miércoles, 18 de junio de 2014

EL PAPA INVITA A SER PARTE DE UNA IGLESIA QUE SEA MADRE Y QUE SEPA DAR TERNURA

El Obispo de Roma abrió un congreso con el que se concluye el año pastoral de su diócesis
El santo padre Francisco, obispo de Roma, abrió este lunes por la tarde en el Vaticano, un congreso con el que se concluye el año pastoral de la diócesis, y que tiene por tema 'Un pueblo que genera a sus hijos. Comunidad y familia en las grandes etapas de la iniciación cristiana'.
En el aula Pablo VI repleta de fieles que le recibieron y siguieron con tanto entusiasmo, el papa Francisco escuchó algunos planteamientos sobre de la Iglesia de hoy. En particular la dificultad de llegar a los adolescentes respecto a la facilidad de catequizar a los niños.
“Nuestros niños sufren de orfandad. Necesitan ideales que les calienten el corazón -dijo el Santo Padre- porque esta es la sociedad de los huérfanos, sin memoria de familia, porque los abuelos son alejados a las casas de reposo. Sin el afecto diario, o con un afecto rápido, porque papá está cansado, y la mamá va a dormir, y ellos se quedan huérfanos de gratuidad, huéfanos de un papá y una mamá que sepan perder el tiempo para jugar con los hijos”.
Invitó por lo tanto a reavivar “el sentido de gratuidad, en la familia, en la parroquia, en el colegio”, porque “si no tenemos ese sentido de la gratuidad nos será muy difícil entender lo que es la gracia de Dios, esa gracia que no se vende ni se compra”.
Y el Santo Padre recordó que “Jesús nos dio una gran promesa: No les dejaré huérfanos”. E invitó a decirle a los jóvenes “tú no estás huérfano porque tenemos a Jesús”. El Papa lamentó que la sociedad considere a los jóvenes como descarte. “Piensen qué significa que 75 millones de jóvenes europeos de menos de 25 años no tengan trabajo” dijo.

“Somos un pueblo -dijo Francisco- que quiere hacer crecer a sus hijos con la certeza de tener una familia, un padre y una madre”. Recordó que Pablo VI indicaba que la sociedad tecnológica entretiene a la persona, con tantas comodidades y cosas lindas, ¿pero la alegría donde está? Y precisó que esas cosas “después se vuelven ídolos”.
El papa Francisco también invitó a la conversión pastoral misionera. “Un camino que es necesario hacer y tenemos la gracia para poder hacerlo”, aunque reconoció que “la conversión no es fácil, signifca cambiar de vida, de método, es cambiar el alma”. Si bien ese “camino de conversión” será el que “nos dará la identidad de un pueblo que sabe general hijos, no un pueblo estéril” porque “si como Iglesia no sabemos generar hijos hay algo que no funciona”. Y reiteró que necesitamos la maternalidad de la Iglesia, porque si la Iglesia no es fecunda se vuelve una solterona. La identidad es evangelizar, o sea hacer hijos”.
Advirtió entretanto, que no es cuestión de ir a tocar timbres, de ir a hacer prosélitos, a llenar una ficha y decir: 'un socio más'. Y citando a Benedicto XVI recordó que “la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción”.
El Santo Padre reconoció entretanto que “la Madre Iglesia ha envejecido un poco, tenemos que rejuvenecerla, pero no llevándola al médico que pone cosméticos. La Iglesia se vuelve más joven cuando es capaz de dar más hijos. La Iglesia tiene nuestro amor de hijos, estar en la Iglesia es estar en casa, en la casa de mamá”
Pidió por ello “recuperar la memoria de la iglesia que es pueblo de Dios. Hoy nos falta el sentido de la historia, tenemos miedo del tiempo, ningún recorrido, vivimos en el reino del presente”. Esto también en la comunicación, con un leguaje más reducido y veloz “porque somos esclavos de la coyuntura” dijo.
Invitó a los presentes a ser acogedores en las iglesias y a tener ternura porque “una madre es tierna, saber acariciar” y recordó en cambio que existen quienes cierran las puertas, “y esa gente no se siente en casa de mamá”, porque las secretarias de las parroquias deben “abrir la puerta a la casa de la Madre”.
Reconoció que “los sacerdotes, párrocos y vice párrocos tienen mucho trabajo, lo entiendo pero un párroco impaciente no hace bien”. Como uno que pedía que pagaran para dar los sacramentos. “Esto no es acoger, es cerrar la puerta” dijo.
De manera que “cuando la gente llega a la parroquia, sea recibida con corazón grande”. O sea “Tener el corazón de Jesús que viendo la multitud sintió compasión. Me gusta soñar con una Iglesia que viva la compasión de Jesús”.
Otra cosa que el Santo Padre le ha pedido a los presentes es la capacidad “de anunciar el Evangelio con nuevas modalidades. Donde la puerta esté siempre abierta”. Donde se dé el testimonio de fe, “que se respire un aire de fe, porque se cree en el Señor Jesús”.
Y añadió que “es más fácil ejercer de obispo que de párroco, porque nosotros obispos tenemos siempre la posibilidad de tomar distancia y defendernos detrás del 'su excelencia'. En cambio el párroco tiene que escuchar los problemas de la familia, o cuando vienen a conversar.. etc.”

