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jueves, 26 de enero de 2017

LA RELACIÓN ENTRE LA FE Y EL MATRIMONIO.

En el fuerte discurso del Papa Francisco en la inauguración del Año judicial del Tribunal de la Rota Romana, se muestran los “remedios válidos” para hacer frente a una situación preocupante que es testigo del crecimiento, incluso hoy en día, del número de matrimonios nulos.


A partir de un texto de San Juan Pablo II (Fides et Ratio), que reafirmaba el vínculo entre el conocimiento de la fe y el de la razón – por el que “cuanto más se aleja  de la perspectiva de la fe, tanto más, el hombre se expone al riesgo del fracaso”, el Papa Francisco, en la inauguración del año judicial de la Rota romana, afirmó que nuestro “contexto carente de valores religiosos y de fe,  no puede por menos que condicionar también el consentimiento matrimonial”. Si hoy se necesita mucho valor para casarse, también es cierto que sin una seria y adecuada preparación – “un nuevo catecumenado” – se siguen multiplicando las celebraciones matrimoniales nulas. Partiendo de esta realidad el Papá sugirió algunos remedios.
“Os señalo un  primer remedio en la formación de los jóvenes a través de un adecuado proceso de preparación encaminado a redescubrir el matrimonio y la familia según el plan de Dios… Hoy más que nunca esta preparación se presenta como una ocasión verdadera y propia de  evangelización para los adultos y, a menudo, de los llamados lejanos. De hecho, son  muchos los  jóvenes para los que el acercarse  de la boda representa una ocasión para encontrar de nuevo la fe, relegada durante mucho tiempo al  margen de sus vidas… Por lo tanto, es necesario que los operadores y los organismos encargados de la pastoral familiar estén motivados por la fuerte preocupación de hacer cada vez más eficaces los itinerarios de preparación para el sacramento del matrimonio, en pro del crecimiento no solamente humano, sino sobre todo de la fe de los novios”.
Tras subrayar la necesidad de un “nuevo catecumenado”, como preparación al matrimonio, el Papa Francisco mostró un segundo remedio “ayudar a los recién casados a proseguir el camino en la fe y en la Iglesia también  después de la celebración del matrimonio. Es necesario identificar con valor y creatividad, un proyecto de formación para las parejas jóvenes, con iniciativas destinadas a aumentar la toma de conciencia sobre el sacramento recibido”.


PARA IR AL DISCURSO DEL SANTO PADRE PINCHAR AQUÍ

viernes, 4 de noviembre de 2016

"LA INVENCIÓN DIVINA" QUE HAY QUE RESCATAR.

El discurso del Papa Francisco a la comunidad académica
 del Pontificio Instituto "Juan Pablo II"

FUENTE: PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA. (3/11/16)
El tema "no es sólo el de la "distancia" de muchos del ideal y de la práctica de la verdad cristiana del matrimonio y de la familia; es todavía más decisivo el tema de la "cercanía" de la Iglesia: cercanía a las nuevas generaciones de cónyuges, para que la bendición de su vínculo los convenza cada vez más y los acompañe; cercanía a las situaciones de debilidad humana, para que la gracia las rescate, las reavive y las sane". Estas fueron algunas de las palabras del discurso del Papa Francisco, ayer en la Sala Vaticana, a la comunidad académica del Pontificio Instituto "Juan Pablo II" para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia en la inauguración del nuevo año académico.
 "En la coyuntura actual - dijo el Papa - los lazos matrimoniales y familiares se ponen a prueba de muchas formas" la aparición de una cultura "que exalta el individualismo narcisista, una concepción de la libertad desligada de la responsabilidad por el otro, la creciente indiferencia hacia el bien común, el aumento de las ideologías que atacan directamente el proyecto de la familia, así como el crecimiento de la pobreza que amenaza el futuro de muchas familias, son otras tantas razones de la crisis de la familia contemporánea. Luego están – añadió - los problemas no resueltos del desarrollo de nuevas tecnologías que hacen posible prácticas a veces en conflicto con la verdadera dignidad de la vida humana".

Después el Papa afirmó que "el reconocimiento de la dignidad del hombre y de la mujer lleva aparejado una valoración justa de su relación mutua.”Cómo podemos - preguntó el Papa - conocer a fondo la humanidad concreta de la que estamos hechos sin aprenderla a través de esta diferencia? Es imposible negar la contribución de la cultura moderna al redescubrimiento de la dignidad de la diferencia sexual. Por eso, es desconcertante constatar que ahora esta cultura parezca casi bloqueada por la tendencia a destruir la diferencia en lugar de resolver los problemas que la mortifican".
La familia, "es el seno insustituible de la iniciación a la alianza criatural del hombre y de la mujer”, se basa en la “profunda correlación entre las figuras familiares y las formas sociales de esta alianza - en la religión y la ética, el trabajo, la política, la economía y en el cuidado de la vida y la relación entre generaciones". Tanto es así, prosiguió Francisco, que "cuando las cosas van bien entre el hombre y la mujer, el mundo y la historia también van bien. De lo contrario, el mundo se vuelve inhóspito y la historia se detiene".
El Papa explicó que "hay que aplicarse con mayor entusiasmo al rescate - diría que casi a la rehabilitación – de esta extraordinaria "invención" de la creación divina. Hay que tomar en serio este rescate, tanto en el sentido doctrinal como en el sentido práctico, pastoral y testimonial. La dinámica de la relación entre Dios, el hombre y la mujer, y sus hijos, son la llave de oro para la comprensión del mundo y de la historia, con todo lo que contiene. Y, por último, para comprender algo profundo que se encuentra en el amor de Dios mismo. ”Somos capaces de pensar en esta revelación “en grande”? ”Estamos convencidos de la potencia de vida que este proyecto de Dios lleva en el amor del mundo? ”Sabemos arrancar a las nuevas generaciones de la resignación y reconquistarles a la audacia de este proyecto?”
El nuevo horizonte de este compromiso, –destacó al final de su discurso- "llama ciertamente en causa, de una manera muy especial, a vuestro Instituto, para que apoye la necesaria apertura de la inteligencia de la fe al servicio de la solicitud pastoral del Sucesor de Pedro. La fecundidad de esta tarea de ahondamiento y estudio, en nombre de toda la Iglesia, se confía al impulso de vuestra mente y de vuestro corazón" dijo, ya que "teología y pastoral van de la mano. Una doctrina teológica que no se deja orientar y plasmar por la finalidad evangelizadora y la atención pastoral de la iglesia es tan impensable como una pastoral de la Iglesia que no sepa atesorar la revelación y su tradición, con miras – concluyó - a una mejor comprensión y transmisión de la fe

EL VÍDEO DEL PAPA DE NOVIEMBRE DE 2016.



