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domingo, 28 de mayo de 2017

LA BODA DURA UN DÍA, EL SACRAMENTO ¡TODA LA VIDA!.

Sin lugar a dudas, decirle sí a la vocación del matrimonio es uno de los pasos más importantes.
Publicado el 19 ENERO 2017 CATHOLIC.NETFAMILIA Y VIDA
El día de nuestra boda, ese día donde decimos sí a nuestra unión de amor ante Dios y ante los hombres, es un momento transformador en nuestra jornada de vida. Podemos decir que de alguna manera la historia del ser humano de divide en antes y después de casarse ya que es ese instante cuando dejamos de ser un solo ser, una sola persona, para convertirnos en un solo ser y tres personas. ¿Cuáles son esas tres personas? El esposo, la esposa y Dios. Ese es el plan de Dios para el matrimonio. Dios nos creó hombre y mujer para que uniéndonos en una sola carne en mutuo amor y sellados y unidos en el amor de Dios, nuestro matrimonio sea el reflejo del Amor de Dios en la Tierra. En otras palabras, nos convertimos en la imagen de la Trinidad Santa en este mundo.
Sin lugar a dudas, decirle sí a la vocación del matrimonio es uno de los pasos más importantes –si no el más importante- que daremos en nuestra vida. Las implicaciones para la pareja, la familia que formarán, la sociedad y la Iglesia son enormes. Por ello, cuando preparamos nuestra boda, debemos tener en claro lo que implica esta verdad. De no hacerlo, corremos el peligro de pensar que el matrimonio, el Sacramento, se reduce a la planificación del día de nuestra boda. Hoy en día son muchos los que dedican más tiempo, esfuerzo, atención y aun estrés a buscar la iglesia más bonita, el vestido más bello, el lugar de recepción más elaborado, los arreglos florales más vistosos, la comida más elegante, el fotógrafo mejor y más profesional y un sinfín de cosas y gastos para asegurarse de que nuestra boda “sea la mejor”.
Boda - ©Pixabay
Pero son pocas las veces en que las parejas piensan en lo más importante. Pocas somos las parejas que se enfocan en el tiempo que invertirán en una buena preparación matrimonial, en conversar profundamente sobre cómo vamos a llevar nuestra vida familiar y espiritual, cuáles son los valores bajo los cuales regiremos nuestra vida juntos y la de nuestros hijos, cómo practicaremos y fomentaremos nuestra fe; en fin, como vamos a hacer de Dios el centro y la roca en la cual fundamentaremos nuestro matrimonio y familia.
Es triste ver cuántas parejas gastan sin medida y pasan cientos de horas y miles de dólares planeando su boda, pero recienten que la Iglesia les pida uno o dos días de preparación matrimonial, cuando se ha demostrado que las parejas que viven una buena preparación matrimonial reducen drásticamente la incidencia de divorcio y disfrutan de matrimonios más sanos y felices. Es impresionante ver cuántas parejas se unen simplemente por pasión, por no sentirse que están sin pareja (como sus amistades), para llenar el vacío de la soledad o para tener quien les sirva, sin tener un concepto claro de lo que verdaderamente es el matrimonio, según el plan de Dios, o de lo que el amor conyugal verdadero y maduro implica: un amor total, libre, fiel y fructífero.
Notamos con frecuencia que cuando las parejas comienzan a vivir la realidad de la vida diaria, cuando enfrentan el proceso de adaptación de dos vidas con diferentes pasados y trasfondos, cuando se dan cuenta que el amor conyugal exige sacrificios y no es solo disfrutar de compañía y beneficios, cuando se dan cuenta que el amor maduro implica no buscar egoístamente el bien propio sino el bien del ser amado, muchos terminan separándose y aun divorciándose, reduciendo así al Sacramento a poco más que un experimento para encontrar una felicidad que es vana y pasajera. Procuremos pues durante el tiempo de nuestro compromiso nupcial, centrarnos en lo que de verdad importa. Busquemos entender el verdadero significado y compromiso de esta unión, comprometernos a esta maravillosa vocación de vida que es el matrimonio, creado y diseñado por Dios para la felicidad de los cónyuges y la continuación de la vida humana. Recordemos que la boda dura un día, pero el matrimonio, ¡toda la vida!
FUENTE: ZENIT

sábado, 25 de marzo de 2017

LA NIETA QUE SE NOS FUE AL CIELO.

Inés vivió diez horas fuera del seno materno, para alegría de todos,
y se nos fue directa al Cielo.


Porque quizás a alguien le ayude, querría contar algunos detalles del tránsito por la tierra de nuestra nieta Inés, que, gracias a Dios, fue tan breve como maravilloso. María, nuestra hija mayor, y Angelma, su esposo, tienen tres hijos varones.Como estaba previsto, el domingo, 10 de mayo de 2015, María dio a luz a su cuarto-quinto hijo, la primera niña. Cuarto-quinto porque el primer embarazo fue extrauterino: hubo que extirpar la trompa y el bebé no fue viable. Los tres que ahora mismo viven son Jaime (siete años cuando nació Inés), Pablo (seis, en aquel momento) y Alejandro (cinco, también entonces).
Inés vivió diez horas fuera del seno materno, para alegría de todos, y se nos fue directa al Cielo. Ya lo sabíamos. Desde la segunda ecografía se advirtió que tenía una anencefalia: en estas circunstancias, el líquido amniótico impide el desarrollo del cerebro, por lo que las funciones vitales, una vez que deja el útero materno, mantienen al niño o a la niña en vida minutos, horas y, en algunos casos excepcionalísimos, días. Pero no más.
Todos éramos bien conscientes y, de nuevo gracias a Dios, estábamos ya preparados.

