jueves, 26 de julio de 2012

DIEZ CLAVES PARA COMPRENDER EL DOCUMENTO DE LA SUBCOMISIÓN DE FAMILIA Y VIDA SOBRE LA VERDAD DEL AMOR HUMANO.

1 El ser humano no puede vivir sin amor. Pero el origen del amor no se encuentra en el hombre mismo, sino en el misterio de Dios, que se revela y sale al encuentro de cada hombre como Aquel que es el amor. Por eso, el hombre, creado como unidad de cuerpo y alma, a imagen de Dios, busca sin cesar el amor.

2 La persona humana existe necesariamente como hombre o como mujer, dado que el cuerpo es la persona en su visibilidad. La sexualidad humana no es separable de la dignidad espiritual del ser humano, que tiene su expresión en la entrega sincera de sí mismo en el amor.

3 El amor conyugal es un amor comprometido, que crea plena comunión de vida entre un hombre y una mujer; es fiel y exclusivo, fecundo y para siempre.

4 La belleza de la verdad que une la dignidad humana con la vocación al amor no es apreciada por causa del pecado, que separa a los hombres de su vocación haciéndolos perderse en visiones reductivas y rotas de la sexualidad. Es necesario cultivar la castidad, virtud por la que se vive la sexualidad en toda su belleza. El sacramento del matrimonio sana, perfecciona y eleva el amor conyugal.

5 Tanto el espiritualismo, que no reconoce a la corporeidad sexuada su sentido espiritual, como la ideología de género, que le niega su carácter personal, impiden la consideración adecuada del ser humano en su realidad armónica de imagen de Dios y, por tanto, imposibilitan también el reconocimiento de la verdad del matrimonio y de la familia.

6 La ideología de género, sobre el trasfondo de la cultura pansexualista, deforma la imagen del hombre al considerar que éste, dejando atrás su corporeidad sexuada –confundida con una mera biología del sexo–, habría de afirmar su libertad por medio de la llamada opción de género, que le haría dueño de su propia historia. Pero este vaciamiento del significado personal del cuerpo tiene serias consecuencias negativas: se impone la cultura de la muerte, con su negación de la fecundidad, de la vida.

7 La influencia de la ideología de género y de sus presupuestos ha conducido a una desvalorización sin precedentes del matrimonio y de la familia, sobre todo en las leyes y la cultura dominante. Desde 2005 el matrimonio, en cuanto unión de un hombre y una mujer, ha desaparecido del Código civil, y los españoles han perdido el derecho de ser considerados y protegidos específicamente por la ley como “esposo” o como “esposa”. Por otro lado, las políticas sociales no reconocen de modo adecuado el valor social de la familia. Sin embargo, se observa una valoración creciente de la familia por la sociedad.

8 El matrimonio es un bien social de primer orden. Es necesario romper los clichés que lo presentan como un estorbo para el desarrollo de la persona y de la sociedad. Custodia el amor de las personas y se constituye en valioso “capital social”.

9 La mejor respuesta a los daños causados por la ideología de género es la obra de la nueva evangelización. El conocimiento de Jesucristo abrirá el camino al aprecio de la belleza de la verdad del ser humano y de su vocación de amor.

10 El anuncio y la promoción de la verdad del amor humano compete y obliga a todos los miembros de la Iglesia y, en realidad, a todos los que sean consientes de lo que está en juego: la felicidad de las personas y el fortalecimiento de la sociedad, gracias a una antropología de la comunión entre los hombre

FUENTE Conferencia Episcopal Española. PARA MAS INFORMACION.

martes, 24 de julio de 2012

LA VERDAD DEL AMOR HUMANO. ORIENTACIONES SOBRE EL AMOR CONYUGAL, LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO Y LA LEGISLACIÓN FAMILIAR.

