El Santo Padre
visita la Basílica de Santa María en Trastévere en un encuentro con la
Comunidad de San Egidio
El
santo padre Francisco ha llegado al barrio romano del Trastévere a las 16.30 de
esta tarde de domingo para el encuentro con la Comunidad de San Egidio. A pesar
del mal tiempo y la fuerte tormenta prevista para la tarde, miles de fieles
esperaban la llegada del Obispo de Roma. A su llegada a la plaza San Calisto,
el Papa ha paseado a pie saludando a la gran multitud de fieles reunidos en los
alrededores de la plaza mientras se escuchaban cantos en español para animar la
espera. Sin prisa, el Santo Padre ha saludado y dado la mano a los presentes,
incluso tuvo ocasión de tomar mate, bendecir el vientre de una embarazada y
hacerse algún selfie con grupos de jóvenes.
El
Papa ha sido acogido por el fundador y el presidente de la Comunidad, Andrea
Riccardi y Marco Impagliazzo y por el párroco de S. María en Trastévere,
monseñor Marco Gnavi.
El
encuentro en la Basílica ha comenzado a las 17.05. El Santo Padre ha entrado
saludando a las personas que se encontraban a ambos lados de los pasillos.
Después, ha hecho una ofrenda floral a la Virgen.
Riccardi
ha comenzado dando las gracias al Papa por la visita de hoy y ha hecho un breve
repaso de la historia de la Comunidad de San Egidio y su labor. "No hemos
renunciado al sueño de cambiar el mundo", ha indicado. Como estaba
previsto, antes de la intervención del Santo Padre, se ha dedicado un tiempo
para escuchar testimonios.
El
primero en compartir su experiencia ha sido el arzobispo ortodoxo Jean Kawak,
quien ha recordado el drama que está viviendo esta nación y la necesidad
urgente de paz. Una mujer italiana de 90 años, ha dado las gracias al Papa por
sus discursos a favor de los ancianos y en contra de la sociedad del descarte,
así como ha dado su testimonio como voluntaria en la Comunidad de San Egidio y
cómo este servicio le ayuda a dar sentido a su vejez.
El
tercer testimonio ha sido el de una adolescente de la periferia de Roma que ha
hablado de su servicio en "Jóvenes por la paz". Inmediatamente
después, un joven de 28 años, casado y padre de 3 hijos ha hablado sobre las
dificultades para encontrar trabajo a causa de la crisis.
Le
ha seguido la intervención de una mujer con una discapacidad, miembro de la
Comunidad. Su testimonio ha versado sobre cómo ha luchado desde pequeña por
salir adelante, dando también las gracias por su marido, sus amigos y la fe.
A
continuación un joven gitano con padres yugoslavos inmigrantes en Roma, ha
hecho memoria de su infancia marcada por la marginación y la exclusión. Ahora
puede decir orgulloso que no se dejó llevar, tiene trabajo y anima a otros
gitanos para que lo logren.
Un
joven musulmán que huyó de Afganistán cuando aún era menor de edad, ha
recordado su viaje hasta Roma y cómo aquí conoció a la Comunidad de San Egidio,
donde le han ayudado a "encontrar la paz que tanto he deseado".
Finalmente, un hombre llamado Jaime nacido en El Salvador, ha explicado el
trabajo de San Egidio contra la violencia de las pandillas y el narcotráfico en
este país.
Por
su parte, el Santo Padre ha iniciado su discurso dando las gracias por la
calurosa acogida. Francisco ha observado que esta antigua Basílica "se ha
convertido en lugar de oración cotidiana para tantos romanos y peregrinos.
Rezar en el centro de la ciudad no quiere decir olvidar las periferias humanas
y urbanas, significa escuchar y acoger aquí el Evangelio del amor para ir al
encuentro de los hermanos y hermanas en las periferias de las ciudades del
mundo". Asimismo les ha recordado que "la oración es la primera obra
de vuestra comunidad, y consiste en escuchar la palabra de Dios. Este pan, el
pan que nos da fuerza, nos hace ir adelante". El Papa ha invitado a mirar
a Jesús para que "vuestros rostros estén radiantes".
