Mensaje
de Navidad de Mons. Javier Martínez y felicitación dirigida a todos, que hacemos nuestra y a la que nos unimos desde la Delegación Diocesana de Familia y Vida.
Para muchísimas personas, la vida es muy dura.
Para muchísimas personas, el amor es una palabra bonita, que, a lo
sumo, se reduce a una estrella fugaz en ciertos momentos en la vida, o incluso
esconde siempre una mentira, intereses, deseo de poder, de dominio…
Para muchísimas personas, la vida no tiene ningún sentido y todas las
palabras bellas que los hombres pudiéramos generar son expresiones de una
utopía, de un sueño irrealizable.
Sin olvidarse de ninguno de los sufrimientos, ni de ninguna de las
noches que nos acompañan a los hombres en la vida, celebrar la Navidad no es
recordar una historia tierna y sencillamente vivir como una especie de cuento
de hadas que sirve de excusa para los regalos, el turrón y cosas por el estilo.
Proclamar que el Hijo de Dios se ha hecho hombre es proclamar que el
sueño de la vida no es una utopía, ni una fantasía, ni una mentira, y que
nuestro destino no es el vacío, el olvido, la soledad. Es afirmar que somos
amados con un amor infinito y que la vida de cada uno de nosotros es preciosa,
aunque no tengamos a veces la experiencia humana de ese amor porque no hemos
encontrado el cuerpo de Cristo en nuestra experiencia o en nuestro camino.
Proclamar la Navidad es proclamar que nuestras vidas tienen un sentido;
y un sentido precioso, porque ese Amor infinito nos rodea por todas partes,
está con nosotros y no nos perderemos, porque nadie puede arrancar del Hijo de
Dios el amor con que cada uno de nosotros somos amados.
Mis queridos amigos, mis queridos hermanos granadinos:
¡FELIZ
NAVIDAD!
+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Arzobispo de Granada
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