martes, 7 de junio de 2016

VERDAD Y COMPRENSIÓN: EL ESTILO DE JESÚS.

El Papa Francisco habla de la verdad del matrimonio indisoluble, pero al mismo tiempo recuerda que hay que ser siempre comprensivo con las debilidades de los hombres
Jesús siempre hace la distinción entre la verdad y la debilidad humana, sin ningún rodeo; nos enseña a respetar la primera y a comprender la segunda. A partir de esta constatación, enraizada en uno de los pasajes del Evangelio sobre el adulterio, el Papa Francisco ha desarrollado su homilía en la Misa celebrada el 20 de mayo en Santa Marta.
Se trata del pasaje de la Escritura en el que los fariseos ( "teólogos iluminados", como los ha llamado Su Santidad) van a Jesús para ponerle a prueba y le preguntan si un hombre puede o no divorciarse de su esposa. En presencia de ocho parejas que celebraban sus 50 años de matrimonio, y una que celebraba los 25, el Santo Padre dijo: «Ellos ya no son dos, sino una sola carne. Por lo tanto “lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”. Tanto en el caso del Levirato, como en éste, Jesús responde desde la verdad abrumadora, desde la verdad contundente - ¡ésta es la verdad! – ¡desde la plenitud siempre! Y Jesús nunca negocia la verdad. Y ellos, ese grupito de teólogos iluminados, negociaban siempre la verdad, reduciéndola a la casuística. Jesús no negocia la verdad. Ésta es la verdad sobre el matrimonio, no hay otra». El Papa, seguidamente, pasó a considerar la otra vertiente del estilo del Señor, tan evidente en este pasaje del Evangelio: la comprensión. De hecho, “Jesús es tan misericordioso, es tan grande, que nunca, nunca, nunca cierra la puerta a los pecadores”. Para esto no se limita a enunciar la verdad de Dios sino que pregunta a los fariseos que es lo que Moisés ha establecido en la ley. Y cuando los fariseos le repiten que Moisés permitió redactar una declaración de divorcio, el Señor responde que esa norma fue escrita debido a la dureza de sus corazones, teniendo en cuenta sus debilidades humanas. 

FUENTE WEB DE PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMALIA

miércoles, 1 de junio de 2016

INTENCIONES DE ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO PARA JUNIO DE 2016.

La intención universal del apostolado de la oración del Santo Padre para el mes de Junio: Solidaridad en las ciudades.
Para que los ancianos, marginados y las personas solitarias encuentren, incluso en las grandes ciudades, oportunidades de encuentro y solidaridad.

Por la Evangelización: Formadores de seminaristas y novicios.

Que los seminaristas y los novicios y novicias tengan formadores que vivan la alegría del Evangelio y les preparen con sabiduría para su misión.

PALABRA DE VIDA DE JUNIO DE 2016

«Vivid en paz unos con otros» (Mc 9, 50).
¡Qué entonada esta invitación de Jesús a la paz en medio de los conflictos que desgarran a la humanidad en tantas partes del mundo! Mantiene viva la esperanza, sabiendo que Él es la paz y ha prometido darnos su paz.
El Evangelio de Marcos recoge esta palabra de Jesús al término de una serie de dichos que dirige a sus discípulos, reunidos en casa en Cafarnaúm, en los que explica cómo debería vivir su comunidad. La conclusión es clara: todo debe llevar a la paz, la cual contiene todo bien.
Y esta paz estamos llamados a experimentarla en la vida cotidiana: en la familia, en el trabajo, con quien piensa distinto en política. Una paz que no teme encontrarse con opiniones discordantes, de las que hay que hablar abiertamente si queremos una unidad cada vez más verdadera y profunda. Una paz que exige al mismo tiempo que estemos atentos a que la relación de amor nunca falte, porque el otro vale más que las diferencias que pueda haber entre nosotros.
«Dondequiera que llega la unidad y el amor recíproco -afirmaba Chiara Lubich-, llega la paz, la paz verdadera. Porque donde hay amor recíproco, está presente en cierta medida Jesús en medio de nosotros, y Él es la paz, la paz por excelencia».
Su ideal de unidad había nacido durante la segunda guerra mundial, y enseguida se reveló como un antídoto al odio y a la aflicción. Desde entonces, ante cualquier nuevo conflicto, Chiara siguió proponiendo con tenacidad la lógica evangélica del amor. Por ejemplo, cuando estalló la guerra de Irak en 1990, expresó su amarga sorpresa al oír «palabras que creía sepultadas, como "el enemigo'; "los enemigos'; "comienzan las hostilidades': además de los partes de guerra, los prisioneros, las derrotas [...]. Nos dimos cuenta con consternación de que se hería en lo más profundo el principio fundamental del cristianismo, el "mandato" por excelencia de Jesús, el mandamiento "nuevo': [...] En lugar de amarse mutuamente, en lugar de estar dispuestos a morir el uno por el otro», la humanidad volvía a caer «en el abismo del odio»: desprecio, torturas, matanzas. ¿Cómo salir de ahí?, nos preguntábamos. «Debemos tejer, donde sea posible, relaciones nuevas, o profundizar en las ya existentes, entre los cristianos y los fieles de las otras religiones monoteístas: los musulmanes y los judíos», o sea, entre quienes estaban entonces en conflicto.
Lo mismo vale para cualquier tipo de conflicto: tejer entre personas y pueblos relaciones de escucha, de ayuda recíproca, de amor, diría Chiara, hasta «estar dispuestos a morir el uno por el otro». Hace falta dejar de lado nuestras propias razones para entender las del otro, aun sabiendo que no siempre llegaremos a entenderlo hasta el fondo. También el otro hará probablemente lo mismo que yo y quizá tampoco él me entenderá a mí ni mis razones. Sin embargo, queremos permanecer abiertos al otro, aunque persistan las diferencias y la incomprensión, y salvar ante todo la relación con él.
El Evangelio lo plantea como un imperativo: «Vivid en paz», señal de que requiere un compromiso serio y exigente. Es una de las expresiones más esenciales del amor y de la misericordia que estamos llamados a vivir unos con otros.

FABIO CIARDI