FUENTE ZENIT (jueves 5 de julio de 2012)


La Conferencia Episcopal Española (CEE) acaba de hacer público el documento “La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar”. El texto fue aprobado por la XCIX Asamblea Plenaria y lleva fecha de 26 de abril de 2012. Ha sido revisado, para su publicación, por la última Comisión Permanente, celebrada los días 19 y 20 del pasado mes de junio. El documento fue presentado este miércoles en rueda de prensa por el secretario general de la Conferencia Episcopal, monseñor Juan Antonio Martínez Camino.
A lo largo de seis capítulos, los obispos anuncian el evangelio del matrimonio y de la familia como un bien para toda la humanidad. En una breve introducción, ofrecen el contexto para comprender mejor el documento, con menciones particulares al Concilio Vaticano II, la exhortación apostólica “Familiaris consortio” (Juan Pablo II, 1981) y el magisterio que sobre la familia y la vida han publicado los obispos españoles en los últimos años.
Fue aprobado en abril por la XCIX Asamblea Plenaria y ha sido revisado ahora por la última Comisión Permanente

Como recuerda el texto, la CEE ya venía llamando la atención sobre “las nuevas circunstancias en las que se desarrollaba la vida familiar, y la presencia en la legislación española de presupuestos que devaluaban el matrimonio, causaban la desprotección de la familia y llevaban a una cultura que, sin eufemismos, podía calificarse como una cultura de la muerte”. El tiempo transcurrido permite advertir motivos para la esperanza en amplios sectores de la sociedad que valoran adecuadamente el bien de la vida y de la familia “Hemos de reconocer –señalan los obispos- que a la difusión de esta conciencia ha contribuido grandemente la multiplicación de movimientos y asociaciones (…) Estas luces, sin embargo, no pueden hacernos olvidar las sombras que se extienden sobre nuestra sociedad” (aborto, rupturas matrimoniales, explotación de los débiles y empobrecidos, etc.). Detrás de estos fenómenos negativos, “está la profusión de algunos mensajes ideológicos y propuestas culturales; por ejemplo, la de la absolutización subjetivista de la libertad que, desvinculada de la verdad, termina por hacer de las emociones parciales la norma del bien y de la moralidad”.
Por todo ello, movidos por el deseo de contribuir al desarrollo de la sociedad, los obispos proponen de nuevo “a los católicos españoles y a todos los que deseen escucharnos, de manera particular a los padres y educadores, los principios fundamentales sobre la persona humana sexuada, sobre el amor esponsal propio del matrimonio y sobre los fundamentos antropológicos de la familia”.

1. La verdad del amor, un anuncio de esperanza
El primer capítulo trata de la revelación del amor, que permite el conocimiento completo de su origen y de su sentido. “El origen del amor no se encuentra en el hombre mismo, sino que la fuente originaria del amor es el misterio de Dios mismo, que se revela y sale al encuentro del hombre. Esa es la razón de que el hombre no cese de buscar con ardor esa fuente escondida”.
A partir de ese amor originario se descubre además, que el ser humano ha sido creado también para amar. El amor humano es una respuesta al don divino, “un amor que nos precede, un amor que es más grande que nuestros deseos, un amor mayor que nosotros mismos”. Por eso, aprender a amar consiste, en primer lugar, en recibir el amor, en acogerlo, en experimentarlo y hacerlo propio. El amor originario, que implica siempre esta singular iniciativa divina previene contra toda concepción voluntarista o emotiva del amor. Creer en el Amor divino es vivir con la esperanza de la victoria del amor.

2. La verdad del amor, inscrita en el lenguaje del cuerpo
En el segundo capítulo, se recuerda que el ser humano es imagen de Dios en todas las dimensiones de su humanidad. En el hombre “el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza: la naturaleza humana”. Entre cuerpo, alma y vida se da una relación tan íntima que hace imposible pensar el cuerpo humano como reductible únicamente a su estructuración orgánica, o la vida humana a su dimensión biológica. De ahí que la persona humana “exista necesariamente como hombre o como mujer”. Dicho de otra manera, “la persona humana no tiene otra posibilidad de existir (…); la dimensión sexuada, es decir, la masculinidad o feminidad, es inseparable de la persona. No es un simple atributo. Es el modo de ser de la persona humana. Afecta al núcleo íntimo de la persona en cuanto tal. Es la persona misma la que siente y se expresa a través de la sexualidad”.
En cuanto que imagen de Dios, el hombre es llamado al amor como persona humana sexuada. “Por eso si la respuesta a esa llamada se lleva a cabo a través del lenguaje de la sexualidad, uno de sus constitutivos esenciales es la apertura a la transmisión de la vida”.
La diferencia sexual es indicadora de la recíproca complementariedad que existe entre el hombre y la mujer, y “está orientada a la comunicación: a sentir, expresar y vivir el amor humano, abriendo a una plenitud mayor”.

