Mucho se habla de los movimientos y asociaciones, de las nuevas realidades eclesiales, hermanas más jóvenes de otros carismas con los que el Espíritu Santo ha ido adornando la Iglesia como un bello jardín lleno de bellas flores y es difícil decir cual es la más hermosa. Lo realmente hermoso es ver el jardín en su totalidad, porque ves la belleza de la Iglesia, lo hermoso y bello que es ser cristiano.
Aquí nos referimos de manera especial a los movimientos familiares (aunque sale espontáneo preguntarse que movimiento nos es familiar), todos son elementos dinamizadores de la pastoral familiar, y son de estos movimientos de donde brotan muchos de los agentes de esta pastoral. Ayudan a la propagación de una espiritualidad familiar y son testimonio del carácter de familia de la misma Iglesia. Deben ser recomendados e impulsados, junto con los nuevos movimientos y comunidades eclesiales, sin olvidar nunca que la pastoral de la Iglesia debe de ser una pastoral de comunión.
Muchas de las personas que trabajamos en la Delegación Diocesana de Pastoral Familiar procedemos. Hay que aprovechar la vida de estos movimientos que son verdaderos "itinerarios de fe". Su experiencia y la de las personas que los llevan es una valiosa ayuda para la pastoral familiar.
Somos conscientes que sin el trabajo de estos movimientos y asociaciones, nada podríamos hacer. Hacen falta muchas manos.
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