Países acogiendo refugiados

EL PAPA FRANCISCO A LOS CATEQUISTAS: "SOMOS FUENTE DE ALEGRÍA"

fuente: radiovaticana.
El Jubileo de los Catequistas tuvo su broche final con la misa celebrada por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro el último domingo de septiembre, después de tres días de actividades y encuentros en la capital italiana. Francisco reflexionó en su homilía sobre la importancia de anunciar “lo esencial de la fe” que es “que Jesús está vivo y está a nuestro lado”, y de cómo se debe llevar a cabo esta proclamación: “A Dios-Amor se le anuncia amando (…) No se anuncia bien a Jesús cuando se está triste; tampoco haciendo sólo bonitos sermones”.
Profundizando en el Evangelio del día y en la parábola del hombre rico que ignora a Lázaro -un pobre que «estaba echado a su puerta» (Lc 16,20)- el Papa Francisco explicó que en realidad el rico tiene una enfermedad muy grave que es la ceguera porque “no es capaz de ver más allá de su mundo, no le importa lo que sucede fuera”.  Es un contraste entre una vida de opulencia con continuas necesidades y derechos, y la pobreza de Lázaro que se manifiesta con gran dignidad. “Es una valiosa lección: como servidores de la palabra de Jesús, estamos llamados a no hacer alarde de apariencia y a no buscar la gloria; ni tampoco podemos estar tristes y disgustados”.
Y en este sentido el Obispo de Roma recordó que “no somos profetas de desgracias”, sino “portadores de alegría”. “El Señor nos lo pide hoy: ante los muchos Lázaros que vemos, estamos llamados a inquietarnos, a buscar caminos para encontrar y ayudar, sin delegar siempre en otros o decir: «Te ayudaré mañana». El tiempo para ayudar es tiempo regalado a Jesús, es amor que permanece: es nuestro tesoro en el cielo, que nos ganamos aquí en la tierra”.


Homilía del Papa:
El Apóstol Pablo, en la segunda lectura, dirige a Timoteo, y también a nosotros, algunas recomendaciones muy importantes para él. Entre otras, pide que se guarde «el mandamiento sin mancha ni reproche» (1 Tm 6,14). Habla sencillamente de un mandamiento. Parece que quiere que fijemos nuestros ojos fijos en lo que es esencial para la fe. San Pablo, en efecto, no recomienda una gran cantidad de puntos y aspectos, sino que subraya el centro de la fe. Este centro, alrededor del cual gira todo, este corazón que late y da vida a todo es el anuncio pascual, el primer anuncio: el Señor Jesús ha resucitado, el Señor Jesús te ama, ha dado su vida por ti; resucitado y vivo, está a tu lado y te espera todos los días. Nunca debemos olvidarlo. En este Jubileo de los catequistas, se nos pide que no dejemos de poner por encima de todo el anuncio principal de la fe: el Señor ha resucitado. No hay un contenido más importante, nada es más sólido y actual. Cada aspecto de la fe es hermoso si permanece unido a este centro, si está permeado por el anuncio pascual. Si se le aísla, pierde sentido y fuerza. Estamos llamados a vivir y a anunciar la novedad del amor del Señor: «Jesús te ama de verdad, tal y como eres. Déjale entrar: a pesar de las decepciones y heridas de la vida, dale la posibilidad de amarte. No te defraudará».
El mandamiento del que habla san Pablo nos lleva a pensar también en el mandamiento nuevo de Jesús: «Que os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 15,12). A Dios-Amor se le anuncia amando: no a fuerza de convencer, nunca imponiendo la verdad, ni mucho menos aferrándose con rigidez a alguna obligación religiosa o moral. A Dios se le anuncia encontrando a las personas, teniendo en cuenta su historia y su camino. El Señor no es una idea, sino una persona viva: su mensaje llega a través del testimonio sencillo y veraz, con la escucha y la acogida, con la alegría que se difunde. No se anuncia bien a Jesús cuando se está triste; tampoco se transmite la belleza de Dios haciendo sólo bonitos sermones. Al Dios de la esperanza se le anuncia viviendo  hoy el Evangelio de la caridad, sin miedo a dar testimonio de él incluso con nuevas formas de anuncio.
El Evangelio de este domingo nos ayuda a entender qué significa amar, sobre todo a evitar algunos peligros. En la parábola se habla de un hombre rico que no se fija en Lázaro, un pobre que «estaba echado a su puerta» (Lc 16,20). El rico, en verdad, no hace daño a nadie, no se dice que sea malo. Sin embargo, tiene una enfermedad peor que la de Lázaro, que estaba «cubierto de llagas» (ibíd.): este rico sufre una fuerte ceguera, porque no es capaz de ver más allá de su mundo, hecho de banquetes y ricos vestidos. No ve más allá de la puerta de su casa, donde yace Lázaro, porque no le importa lo que sucede fuera. No ve con los ojos porque no siente con el corazón. En su corazón ha entrado la mundanidad que adormece el alma. La mundanidad es como un «agujero negro» que engulle el bien, que apaga el amor, porque lo devora todo en el propio yo. Entonces se ve sólo la apariencia y no se fija en los demás, porque se vuelve indiferente a todo. Quien sufre esta grave ceguera adopta con frecuencia un comportamiento «estrábico»: mira con deferencia a las personas famosas, de alto nivel, admiradas por el mundo, y aparta la vista de tantos Lázaros de ahora, de los pobres y los que sufren, que son los predilectos del Señor.
Pero el Señor mira a los que el mundo abandona y descarta. Lázaro es el único personaje de las parábolas de Jesús al que se le llama por su nombre. Su nombre significa «Dios ayuda». Dios no lo olvida, lo acogerá en el banquete de su Reino, junto con Abraham, en una profunda comunión de afectos. El hombre rico, en cambio, no tiene siquiera un nombre en la parábola; su vida cae en el olvido, porque el que vive para sí no construye la historia. ¡Y un cristiano tiene que hacer historia! Tiene que salir de sí mismo, ¡para hacer historia! Quien vive para sí mismo no hace la historia. La insensibilidad de hoy abre abismos infranqueables para siempre. Y nosotros hemos caído en este momento, en esta enfermedad de la indiferencia, del egoísmo de la mundanidad.
En la parábola vemos otro aspecto, un contraste. La vida de este hombre sin nombre se describe como opulenta y presuntuosa: es una continua reivindicación de necesidades y derechos. Incluso después de la muerte insiste para que lo ayuden y pretende su interés. La pobreza de Lázaro, sin embargo, se manifiesta con gran dignidad: de su boca no salen lamentos, protestas o palabras despectivas. Es una valiosa lección: como servidores de la palabra de Jesús, estamos llamados a no hacer alarde de apariencia y a no buscar la gloria; ni tampoco podemos estar tristes y disgustados. No somos profetas de desgracias que se complacen en denunciar peligros o extravíos; no somos personas que se atrincheran en su ambiente, lanzando juicios amargos contra la sociedad, la Iglesia, contra todo y todos, contaminando el mundo de negatividad. El escepticismo quejoso no es propio de quien tiene familiaridad con la Palabra de Dios.
El que proclama la esperanza de Jesús es portador de alegría y sabe ver más lejos, tiene horizontes, no un muro que lo cierra; ve lejos porque sabe mirar más allá del mal y de los problemas. Al mismo tiempo, ve bien de cerca, pues está atento al prójimo y a sus necesidades. El Señor nos lo pide hoy: ante los muchos Lázaros que vemos, estamos llamados a inquietarnos, a buscar caminos para encontrar y ayudar, sin delegar siempre en otros o decir: «Te ayudaré mañana, hoy no tengo tiempo, te ayudaré mañana». Y esto es una pena. El tiempo para ayudar a los demás es tiempo regalado a Jesús, es amor que permanece: es nuestro tesoro en el cielo, que nos ganamos aquí en la tierra.