3. El amor conyugal: “Como cristo amó a su Iglesia” (Ef 5, 25)
En este apartado se recogen las características del amor conyugal y se describe cómo éste es transformado en el amor divino, mediante el sacramento del matrimonio.
“El amor conyugal –se puede leer en el texto – es un amor comprometido”. Por el matrimonio se establece entre el hombre y la mujer una alianza o comunidad conyugal por la que ya no son dos sino una sola carne (Mt 19, 6). “La alianza que se origina no da lugar a un vínculo meramente visible, sino también moral, social y jurídico; de tal riqueza y densidad que requiere, por parte de los contrayentes, la voluntad de compartir (en cuanto tales) todo su proyecto de vida, lo que tienen y lo que son. No se reduce a una simple relación de convivencia o cohabitación”.
En este sentido, el amor conyugal es una comunidad de vida y amor; un amor plenamente humano y total, que ha de ser fiel y exclusivo; fecundo, abierto a la vida; en el que tiene sentido entregar la libertad para siempre.
La luz y la belleza de este amor son deslumbrantes; pero se hallan oscurecidas por el pecado. La visión reductiva y fragmentaria de la sexualidad, tan extendida en no pocos ámbitos de la sociedad, hace que muchas personas pierdan de vista la totalidad humana que se contiene en cada experiencia. Por eso, los obispos, convencidos de la belleza de la verdad que une la dignidad humana con la vocación al amor, insisten aquí en “la importancia que tiene la rectitud en el ámbito de la sexualidad tanto para las personas como para la sociedad entera”.
Este amor conyugal del que se habla no pierde ninguna de las características que le son propias en cuanto realidad humana, al ser transformado en el amor divino. “El amor de Cristo – se apunta en el documento – ha de ser la referencia constante del amor matrimonial, porque, primero y sobre todo, es su fuente”.

4. La disolución de la imagen del hombre
En el cuarto capítulo, el documento analiza dos corrientes de las que vienen las propuestas que distorsionan la consideración del hombre hecho a imagen de Dios y, en consecuencia, las imágenes del matrimonio y de la familia.
En primer lugar, de forma breve, se aborda el espiritualismo para el que “el papel que la sexualidad desempeña en ese amor comprometería la trascendencia y la gratuidad de las formas más elevadas de amor”. Se trataría en este caso de una especie de espiritualimo puritano en el que la corporeidad se ve como un obstáculo para el amor espiritual.
Por otro lado, se analiza otra vertiente, de signo materialista, subyacente en las teorías contemporáneas de “género”. “Estas pretenden desvincular la sexualidad de las determinaciones naturales del cuerpo, hasta el punto de disolver el significado objetivo de la diferencia sexual entre hombre y mujer”. El cuerpo queda aquí reducido a materia manipulable para obtener cualquier forma de placer.

5. Amor conyugal, institución y bien común
Este capítulo está centrado en la institución matrimonial, entendida como un bien social, y se desenmascaran las trampas que a menudo lo presentan como un estorbo e incluso como “la cárcel del amor”.
“El amor humano y el bien de la persona están tan estrechamente relacionados que esta solo se realiza en la medida en que ama. A esta realización, sin embargo, solo sirve un amor verdadero, una relación interpersonal en la que las personas se valoran por lo que son. Por eso, si la relación tiene lugar a través del lenguaje propio de la sexualidad, solo se puede calificar como amor la relación que tiene lugar entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio. La institución matrimonial es, por tanto una exigencia de la verdad del amor cuando se expresa en el lenguaje propio de la sexualidad. Y, como al bien del matrimonio está ligado el bien de la familia y a este el de la sociedad, defender y proteger la institución matrimonial es una exigencia del bien común”.
Sin embargo, cuando se parte de una idea de libertad como mera espontaneidad, en lugar de apoyarse en la roca firme del compromiso de la voluntad racional protegida por la institución del matrimonio, el amor queda sometido al vaivén de las emociones, efímeras por naturaleza. Se confunde la emoción con el amor y se percibe como un asunto meramente privado, despojado a priori de cualquier significado que pueda ser comunicado a los demás. “Las personas dejan de ser afirmadas por sí mismas. Se ven solo como objetos de producción y consumo. Es lo que sucede en una sociedad que valora únicamente las relaciones sexuales interpersonales por la utilidad que reportan o el grado de satisfacción que producen”.