Y concluyó recordando que si la Iglesia italiana es tan fuerte, es gracias a los párrocos. Gracias a ustedes, a estos párrocos que dormían con el teléfono en la mesa de luz y se levantaban a cualquier hora para ir a visitar a un enfermo. Para que nadie se muriera sin los sacramentos”.

FRANCISCO: LA SOCIEDAD QUE NO CUIDA A SUS JÓVENES Y ANCIANOS NO TIENE ESPERANZA

El Santo Padre visita la Basí­lica de Santa Marí­a en Trastévere en un encuentro con la Comunidad de San Egidio
El santo padre Francisco ha llegado al barrio romano del Trastévere a las 16.30 de esta tarde de domingo para el encuentro con la Comunidad de San Egidio. A pesar del mal tiempo y la fuerte tormenta prevista para la tarde, miles de fieles esperaban la llegada del Obispo de Roma. A su llegada a la plaza San Calisto, el Papa ha paseado a pie saludando a la gran multitud de fieles reunidos en los alrededores de la plaza mientras se escuchaban cantos en español para animar la espera. Sin prisa, el Santo Padre ha saludado y dado la mano a los presentes, incluso tuvo ocasión de tomar mate, bendecir el vientre de una embarazada y hacerse algún selfie con grupos de jóvenes.
El Papa ha sido acogido por el fundador y el presidente de la Comunidad, Andrea Riccardi y Marco Impagliazzo y por el párroco de S. María en Trastévere, monseñor Marco Gnavi.
El encuentro en la Basílica ha comenzado a las 17.05. El Santo Padre ha entrado saludando a las personas que se encontraban a ambos lados de los pasillos. Después, ha hecho una ofrenda floral a la Virgen.
Riccardi ha comenzado dando las gracias al Papa por la visita de hoy y ha hecho un breve repaso de la historia de la Comunidad de San Egidio y su labor. "No hemos renunciado al sueño de cambiar el mundo", ha indicado. Como estaba previsto, antes de la intervención del Santo Padre, se ha dedicado un tiempo para escuchar testimonios.
El primero en compartir su experiencia ha sido el arzobispo ortodoxo Jean Kawak, quien ha recordado el drama que está viviendo esta nación y la necesidad urgente de paz. Una mujer italiana de 90 años, ha dado las gracias al Papa por sus discursos a favor de los ancianos y en contra de la sociedad del descarte, así como ha dado su testimonio como voluntaria en la Comunidad de San Egidio y cómo este servicio le ayuda a dar sentido a su vejez.
El tercer testimonio ha sido el de una adolescente de la periferia de Roma que ha hablado de su servicio en "Jóvenes por la paz". Inmediatamente después, un joven de 28 años, casado y padre de 3 hijos ha hablado sobre las dificultades para encontrar trabajo a causa de la crisis.
Le ha seguido la intervención de una mujer con una discapacidad, miembro de la Comunidad. Su testimonio ha versado sobre cómo ha luchado desde pequeña por salir adelante, dando también las gracias por su marido, sus amigos y la fe.
A continuación un joven gitano con padres yugoslavos inmigrantes en Roma, ha hecho memoria de su infancia marcada por la marginación y la exclusión. Ahora puede decir orgulloso que no se dejó llevar, tiene trabajo y anima a otros gitanos para que lo logren.
Un joven musulmán que huyó de Afganistán cuando aún era menor de edad, ha recordado su viaje hasta Roma y cómo aquí conoció a la Comunidad de San Egidio, donde le han ayudado a "encontrar la paz que tanto he deseado". Finalmente, un hombre llamado Jaime nacido en El Salvador, ha explicado el trabajo de San Egidio contra la violencia de las pandillas y el narcotráfico en este país.
Por su parte, el Santo Padre ha iniciado su discurso dando las gracias por la calurosa acogida. Francisco ha observado que esta antigua Basílica "se ha convertido en lugar de oración cotidiana para tantos romanos y peregrinos. Rezar en el centro de la ciudad no quiere decir olvidar las periferias humanas y urbanas, significa escuchar y acoger aquí el Evangelio del amor para ir al encuentro de los hermanos y hermanas en las periferias de las ciudades del mundo". Asimismo les ha recordado que "la oración es la primera obra de vuestra comunidad, y consiste en escuchar la palabra de Dios. Este pan, el pan que nos da fuerza, nos hace ir adelante". El Papa ha invitado a mirar a Jesús para que "vuestros rostros estén radiantes".
De este modo, ha hecho mención a la labor de San Egidio con los más desfavorecidos, y ha subrayado que "en los pobres está presente Jesús, quien se identifica con ellos".
Por eso, les ha pedido que permanezcan "una comunidad para los pobres" y ha añadido "veo entre vosotros muchos ancianos, estoy contento que seáis sus amigos y vecinos". Al respecto, Francisco ha explicado que el trato a los ancianos y a los niños es "un indicador para ver la calidad de una sociedad". Y así, el Papa ha subrayado lo buena que es la alianza entre jóvenes y ancianos, "donde todos dan y reciben". Los ancianos y su oración son una riqueza para San Egidio, ha afirmado.