Los hechos
Según suele ocurrir, la realidad superó todas nuestras expectativas. El dolor es y seguirá siendo real —lo contrario sería antinatural—, aunque va disminuyendo con el transcurrir del tiempo, al paso que aumenta el gozo, sobrenatural e incluso humano.
Fue una auténtica bendición que el ginecólogo, José Ignacio, sea un estupendo creyente, con enorme prestigio en su hospital y una humanidad y una visión sobrenatural muy fuera de lo común. Supo orientar a María y Angelma en todo momento, cuidando hasta los menores detalles, con infinito cariño. Y la siguió atendiendo durante los días que pasó en el hospital y, como es lógico, también cuando lo dejó.
Ya dentro del quirófano todo era excepcional. Por desgracia, no suelen nacer los niños aquejados por esta dolencia: bien porque los abortan, bien porque fallecen en el seno materno. De ahí que bastantes de los médicos, enfermeros y enfermeras de guardia ese domingo, quisieran asistir al parto, movidos por un interés a la vez profesional y humano.
Según lo previsto, hubo cesárea, la cuarta de María, y la pequeña Inés fue bautizada en cuanto la sacaron del útero, en los brazos de su padre, Angelma, al que, por excepción, permitieron asistir a la cesárea.
Angelma se echó a llorar, emocionado, en cuanto la tuvo en sus brazos. María me comentó que es la única vez que lo ha visto llorar. Pero también lo hicieron alguno de los médicos y el capellán de la clínica que la bautizó. Este último, no durante el bautizo, sino al salir del quirófano. Ante la pregunta de una enfermera, cuando empezaba a responder, no pudo contenerse y rompió a llorar. Ella le comentó, con cierto asombro, que ya debía estar acostumbrado a situaciones análogas, a lo que el sacerdote asintió, pero añadiendo que nunca había visto a un padre agarrar con tanta fuerza a su hijo, como queriendo darle su propia vida.
Eso fue hacia las once de la mañana. A las doce, más o menos, llevaron a María para que se repusiera de la anestesia, y la pequeña Inés se vino con su padre, sus tres hermanos, los padres de Angelma, Lourdes y yo.

Primeras reacciones
La impresión, en cuanto nos quedamos con Inés, fue grande, al menos la mía. Poco más arriba de las cejas comenzaba una especie de gorrito, que habían colocado para que no se viera la enorme herida, en el lugar donde debería estar el cráneo. Los ojos eran un poco extraños —algo saltones— y también parte de la nariz; pero desde ahí hasta la punta de los pies Inesita era perfecta. La carita, que pronto comenzó a adquirir un tono levemente azulado, por faltarle el oxígeno, producía una ternura difícil de describir.
Sus hermanos, a quienes María y Angelma venían preparando desde tiempo atrás, se hicieron varias fotos con ella y con su padre; también Lourdes y yo, y lo mismo Vicentina y Valentín, sus abuelos por línea paterna.
La pudimos disfrutar, en esta primera etapa, hasta algo más de las dos de la tarde. Jaime, Pablo y Alejandro entendieron muy bien que el niño Jesús quisiera tanto a su hermanita que deseara llevársela ya consigo. Eso no impidió que se emocionaran, sobre todo el más pequeño de los tres, que parece el más brutote, como sucede a menudo entre los niños. Pero hacia las dos acusaron el cansancio de estar encerrados tanto tiempo en un cuarto pequeño: Valentín y yo nos lo llevamos a comer, dejando a Angelma y las dos abuelas con Inesita.
Conforme pasaban las horas de esa mañana, la primera sensación de cierta extrañeza dejó paso a una paz muy fuera de lo común, con la conciencia clara y palpable de que la Trinidad habitaba en esa criatura, que pronto iría a unirse completamente con Ella. Casi podía tocar a Dios. Algo que nunca en mi vida había sentido, al menos de ese modo.
Lourdes y Vicentina, que habían renunciado a comer para aprovechar más las horas de vida de su nieta, la dejaron cuando María, repuesta de la anestesia, regresó a su habitación y llevaron a Inesita con ella y con su esposo. Estuvieron los tres solos hasta alrededor de las seis.
A esa hora se celebró una Misa, que no pudo ser la de gloria —para agradecer a Dios que ya estuviera en el Cielo—, pues Inesita seguía aún luchando por vivir. Al terminar, casi todos los asistentes pasaron un momento a la habitación, para ver a la niña y a la madre, y luego nos quedamos de nuevo solos María, Angelma, Lourdes y yo, con la niña (los padres de Angelma tuvieron la sacrificada delicadeza de dejarnos solos, por eso de que la madre es nuestra hija: se lo agradeceremos siempre).

La marcha al Cielo
Todo el personal sanitario, con el ginecólogo a la cabeza, se portó de maravilla. Ya al acompañarnos a la pequeña salita donde nos instalamos, se les veía emocionados y atentos, desviviéndose en mil detalles. Como estaban poniendo tanto mimo, hubo un momento en que, casi sin pensarlo, di un beso de gratitud a las dos mujeres-médico presentes, repitiendo con énfasis: «muchísimas gracias». Ya entonces, y varias veces más a lo largo del día, una de ellas comentó, siempre con palabras parecidas y como explicando su actitud: «¡Con tanto cariño alrededor…!»
Cada media hora, más o menos, los médicos volvían a la habitación para ver cómo seguía Inesita. José Ignacio, el ginecólogo, además, para continuar dando ánimos a María y Angelma. Nos impresionó mucho que en una de las ocasiones, tras apenas saludar a María, se quedó alrededor de un cuarto de hora, con los codos apoyados en la cunita, sin decir palabra, contemplando a la niña a la que había ayudado a nacer.
Hacia las nueve de la noche nos dijeron que el corazón latía ya mucho más débil. Lourdes y yo dejamos la habitación, para que María y Angelma pudieran estar solos con su hija en esos últimos momentos. A las 21:50 nos dejó y se fue al Cielo. Nos permitieron tenerla un rato más con nosotros, recostada en el regazo de María.
Hay fotos y videos repletos de ternura.