En conclusión, queridos catequistas y queridos hermanos y hermanas, que el Señor nos conceda la gracia de vernos renovados cada día por la alegría del primer anuncio: Jesús nos ama personalmente. Que nos dé la fuerza para vivir y anunciar el mandamiento del amor, superando la ceguera de la apariencia y las tristezas del mundo. Que nos vuelva sensibles a los pobres, que no son un apéndice del Evangelio, sino una página central, siempre abierta ante todos.

martes, 1 de marzo de 2016

INTENCIONES DE ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO PARA MARZO DE 2016.

La intención universal del apostolado de la oración del Santo Padre para el mes de Marzo: Familias en dificultad.
Para que las familias en dificultad reciban el apoyo necesario y los niños puedan crecer en ambientes sanos y serenos. 

Por la Evangelización: Cristianos perseguidos.

Que los cristianos discriminados o perseguidos a causa de su fe, se mantengan firmes en las pruebas guardando la fidelidad al Evangelio, gracias a la oración incesante de toda la Iglesia.

miércoles, 20 de enero de 2016

TEXTO COMPLETO CATEQUESIS DEL PAPA FRACISCO. MIERCOLES 20 DE ENERO DE 2016.


AÑO DE LA MISERICORDIA.

SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS.


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hemos estuchado el texto bíblico que este año guía la reflexión en la Semana de Oración para la unidad de los cristianos, que se celebra del 18 al 25 de enero. Esta semana. Tal pasaje de la Primera Carta de san Pedro ha sido elegido por un grupo ecuménico de Letonia, encargado por el Consejo Ecuménico de las Iglesias y por el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos.

Al centro de la catedral luterana de Riga hay una fuente bautismal del siglo XII, el tiempo en que Letonia fue evangelizada por San Meinardo. Aquella fuente es un signo elocuente de un origen de la fe reconocida por todos los cristianos de Letonia, católicos, luteranos y ortodoxos. Tal origen es nuestro Bautismo común. El Concilio Vaticano II afirma que «el Bautismo constituye el vínculo sacramental de la unidad vigente entre todos aquellos que por medio de él han sido regenerados». La Primera Carta de Pedro está dirigida a la primera generación de los cristianos para hacerlos conscientes del don recibido con el Bautismo y de las exigencias que implica. También nosotros, en esta Semana de Oración, estamos invitados a redescubrir todo esto, y a hacerlo juntos, yendo más allá de nuestras divisiones.

En primer lugar, compartir el Bautismo significa que todos somos pecadores y tenemos necesidad de ser salvados, redimidos, liberados del mal. Es este el aspecto negativo, que la Primera Carta de Pedro llama «tinieblas» cuando dice: «[Dios] los ha llamado fuera de las tinieblas para conducirlos a su admirable luz». Esta es la experiencia de la muerte, que Cristo ha hecho propia, y que es simbolizada en el Bautismo al ser sumergidos en el agua, y a la cual sigue el resurgir, símbolo de la resurrección a la nueva vida en Cristo. Cuando nosotros cristianos decimos que compartimos un solo Bautismo, afirmamos que todos nosotros –católicos, protestantes y ortodoxos- compartimos la experiencia de estar llamados de las tinieblas feroces y alienantes al encuentro con el Dios vivo, pleno de misericordia. Todos de hecho, lamentablemente, tenemos experiencia del egoísmo, que genera división, cerrazón, desprecio. Volver a partir del Bautismo quiere decir reencontrar la fuente de la misericordia, fuente de esperanza para todos, porque ninguno está excluido de la misericordia de Dios, ninguno está excluido de la misericordia de Dios.

El compartir esta gracia crea un vínculo indisoluble entre nosotros los cristianos, así que, en virtud del Bautismo, podamos considerarnos todos realmente hermanos. Somos realmente pueblo santo de Dios, aunque si, a causa de nuestros pecados, no somos todavía un pueblo plenamente unido. La misericordia de Dios, que actúa en el Bautismo, es más fuerte de nuestras divisiones, es más fuerte. En la medida en que recibimos la gracia de la misericordia, nosotros nos transformamos siempre más plenamente en pueblo de Dios, y nos transformamos también en capaces de anunciar a todos sus obras maravillosas, precisamente a partir de un simple y fraterno testimonio de unidad. Nosotros cristianos podemos anunciar a todos la fuerza del Evangelio comprometiéndonos a compartir las obras de misericordia corporales y espirituales. Este es un testimonio concreto de unidad.