El Santo Padre ha querido reafirmar que "un pueblo que no cuida a sus ancianos, a sus jóvenes, es un pueblo sin futuro, sin esperanza. Porque los jóvenes, los niños y los ancianos llevan adelante la historia". Los jóvenes y los niños por su fuerza biológica y los ancianos dándoles la memoria, ha explicado el Papa. Por esta razón, "cuando una sociedad pierde la memoria, está terminada, está terminada. Es feo ver una sociedad, un pueblo, una cultura, que ha perdido la memoria".  
A continuación, el Pontífice ha hecho referencia a la anciana de 90 años que ha hablado de la cultura del descarte, -"¡es buena! ¿eh?" Francisco ha indicado que para mantener un equilibrio así, donde al centro de la economía mundial no está ni en el hombre ni en la mujer, sino que está en el ídolo dinero, es necesario descartar cosas: los niños, los ancianos... "Lo que no produce se descarta", y este rechazo hacia los ancianos es una "eutanasia escondida", ha observado. Del mismo modo ha querido abordar el problema de 75 millones de jóvenes ni-ni, que ni estudian ni trabajan.
Y todo esto, ha indicado, sucede en Europa. "Esta Europa cansada. Esta Europa que se ha cansado, no ha envejecido, está cansada. No sabe que hacer", ha reflexionado el Papa. Por esta razón, Francisco ha propuesto ayudar a Europa, "a rejuvenecer, a encontrar sus raíces. Es verdad, ha renegado de sus raíces, es verdad. Pero debemos ayudar a reencontrarlas".
Jesús dijo de sí mismo que "la piedra que descartaron los arquitectos es ahora la piedra angular". Y así, el Pontífice ha señalado que los pobres son también, de alguna manera, la piedra angular para la construcción de la sociedad.
Por otro lado, ha hecho un llamamiento para la paz. "Trabajar por la paz no da resultados rápidos, sino que es una obra de artesanos pacientes que buscan lo que une y dejan a parte lo que divide". Y ha añadido que es necesario "más oración y más diálogo". Y el diálogo -ha precisado- solo es posible desde la propia identidad.
Para concluir su mensaje, Francisco les ha pedido que vayan adelante sobre este camino: oración, pobres y paz. "Y caminando así, ayudad a hacer crecer la compasión en el corazón de la sociedad, que es la verdadera revolución, la de la compasión, la ternura", ha exhortado.
Al finalizar las palabras del Papa, la celebración ha continuado con la lectura del Evangelio y la oración de los fieles: peticiones por la paz, por las naciones que sufren, por los inmigrantes, por la unidad de los cristianos. Para concluir, todos han rezado juntos el Padre Nuestro y Francisco ha impartido la bendición. Después, han entregado al Papa un icono de la Virgen María. 


A las 18.30 el Santo Padre ha salido de la Basílica para dirigirse a la sede de la Comunidad en la plaza de San Egidio. Allí ha pasado unos minutos y al salir de la sede, ha dirigido unas últimas palabras a los presentes. Ha pedido que se rece por los "nuevos pobres" -los que no pueden pagar el alquiler y tienen que dejar sus casas- y por la paz. Para finalizar, ha pedido que recen por él, "sabéis que mi trabajo es un trabajo 'insalubre' y necesito extraordinarias en oración".

EL PAPA FRANCISCO NO SE HA OLVIDADO DE HAITÍ Y QUIERE QUE LA GENTE NO SE OLVIDE

Entrevista al cardenal haitiano Chibly Langlois, que tomó posesión en Roma de la basílica de San Giacomo in Augusta
El nombramiento que el papa Francisco hizo de un cardenal haitiano, es una llamada para queHaiti no sea olvidado. El papa Francisco no se ha olvidado de Haití y de sus sufrimientos después del terremoto de hace cuatro años, y quiere que la gente no se olvide de Haití.
Se lo ha dicho ayer a ZENIT el cardenal de Haití, Chibly Langlois, 55 años, quien estuvo esta semana en Roma para tomar posesión el sábado 7 de junio de la iglesia que le ha sido designada en cuanto cardenal, San Giacomo in Augusta, en la céntrica Via del Corso de la ciudad eterna. Pudimosencontrarlo y aquí compartimos con nuestros lectores la entrevista que nos concedió.
¿Cómo ha recibido la noticia de su nombramiento?
--Card. Langlois. He sabido que había sido nombrado cardenal primero a través de las felicitaciones que me llegaban de los amigos, por teléfono y por e-mail. Es la primera vez que se nombra un cardenal haitiano. Muchos en mi país se preguntaban por qué nunca habíamos tenido un cardenal. Es verdad que estamos lejos y somos pequeños, pero siempre decía, habrá que esperar el momento... y ese momento ha llegado.
¿Había conocido al Santo Padre antes del cónclave?
--Card. Langlois. No, no lo había conocido ni encontrado antes, pero le quiero mucho, así como el modo en el cual él se presenta y como quiere orientar la Iglesia hoy, y también por la manera en que da respuestas a una expectativa en la Iglesia y en la sociedad en general.
¿Cuáles son las preocupaciones actuales de la Iglesia en la región del Caribe?