Una vida breve, pero inmensamente fecunda
A partir del día siguiente, lunes, comenzaron las visitas. Familia más o menos cercana, amigos de María, de Angelma, etc. Todas muy emotivas y cariñosas. La tónica general era de gratitud y admiración contenida hacia los padres por haber querido gestar y dar a luz a una niña, sabiendo que la iban a tener pocas horas consigo, para entregarla inmediatamente a Dios.
Una última anécdota de estos primeros días. El martes por la mañana, al llevarle la comunión, el capellán que había bautizado a Inesita pidió a María hablar un momento con ella. Le preguntamos si prefería estar a solas, pero nos dijo que no, que nos quedáramos. Al cabo de unos veinte minutos se veía que quería llegar al terreno personal… y al fin lo hizo.
Primero agradeció a María, también para que se lo dijera a Angelma, el que hubieran tenido la generosidad de respetar la vida de la niña. Y varias veces, con leves modificaciones, repitió dos ideas.
a) La primera, que a él todo esto le había hecho pensar y orar mucho, y que le había llevado a “recolocar” varias cuestiones personales (obviamente, cada vez que lo recuerdo vuelvo a dar gracias a Dios).
b) La segunda, que le había impresionado cómo, mientras bautizaba a la niña, María, desde la cama donde estaba siendo operada, forzando la vista por detrás de ella, tenía los ojos fijos en Angelma, en esos momentos llorando emocionado, como queriendo darle ánimos, olvidada de sí misma: algo, efectivamente, muy femenino y muy maternal.
Cuando se marchó el sacerdote y María terminó su acción de gracias, de nuevo llorando de emoción, me dijo: «¡Papá, pero si yo no he hecho nada!»
Comentamos que así es Dios: que resultaba grandioso que Dios pudiera darle las gracias a ella por hacer lo que debía y permitir de ese modo a su hija recibir el bautismo, por lo que Inesita sería inmensamente feliz en el Cielo… y Dios se alegraría con la felicidad de esa criatura.
Bastantes veces, sobre todo cuando se trata de un grupo cercano, encuadro mis conferencias en la idea de que nuestro paso por este mundo es, más que la prueba, la gran oportunidad que Dios nos da para ir aprendiendo a amar más y mejor, de modo que vayamos siendo ya más felices aquí y, al término, habiendo dilatado las fronteras de nuestro corazón, nos quepa más Dios en el alma y seamos más felices por toda la eternidad.
Siempre me rondaba por la cabeza, junto a otros mil interrogantes y consciente de la pequeñez de mis “explicaciones”, qué sucedía con los recién nacidos que mueren. En esta ocasión vi muy claro que el engrandecimiento del corazón de Inesita era al menos proporcional al que había provocado en nosotros —sus padres, abuelos, hermanos y mucha gente más— ayudándonos a querer un poco más y mejor.
¡Qué fecundidad la de esas diez horas! La querría yo para mí.

Favores
Muy pronto, al menos los más allegados, comenzamos a encomendarnos a su intercesión. A Angelma le contaron que, en una situación análoga, san Josemaría había dicho al padre de un niño —muerto también a muy temprana edad— que no olvidara que, en el Cielo, seguía siendo hijo suyo y, por lo tanto, que le debía obediencia, y que lo “aprovechara”.
Angelma lo hace constantemente e Inesita, de ordinario, le “obedece”, dando lugar a múltiples anécdotas. Resumo una de las más simpáticas. Angelma cursó la carrera de farmacia y, después de un largo período en Dublín, se ha ido haciendo cargo de la farmacia que fue de su madre. Los sábados suele estar solo en la farmacia y hay poquísimos clientes. El que siguió al fallecimiento de Inés, apelando a su autoridad como padre, le pidió que esa tarde sí que hubiera ventas y, según nos comentó después, fue uno de los días en que más productos se vendieron: hasta una especie de crecepelos para varones de mi estilo —es decir, calvos, pelones—, muy caro y de muy difícil salida.
La última que recojo es bastante impresionante. Estando toda la familia de acampada, una de las hijas, de dos años de edad, desapareció una tarde. Estuvieron buscándola lo que quedaba de día, sin éxito. A la mañana siguiente, la madre, ya resignada a no hallarla viva, pidió por intercesión de Inesita —sus hijos van al mismo colegio que nuestros nietos— que, al menos, la encontraran, aunque fuera muerta.
Como es lógico, habían avisado a la policía y esta a los vecinos de la zona. Esa misma mañana llamó el dueño de una finca, porque había oído llorar no hacía mucho, se acercó y se topó con la niña: estaba viva, con rasguños y síntomas de deshidratación; pero se repuso rápidamente.
Para María y Angelma, Inesita ha pasado a ser un miembro más —muy especial, sin duda— de la familia. Se refieren a ella con toda naturalidad, le siguen pidiendo favores y fomentan en sus hermanos el cariño hacia la que ya tienen en el Cielo.

Para concluir…
Termino con un nuevo “favor” de Inesita. En uno de mis correos a un grupo de matrimonios mexicanos a los que me había dirigido durante un curso, les conté la historia de Inesita y les animé a encomendarse a ella, si les parecía, como ahora hago con quienes me lean. Me respondieron muchos, pero este que recojo es un testimonio muy particular.
El 2015-10-26, uno de los alumnos me escribe:
«Gracias a Dios, 31 años de casados. De los retos familiares, lo más destacable es que D. y nuestra hija G., la mayor, no han podido encargar su bebé, llevan cinco años de casados, los encomendamos a Inés para que Dios les dé el milagro de la vida. Un abrazo»
El 2015-10-30 recibo este otro mensaje, del mismo matrimonio:
«Tomás y Lourdes, con gran alegría les avisamos que Inesita ya intercedió para que Dios nos hiciera ese gran milagro y nuestra hija G. y D. ya están esperando su bebé, hoy recibimos esa gran noticia y se las compartimos con una gran gusto, ¡muy agradecidos por sus oraciones!»

