Pastoral Familiar
ALM



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