6. Hacia una cultura del matrimonio y de la familia
“A pesar de todas las dificultades, nuestra mirada no pierde la esperanza en la luz que brilla en el corazón humano como eco y presencia permanente del acto creador de Dios”. Con estas palabras comienza el último capítulo del documento, que se centra en la necesidad de promover una cultura del matrimonio y de la familia, también por parte de la Iglesia, que ya está empeñada en ello y que ha de seguir empleándose a fondo en la tarea.
Los obispos destacan la importancia de la formación en los fundamentos del evangelio del matrimonio y de la familia, y ponen el acento en este caso en la educación afectivo-sexual, que debe hacerse sobre la base de una “antropología adecuada” y cuyo lugar privilegiado es la familia. Además, señalan que “es necesario profundizar y renovar la preparación al matrimonio”, promover “una política demográfica que favorezca la natalidad”, puesto que los hijos son una contribución decisiva para el desarrollo de la sociedad, que debe ser reconocido adecuadamente por el Estado; impulsar políticas familiares que permitan a las familias disponer de la autonomía económica suficiente para poder desarrollarse, sobre todo si tenemos en cuenta la situación de precariedad en la que muchas familias se encuentran actualmente; y contribuir a la construcción una “casa”, auténticamente humana, es decir, la familia en la que “cada uno de sus miembros se sienta querido por sí mismo y disponga del ambiente adecuado para crecer como persona”.

La misión y el testimonio de la familia
El documento se cierra con una breve conclusión en la que se hace hincapié en que el anuncio y promoción del verdadero amor humano y del bien de la vida es una tarea que compete a todos cuantos forman parte de la Iglesia. “Nadie en la comunidad eclesial puede pasar y desentenderse. Todos hemos recibido una vocación al amor. Todos estamos llamados a ser testigos de un Amor nuevo, el fermento de una cultura renovada”.
Los obispos agradecen a cuantos, creyentes o no, trabajan incansablemente por difundir la verdad del amor, se muestran cercanos a los hombres y mujeres que ven rotos sus matrimonios, traicionado su amor, truncada su esperanza de una vida matrimonial serena y feliz, o sufren violencia de parte de quien deberían recibir solo ayuda, respeto y amor, y concluyen acompañando con el afecto y la oración a las familias que en estos momentos sufren la crisis que padecemos y comprometiéndose a redoblar el esfuerzo por prestarles toda la ayuda posible.


jueves, 19 de julio de 2012

DEJEMOS TODA PREOCUPACION EN DIOS.

En aquel tiempo, exclamó Jesús:
-«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Mateo 11, 28-30

sábado, 14 de julio de 2012

MOSTRAR A DIOS CON LA VIDA. CURSO DE NOVIOS DE JUNIO DE 2012.



CURSO DE NOVIOS EN LA CASA DE LA FAMILIA.
El Espíritu sopla. Su sonido es imperceptible hasta que tropieza con alguna fibra, algún pensamiento, alguna imagen, alguna palabra que se torna nueva: tantas personas que hablan desde el corazón.
Cuando nos paramos a contemplar la vida con la imagen del verdadero amor, cuando el miedo cae de un zarpazo y el ánimo se extiende en una sonrisa gozosa que acaricia los ojos del otro, ¿qué podemos decir?
Llegar con prejuicios y salir con la ilusión de un niño que mira absorto una puesta de sol, sentarse entre un grupo de extraños y salir compartiendo lo más profundo de la vida, empezar una cuesta en una fría mañana y después gozar de un camino calido y acogedor que te hace gozar de cada segundo: todo cobra sentido.
Y es que somos instrumentos y receptores, cooperadores en ese fluir del Espíritu que hace que nos enriquezcamos unos a otros. Creemos que es oportuno un agradecimiento mutuo por esta apertura de todos, ponentes y participantes, y nos descubrimos ante la maravilla que es conocer a estas parejas que van a optar por el regalo del Sacramento del Matrimonio.

MOSTRAR A DIOS CON LA VIDA. CURSO DE NOVIOS DE JUNIO DE 2012.

CURSO DE NOVIOS EN LA VIRGEN.