Tomás Melendo

viernes, 10 de marzo de 2017

EL SECRETO DEL AMOR VERDADERO

EL SECRETO DEL AMOR VERDADERO


Fragmento de una entrevista de Erik Hendriks a Chiara Lubich, concedida a la tv belga en mayo de 2004. Amar a todos, ser los primeros en amar, concretamente, hasta generar el diálogo con el otro.
El secreto del amor verdadero es este, consiste en esto; el amor del que hablamos es el que comprendimos en el Evangelio. Ahora bien, el Evangelio es la buena nueva que Cristo ha traído a la tierra, por lo tanto es un amor tal como Dios lo concibe, no como se concibe en la tierra. Por lo tanto un amor que se ve vivido por las personas de la Santísima Trinidad, por ejemplo; el Padre ama a todos y hace llover y salir el sol sobre buenos y malos, ama a todos; por lo tanto es un amor que nos pone a todos en disposición de amar a todos los hermanos, por lo tanto no sólo a los familiares, a los amigos o a los que nos son agradables, sino que es necesario amar a todos. Por lo tanto a lo largo del día, para amarlo, tenemos que tener en cuenta a cada persona que encontremos.


Una segunda exigencia de este amor, que no existe en la tierra, precisamente, porque viene del Cielo, es que es necesario ser los primeros en amar, no esperar ser amados. Generalmente, para amar se espera ser amado, mientras que en cambio: es necesario ser los primeros y lo demuestra Jesús, la segunda divina Persona hecho hombre, el cual murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores, lo que significa que, sin duda, no amábamos.
Es un amor, además, concreto como el de Jesús, que dio la vida, no un amor sentimental, platónico, sino que precisamente llega a lo concreto, que… un amor que se hace uno con el otro, con quien sufre y con quien goza y participa del sufrimiento y da una ayuda a quien sufre o participa de la alegría.

Si este amor se pone en práctica en el mundo, …..lo pone en práctica en todas las naciones del mundo, en general es correspondido porque las personas se sienten amadas y se encuentran bien con nosotros, y entonces nos preguntan: “Pero, ¿por qué?” Y les contamos por qué amamos.



Y entonces se instaura el diálogo entre nosotros y los demás, que son personas no todas cristianas, no todas católicas, incluso muchas veces de otras religiones, y también no creyentes; pero que aunque no crean tienen en su ADN la idea del amor, la fuerza de amar porque han sido creados por Dios que es amor. Esto, esto es algo sobre el amor».

Chiara Lubich


Transcripción de una entrevista de Erik Hendriks, Sylvester production, del 24 de mayo de 2004, para la TV belga.

miércoles, 1 de marzo de 2017

COMIENZA EL TIEMPO DE CUARESMA



COMIENZA EL TIEMPO DE CUARESMA

En esta mañana fría de febrero, los cristianos iniciamos un tiempo especial: el tiempo de La Cuaresma.
Lo comenzamos con un signo concreto: el recordar que somos poca cosa, tan poco como la ceniza, que se la lleva el viento en un plis-plas.


Pues busquemos que se convierta en ceniza todo aquello que nos está alejando de Dios, y de los hermanos; todo aquello que sabemos nos creció en la existencia y que no da fruto; todo aquello que nos hace volver a nuestro hombre primitivo; todo aquello que ...y será así como le encontraremos sentido a este tiempo regalado para saber más de la necesidad de Dios

D. Antonio Luis Martín

viernes, 17 de febrero de 2017

LA POBREZA MÁS GRANDE. EN EL INSTITUTO JUAN PABLO II UN SEMINARIO SOBRE LA PASTORAL DE LAS FAMILIAS MARGINADAS

FUENTE: LAICOS, FAMILIA Y VIDA.

“El compromiso pastoral con las familias marginadas y pobres” es el tema del seminario organizado por el Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia del 2 al 11 de mayo. Se trata del segundo año del curso que está a cargo del matrimonio formado por Benito Baranda y María Lorena Cornejo. La pareja ha dedicado casi 30 años de su vida a acoger a los más pobres de entre los pobres en los suburbios de Santiago de Chile, siguiendo el ejemplo de San Alberto Hurtado.


“Conscientes de que la mayor pobreza es la soledad – explican los promotores – profundizaremos, siguiendo el camino trazado por el Papa Francisco, la influencia de la pobreza material en la vida familiar”. El seminario tiene como objetivo formar a los agentes pastorales y a las familias, “para que puedan comprender la situación de los que viven en condiciones de pobreza y de exclusión social desde una perspectiva integral”, con el fin de “hacer que sean capaces de trabajar pastoralmente en esta realidad de manera adecuada y efectiva”.


Información e inscripciones: www.istitutogp2.it

jueves, 16 de febrero de 2017

TV Y MENORES. FAFCE: “PROTEGER A NUESTROS HIJOS PROHIBIENDO LA PORNOGRAFÍA Y LA VIOLENCIA GRATUITA EN LA TELEVISIÓN”


Reintroducir la “prohibición de la pornografía y de la violencia gratuita en la televisión extendiéndola a otros canales audiovisuales” para “proteger mejor a nuestros hijos de contenidos nocivos y hacer frente a los desafíos de la digitalización”. Es una petición de la Federación de Asociaciones de familias católicas de Europa (Fafce) con motivo de una reunión que se celebró en Bruselas, en la sede del Parlamento Europeo, sobre el tema de la protección de los niños. La solicitud de la Federación se incorpora en el contexto de la revisión de la Directiva de servicios de comunicación audiovisuales que se está debatiendo, y que daría manga ancha a las emisoras – incluyendo servicios a la carta y plataformas digitales – para transmitir programas violentos o pornográficos con tal de que estén cifrados o estén señalados con avisos tales como “bajo una estricta supervisión de los padres.”



