La tristeza entró. Cómo halo en
la niebla, en las almas, cuando se pusieron a contemplarse.
Para librarse de aquella
fascinación necrófora, las almas fueron exhortadas a ponerse a amar:
Proyectarse fuera del propio
egoísmo tubular y consagrarse a Dios en el servicio al hermano.
Y servir es amar: amar es hacerse
uno.
Igino Giordani
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