En conclusión, queridos hermanos y hermanas, todos nosotros cristianos, por la gracia del Bautismo, hemos obtenido misericordia de Dios y hemos sido recibidos en su pueblo. Todos, católicos, ortodoxos y protestantes, formamos un sacerdocio real y una nación santa. Esto significa que tenemos una misión común, que es aquella de transmitir la misericordia recibida a los otros, comenzando por los más pobres y abandonados. Durante esta Semana de Oración, rezamos para que todos nosotros discípulos de Cristo encontremos el modo de colaborar juntos para llevar la misericordia del Padre a cada parte de la tierra. Gracias.

lunes, 11 de enero de 2016

VIDEO DE ORACION DEL PAPA PARA ENERO DE 2016



El Vídeo del Papa es una iniciativa que ha puesto en marcha la Red Mundial de Oración del Papa (Apostolado de la Oración) para difundir las intenciones mensuales del Santo Padre.

viernes, 1 de enero de 2016

INTENCIONES DE ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO PARA ENER0 DE 2016.

La intención universal del apostolado de la oración del Santo Padre para el mes de Enero:
Diálogo interreligioso.
Que el diálogo sincero entre hombres y mujeres de diversas religiones, conlleve frutos de paz y justicia.

Por la Evangelización: Unidad de los cristianos.
Para que mediante el diálogo y la caridad fraterna, con la gracia del Espíritu Santo, se superen las divisiones entre los cristianos.

lunes, 28 de diciembre de 2015

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO EN LA MISA PARA LAS FAMILIAS.


Basílica Vaticana
Domingo 27 de diciembre de 2015
Fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José

Las Lecturas bíblicas que hemos escuchado nos presentan la imagen de dos familias que hacen su peregrinación hacia la casa de Dios. Elcaná y Ana llevan a su hijo Samuel al templo de Siló y lo consagran al Señor (cf. 1 S 1,20- 22,24-28). Del mismo modo, José y María, junto con Jesús, se ponen en marcha hacia Jerusalén para la fiesta de Pascua (cf. Lc 2,41-52).

Podemos ver a menudo a los peregrinos que acuden a los santuarios y lugares entrañables para la piedad popular. En estos días, muchos han puesto en camino para llegar a la Puerta Santa abierta en todas las catedrales del mundo y también en tantos santuarios. Pero lo más hermoso que hoy pone de relieve la Palabra de Dios es que la peregrinación la hace toda la familia. Papá, mamá y los hijos, van juntos a la casa del Señor para santificar la fiesta con la oración. Es una lección importante que se ofrece también a nuestras familias. Podemos decir incluso que la vida de la familia es un conjunto de pequeñas y grandes peregrinaciones.

Por ejemplo, cuánto bien nos hace pensar que María y José enseñaron a Jesús a decir sus oraciones. Y esto es una peregrinación, la peregrinación de educar en la oración. Y también nos hace bien saber que durante la jornada rezaban juntos; y que el sábado iban juntos a la sinagoga para escuchar las Escrituras de la Ley y los Profetas, y alabar al Señor con todo el pueblo. Y, durante la peregrinación a Jerusalén, ciertamente cantaban con las palabras del Salmo: «¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”. Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén» (122,1-2).

Qué importante es para nuestras familias a caminar juntos para alcanzar una misma meta. Sabemos que tenemos un itinerario común que recorrer; un camino donde nos encontramos con dificultades, pero también con momentos de alegría y de consuelo. En esta peregrinación de la vida compartimos también el tiempo de oración. ¿Qué puede ser más bello para un padre y una madre que bendecir a sus hijos al comienzo de la jornada y cuando concluye? Hacer en su frente la señal de la cruz como el día del Bautismo. ¿No es esta la oración más sencilla de los padres para con sus hijos? Bendecirlos, es decir, encomendarles al Señor, como hicieron Elcaná y Ana, José y María, para que sea él su protección y su apoyo en los distintos momentos del día. Qué importante es para la familia encontrarse también en un breve momento de oración antes de comer juntos, para dar las gracias al Señor por estos dones, y para aprender a compartir lo que hemos recibido con quien más lo necesita. Son pequeños gestos que, sin embargo, expresan el gran papel formativo que la familia desempeña en la peregrinación de cada día.

Al final de aquella peregrinación, Jesús volvió a Nazaret y vivía sujeto a sus padres (cf. Lc 2,51). Esta imagen tiene también una buena enseñanza para nuestras familias. En efecto, la peregrinación no termina cuando se ha llegado a la meta del santuario, sino cuando se regresa a casa y se reanuda la vida de cada día, poniendo en práctica los frutos espirituales de la experiencia vivida. Sabemos lo que hizo Jesús aquella vez. En lugar de volver a casa con los suyos, se había quedado en el Templo de Jerusalén, causando una gran pena a María y José, que no lo encontraban. Por su «aventura», probablemente también Jesús tuvo que pedir disculpas a sus padres. El Evangelio no lo dice, pero creo que lo podemos suponer. La pregunta de María, además, manifiesta un cierto reproche, mostrando claramente la preocupación y angustia, suya y de José. Al regresar a casa, Jesús se unió estrechamente a ellos, para demostrar todo su afecto y obediencia. Estos momentos, que con el Señor se transforman en oportunidad de crecimiento, en ocasión para pedir perdón y recibirlo y de demostrar amor y obediencia, también forman parte de la peregrinación de la familia.

Que en este Año de la Misericordia, toda familia cristiana sea un lugar privilegiado para esta peregrinación en el que se experimenta la alegría del perdón. El perdón es la esencia del amor, que sabe comprender el error y poner remedio. Pobres de nosotros si Dios no nos perdonase. En el seno de la familia es donde se nos educa al perdón, porque se tiene la certeza de ser comprendidos y apoyados no obstante los errores que se puedan cometer.

No perdamos la confianza en la familia. Es hermoso abrir siempre el corazón unos a otros, sin ocultar nada. Donde hay amor, allí hay también comprensión y perdón. Encomiendo a vosotras, queridas familias, esta cotidiana peregrinación doméstica, esta misión tan importante, de la que el mundo y la Iglesia tienen más necesidad que nunca.

Para ir al original pinchar aquí

jueves, 3 de septiembre de 2015

10 FRASES MÁS SIGNIFICATIVAS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA FAMILIA

El Papa Francisco instó a los padres a implicarse más en la vida de sus hijos en la audiencia general dedicada a la familia. En su catequesis advirtió que muchos problemas a los que se enfrentan los adolescentes pueden tener su origen en los "padres ausentes" que están físicamente en casa pero no tienen tiempo para estar de verdad con sus hijos. En canal Orbe 21 te dejamos las 10 frases más significativas de Francisco acerca de la familia en este más de año y medio de pontificado.