Hoy en día, explica la Fafce, niños y jóvenes “están muy acostumbrados a las tecnologías y tienen acceso a contenidos individuales de múltiples plataformas”, esto conlleva a que “los padres no puedan ejercer ningún control y a que aumente el riesgo de exposición a contenidos nocivos”. No sólo los niños pasan muchas horas frente a una pantalla (según la Fafce en Gran Bretaña el promedio es de alrededor 6,5 horas al día), pero el hecho de ver pornografía, dice la Federación, les hace crearse “una imagen de la relación sexual muy pobre, a menudo degradante y violenta, disociada del contexto más amplio de las relaciones”: son estas varias razones, concluye la Federación, para invitar a todos los parlamentarios a “mejorar la legislación de la UE en este ámbito”.

martes, 14 de febrero de 2017

CUIDAR A LAS PAREJAS. ESPAÑA, EL CENTRO SANTO TOMÁS MORO LANZA UNA CAMPAÑA A FAVOR DE LA TERAPIA FAMILIAR OBLIGATORIA


“El divorcio no es la solución” es el lema de la campaña lanzada por el centro jurídico español Santo Tomás Moro, que ha presentado una petición de una ley que contempla la obligación de la terapia familiar para ser incluida en la legislación que regula el divorcio. El objetivo, explican los promotores, es “salvar el matrimonio, porque salvar a una persona de la catástrofe del divorcio es el primer paso de la reconstrucción moral y civil de un país”. La iniciativa ha sido respaldada por la experiencia de la Unidad de Diagnóstico y de Terapia familiar de la Universidad de Navarra: se trata de una clínica de verdaderos expertos, principalmente médicos y psicólogos, que acompañan a la pareja en un camino hacia la reconciliación para evitar la separación.


Más del 75% de las familias que siguen las pautas de la Unidad de terapia familiar han mejorado su situación y han decidido enterrar el hacha de guerra y reconciliarse. Se trata de un riguroso proceso, ya que no hace falta solamente buena voluntad: el trabajo de la clínica universitaria consiste en un diagnóstico de los problemas de la familia y de un ciclo de 6-8 sesiones con un equipo multidisciplinar compuesto por expertos y conectado con otras divisiones clínicas tales como ginecología o neurología. Las terapias consisten en un análisis familiar y global de la persona, en un análisis de la comunicación, en entrevistas directas con los pacientes, en la visualización de la escala familiar y conyugal, en la exploración psicopatológica y en el genograma: “Conocer las características de la unión conyugal y su disfunciones – concluyen los promotores – es la base para afrontar las diversas problemáticas de la familia”.


Ver el vídeo de la campaña: https://www.youtube.com/watch?v=S48JxMXCPrE

lunes, 13 de febrero de 2017

“RETROUVAILLE”: EL DIVORCIO TAMPOCO ES LA SOLUCIÓN EN ITALIA


Curar las heridas para evitar el divorcio. Este es el objetivo de “Retrouvaille”, una asociación que, ya con su nombre, explica su misión: encontrarse, pero no en una simple terapia de pareja después de la cual hay que elegir entre el divorcio y el fortalecimiento de la unidad familiar como dos opciones equivalentes, sino como un interés humano en la eliminación de los obstáculos que hacen que la pareja no se sienta bien y que la legislación sobre el divorcio no contempla en absoluto.


El servicio, ofrecido a las parejas con problemas de relación, a punto de separarse, ya separadas o que tienen la intención de reconstruir su relación, tiene un porcentaje de éxito del 70%, y a menudo trabaja en apoyo a las diócesis: “El programa Retrouvaille – afirman los responsables – ayuda a descubrir que el proceso de la escucha, del perdón, de la comunicación y del diálogo son herramientas poderosas en la reconciliación de los cónyuges y en la recuperación de una relación de pareja duradera, incluso después de la traición y de la separación”.
Retrouvaille, de esta manera, “ofrece la posibilidad de encontrar una vida de fe ofreciendo y promoviendo el sacramento del matrimonio vivido en una comunidad cristiana formando parte de un grupo de apoyo compuesto por parejas que creen en el valor del matrimonio y de la oración”. En un mundo que ha entrado en el túnel de la adicción a la soledad, experiencias como estas nos ayudan a entender que la familia, al igual que un órgano del cuerpo, necesita ser protegida y preservada. Y, si se enferma, se puede y se debe curar.

sábado, 11 de febrero de 2017

NUEVA HUMANIDAD Y FRATERNIDAD.

Nuevo número de la revista Fiesta en el que ofrece una entrevista al Cardenal Arzobispo de Bangui, en Centroáfrica, Mons. Diendonné Zapalainga, quién ha visitado nuestra diócesis acompañado por el imán Kobine Layama. Ambos han sido premiados con el Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2016 por su trabajo conjunto por la paz y el diálogo interreligioso.

lunes, 30 de enero de 2017

LA BODA DURA UN DÍA, EL SACRAMENTO ¡TODA LA VIDA!.

Sin lugar a dudas, decirle sí a la vocación del matrimonio es uno de los pasos más importantes
FUENTE ZENIT.