De
este modo, ha hecho mención a la labor de San Egidio con los más
desfavorecidos, y ha subrayado que "en los pobres está presente Jesús,
quien se identifica con ellos".
Por
eso, les ha pedido que permanezcan "una comunidad para los pobres" y
ha añadido "veo entre vosotros muchos ancianos, estoy contento que seáis
sus amigos y vecinos". Al respecto, Francisco ha explicado que el trato a
los ancianos y a los niños es "un indicador para ver la calidad de una
sociedad". Y así, el Papa ha subrayado lo buena que es la alianza entre
jóvenes y ancianos, "donde todos dan y reciben". Los ancianos y su
oración son una riqueza para San Egidio, ha afirmado.
El
Santo Padre ha querido reafirmar que "un pueblo que no cuida a sus
ancianos, a sus jóvenes, es un pueblo sin futuro, sin esperanza. Porque los jóvenes,
los niños y los ancianos llevan adelante la historia". Los jóvenes y los
niños por su fuerza biológica y los ancianos dándoles la memoria, ha explicado
el Papa. Por esta razón, "cuando una sociedad pierde la memoria, está
terminada, está terminada. Es feo ver una sociedad, un pueblo, una cultura, que
ha perdido la memoria".
A
continuación, el Pontífice ha hecho referencia a la anciana de 90 años que ha
hablado de la cultura del descarte, -"¡es buena! ¿eh?" Francisco ha
indicado que para mantener un equilibrio así, donde al centro de la economía
mundial no está ni en el hombre ni en la mujer, sino que está en el ídolo
dinero, es necesario descartar cosas: los niños, los ancianos... "Lo que
no produce se descarta", y este rechazo hacia los ancianos es una
"eutanasia escondida", ha observado. Del mismo modo ha querido
abordar el problema de 75 millones de jóvenes ni-ni, que ni estudian ni
trabajan.
Y
todo esto, ha indicado, sucede en Europa. "Esta Europa cansada. Esta
Europa que se ha cansado, no ha envejecido, está cansada. No sabe que
hacer", ha reflexionado el Papa. Por esta razón, Francisco ha propuesto
ayudar a Europa, "a rejuvenecer, a encontrar sus raíces. Es verdad, ha
renegado de sus raíces, es verdad. Pero debemos ayudar a reencontrarlas".
Jesús
dijo de sí mismo que "la piedra que descartaron los arquitectos es ahora
la piedra angular". Y así, el Pontífice ha señalado que los pobres son
también, de alguna manera, la piedra angular para la construcción de la
sociedad.
Por
otro lado, ha hecho un llamamiento para la paz. "Trabajar por la paz no da
resultados rápidos, sino que es una obra de artesanos pacientes que buscan lo
que une y dejan a parte lo que divide". Y ha añadido que es necesario
"más oración y más diálogo". Y el diálogo -ha precisado- solo es
posible desde la propia identidad.
Para
concluir su mensaje, Francisco les ha pedido que vayan adelante sobre este
camino: oración, pobres y paz. "Y caminando así, ayudad a hacer crecer la
compasión en el corazón de la sociedad, que es la verdadera revolución, la de
la compasión, la ternura", ha exhortado.
Al
finalizar las palabras del Papa, la celebración ha continuado con la lectura
del Evangelio y la oración de los fieles: peticiones por la paz, por las
naciones que sufren, por los inmigrantes, por la unidad de los cristianos. Para
concluir, todos han rezado juntos el Padre Nuestro y Francisco ha impartido la
bendición. Después, han entregado al Papa un icono de la Virgen María.
A
las 18.30 el Santo Padre ha salido de la Basílica para dirigirse a la sede de
la Comunidad en la plaza de San Egidio. Allí ha pasado unos minutos y al salir
de la sede, ha dirigido unas últimas palabras a los presentes. Ha pedido que se
rece por los "nuevos pobres" -los que no pueden pagar el alquiler y
tienen que dejar sus casas- y por la paz. Para finalizar, ha pedido que recen
por él, "sabéis que mi trabajo es un trabajo 'insalubre' y necesito
extraordinarias en oración".
No hay comentarios:
Publicar un comentario