1. Paternidad Responsable
“La palabra clave para responder es la paternidad responsable,  y cada persona, en el diálogo con su pastor, busca cómo llevar a cabo esa paternidad... Perdonen, pero  hay algunos que creen que para ser buenos católicos debemos ser como conejos”.

2.Familias Numerosas
“Da consolación y esperanza ver a tantas familias numerosas que reciben a los hijos como un verdadero don de Dios. Ellos saben que cada hijo es una bendición”.

3. Cuidar al otro
“De la familia se aprende a cuidar del otro, del bien del otro, a amar la armonía de la creación y a disfrutar y compartir sus frutos, favoreciendo un consumo racional, equilibrado y sostenible”.

4. La familia conserva la fe
“Las familias cristianas son familias misioneras. Son misioneras también en la vida de cada día, haciendo las cosas de todos los días, imponiendo en todo la sal y la levadura de la fe. Conservar la fe en familia y poner la sal y la levadura de la fe en las cosas de todos los días”.

5. La alegría de la familia
“La verdadera alegría que se disfruta en familia no es algo superficial, no viene de las cosas, de las circunstancias favorables… la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente el camino de la vida”.

6. Las Familias y el amor
“En su camino familiar, ustedes comparten tantos momentos inolvidables: las comidas, el descanso, las tareas de la casa, la diversión, la oración, las excursiones y peregrinaciones, la solidaridad con los necesitados… Sin embargo, si falta el amor, falta la alegría, y el amor auténtico nos lo da Jesús”.

7. Las familias perfectas
“Todos sabemos que no existe la familia perfecta, ni el marido o la mujer perfectos. No digamos la suegra perfecta... Existimos nosotros, los pecadores. Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: que un día no termine nunca sin pedir perdón”.

8. La Paz en la Familia
“Todos nos equivocamos, y a veces alguno se ofende en la familia, en la pareja; fuerte algunas veces… Yo digo “vuelan los platos”, ¿eh? Se dicen palabras fuertes, pero escuchen este consejo: no terminen el día sin hacer las paces. La paz se rehace cada día en la familia. Pidiendo perdón: “perdóname” y se recomienza de nuevo”.

9. Palabras Claves para la Familia
“Para llevar adelante una familia es necesario usar tres palabras. Quiero repetirlo, tres palabras: permiso, gracias, y perdón. Tres palabras claves”.

10.Hogar, Familia y Bendición
“Tener un lugar a donde ir, se llama Hogar. Tener personas a quien amar, se llama Familia, y tener ambas se llama Bendición.”Permiso, gracias y perdón”.

lunes, 27 de octubre de 2014

FRANCISCO EN STA. MARTA: 'ESTAMOS LLAMADOS A TRABAJAR POR LA UNIDAD'.

En la homilí­a de este viernes, el Santo Padre invita a edificar la Iglesia con las virtudes de la humildad, la magnanimidad, la dulzura y la mansedumbre.
FUENTE ZENIT.
Todo cristiano está llamado a trabajar por la unidad de la Iglesia. Es la exhortación formulada por el papa Francisco en la misa de esta mañana en la capilla de la Casa Santa Marta. El Pontífice ha subrayado que debemos ser guiados por el Espíritu Santo, que hace la unidad de la Iglesia en la diversidad de las personas. 
"Yo, prisionero, os exhorto a construir la unidad en la Iglesia". El papa Francisco ha desarrollado su homilía a partir de esta exhortación de san Pablo en la Carta a los Filipenses. "Hacer la unidad de la Iglesia --ha observado el Santo Padre-- es el trabajo de la Iglesia y de cada cristiano en la historia". El apóstol Pedro, ha añadido, "cuando habla de la Iglesia, habla de un templo hecho de piedras vivas, que somos nosotros". Al contrario, ha advertido, "de ese otro templo de la soberbia que era la Torre de Babel". El primer templo, ha insistido, "trae la unidad", el otro "es el símbolo de la desunión, del no entendernos, de la diversidad de lenguas":
"Hacer la unidad de la Iglesia, construir la Iglesia, este templo, esta unidad de la Iglesia: esta es la tarea de cada cristiano, de cada uno de nosotros. Cuando se tiene que construir un templo, un edificio, se busca un terreno edificable, preparado para esto. La primera cosa que se hace es buscar la piedra basal, la piedra angular dice la Biblia. Y la piedra angular de la unidad de la Iglesia, o mejor, la piedra angular de la Iglesia es Jesús, y la piedra angular de la unidad de la Iglesia es la oración de Jesús en la Última Cena: '¡Padre, que sean uno!'. ¡Y esta es la fuerza!"
Jesús, ha reiterado, es "la roca sobre la que edificamos la unidad de la Iglesia", "sin esta piedra no se puede. No hay unidad sin Jesucristo como base: es nuestra seguridad". Pero, ¿quién, entonces, --se ha preguntado el Papa-- "construye esta unidad"? Este, ha sido su respuesta, "es el trabajo del Espíritu Santo. Es el único capaz de hacer la unidad de la Iglesia. Y por eso Jesús lo ha enviado: para hacer crecer la Iglesia, para que sea fuerte, para que sea una". Es el Espíritu, ha proseguido, el que hace "la unidad de la Iglesia" en la "diversidad de los pueblos, las culturas, las personas". ¿Cómo, entonces, se "construye este templo"?, se ha preguntado nuevamente Francisco. Si el apóstol Pedro, cuando hablaba de esto, "decía que éramos piedras vivas de esta construcción", san Pablo "nos aconseja que no seamos piedras, sino más bien ladrillos débiles". Los consejos del Apóstol de los gentiles para "construir esta unidad son consejos de debilidad, de acuerdo con el pensamiento humano":
"La humildad, la dulzura, la magnanimidad: son cosas débiles, porque el humilde parece que no sirve para nada; la dulzura, la mansedumbre, parece que no sirven; la magnanimidad, estar abierto a todos, tener un gran corazón... Y luego dice más: 'Soportándoos los unos a los otros en el amor'. Soportándoos los unos a los otros en el amor, ¿dando importancia a qué? A conservar la unidad. Y nos convertimos en piedras más fuertes de este templo mientras más débiles nos hacemos con estas virtudes de la humildad, la magnanimidad, la dulzura, la mansedumbre".
Este, ha recalcado, es "el mismo camino que ha hecho Jesús", que "se ha hecho débil" hasta la Cruz "¡y se convirtió en fuerte!" Y así debemos hacer nosotros: "El orgullo, la suficiencia, no sirven". Cuando se hace una construcción, ha afirmado, "es necesario que el arquitecto haga el plano. ¿Y cuál es el plano de la unidad de la Iglesia?":
"La esperanza a la que hemos sido llamados: la esperanza de ir al Señor, la esperanza de vivir en una Iglesia viva, hecha de piedras vivas, con la fuerza del Espíritu Santo. Sólo sobre el plano de la esperanza podemos avanzar en la unidad de la Iglesia. Hemos sido llamados a una gran esperanza. ¡Vamos allí! Pero con la fuerza que nos da la oración de Jesús por la unidad; con docilidad al Espíritu Santo, que es capaz de transformar los ladrillos en piedras vivas; y con la esperanza de encontrar al Señor que nos ha llamado, encontrarlo cuando ocurra la plenitud de los tiempos".
BLOG: Una buena receta para vivir en familia.