El día de nuestra boda, ese día donde decimos sí a nuestra unión de amor ante Dios y ante los hombres, es un momento transformador en nuestra jornada de vida. Podemos decir que de alguna manera la historia del ser humano de divide en antes y después de casarse ya que es ese instante cuando dejamos de ser un solo ser, una sola persona, para convertirnos en un solo ser y tres personas. ¿Cuáles son esas tres personas? El esposo, la esposa y Dios. Ese es el plan de Dios para el matrimonio. Dios nos creó hombre y mujer para que uniéndonos en una sola carne en mutuo amor y sellados y unidos en el amor de Dios, nuestro matrimonio sea el reflejo del Amor de Dios en la Tierra. En otras palabras, nos convertimos en la imagen de la Trinidad Santa en este mundo.
Sin lugar a dudas, decirle sí a la vocación del matrimonio es uno de los pasos más importantes –si no el más importante- que daremos en nuestra vida. Las implicaciones para la pareja, la familia que formarán, la sociedad y la Iglesia son enormes. Por ello, cuando preparamos nuestra boda, debemos tener en claro lo que implica esta verdad. De no hacerlo, corremos el peligro de pensar que el matrimonio, el Sacramento, se reduce a la planificación del día de nuestra boda. Hoy en día son muchos los que dedican más tiempo, esfuerzo, atención y aun estrés a buscar la iglesia más bonita, el vestido más bello, el lugar de recepción más elaborado, los arreglos florales más vistosos, la comida más elegante, el fotógrafo mejor y más profesional y un sinfín de cosas y gastos para asegurarse de que nuestra boda “sea la mejor”.
Boda - ©Pixabay
Pero son pocas las veces en que las parejas piensan en lo más importante. Pocas somos las parejas que se enfocan en el tiempo que invertirán en una buena preparación matrimonial, en conversar profundamente sobre cómo vamos a llevar nuestra vida familiar y espiritual, cuáles son los valores bajo los cuales regiremos nuestra vida juntos y la de nuestros hijos, cómo practicaremos y fomentaremos nuestra fe; en fin, como vamos a hacer de Dios el centro y la roca en la cual fundamentaremos nuestro matrimonio y familia.
Es triste ver cuántas parejas gastan sin medida y pasan cientos de horas y miles de dólares planeando su boda, pero recienten que la Iglesia les pida uno o dos días de preparación matrimonial, cuando se ha demostrado que las parejas que viven una buena preparación matrimonial reducen drásticamente la incidencia de divorcio y disfrutan de matrimonios más sanos y felices. Es impresionante ver cuántas parejas se unen simplemente por pasión, por no sentirse que están sin pareja (como sus amistades), para llenar el vacío de la soledad o para tener quien les sirva, sin tener un concepto claro de lo que verdaderamente es el matrimonio, según el plan de Dios, o de lo que el amor conyugal verdadero y maduro implica: un amor total, libre, fiel y fructífero.

Notamos con frecuencia que cuando las parejas comienzan a vivir la realidad de la vida diaria, cuando enfrentan el proceso de adaptación de dos vidas con diferentes pasados y trasfondos, cuando se dan cuenta que el amor conyugal exige sacrificios y no es solo disfrutar de compañía y beneficios, cuando se dan cuenta que el amor maduro implica no buscar egoístamente el bien propio sino el bien del ser amado, muchos terminan separándose y aun divorciándose, reduciendo así al Sacramento a poco más que un experimento para encontrar una felicidad que es vana y pasajera. Procuremos pues durante el tiempo de nuestro compromiso nupcial, centrarnos en lo que de verdad importa. Busquemos entender el verdadero significado y compromiso de esta unión, comprometernos a esta maravillosa vocación de vida que es el matrimonio, creado y diseñado por Dios para la felicidad de los cónyuges y la continuación de la vida humana. Recordemos que la boda dura un día, pero el matrimonio, ¡toda la vida!

sábado, 28 de enero de 2017

DECÁLOGO PARA SABER ENVEJECER

Para quien quiera conocer los secretos de “saber envejecer”,
valga este decálogo fácil y sencillo.
(Aunque este artículo es de este verano nos parecía de total actualidad)

FUENTE ZENIT.
El verano y las vacaciones son, sin duda, una época propicia para rejuvenecer, para mostrar nuestra mejor silueta, para considerarnos más en forma.
Todo el mundo quiere ser joven y parecerlo. Incluso las personas de edad más avanzada. Quizás porque, como decía alguien, “nada nos hace envejecer con mayor rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos”. Por eso, lo mejor será pensar que aún somos jóvenes.
Como suele decir Manuel Alcántara, con su fino humor: “Y dentro de cien años, cuando todos seamos jóvenes…”. Pues, eso. Acaso lo más interesante, y además, gran verdad, sea pensar que “toda edad tiene sus propios frutos; hace falta saberlos recoger”. Para quien quiera conocer los secretos de “saber envejecer”, valga este decálogo fácil y sencillo.
Anciano - Pixabay
1. “Cuidarás tu presentación cada día”. Arréglate como si fueras a una fiesta. ¡Qué más fiesta que la vida! Que al verte se alegren los ojos de los demás.
2. “No te encerrarás en tu casa ni en tu habitación”. Saldrás a la calle y al campo de paseo: “El agua estancada se pudre”.
3. “Amarás el ejercicio físico”. Un rato de gimnasia, una caminata razonable dentro o fuera de casa, por lo menos abrir la puerta, regar las rosas, contestar el teléfono.
4. “Evitarás actitudes y gestos de viejo derrumbado”. La cabeza gacha, la espalda encorvada, la mirada perdida, no favorecen nada. Que la gente diga un piropo cuando pasas: “¡Qué recto va el señor! ¡Qué guapa la señora!”.
5. “¡No hablarás de tu edad, ni te quejarás de tus achaques reales o imaginarios!”. Acabarás por creerte más viejo y más enfermo de lo que eres. A la gente no le gusta oír historias de hospital. Cuando te pregunten cómo estás, dirás que ¡muy bien!
6. “Cultivarás el optimismo sobre todas las cosas”. Al mal tiempo, buena cara. Sé positivo y de buen humor. La vejez no es cuestión de años sino un estado de ánimo. El corazón no envejece.
7. “Tratarás de ser útil a los demás”. Ayuda con una sonrisa, un consejo, un servicio. No te coloques el cartel de “inservible”.
8. “Trabajarás con tus manos y con tu mente”. Haz lo que puedas. El trabajo es la terapia infalible.
9. “Mantendrás vivas y cordiales las relaciones humanas”. Desde luego, las que se anudan en el hogar, integrándote a todos los miembros de tu familia.
10. “No pensarás que todo el tiempo pasado fue mejor”. Deja de estar condenando tu mundo y maldiciendo tu momento.