--Card. Langlois. Existe una preocupación de construir una Iglesia que tiene que seguir evangelizando, asumirse sus responsabilidades, para que la Buena Nueva se vuelva cultura. Que los cristianos se refuercen en su fe y que se vuelvan misioneros, porque en nuestros días insistimos que hay que seguir no solamente en la línea del documento de Aparecida. Esa línea ha sido reiterada por el papa Francisco: que todos los cristianos se sientan misioneros de la Iglesia. La evangelización es una preocupación para todos y especialmente para mi. Necesitamos de hombres y mujeres que estén convencidos y se sientan verdaderamente llamados a construir la Iglesia, para así avanzar en la evangelización en el país.
Igualmente existe una preocupación sobre la situación económica porque las necesidades existen, y por lo tanto debemos organizarnos en el plano financiero para poder realizar tantos trabajos. Estamos preocupados por la situación social, de reconstruir la nación, porque hay demasiada pobreza y mucha gente que no logra trabajar para ganarse la vida. Y para que el país pueda salir del subdesarrollo.
¿Cómo la gente sintió y se interrogó sobre el tremendo terremoto que asoló Haití?
-- Card. Langlois. Nuestra generación no estaba acostumbrada a terremotos tan fuertes. Fue necesario hacer entender y esclarecer a la población que se trataba de una catástrofe natural. Había quienes no lo querían entender, como si hubiera sido una especie de maldición, como que Dios hubiera tenido la culpa. La gente lo entendió, y también la necesidad que existe de recuperarse. Hay dificultades para beber, alimentarse y vestirse, mucha gente todavía vive en carpas.
¿Y sobre las vocaciones?
-- Card. Langlois. Gracias a Dios en Haití tenemos muchas vocaciones, en las diócesis, en las comunidades religiosas, hombres y mujeres. Es necesario entretanto, trabajar para tener más caridad.
¿Han recibido ayuda de la Iglesia después del terremoto?
-- Card. Langlois. Hemos recibido ayuda por parte de las Iglesias hermanas desde todo el mundo y también en el plano social. Han llegado muchas organizaciones aunque lamentablemente no siempre se han canalizado bien las ayudas. La mayor parte de las Ong se organiza para distribuir las ayudas, pero falta una plan y muchas veces se registran duplicaciones de servicios. Entretanto debemos agradecer a la comunidad internacional y a las diversas organizaciones que ayudan a Haití en esta situación tan difícil. Debo decir que entretanto esta ayuda no es suficiente, hay mucho trabajo para hacer, en la reconstrucción por ejemplo. Hay muchos templos que están destruidos o necesitan ser restaurados, más de cien. Se ha perdido tiempo hay gente impaciente por tener un lugar para las funciones religiosas. Las iglesias hermanas en este sentido podrán ayudar en la reconstrucción, con su proximidad católica hacia Haití y su Iglesia. Existen Iglesias como las de Alemania y Francia que nos están ayudando en la reconstrucción y a concretizar los sueños y los objetivos que tenemos en ese sentido.
¿Existe el peligro que Haití sea olvidada?

-- Card. Langlois. Sí, existe este riesgo, pero creo que el nombramiento por primera vez de un cardenal haitiano se entiende como una llamada para que Haití no sea olvidada. Creo que una de mis misiones es hacer recordar que existimos. El papa Francisco no se ha olvidado y quiere que la gente no se olvide de Haití.
El cardenal Chibly Langlois nació en La Vallée, diócesis de Jacmel, el 29 de noviembre de 1958. Cursó los estudios eclesiásticos en la capital del país. Recibió la ordenación sacerdotal el 22 de septiembre de 1991. Obtuvo la licenciatura en teología pastoral en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma. El Papa Juan Pablo II lo nombró obispo de Fort-Liberté el 8 de abril de 2004; recibió la ordenación episcopal el 6 de junio del mismo año. Benedicto XVI le trasladó a la diócesis de Les Cayes el 15 de agosto de 2011. Actualmente es presidente la Conferencia episcopal de Haití, cargo para el que fue elegido el 15 de diciembre de 2011; el papa Francisco le elevó a cardenal en su primero consistorio, el 22 de febrero de 2014y ha sido apenas nombrado miembro del dicasterio Justicia y Paz.


martes, 17 de junio de 2014

FRASE DEL PAPA FRANCISCO A LOS JOVENES

" Mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría" 

Papa Francisco

FRASE DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA IGLESIA Y LA CIENCIA

"La Iglesia no pretende detener el admirable progreso de las ciencias. Al contrario, se alegra e incluso disfruta reconociendo el enorme potencial que Dios ha dado a la mente humana"

Papa Francisco 

EL PAPA: "¡NO DEJEMOS QUE NOS ROBEN LA ALEGRÍA DE LA EVANGELIZACIÓN!"

El Santo Padre en el Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones reflexiona sobre la urgencia de anunciar con alegría a Jesús
La misión ad gentes, en la que todos los miembros de la Iglesia están llamados a participar, ya que la Iglesia es misionera por naturaleza -la Iglesia ha nacido “en salida”- es urgente porque aún hay muchas personas que no conocen a Jesús. Así comienza el santo padre Francisco el Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones.
Esta Jornada -que se celebra el 19 de octubre- "es un momento privilegiado en el que los fieles de los diferentes continentes se comprometen con oraciones y gestos concretos de solidaridad para ayudar a las iglesias jóvenes en los territorios de misión". Y en el Mensaje, Francisco reflexiona sobre la alegría de Jesús y de los discípulos misioneros, ofreciendo una imagen bíblica, que encontramos en el Evangelio de Lucas (cf.10,21-23).
El evangelista cuenta -indica el Papa- que el Señor envió a los setenta discípulos, de dos en dos, a las ciudades y pueblos, a proclamar que el Reino de Dios había llegado, y a preparar a los hombres al encuentro con Jesús. "Después de cumplir con esta misión de anuncio, los discípulos volvieron llenos de alegría: la alegría es un tema dominante de esta primera e inolvidable experiencia misionera", afirma.  Son tres las escenas que presenta san Lucas, prosigue el Papa. Primero, Jesús habla a sus discípulos, y luego se vuelve hacia el Padre, y de nuevo comienza a hablar con ellos. De esta forma Jesús quiere hacer partícipes de su alegría a los discípulos, que es diferente y superior a la que ellos habían experimentado.