martes, 1 de julio de 2014

FRANCISCO A LOS JÓVENES: SI NO AMAMOS A MARÍA SOMOS HUÉRFANOS

En la gruta de Lourdes en los jardines del Vaticano, el Santo Padre invitó a no conformarse con la cultura de lo provisional
Este sábado 28 por la tarde, el papa Francisco encontró en la Gruta de Lourdes de los Jardines Vaticanos a un grupo de jóvenes de la diócesis de Roma. ''Esta visita a la Virgen es muy importante en nuestra vida. Ella nos acompaña incluso en la decisión más definitiva, en la decisión vocacional porque acompaño a su Hijo en su camino que fue muy duro y doloroso. Ella nos acompaña siempre'' indicó.
''Cuando un cristiano --prosiguió el Santo Padre-- me dice, no que él no ama a la Virgen, y que no siente la necesidad de buscarla y rezarle, me entristezco''.  Porque ''un cristiano sin la Virgen está huérfano, como también lo está un cristiano sin la Iglesia. Un cristiano necesita a estas dos mujeres, dos mujeres madres, dos mujeres vírgenes: la Iglesia y la Virgen.
Y para hacer la prueba de una vocación cristiana justa, hay que preguntarse: ''¿Cómo es mi relación con estas dos Madres?''. El Pontífice le indicó a los jóvenes que en la actual cultura de lo provisional es importante no perder el sentido de lo definitivo. ''Tenemos miedo de lo definitivo. Y para elegir cualquier vocación, también las que marcan un estado: el matrimonio, la vida consagrada, el sacerdocio, hay que elegir desde una perspectiva definitiva.

Y a eso se opone la cultura de lo provisional. Es una parte de la cultura que nos toca vivir en este momento y hay que vivirla y vencerla''. Antes de despedirse de los presentes les invitó a cantar el 'Salve Regina', después de que impartió su bendición a los jóvenes y a sus familias u les pidió que recen por él.

lunes, 30 de junio de 2014

AUDIENCIA DEL MIÉRCOLES. TEXTO COMPLETO: LA IDENTIDAD CRISTIANA ES PERTENECER LA IGLESIA

El Santo Padre en la catequesis sobre la Iglesia. Nombre: 'soy cristiano'; apellido: 'pertenezco a la Iglesia'
Queridos hermanos y hermanas,
en la primera catequesis sobre la Iglesia, el miércoles pasado, hemos iniciado de la iniciativa de Dios que quiere formar un pueblo que lleva su bendición a todos los pueblos de la tierra. Comienza con Abraham y después, con mucha paciencia -- y Dios la tiene, tiene mucha-- prepara este pueblo en la Antigua Alianza hasta que, en Jesucristo, lo constituye como signo e instrumento de la unión de los hombres con Dios y entre ellos.
Hoy queremos detenernos sobre la importancia, para el cristiano, de pertenecer a este pueblo. Hablamos de la pertenencia a la Iglesia. No estamos solos y no somos cristianos a título individual, cada uno por su cuenta: ¡nuestra identidad cristiana es pertenencia! Somos cristianos porque nosotros pertenecemos a la Iglesia.
Es como un apellido: si el nombre es 'soy cristiano' el apellido es 'pertenezco a la Iglesia'. Es muy bonito darse cuenta cómo esta pertenencia sea expresada también en el nombre que Dios se atribuye a sí mismo.
Respondiendo a Moisés, en el episodio estupendo de la zarza ardiente, se define como el Dios de los padres, --no dice yo soy el Omnipotente-- Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. De esta forma Él de manifiesta como Dios que ha hecho una alianza con nuestros padres y permanece siempre fiel a su pacto, y nos llama a entrar en esta relación que nos precede.
Esta relación de Dios con su pueblo nos precede a todos nosotros, desde aquel tiempo. En este sentido, el pensamiento va en primer lugar, con gratitud, a aquellos que nos han precedido y que nos han acogido en la Iglesia.