Fáciles consejos que todos podemos poner en práctica. Nos irá fenomenal.
Comentarios al autor: cordoba.sanlorenzo@diocesisdecordoba.com

sábado, 14 de enero de 2017

EL NUEVO DICASTERIO PARA LOS LAICOS, FAMILIA Y VIDA INAUGURÓ PÁGINA WEB

Desde el pasado mes de diciembre, el nuevo Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida, ya está “online” a través de la página web, www.laityfamilylife.va. En el sitio web se pondrán las noticias y las últimas novedades en las redes sociales y videos del flamante dicasterio, instituído por el papa Francisco el pasado 15 de agosto, mediante el Motu Proprio ‘Sedula Mater’, y cuyo prefecto es monseñor Kevin Joseph Farrell.


La antigua página del Pontificio Pontificio Consejo para la Familia, aunque seguirá accesible, informan que no será actualizada.

miércoles, 11 de enero de 2017

MENSAJE DE LOS OBISPOS DE LA COMISIÓN EPISCOPAL DE RELACIONES INTERCONFESIONALES CON MOTIVO DE LA SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS 2017.

«Reconciliación. El amor de Cristo nos apremia»
(cf. 2 Cor 5, 14-20)
La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos de 2017 tiene lugar en el año en que se conmemora el 500 aniversario de la Reforma. Según muchas crónicas, el 31 de octubre de 1517 el monje agustino alemán Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg, dando así inicio a un proceso que llevó tristemente a la división del cristianismo occidental. La conmemoración de este acontecimiento se ha venido preparando desde hace ya varios años, sobre todo por parte de la Iglesia evangélica de Alemania, que ha querido también involucrar a sus interlocutores ecuménicos, incluida la Iglesia católica. El consenso al que se ha llegado para poder conmemorar juntos este aniversario es que sea una celebración de Cristo y de su obra reconciliadora. En este sentido, se invita a las distintas Iglesias y comunidades eclesiales a dar gracias a Dios por los dones espirituales y teológicos de la Reforma, pero también al arrepentimiento por la división causada y mantenida en el Cuerpo de Cristo y los demás pecados cometidos, y a fortalecer nuestro testimonio común del Evangelio de la misericordia en el mundo y nuestro compromiso de caminar juntos en el futuro. Una de las notas más destacables de este centenario es que tiene lugar por primera vez en una época ecuménica, después de años de diálogo y de varios acuerdos teológicos alcanzados en temas importantes, habiéndose hecho un importante esfuerzo por dejar atrás la mutua desconfianza y las lecturas parciales y tendenciosas de la historia. Por todo esto, los católicos somos invitados a conmemorar conjuntamente este aniversario con nuestros hermanos de las Iglesias y comunidades eclesiales surgidas de la Reforma.
Por otro lado, la labor de la Comisión Luterano-Católico Romana sobre la Unidad se ha plasmado en el documento Del conflicto a la comunión, conmemoración conjunta luterano-católico romana de la Reforma en el 2017, que tiene un anexo con una propuesta para una Oración común. El trabajo de esta Comisión y los documentos que ha promulgado han sido el marco que ha impulsado y dado forma al reciente viaje apostólico del papa Francisco a Suecia, en el que, en la catedral luterana de Lund, el papa y el obispo Munib Yunan, presidente de la Federación Luterana Mundial, firmaron el pasado 31 de octubre una declaración conjunta que afirmaba, entre otras cosas, lo siguiente:
“Aunque estamos agradecidos profundamente por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma, también reconocemos y lamentamos ante Cristo que luteranos y católicos hayamos dañado la unidad visible de la Iglesia. Las diferencias teológicas estuvieron acompañadas por el prejuicio y por los conflictos, y la religión fue instrumentalizada con fines políticos. Nuestra fe común en Jesucristo y nuestro bautismo nos piden una conversión permanente, para que dejemos atrás los desacuerdos históricos y los conflictos que obstruyen el ministerio de la reconciliación. Aunque el pasado no puede ser cambiado, lo que se recuerda y cómo se recuerda puede ser trasformado. Rezamos por la curación de nuestras heridas y de la memoria, que nublan nuestra visión recíproca. Rechazamos de manera enérgica todo odio y violencia, pasada y presente, especialmente la cometida en nombre de la religión. Hoy escuchamos el mandamiento de Dios de dejar de lado cualquier conflicto. Reconocemos que somos liberados por gracia para caminar hacia la comunión, a la que Dios nos llama constantemente”.
En este espíritu celebramos este año la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, esa cita anual que nos damos los creyentes en Cristo para orar por la plena unidad visible de la Iglesia según el deseo del Señor. Los materiales de este año, propuestos a todos los creyentes en Cristo por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y la Comisión «Fe y Constitución» del Consejo Mundial de Iglesias, han sido elaborados inicialmente por un grupo alemán que se ha inspirado en un pasaje del capítulo quinto de la segunda carta de san Pablo a los Corintios (2 Cor 5, 14-20). En este texto el Apóstol habla de la obra reconciliadora de Dios por medio de la muerte de Jesucristo y del cambio que se produce en los que viven «en Cristo» que se transforman en una nueva criatura, de la gracia e iniciativa de Dios y del amor de Cristo que nos apremia a ser embajadores de reconciliación. Es un pasaje denso y de hondo significado teológico y espiritual, que se nos va desgranando en las meditaciones propuestas para cada día del Octavario, de modo que podamos acoger y vivir esta buena noticia de la reconciliación con Dios y entre nosotros.
