El
santo padre visita a las monjas camandulenses y preside la oración de las
vísperas
El santo padre ha estado
en el Monasterio de San Antonio Abad de las monjas benedictinas camaldulenses
situado en la colina del Aventino en Roma, con ocasión de la Jornada por la
vida contemplativa - instituida en 1953 por el papa Pío XII como Jornada Pro
orantibus - y del Año de la fe que será clausurado este domingo.
El papa fue recibido
por la abadesa sor Michela Porccellato y se ha dirigido directamente a la
iglesia donde estaban reunidas 21 monjas de la comunidad. Allí, Francisco ha
presidio la celebración de las vísperas según la regla camaldulense. Tras
escuchar la lectura del evangelio de Lucas en la que Jesús dice que
"Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la
cumplen", el santo padre ha pronunciado una meditación sobre la Virgen
María.
El evangelio que hemos
escuchado muestra la actitud fundamental con la que María ha expresado su amor
por Jesús, hacer la voluntad de Dios ha dicho el papa. Asimismo, ha indicado
que con las palabras de este pasaje del evangelio, Jesús deja un mensaje
importante: "la voluntad de Dios es la ley suprema que establece la
verdadera pertenencia a Él y por eso María establece una unión de parentesco
con Jesús antes incluso de darlo a luz, se hace discípula y madre de su hijo en
el momento en el que acoge las palabras del ángel". Este hágase - ha
observado el papa - "no es solo aceptación sino también apertura confiada
al futuro, este hágase es esperanza"
María es la madre de la
esperanza, el icono más expresivo de la esperanza cristiana, ha afirmado el
santo padre. Y ha añadido que "toda su vida es un conjunto de actitudes de
esperaza, empezando por el sí en el momento de la Anunciación. María no sabía
cómo podía convertirse en madre, pero se ha fiado por completo del misterio que
estaba por cumplirse".
Por otro lado,
Francisco ha señalado que "la esperanza se nutre de escucha, de
contemplación, de paciencia para que los tiempos del Señor maduren".
Poniendo el ejemplo de las bodas de Caná ha subrayado que "María es la
madre de la esperanza que la hace atenta y diligente a las cosas humanas".
El santo padre ha recordado que María mira la misión del hijo con júbilo y
también con inquietud porque Jesús se convierte cada vez más en ese signo de
contradicción del que habló el viejo Simeón.
"En los pies de la
Cruz es mujer del dolor y al mismo tiempo de la vigilante espera de un misterio
más grande del dolor que está por realizarse", ha observado el santo
padre. En ese momento - ha proseguido - María podía haber recordado las
promesas de la Anunciación y haber pensado "esto no es verdad, me han
engañado", pero no lo ha hecho.
El santo padre ha
preguntado "¿sabemos esperar el mañana de Dios o queremos el hoy, hoy,
hoy? Así, ha explicado que "el mañana de Dios es para ella el alba de
aquel día, el primero de la semana".
Francisco ha indicado
que "nos hará bien pensar en la contemplación, al abrazo del hijo
con la madre".
La única luz encendida
en el sepulcro de Jesús es la esperanza de la madre, que en ese momento era la
esperanza de toda la humanidad, ha recordado. Y ha lanzado una pregunta, a sí
mismo y a los demás, en los monasterios ¿Esta todavía encendida esta
lámpara? ¿En los monasterios se espera el mañana de Dios?
En ella - ha indicado
Francisco - presente en cada momento de la historia de la Salvación vemos un
testimonio sólido de esperanza. Ella madre de esperanza nos sostiene en los
momentos de oscuridad, dificultad, desaliento, aparentes o verdaderas derrotas
humanas. Ha finalizado, recordando que "María esperanza nuestra nos ayuda
a hacer de nuestra vida una ofrenda agradecida al Padre celeste, un don alegre
para nuestros hermanos, una actitud que siempre mira al mañana".
Al finalizar la
celebración de las vísperas, ha habido un tiempo de adoración eucarística y
después el papa ha encontrado a la comunidad en la sala capitular.
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