Cuando quieres contarle a alguien que has encontrado un gran tesoro material no es difícil, pues basta enseñarlo y rápidamente se ve. Mostrarle a alguien el gran tesoro que es Dios, a veces no es fácil, aunque haya vivido toda su vida en la creencia de la existencia de Dios, pero si no se ha encontrado con Él; mostrarle el gran tesoro que es Dios, puede parecer complicado y no hay palabras para expresarlo, solo sirve la vida: “ven y ve”.
Como nunca en estos días que hemos pasado juntos con los novios para hacer el Curso de formación al Matrimonio y a la vida de Familia, nos ha parecido que Dios es nuestro tesoro, la perla preciosa: sentir como nuevo el descubrimiento de que  “Dios nos ama inmensamente”; no como una palabra o una expresión, sino como una evidencia, como una certeza.
Os estamos hablando del Curso de Novios que de final de curso, dentro de la programación de la Delegación  Pastoral Familiar. Este año los días 22, 23 y 24, un maratón de fin de semana, pero que los novios terminan el domingo queriendo más. Como eran 27 parejas, hemos hecho dos grupos, uno se ha quedado en la Casa Diocesana de la Familia y otro grupo nos hemos ido a los salones parroquiales de Nuestra Señora de las Angustias.
No os vamos a contar de la dinámica del curso, aunque si alguien quiere conocer más a fondo, con gusto le contamos. Aunque como en un flash si podemos deciros que este año ha sido mostrarles la belleza de Dios, un Dios que los ama inmensamente a cada uno y que tiene un proyecto para cada nueva pareja desde la eternidad.
Imaginad por un momento más de cuarenta personas, de las cuales, la mayoría de los novios van a cumplimentar un trámite que se les exige para poder casarse: “un certificado”; no se conocen de nada y muchas veces su único interés es que aquello acabe pronto. Esperan a un sacerdote más o menos serio “que vende un producto”, unos “expertos matrimonios” que dan lecciones. Pero se encuentran a un grupo de personas que lo primero que les dicen es que los quieren y que lo único que pueden contarles es lo que Dios ha hecho en sus vidas, que Dios los hace felices, que Dios los realiza.
Comenzar viendo nuestra realización de personas, el proyecto de vida en común que se proponen comenzar como el “santo viaje” al que estamos llamados a vivir. Somos dones de Dios, somos un don para el otro. Y reconocer el don mutuo que somos es el primer reto: somos dos dones con un proyecto común: desarrollar el proyecto que Dios tiene para nosotros desde la siempre, un proyecto para desarrollar desde ahora para toda la eternidad. Y juntos, ser un don para la Iglesia y la sociedad.
Hablarles de la elección de Dios, del Sacramento del Matrimonio. Si ya el viernes se descolocan, el sábado por la mañana (el momento fuerte del curso) se desarman cuando al hablarles de la elección de Dios no lo hace un sacerdote, sino una familia. Elección que viene primero de cada uno, después como pareja, para gozar por el sacramento, de su presencia (bendición) en el matrimonio. Se quedan enganchados al ver que es real, son capaces de mirar por la ventana y ver que es de día. El sacerdote, que va interviniendo cuando lo cree oportuno, encuentra el terrero abonado cuando les habla del Sacramento, de la bendición para la pareja. Para nosotros es una auténtica gozada.
Quedan impactados, El hace nuevas las cosas.

Notas que el Espíritu Santo revolotea por la sala (y mira que el espacio físico, la postura no ayuda, pues somos muchos…); la impresión es tremenda, notas como se resisten a abrirse, a dejar entrar a Dios que los llama, que con la discreción y delicadeza que le caracteriza llama a sus puertas. La impresión por momentos es que están ausentes. La realidad es que no saben que les está pasando: Dios llama a sus vidas. Ven la belleza de la Iglesia, que los acoge como madre. Lo que allí están viendo: “ha cambiado su atmósfera” y en esta nueva atmósfera el aire es más respirable. Esa atmósfera en la que la vida de la pareja que cuenta con Dios en sus vidas hace más fácil todo y el amor entre ellos adquiere una nueva dimensión, una nueva dinámica: la dinámica del amor de Dios.

miércoles, 4 de julio de 2012

V CONVIVENCIA DE HOGARES NUEVOS EN ESPAÑA.



