El
papa Francisco este jueves en su homilía pide confiar la docilidad al Espíritu
Santo; el diálogo; y la confianza en la gracia
El papa Francisco en su
homilía de la misa cotidiana de este jueves en Santa Marta recordó que “quien
hace la evangelización es Dios”, oponiendo esta verdad al exceso de
burocratización que puede obstaculizar el acercarse de las personas Dios.
Y el Santo Padre indicó
el modelo seguido por el apóstol Felipe, que como indican los Actos de los
Apóstoles, pone en luz tres cualidades cristalinas de un cristiano: la
docilidad al Espíritu Santo; el diálogo; y la confianza en la gracia.
El primer caso es
cuando el Espíritu le indica a Felipe que interrumpa sus actividades y alcance
la carroza en la que está viajando entre Jerusalén y Gaza, el ministro de la
reina de Etiopía.
“Felipe obedece, es
dócil a la palabra del Señor. Seguramente ha dejado tantas cosas que debía
hacer, porque los apóstoles en aquellos tiempos estaban muy ocupados con la
evangelización. Deja todo y va. Y esto nos hace ver que sin esta docilidad a la
voz de Dios nadie puede evangelizar, nadie puede anunciar a Jesucristo, o como
máximo anunciará a sí mismo. Es Dios que llama, es Dios que a Felipe lo pone en
camino. Y Felipe va, es dócil”.
El encuentro con el
ministro etíope es para Felipe una ocasión de anuncio del evangelio. Pero este
anuncio -explicó Francisco- no es una enseñanza que llega desde lo alto, una
imposición. Se trata de un diálogo que el apóstol tiene el escrúpulo de
iniciar, respetando la sensibilidad espiritual de su interlocutor que esta
legendo, sin lograr entender una estrofa del profeta Isaías.
“No se puede
evangelizar sin dialogar, no se puede. Porque uno debe partir justamente desde
donde está la persona que debe ser evangelizada”.
El Papa recuerda que
alguien podría decir: 'Pero padre, se pierde tanto tiempo, porque cada uno
tiene su historia, viene con esto, con sus ideas...' Y Francisco añade: “Más
tiempo ha perdido Dios en la creación del mundo y lo ha hecho bien”.
Y nos pide “perder el
tiempo con la otra persona, porque aquella persona es la que Dios quiere que
uno evangelice, a la cual uno le dé la noticia de que Jesús es lo más
importante. Pero como esa persona es ahora, no como deberá serlo”.
Las palabras de Felipe
suscitan en el ministro etíope el deseo de ser bautizado y en el primer curso
de agua así sucede. Felipe bautiza al etíope, “lo pone en las manos de
Dios y de su gracia”. Y el Papa añade: el ministro además pasará a transmitir
la fe y “esto quizás nos ayudará a entender mejor que quien hace la evangelización
es Dios”.
Y el Santo Padre invitó
por lo tanto a meditar sobre estos tres momentos de la evangelización: la
docilidad para evangelizar y hacer lo que Dios nos manda; el diálogo con las
personas, aunque es necesario partir desde donde ellas están; y tercero, confiar
en la gracia: es más importante la gracia que toda la burocracia.
E invitó a recordar que
“muchas veces nosotros en la Iglesia somos una empresa para fabricar
impedimentos de manera que la gente no pueda llegar a la gracia. Que el Señor
nos haga entender esto”.
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