Los obispos de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales, al servicio de los obispos de las diócesis españolas, ponemos a su disposición estos materiales que se nos proponen y que están pensados para ser utilizados durante el Octavario, pero también a lo largo de todo el año, tanto en la oración personal como en la plegaria comunitaria. El año transcurrido ha estado repleto de acontecimientos ecuménicos en la Iglesia universal, lo que demuestra que la unidad de los cristianos es una de las prioridades del papa Francisco. Entre ellos podemos mencionar el viaje del santo padre a la isla griega de Lesbos el pasado mes de abril, recibido por su santidad Bartolomé, patriarca ecuménico de Constantinopla;su viaje a Armenia en el mes de junio, participando en la divina liturgia en Echmiadzín y firmando una declaración conjunta con su santidad Karekin II, patriarca supremo y catholicós de todos los armenios; su difícil viaje a Georgia en el mes de septiembre y el encuentro con su santidad y beatitud Elías II, catholicós y patriarca de toda Georgia. De los seis viajes apostólicos del papa Francisco fuera de Italia en 2016, cinco tuvieron un marcado carácter ecuménico. Junto a estos viajes, en el año pasado también han visto la luz importantes documentos, con frecuencia fruto del trabajo de muchos años, como el de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, titulado: Hacia una comprensión común de la sinodalidad y la primacía al servicio de la unidad de la Iglesia. También cabe señalar la declaración conjunta de anglicanos y católicos a favor de un «ecumenismo audaz y real», firmada por el papa Francisco y su gracia Justin Welby, arzobispo de Canterbury, en la Iglesia romana de san Andrés y san Gregorio en el Monte Celio el pasado 5 de octubre.
De todos estos acontecimientos y documentos del año pasado, queremos destacar dos que nos parecen de mucha importancia a la hora de indicar un camino para el futuro. Uno de ellos es el encuentro del papa Francisco con el patriarca Kiril en La Habana el pasado 12 de febrero. Más allá de la declaración conjunta que se firmó, este primer encuentro oficial entre el sucesor de Pedro y el patriarca de Moscú y de todas las Rusias constituye un sólido fundamento para nuestra esperanza de que el restablecimiento de la plena comunión con las Iglesias ortodoxas esté más próximo. Es también digno de nota el hecho de que uno de los motivos principales que llevó a organizar este encuentro entre el papa Francisco y el patriarca Kiril fue la persecución que están sufriendo los cristianos en muchos países.
El segundo acontecimiento ha sido la celebración tan esperada y preparada durante muchos años del «Santo y Gran Concilio de la Iglesia Ortodoxa» en Creta el pasado mes de junio. Los obispos de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales felicitamos a nuestras Iglesias hermanas por la celebración de esta importante reunión que concreta y hace visible la sinodalidad de toda la Iglesia. Los documentos promulgados por este Concilio, especialmente el que trata «las relaciones de la Iglesia ortodoxa con el resto del mundo cristiano», nos impulsan a comprometernos con más fuerza en los diálogos ecuménicos en sus distintos niveles para llegar pronto a un mutuo reconocimiento de la validez de los sacramentos y del ministerio eclesial. En el ámbito del diálogo interreligioso que tanta importancia tiene en nuestro mundo globalizado y lleno de conflictos, nos limitamos a destacar la trascendencia de la «Jornada de Oración por la Paz» que se celebró el pasado 20 de septiembre en Asís, convocada por el papa Francisco con el lema: «Sed de paz. Religiones y culturas en diálogo». Este encuentro interreligioso se ha celebrado en lo que se ha venido a llamar «el espíritu de Asís», que inició proféticamente san Juan Pablo II cuando convocó hace 30 años en la ciudad de san Francisco a los líderes religiosos para rezar por la paz y que el papa Benedicto XVI también impulsó en 2011, a los 25 años del primer encuentro, volviendo a convocarlo con el lema «peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz». La Jornada del pasado mes de septiembre tuvo dos momentos destacados: la oración ecuménica en la basílica inferior de san Francisco y el encuentro interreligioso en la plaza delante de la basílica. En ellos el papa Francisco habló del «paganismo de la indiferencia» que hace que apeguemos el grito de socorro de las víctimas de las guerras y de la violencia, su sed, con la misma frialdad con la que se cambia el canal de la televisión. Afirmó que «solo la paz es santa. ¡Solo la paz es santa, no la guerra!». En el llamamiento que firmaron los representantes religiosos presentes en el encuentro se afirma lo siguiente:
“Quien invoca el nombre de Dios para justificar el terrorismo, la violencia y la guerra, no sigue el camino de Dios: la guerra en nombre de la religión es una guerra contra la religión misma. Con total convicción, reafirmamos por tanto que la violencia y el terrorismo se oponen al verdadero espíritu religioso”.
Hacemos nuestras estas palabras del llamamiento firmado en Asís el pasa - do 20 de septiembre y que nos animan a intensificar el diálogo interreligioso también en España. Hoy, muchos de los que padecen el terrorismo, la violencia y la guerra son cristianos de distintas confesiones que viven en regiones que fueron la cuna del cristianismo, en las que durante siglos hubo una convivencia pacífica y mutuamente enriquecedora entre personas de distintas religiones. Es el «ecumenismo de la sangre» del que habla el papa Francisco. El siglo pasado fue un siglo de mártires, un siglo de testigos de la misericordia en un mundo inmisericorde, de inocentes que entregaron su vida como el Cordero sin mancha que quita el pecado del mundo. Los totalitarismos ateos del siglo XX, negando a Dios socavaban a la vez la dignidad de todo ser humano. Hoy esas mismas amenazas renacen en la forma de nihilismo y de un fanatismo disfrazado de religión. Mientras hacemos un llamamiento para que cese la persecución de los cristianos y para que se haga todo lo posible para socorrer y ayudar a estos hermanos nuestros que sufren en sus regiones, también animamos a que abramos el corazón y nuestras casas a la acogida generosa de las personas y familias que huyen de la guerra y de la violencia.
¡Que esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2017 impulse nuestro camino hacia la plena unidad visible de la única Iglesia de Cristo y nuestro compromiso a favor de la paz!
Los obispos de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales
Enero de 2017
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