Nos cuentan Mª Ángeles y Javier que el sábado 16 de Junio de 2012 Hogares Nuevos en España celebró su V convivencia de familias en la zona recreativa de las Mimbres, en el Parque Natural de la Sierra de Huétor y la Alfaguara de Granada. Este último mes ha sido muy intenso en la agenda de Hogares Nuevos, pues han celebrado el Campamento de Hijos de Hogares Nuevos, la VI Junta Internacional de Responsables Nacionales, el VII Encuentro Mundial de las Familias, el III Encuentro para Encuentros y la Jornada de Crecimiento de Hijos.El día ha sido de alegría, de satisfacción, de convivencia y de reunión de todas las comunidades de Hogares Nuevos en España. Ha sido intensa y ha dado tiempo para realizar todo tipo de actividades, que han ido desde las actividades recreativas con juegos, senderismo, tertulias… y por supuesto oración, puesta en común de los últimos acontecimientos, presentación de las Comunidades de Matrimonios y de Hijos de Hogares Nuevos.
Son ya 13 Comunidades en España con 78 matrimonios y cuatro Sacerdotes asesores. Aparte está el Movimiento de Hijos de Hogares Nuevos. Se nota que nuestras Comunidades están avanzando poco a poco y siempre con Cristo en medio. Cristo y sólo Él es capaz de crear algo tan hermoso.
Mª Ángeles y Javier.
Corresponsales de Hogares Nuevos en España.

domingo, 1 de julio de 2012

PALABRA DE VIDA DE JULIO DE 2012


«Pues al que tiene, se le dará más todavía y tendrá de sobra; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tenga» (Mt 13, 12).

Con estas palabras Jesús responde a sus discípulos, que le habían preguntado por qué hablaba mediante parábolas. Él les explica que no a todos les es dado conocer los misterios del reino de los cielos, sino sólo a las personas con una buena disposición para acoger sus palabras y vividas.
De hecho, entre quienes le escuchan hay algunos que, voluntariamente, cierran sus ojos y sus oídos, por lo cual "viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden". Son aquellos que ven y escuchan a Jesús, pero, pensando que ya conocen todas las verdades, no creen en sus palabras y en los hechos que las confirman. Y así acaban perdiendo también lo poco que tienen.

«Pues al que tiene, se le dará más todavía y tendrá de sobra; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tenga».

¿Cuál es, pues, el significado de esta frase de Jesús? Él nos invita en ella a abrir nuestro corazón a la Palabra que ha venido a anunciarnos, y de la que nos pedirá cuenta al final de la vida.
Los escritos evangélicos nos muestran que el anuncio de esta Palabra se sitúa en el centro de todos los deseos y de toda la actividad de Jesús. Lo vemos ir de ciudad en ciudad, por las calles, por las plazas, por los campos, a las casas o a las sinagogas para anunciar el mensaje de la salvación, dirigiéndose a todos, pero especialmente a los pobres, a los humildes y a los marginados. Él compara su Palabra con la luz, con la sal, con la levadura, con una red echada al mar o con una semilla arrojada en la tierra; y dará su vida para que se extienda el fuego que la Palabra contiene.

«Pues al que tiene, se le dará más todavía y tendrá de sobra; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tenga».

Jesús espera, de la Palabra que ha anunciado, la transformación del mundo. Por consiguiente, no acepta que, frente a este anuncio, se pueda permanecer neutral, tibio o indiferente. No admite que un don tan grande, una vez recibido, pueda quedar inoperante.
Y para subrayar esta exigencia suya, Jesús reafirma en esta frase una de sus leyes, que está en la base de toda la vida espiritual: a quien pone en práctica su Palabra, Él lo introducirá cada vez más en las riquezas y en las alegrías incomparables de su reino; por el contrario, a quien descuida su Palabra, Jesús se la quitará, confiándosela a otros para que la hagan fructificar.

«Pues al que tiene, se le dará más todavía y tendrá de sobra; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tenga».


Por lo tanto, esta Palabra de vida nos pone en guardia contra una grave falta en la que podemos caer: la de acoger el Evangelio convirtiéndolo, tal vez, en un mero objeto de estudio, de admiración o de discusión, pero sin ponerlo en práctica.
En cambio, Jesús espera de nosotros que acojamos su Palabra y que la encarnemos en nuestro interior, transformándola en la fuerza que impregne todas nuestras actividades para que, de este modo, a través del testimonio de nuestra vida, sea aquella luz, aquella sal y aquella levadura que poco a poco transforme la sociedad.
Durante este mes, entonces, consideremos una cualquiera de las muchas Palabras del Evangelio y pongámosla en práctica. Enriqueceremos nuestra alegría con otra alegría.

Chiara Lubich