¡Nadie se hace cristiano por sí mismo! ¿Está claro esto? Nadie se hace cristiano por sí mismo. No se hacen cristianos en el laboratorio. El cristiano es parte de un pueblo que viene de lejos. El cristiano pertenece a un pueblo que se llama Iglesia y esta Iglesia lo hace cristiano, el día del bautismo, ¿se entiende? Y después con el recorrido de la catequesis, y tantas cosas. Pero nadie, nadie, se hace cristiano por sí.
Sí nosotros creemos, si sabemos rezar, si conocemos al Señor y podemos escuchar su Palabra, si lo sentimos cerca y lo reconocemos en los hermanos, es porque otros, antes que nosotros, han vivido la fe y después nos la han transmitido, la fe la hemos recibida de nuestros padres, de nuestros antepasados y ellos nos la han enseñado.
Si lo pensamos bien, quién sabe cuántos rostros queridos nos pasan delante de los ojos, en este momento: puede ser el rostro de los padres que han pedido para nosotros el bautismo; el de nuestros abuelos o algún familiar que nos ha enseñado a hacer el signo de la cruz y a recitar las primeras oraciones.
Yo siempre recuerdo mucho el rostro e la religiosa que me ha enseñado el catecismo y siempre me viene, está en el cielo seguro porque es una mujer santa, yo la recuerdo siempre y doy gracias a Dios por esta religiosa. O el rostro del párroco, de otro sacerdote, o de una religiosa, de un catequista, que nos ha transmitido el contenido de la fe y nos ha hecho crecer como cristianos. Esta es la Iglesia: es una gran familia en la cual se es acogido y se aprende a vivir como creyentes y discípulos del Señor.
Este camino lo podemos vivir no sólo gracias a otras personas, sino junto a otras personas. En la Iglesia no existe el 'hazlo tú', no existen 'bateadores libres'. ¡Cuántas veces el papa Benedicto ha descrito la Iglesia como un 'nosotros' eclesial! A veces sucede que se oye a alguien decir: "yo creo que Dios. Creo en Jesús, pero la Iglesia no me interesa..." ¿Cuántas veces hemos oído esto? Y esto no va.
Hay quien afirma poder tener una relación personal, directa, inmediata con Jesucristo fuera de la comunión y de la mediación de la Iglesia. Son tentaciones peligrosas y dañinas. Son, como decía, el gran Pablo VI, dicotomías absurdas. Es verdad que caminar juntos es laborioso, y a veces puede resultar cansado: puede suceder que algún hermano o alguna hermana nos dé problemas, o escándalo... Pero el Señor ha confiado su mensaje de salvación a las personas humanas, a todos nosotros, a los testigos; y es en nuestros hermanos y hermanas, con sus dones y sus límites, que viene a nuestro encuentro y se hace reconocer.
Y esto significa pertenecer a la Iglesia. Recordadlo bien, ser cristiano significa pertenecer a la Iglesia. El nombre es cristiano, el apellido es pertenencia a la Iglesia.


Queridos amigos, pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, la gracia de no caer nunca en la tentación de pensar poder prescindir de los otros, poder prescindir de la Iglesia, poder salvarnos solos, de ser cristianos de laboratorio. Al contrario, no se puede amar a Dios sin amar a los hermanos; no se puede amar a Dios fuera de la Iglesia, no se puede estar en comunión con Dios sin estarlo con la Iglesia y no podemos ser buenos cristianos si no junto a todos aquellos que buscan seguir al Señor Jesús, como un único pueblo, un único pueblo, y esto es la Iglesia. Gracias. ​​​​​​​​

EL PAPA EN LA AUDIENCIA HA INVITADO A 'SER Y SENTIRSE IGLESIA'

A pesar del tiempo inestable recorre toda la plaza saludando a los miles de peregrinos
El papa Francisco realizó este 25 de junio como todos los miércoles, la audiencia en plaza San Pedro. A su entrada, en un largo recorrido en el jeep descubierto, saludó a los miles de peregrinos reunidos a pesar del tiempo inestable, caluroso y con chaparrones. A las 6 de la mañana ya comenzaban a llegar los peregrinos para la audiencia que comienza poco antes de las 10.
Le acercaron al Papa como es costumbre a diversos niños a quienes besó y saludó, como también a ancianos, en medio del entusiasmo generalizado.
Concluida de la audiencia fueron los saludos particulares. Entre los presentes estaba Jorge Bergoglio, no el papa Jorge María Bergoglio, sino un primo del Pontífice que desde la ciudad argentina de Córdoba vino a saludarle, con su familia.
En la audiencia entre los grupos de numerosos países estaba el conformado por diversas parroquias de Madrid, con el cardenal Antonio Rouco Varela y los obispos auxiliares. Los había también de México, Honduras, Colombia, Chile Argentina y Brasil.
En el resumen de la catequesis en español a los presentes, el Santo Padre indicó:
“Dios ha querido formar un pueblo que lleve su bendición a todos los pueblos de la Tierra. En Jesucristo, lo establece como signo e instrumento de unión de los hombres con Dios y entre ellos. De ahí la importancia de pertenecer a este pueblo”.
“Nosotros no somos cristianos a título individual, cada uno por su cuenta. Nuestra identidad es pertenencia. Decir «soy cristiano» equivale a decir: «Pertenezco a la Iglesia». Soy de ese pueblo con el que Dios estableció desde antiguo una alianza, a la que siempre es fiel”.
“De aquí nuestra gratitud a los que nos han precedido y acogido en la Iglesia, quienes nos han transmitido la fe, enseñado a rezar y pedido para nosotros el Bautismo. Nadie se hace cristiano por sí mismo.”
“La Iglesia es una gran familia, que nos acoge y nos enseña a vivir como creyentes y discípulos del Señor. Y no sólo somos cristianos gracias a otros, sino que únicamente podemos serlo junto con otros. En la Iglesia nadie va «por libre»”.
“Quien dice creer en Dios pero no en la Iglesia, tener una relación directa con Cristo fuera de ella, cae en una dicotomía absurda. Dios ha confiado su mensaje salvador a personas humanas, a testigos, y se nos da a conocer en nuestros hermanos y hermanas”.
En los saludos finales se dirigió a los peregrinos de lengua española, en particular a los peregrinos de la Archidiócesis de Madrid y de La Escuela Franciscana, de San Pedro Sula, así como a los demás grupos provenientes de España, México, Honduras, Colombia, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos.

“Recuerden que, como cristianos, no podemos prescindir de los demás, de la Iglesia; no podemos salvarnos por nosotros solos”. Dijo.

jueves, 26 de junio de 2014

LA FAMILIA NO ES RELIQUIA SINO ESPERANZA PARA EL FUTURO

Discurso del observador permanente de la Santa Sede en la ONU en la sesión del Consejo de los derechos humanos
La familia es una célula fundamental de la sociedad humana. Así lo ha afirmado monseñor Silvano María Tomasi, observador permanente de la Santa Sede en la ONU de Ginebra, durante su intervención en la 26ª Sesión del Consejo de los derechos humanos.
El prelado destacó en su discurso que "la familia sigue demostrando un mayor vigor" respecto a la fuerza de aquellos que han intentado e intentan eliminarla como "una reliquia del pasado, un obstáculo a la emancipación del individuo o a la creación de una sociedad libre, feliz y paritaria", dice el texto del discurso enviado a ZENIT.
Por otro lado, monseñor Tomasi hizo referencia al vínculo entre "la familia y la sociedad" que tienen "una función complementaria en la defensa y promoción del bien de cada persona y de la humanidad". Además, recordó que "la dignidad y los derechos del individuo no se ven disminuidos por la atención prestada a la familia". Por el contrario, "la mayoría de la gente encuentra una protección única, nutrición, y la energía dinámica de su pertenencia a una familia fuerte y saludable basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer". Por otra parte, monseñor Tomasi observó que "numerosas pruebas han demostrado que el interés superior del niño se asegura en un ambiente familiar armonioso en el que la educación y la formación de los niños se desarrollan en el contexto de la experiencia vivida con los modelos de conducta de los padres, tanto masculino como femenino".