En la segunda parte del Mensaje, Francisco afirma que "los discípulos estaban llenos de alegría, entusiasmados con el poder de liberar de los demonios a las personas. Sin embargo, Jesús les advierte que no se alegren por el poder que se les ha dado, sino por el amor recibido". Y esta experiencia de los discípulos es motivo de gozosa gratitud para el corazón de Jesús. "Lucas entiende este júbilo en una perspectiva de comunión trinitaria: 'Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo', dirigiéndose al Padre y glorificándolo". El Papa explica que este momento de profunda alegría "brota del amor profundo de Jesús en cuanto Hijo hacia su Padre, Señor del cielo y de la tierra, el cual ha ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las ha revelado a los pequeños". Y Francisco se pregunta "¿Qué es lo que Dios ha revelado y ocultado? Los misterios de su Reino, el afirmarse del señorío divino en Jesús y la victoria sobre Satanás".
Al respecto, el Pontífice recuerda que "Dios ha escondido todo a aquellos que están demasiado llenos de sí mismos y pretenden saberlo ya todo", que "están cegados por su propia presunción y no dejan espacio a Dios". En cambio, los "pequeños" son los humildes, los sencillos, los pobres, los marginados, los sin voz, los que están cansados y oprimidos, a los que Jesús ha llamado "benditos".  
En el tercer punto del Mensaje, Francisco inicia con el versículo: "Sí, Padre, porque así te ha parecido bien" (Lc 10,21). De este modo, el Santo Padre subraya que "las palabras de Jesús deben entenderse con referencia a su júbilo interior, donde la benevolencia indica un plan salvífico y benevolente del Padre hacia los hombres". Un júbilo similar al de María "mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador" (Lc 1,47). Se trata de la Buena Noticia que conduce a la salvación, afirma el Papa.  Y prosigue indicando que "Jesús, al ver el éxito de la misión de sus discípulos y por tanto su alegría, se regocija en el Espíritu Santo y se dirige a su Padre en oración". En ambos casos, matiza el Santo Padre, "se trata de una alegría por la salvación que se realiza, porque el amor con el que el Padre ama al Hijo llega hasta nosotros, y por obra del Espíritu Santo, nos envuelve, nos hace entrar en la vida de la Trinidad".
Por eso, Francisco recuerda que "el Padre es la fuente de la alegría. El Hijo es su manifestación, y el Espíritu Santo, el animador". Los discípulos reciben la llamada a estar con Jesús y a ser enviados por Él para predicar el Evangelio y así se ven colmados de alegría. "¿Por qué no entramos también nosotros en este torrente de alegría?", pregunta el Santo Padre en el Mensaje.
A continuación, un cuarto aspecto. Retomando la exhortación apostólica Evangelii gaudium, Francisco recuerda que "el gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada". Por lo tanto, "la humanidad tiene una gran necesidad de aprovechar la salvación que nos ha traído Cristo. Los discípulos son los que se dejan aferrar cada vez más por el amor de Jesús y marcar por el fuego de la pasión por el Reino de Dios, para ser portadores de la alegría del Evangelio", afrima. Y añade que "todos los discípulos del Señor están llamados a cultivar la alegría de la evangelización".
Además, indica que los obispos "como principales responsables del anuncio", tienen la tarea de promover la unidad de la Iglesia local en el compromiso misionero, teniendo en cuenta que la alegría de comunicar a Jesucristo se expresa tanto en la preocupación de anunciarlo en los lugares más distantes, como en una salida constante hacia las periferias del propio territorio.

Al abordar el hecho de que en muchas regiones "escasean las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada", el Papa apunta que "a menudo esto se debe a que en las comunidades no hay un fervor apostólico contagioso, por lo que les falta entusiasmo y no despiertan ningún atractivo".
Por esta razón, el Pontífice anima a las comunidades parroquiales, asociaciones y grupos "a vivir una vida fraterna intensa, basada en el amor a Jesús y atenta a las necesidades de los más desfavorecidos". Donde hay alegría, surgen las verdaderas vocaciones, sin olvidar las vocaciones laicales a la misión, recuerda. El Papa añade que es importante proporcionar a los laicos "la formación adecuada, con vistas a una acción apostólica eficaz".
"Dios ama al que da con alegría" (2 Co 9,7). Con esta cita inicia el último punto del Mensaje.  El Santo Padre afirma que "la contribución económica personal es el signo de una oblación de sí mismos, en primer lugar al Señor y luego a los hermanos, porque la propia ofrenda material se convierte en un instrumento de evangelización de la humanidad que se construye sobre el amor".

