Gracias
¡¡ SANTO PADRE !!
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Quisiera que cada uno sintiese la alegría
de ser cristiano. En una bella oración que se recita cotidianamente en la
mañana se dice: "Te adoro Dios mío y te amo con todo el corazón. Te
agradezco por haberme creado, hecho cristiano…" Sí, estamos contentos por
el don de la fe, ¡es el bien más precioso, que nadie nos puede quitar!
Agradecemos al Señor por esto cada día, con la oración y con una vida cristiana
coherente. ¡Dios nos ama, pero espera que también que nosotros lo amemos!
En este punto quisiera agradecer de
corazón también a todas las numerosas personas en todo el mundo que en las
últimas semanas me han enviado signos conmovedores de atención, de amistad en
la oración. Sí, el Papa nunca está solo, y ahora lo experimento nuevamente de
un modo tan grande que toca el corazón. El Papa pertenece a todos y a
tantísimas personas que se sienten cercanos a él.
Ya no llevo la potestad del oficio para el
gobierno de la Iglesia, sino que en el servicio de la oración quedo, por así
decirlo, en el recinto de San Pedro. San Benito, cuyo nombre llevo como Papa,
será un gran ejemplo de esto. Él ha mostrado el camino para una vida que,
activa o pasiva, pertenece totalmente a la obra de Dios.
Muchas
gracias por haber venido a esta última audiencia general de mi pontificado.
Asimismo, doy gracias a Dios por sus dones, y también a tantas personas que,
con generosidad y amor a la Iglesia, me han ayudado en estos años con espíritu
de fe y humildad. Agradezco a todos el respeto y la comprensión con la que han
acogido esta decisión importante, que he tomado con plena libertad.
El ágape puesto en lo íntimo del hombre, visto que procede de Dios, tiene las características de Dios: tiende a realizar entre los hombres la comunión de vida que existe en Dios. Es posible en el presente de nuestra vida e historia, aunque todavía condicionada por los límites de nuestra condición actual. De hecho, el ágape gracias a la reciprocidad vivida en la comunidad, es capaz de liberar al hombre del propio egocentrismo, afirmación de si y autosuficiencia, en la que el Pecado, por medio de la Ley, lo tenía encerrado, y de abrirlo a la vida de unidad”.
Hace más de veinte siglos unos
hombres escogieron el poder para humillar a Jesús, la mentira para condenarle y
la violencia para colgarle de una cruz… Hoy, 2.013 años después, la mayoría de
los que nos declaramos cristianos hemos escogido la indiferencia para que Jesús
no trastoque demasiado nuestras vidas; la comodidad ante las “dificultades” del
seguimiento…Te invito a que en este tiempo de
cuaresma revises tu vida como creyente, como discípulo de Cristo
Ayuna. Levántate
todos los días con hambre de justicia. Acude a tu trabajo con hambre de
solidaridad. Relaciónate con tus hermanos con hambre de fraternidad. Acoge las
pruebas y los sinsabores con hambre de fe y acuéstate al finalizar la jornada
con hambre de Dios. Ya verás como acabarás dándote “un atracón” de amor, de
Amor del bueno.
En la página del Evangelio de Mateo,
del llamado Sermón de la Montaña, Jesús se refiere a tres prácticas
fundamentales previstas por la Ley mosaica: la limosna, la oración y el ayuno;
son también indicadores tradicionales en el camino cuaresmal para responder a
la invitación de "volver a Dios de todo corazón".Pero Jesús subraya que la calidad y
la verdad de la relación con Dios son las que califican la autenticidad de todo
gesto religioso. Por ello Él denuncia la hipocresía religiosa, el
comportamiento que quiere aparentar, las conductas que buscan aplausos y
aprobación. El verdadero discípulo no se sirve a sí mismo o al “público”, sino
a su Señor, en la sencillez y en la generosidad: "Y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará" (Mt 6,4.6.18). Nuestro testimonio, entonces,
será más incisivo cuando menos busquemos nuestra gloria y seremos conscientes
de que la recompensa del justo es Dios mismo, el estar unidos a Él, aquí abajo,
en el camino de la fe, y al final de la vida, en la paz y en la luz del
encuentro cara a cara con Él para siempre (Cfr. 1 Co 13, 12).
Queridos hermanos y hermanas,
comencemos confiados y alegres este itinerario cuaresmal. Que resuene fuerte en
nosotros la invitación a la conversión, a "volver a Dios de todo
corazón", acogiendo su gracia que nos hace hombres nuevos, con aquella
sorprendente novedad que es participación en la vida misma de Jesús. Nadie, por
lo tanto, haga oídos sordos a esta llamada, que se nos dirige también en el
austero rito, tan sencillo y al mismo tiempo tan sugestivo, de la imposición de
las cenizas, que realizaremos dentro de poco ¡Que nos acompañe en este tiempo
la Virgen María, Madre de la Iglesia y modelo de todo auténtico discípulo del
Señor! ¡Amén!
En María, porque es Madre, no se conciben unas gentes menos amadas o menos apreciadas que otras, o una relación de dominadores o sujetos entre los pueblos, todos son hijos: su realeza es la solución a todos los conflictos.