A continuación, el prelado indicó que "la familia es la célula fundamental de la sociedad en la que las generaciones encuentran amor, educación y apoyo recíproco, y la transmisión del don de la vida", así como "donde se aprende a vivir con los demás a pesar de nuestras diferencias". De este modo, recordó que esta visión se encuentra "en la historia de todas las culturas". Por esta razón, el observador vaticano señaló que la "Declaración Universal de Derechos Humanos reconoció únicos, profundos, y sin concesiones los derechos y deberes de la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer".

Para finalizar su discurso, monseñor Tomasi renovó la postura de la Delegación de la Santa Sede sobre la familia, entendida como "un todo y unidad integral, la cual no debe ser dividida o marginada". Por esta razón, el prelado afirmó que "la familia y el matrimonio tienen que ser defendidos y promovidos no sólo por el Estado sino también por el conjunto de la sociedad". Y añadió que "ambos requieren la decidida apuesta de cada persona, ya que es a partir de la familia y el matrimonio que se puede dar una respuesta completa a los retos del presente y los riesgos del futuro. El camino a seguir está indicado en los derechos humanos fundamentales y por los convenios que garantizan la universalidad de esos derechos y su valor vinculante, que debe ser preservado y promovido por la comunidad internacional relacionada".

EN STA. MARTA: ¿UN EURO MÁS NOS DA LA FELICIDAD?

Francisco en la homilí­a de hoy invita a reflexionar sobre los tesoros a los que está unido nuestro corazón
Jesús nos pide tener el corazón libre de dinero, vanidad y poder. Lo ha recordado el papa Francisco en la homilía de esta mañana en la Casa Santa Marta. El Santo Padre ha indicado que las verdaderas riquezas son las que hacen "luminoso" el corazón como la adoración a Dios y el amor al prójimo. Y así, ha advertido sobre los tesoros mundanos que pesan y encadenan nuestro corazón.
El papa Francisco ha desarrollado su homilía sobre el consejo de Jesús en el Evangelio de hoy "no acumuléis, para vosotros, tesoros en la tierra". Este es un "consejo de prudencia", porque los tesoros sobre la tierra "no son seguros: se estropean, vienen los ladrones y se los llevan". Y, ¿en qué tesoros piensa Jesús?, se ha preguntado el Papa. Y responde: "principalmente en tres y siempre vuelve sobre el mismo argumento".
"El primer tesoro: el oro, el dinero, las riquezas...'Pero no estás seguro con esto porque, quizá, te lo robarán ¿no?' ; 'no, ¡estoy seguro con las inversiones!'; '¡quizá cae la Bolsa y tú te quedas sin nada! Dime, ¿un euro más te hace más feliz o no? Las riquezas, tesoro peligroso, peligroso... Pero las riquezas son buenas, sirven para hacer muchas cosas buenas, para llevar adelante la familia: ¡esto es verdad! Pero si tú las acumulas como un tesoro, ¡te roban el alma! Jesús en el Evangelio vuelve a este tema, sobre las riquezas, sobre el peligro de las riquezas, sobre poner la esperanza en las riquezas".
A continuación el Pontífice ha hablado del segundo tesoro: la vanidad, "el tesoro de tener prestigio, de hacerse ver". Y esto siempre es condenado por Jesús, ha recordado el Papa. De esto modo, ha invitado a pensar lo que Jesús "dice a los doctores de la ley, cuando ayunan, cuando dan limosna, cuando rezan para hacerse ver". El Santo Padre ha citado a san Bernardo cuando afirmaba: "tu belleza terminará por ser comida de gusanos".

Finalmente el tercer tesoro es "el orgullo", "el poder". El Papa ha hecho referencia a la Primera Lectura donde se narra la caída de la reina Atalía. "Su gran poder duró siete años, después fue asesinada. ¡El poder termina!", ha recordado. Y ha añadido: "cuántos grandes, orgullosos, hombres y mujeres de poder han terminado en el anonimato, en la miseria o en prisión". Es de ahí de donde viene la exhortación de no acumular dinero, vanidad, orgullo, poder. Estos tesoros "no sirven" ha insistido.
El Señor nos pide acumular "tesoros del cielo", ha afirmado Francisco. "Aquí está el mensaje de Jesús: 'Pero si tu tesoro está en las riquezas, en la vanidad, en el poder, en el orgullo, ¡tu corazón estará encadenado ahí!" Tu corazón será esclavo de las riquezas, de la vanidad, del orgullo'. ¡Y Jesús nos quiere con un corazón libre! Este es el mensaje de hoy. 'Pero, por favor, ¡debemos tener un corazón libre!', nos dice Jesús. Nos habla de la libertad del corazón. Y tener un corazón libre solamente se puede tener con los tesoros del cielo: el amor, la paciencia, el servicio a los otros, la adoración a Dios. Estas son las verdaderas riquezas que no son robadas. Las otras riquezas pesan en el corazón. Pesan en el corazón: lo encadenan, ¡no le da libertad!", ha explicado el Santo Padre.
Asimismo, el Papa ha hablado de un "corazón esclavo" que "no es un corazón luminoso: será tenebroso". Y si nosotros acumulamos tesoros de la tierra, "¡acumulamos oscuridades, que no sirven!" El Papa ha advertido que estos tesoros "no nos dan la alegría, pero sobre todo no nos dan la libertad". Sin embargo, "un corazón libre es un corazón luminoso, que ilumina a los otros, que hace ver el camino que lleva a Dios".

Para finalizar la homilía, el Santo Padre ha insistido en la idea de "un corazón luminoso, que no está encadenado, un corazón que va adelante y que también envejece bien, porque envejece como el buen vino: cuando el buen vino envejece es un buen vino envejecido. Sin embargo, el corazón que no es luminoso es como el vino malo: pasa el tiempo y se estropea más y se hace vinagre". Y así, Francisco ha pedido "que el Señor nos dé esta prudencia espiritual, para entender bien donde está mi corazón, a qué tesoro está unido mi corazón. Y también nos dé la fuerza de desencadenarlo, si está encadenado, para que se haga libre, luminoso y nos dé esta felicidad bella de los hijos de Dios: esa verdadera libertad".