Para concluir el Papa exclama: "¡No dejemos que nos roben la alegría de la evangelización!" De este modo invita a sumergirse "en la alegría del Evangelio y a nutrir un amor que ilumine vuestra vocación y misión" y exhorta a recordar "el primer amor con el que el Señor Jesucristo ha encendido los corazones de cada uno, no por un sentimiento de nostalgia, sino para perseverar en la alegría".

lunes, 16 de junio de 2014

FRANCISCO: LA SOCIEDAD QUE NO CUIDA A SUS JÓVENES Y ANCIANOS NO TIENE ESPERANZA

El Santo Padre visita la Basí­lica de Santa Marí­a en Trastévere en un encuentro con la Comunidad de San Egidio
El santo padre Francisco ha llegado al barrio romano del Trastévere a las 16.30 de esta tarde de domingo para el encuentro con la Comunidad de San Egidio. A pesar del mal tiempo y la fuerte tormenta prevista para la tarde, miles de fieles esperaban la llegada del Obispo de Roma. A su llegada a la plaza San Calisto, el Papa ha paseado a pie saludando a la gran multitud de fieles reunidos en los alrededores de la plaza mientras se escuchaban cantos en español para animar la espera. Sin prisa, el Santo Padre ha saludado y dado la mano a los presentes, incluso tuvo ocasión de tomar mate, bendecir el vientre de una embarazada y hacerse algún selfie con grupos de jóvenes.
El Papa ha sido acogido por el fundador y el presidente de la Comunidad, Andrea Riccardi y Marco Impagliazzo y por el párroco de S. María en Trastévere, monseñor Marco Gnavi.
El encuentro en la Basílica ha comenzado a las 17.05. El Santo Padre ha entrado saludando a las personas que se encontraban a ambos lados de los pasillos. Después, ha hecho una ofrenda floral a la Virgen.
Riccardi ha comenzado dando las gracias al Papa por la visita de hoy y ha hecho un breve repaso de la historia de la Comunidad de San Egidio y su labor. "No hemos renunciado al sueño de cambiar el mundo", ha indicado. Como estaba previsto, antes de la intervención del Santo Padre, se ha dedicado un tiempo para escuchar testimonios.
El primero en compartir su experiencia ha sido el arzobispo ortodoxo Jean Kawak, quien ha recordado el drama que está viviendo esta nación y la necesidad urgente de paz. Una mujer italiana de 90 años, ha dado las gracias al Papa por sus discursos a favor de los ancianos y en contra de la sociedad del descarte, así como ha dado su testimonio como voluntaria en la Comunidad de San Egidio y cómo este servicio le ayuda a dar sentido a su vejez.
El tercer testimonio ha sido el de una adolescente de la periferia de Roma que ha hablado de su servicio en "Jóvenes por la paz". Inmediatamente después, un joven de 28 años, casado y padre de 3 hijos ha hablado sobre las dificultades para encontrar trabajo a causa de la crisis.
Le ha seguido la intervención de una mujer con una discapacidad, miembro de la Comunidad. Su testimonio ha versado sobre cómo ha luchado desde pequeña por salir adelante, dando también las gracias por su marido, sus amigos y la fe.
A continuación un joven gitano con padres yugoslavos inmigrantes en Roma, ha hecho memoria de su infancia marcada por la marginación y la exclusión. Ahora puede decir orgulloso que no se dejó llevar, tiene trabajo y anima a otros gitanos para que lo logren.
Un joven musulmán que huyó de Afganistán cuando aún era menor de edad, ha recordado su viaje hasta Roma y cómo aquí conoció a la Comunidad de San Egidio, donde le han ayudado a "encontrar la paz que tanto he deseado". Finalmente, un hombre llamado Jaime nacido en El Salvador, ha explicado el trabajo de San Egidio contra la violencia de las pandillas y el narcotráfico en este país.
Por su parte, el Santo Padre ha iniciado su discurso dando las gracias por la calurosa acogida. Francisco ha observado que esta antigua Basílica "se ha convertido en lugar de oración cotidiana para tantos romanos y peregrinos. Rezar en el centro de la ciudad no quiere decir olvidar las periferias humanas y urbanas, significa escuchar y acoger aquí el Evangelio del amor para ir al encuentro de los hermanos y hermanas en las periferias de las ciudades del mundo". Asimismo les ha recordado que "la oración es la primera obra de vuestra comunidad, y consiste en escuchar la palabra de Dios. Este pan, el pan que nos da fuerza, nos hace ir adelante". El Papa ha invitado a mirar a Jesús para que "vuestros rostros estén radiantes".
De este modo, ha hecho mención a la labor de San Egidio con los más desfavorecidos, y ha subrayado que "en los pobres está presente Jesús, quien se identifica con ellos".
Por eso, les ha pedido que permanezcan "una comunidad para los pobres" y ha añadido "veo entre vosotros muchos ancianos, estoy contento que seáis sus amigos y vecinos". Al respecto, Francisco ha explicado que el trato a los ancianos y a los niños es "un indicador para ver la calidad de una sociedad". Y así, el Papa ha subrayado lo buena que es la alianza entre jóvenes y ancianos, "donde todos dan y reciben". Los ancianos y su oración son una riqueza para San Egidio, ha afirmado.
El Santo Padre ha querido reafirmar que "un pueblo que no cuida a sus ancianos, a sus jóvenes, es un pueblo sin futuro, sin esperanza. Porque los jóvenes, los niños y los ancianos llevan adelante la historia". Los jóvenes y los niños por su fuerza biológica y los ancianos dándoles la memoria, ha explicado el Papa. Por esta razón, "cuando una sociedad pierde la memoria, está terminada, está terminada. Es feo ver una sociedad, un pueblo, una cultura, que ha perdido la memoria".  
A continuación, el Pontífice ha hecho referencia a la anciana de 90 años que ha hablado de la cultura del descarte, -"¡es buena! ¿eh?" Francisco ha indicado que para mantener un equilibrio así, donde al centro de la economía mundial no está ni en el hombre ni en la mujer, sino que está en el ídolo dinero, es necesario descartar cosas: los niños, los ancianos... "Lo que no produce se descarta", y este rechazo hacia los ancianos es una "eutanasia escondida", ha observado. Del mismo modo ha querido abordar el problema de 75 millones de jóvenes ni-ni, que ni estudian ni trabajan.
Y todo esto, ha indicado, sucede en Europa. "Esta Europa cansada. Esta Europa que se ha cansado, no ha envejecido, está cansada. No sabe que hacer", ha reflexionado el Papa. Por esta razón, Francisco ha propuesto ayudar a Europa, "a rejuvenecer, a encontrar sus raíces. Es verdad, ha renegado de sus raíces, es verdad. Pero debemos ayudar a reencontrarlas".
Jesús dijo de sí mismo que "la piedra que descartaron los arquitectos es ahora la piedra angular". Y así, el Pontífice ha señalado que los pobres son también, de alguna manera, la piedra angular para la construcción de la sociedad.
Por otro lado, ha hecho un llamamiento para la paz. "Trabajar por la paz no da resultados rápidos, sino que es una obra de artesanos pacientes que buscan lo que une y dejan a parte lo que divide". Y ha añadido que es necesario "más oración y más diálogo". Y el diálogo -ha precisado- solo es posible desde la propia identidad.
Para concluir su mensaje, Francisco les ha pedido que vayan adelante sobre este camino: oración, pobres y paz. "Y caminando así, ayudad a hacer crecer la compasión en el corazón de la sociedad, que es la verdadera revolución, la de la compasión, la ternura", ha exhortado.
Al finalizar las palabras del Papa, la celebración ha continuado con la lectura del Evangelio y la oración de los fieles: peticiones por la paz, por las naciones que sufren, por los inmigrantes, por la unidad de los cristianos. Para concluir, todos han rezado juntos el Padre Nuestro y Francisco ha impartido la bendición. Después, han entregado al Papa un icono de la Virgen María. 

A las 18.30 el Santo Padre ha salido de la Basílica para dirigirse a la sede de la Comunidad en la plaza de San Egidio. Allí ha pasado unos minutos y al salir de la sede, ha dirigido unas últimas palabras a los presentes. Ha pedido que se rece por los "nuevos pobres" -los que no pueden pagar el alquiler y tienen que dejar sus casas- y por la paz. Para finalizar, ha pedido que recen por él, "sabéis que mi trabajo es un trabajo 'insalubre' y necesito extraordinarias en oración".

FRASE DEL PAPA FRANCISCO

“Todos somos pecadores, pero vivamos la alegría del perdón de Dios y tengamos confianza en su misericordia “.

PAPA FRANCISCO

FRASE DEL PAPA FRANCISCO


“La verdadera caridad es un poco atrevida: no tengamos miedo a ensuciarnos las manos para ayudar a los más necesitados”.

PAPA FRANCISCO

EL PAPA FRANCISCO EN LA AUDIENCIA DEL MIERCOLES 18 DE JUNIO.

“La Iglesia es nuestra madre”
"Queridos hermanos y hermanas, ¡buen día!
¡Y les felicito, han sido valientes, porque no se sabe si llueve o no llueve, realmente valientes! Esperemos poder concluir la audiencia sin agua, que el Señor tenga piedad de nosotros...
Hoy inicia un ciclo de catequesis sobre la Iglesia. Es un poco como el hijo que habla de la propia madre, de la propia familia. Hablar de la Iglesia es hablar de nuestra madre, de nuestra familia. La Iglesia de hecho no es una institución finalizada a sí misma o una asociación privada, una Ong, y tampoco hay que restringir la mirada al clero o al Vaticano... La Iglesia somos todos, ¿de quien hablas tú, de los curas?. Los curas son parte de la Iglesia, pero la Iglesia somos todos, no la limitemos a los sacerdotes, a los obispos o al Vaticano, porque la Iglesia somos todos. Todos somos familia de esta madre.
La Iglesia es una realidad mucho más amplia que se abre a toda la humanidad y que no nace en un laboratorio, la Iglesia no ha nacido en un laboratorio, no ha nacido de repente. Ha sido fundada por Jesús, y es un pueblo con una amplia historia a sus espaldas y una preparación que inicia incluso mucho antes de Cristo.
Esta historia, o 'prehistoria' de la Iglesia se encuentra ya en las páginas del Antiguo Testamento. Hemos escuchado el Libro del Génesis, cuando Dios eligió a Abrahán, nuestro padre en la fe y le pidió que partiera, que dejara su patria terrena y fuera a otra tierra, que Él le habría indicado. Y en esta vocación Dios no llama a Abrahán como uno solo, como un individuo, pero involucra desde el inicio a su familia, a sus parientes y a todos aquellos que están al servicio de su casa. Una vez en camino, así inició a caminar la Iglesia. Una vez en camino Dios ampliará una vez más el horizonte y colmará a Abrahán con su bendición, prometiéndole una descendencia numerosa como las estrellas del cielo y como la arena en las orillas del mar.
El primer dato importante es justamente este: a partir de Abrahán Dios forma a un pueblo para que lleve su bendición a todas las familias de la tierra. Y en el interior de este pueblo nace Jesús. Es Dios que constituye a este pueblo, esta historia, este pueblo en camino y allí nace Jesús, en este pueblo.
Un segundo elemento: no es Abrahán que constituye entorno a sí un pueblo, pero es el mismo Dios que da vida a este pueblo. Generalmente era el hombre a dirigirse a las divinidades, buscando colmar la distancia e invocando apoyo y protección. En este caso en cambio se asiste a algo inaudito: es Dios mismo quien toma la iniciativa. Escuchemos esto: ¡Dios mismo llama a la puerta de Abrahán, le dice: ve adelante, deja tu tierra, inicia a caminar yo haré (nacer) de ti un gran pueblo. Y éste es el inicio de la Iglesia y de este pueblo nace Jesús. Pero Dios toma la iniciativa, dirige su palabra al hombre creando una relación nueva con nosotros.
'Pero padre, ¿cómo es esto, Dios nos habla?' Sí. '¿Y podemos hablar con Dios?' Sí. Y esto se llama oración. Y es Dios que ha hecho esto desde el inicio. Así Dios ha formado un pueblo con todos aquellos que escuchan su palabra y que se ponen en camino confiando en Él. Esta es la única condición: fiarse de Dios. Si uno confía en Dios, lo escucha y se pone en camino, esto es hacer Iglesia.
El amor de Dios precede todo, Dios llega siempre antes que nosotros, el profeta Isaías o Jeremías decía que Dios es como la flor de los almendros, porque es el primer árbol que florece en la primavera, para indicar que Dios florece antes que nosotros. Cuando llegamos Él nos espera, nos llama, nos hace caminar, y siempre antes que nosotros. Y esto se llama amor.
'Pero padre, yo no creo esto, porque si usted supiera que mi vida fue tan fea, no puedo pensar que Dios me espera'. Dios te espera y si has sido un pecador grande, te espera más y con tanto amor, porque Él es el primero y esta es la belleza de la Iglesia, que nos lleva a este Dios que nos espera.
Abrahán y los suyos escuchan la llamada de Dios y se ponen en camino, no obstante no sepan bien quién sea este Dios y dónde quiera llevarlos. Es verdad, porque Abrahán se pone en camino siguiendo a este Dios que le ha hablado, pero no tenía un libro de teología para estudiar quien era este Dios. Abrahán se fía, se fía del amor y él se fía. Esto no significa que esta gente estuviera siempre convencida y fiel. Por el contrario, desde el inicio hay resistencias, el replegarse sobre sí mismos y los propios interese, y la tentación de negociar con Dios para resolver las cosas como quisiera uno.
Estas son las traiciones y pecados que indican el camino del pueblo a lo largo de toda la historia de la salvación, que es la historia de la fidelidad de Dios y de la infidelidad del pueblo. Dios entretanto no se cansa, Dios tiene paciencia, tanta paciencia, y durante el tiempo sigue formando a su pueblo como un padre a su propio hijo. Dios camina con nosotros, dice el profeta Osea, yo he caminado contigo y te he enseñado a caminar como un papá le enseña a caminar a un niño. Hermosa figura de Dios, y así hace con nosotros, nos enseña a andar.
Y es la misma actitud que mantiene hacia la Iglesia. También nosotros de hecho, mismo en nuestra intención de seguir al Señor Jesús, hacemos experiencia cada día de nuestro egoísmo y de la dureza de nuestro corazón. Entretanto cuando nos reconocemos pecadores, Dios nos llena de su misericordia y de su amor. Y nos perdona, nos perdona siempre, y es justamente esto que nos hace crecer como Pueblo de Dios, como Iglesia. No porque somos buenos, no son nuestros méritos. Somos poca cosa nosotros, no es esto, sino la experiencia cotidiana de cuanto el Señor nos quiere y nos atiende. Es esto que nos hace sentir verdaderamente en sus manos y nos lleva a crecer en la comunión con Él y entre nosotros. Es sentirse en las manos de Dios que es padre, que nos ama, nos acaricia, nos espera y nos hace sentir su ternura. ¡Y esto es hermoso!
Queridos amigos, este es el proyecto de Dios: formar un pueblo bendito por su amor y que lleve su bendición a todos los pueblos de la tierra. Este proyecto no cambia, está siempre activo. En Cristo tuvo su plenitud y todavía hoy Dios sigue realizándolo en la Iglesia. Pidamos entonces la gracia de ser siempre fieles al influjo del Señor Jesús y a escuchar su palabra, listos a partir cada día como Abrahán, hacia la tierra de Dios y del hombre, hacia la verdadera patria nuestra, y así volvernos bendición y signo del amor de Dios hacia todos sus hijos. Me gusta pensar que un sinónimo que podríamos tener los cristianos sería: son hombres y mujeres que bendicen. El cristiano con su vida tiene que bendecir siempre, bendecir a Dios y a todos nosotros. Los cristianos son gente que sabe bendecir. ¡Qué linda vocación ésta!

FUENTE: Zenit.org