miércoles, 27 de febrero de 2013

AUDIENCIA DE BENEDICTO XVI. MIERCOLES 27 DE FEBRERO DE 2013

ULTIMA  AUDIENCIA GENERAL DE BENEDICTO XVI.
AUDIENCIA DEL SANTO PADRE MIERCOLES 27.02.13

 ¡Venerados hermanos en el Episcopado!

¡Distinguidas autoridades!

¡Queridos hermanos y hermanas!

Os agradezco por haber venido tan numerosos a esta última audiencia general de mi pontificado.


Como el apóstol Pablo en el texto bíblico que hemos escuchado, también yo siento en mi corazón el deber sobre todo de agradecer a Dios, que guía y hace crecer a la Iglesia, que siembra su Palabra y así alimenta la fe en su Pueblo.

En este momento mi ánimo se extiende para abrazar a toda la Iglesia difundida en el mundo y doy gracias a Dios por las "noticias" que en estos años del ministerio petrino he podido recibir acerca de la fe en el Señor Jesucristo y de la caridad que está en el Cuerpo de la Iglesia y lo hace vivir en el amor y de la esperanza que nos abre y nos orienta hacia la vida en plenitud, hacia la patria del Cielo.

Siento que he de llevar a todos en la oración, en un presente que es el de Dios, donde recojo todo encuentro, todo viaje, toda visita pastoral. Todo y a todos los recojo en la oración para confiarlos al Señor porque tenemos pleno conocimiento de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual, y porque podemos comportarnos de manera digna de Él, de su amor, dando fruto en toda obra buena (cfr Col 1,9-10).

En este momento, hay en mí una gran confianza, porque sé, sabemos todos nosotros, que la Palabra de verdad del Evangelio es la fuerza de la Iglesia, es su vida. El Evangelio purifica y renueva, da fruto, donde esté la comunidad de los creyentes lo escucha y acoge la gracia de Dios en la verdad y vive en la caridad. Esta es mi confianza, esta es mi alegría.

Cuando el 19 de abril de hace casi ocho años, acepté asumir el ministerio petrino, tuve firme esta certeza que siempre me ha acompañado. En aquel momento, como ya he dicho varias veces, las palabras que resonaron en mi corazón fueron: "¿Señor, qué cosa me pides?" Es un peso grande el que me pones sobre la espalda, pero si Tú me lo pides, en tu palabra lanzaré las redes, seguro que Tú me guiarás.

Y el Señor verdaderamente me ha guiado, ha estado cercano a mí, he podido percibir cotidianamente su presencia. Ha sido un trato de camino de la Iglesia que ha tenido momentos de alegría y de luz, pero también momentos no fáciles; me he sentido como San Pedro con los Apóstoles en la barca sobre el lago de Galilea: el Señor nos ha dado muchos días de sol y de brisa ligera, días en los que la pesca ha sido abundante; y ha habido también momentos en los que las aguas estaban agitadas y el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía dormir.

Pero siempre he sabido que en aquella barca está el Señor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya y no la deja hundirse; es Él quien la conduce ciertamente también a través de hombres que ha elegido, porque así lo ha querido. Esta ha sido y es una certeza que nada puede ofuscar. Y es por esto que hoy mi corazón está lleno de agradecimiento a Dios porque no ha dejado nunca que le falte a la Iglesia y también a mí su consuelo, su luz y su amor.

Estamos en el Año de la Fe, que he querido para reforzar nuestra fe en Dios en un contexto que parece ponerlo siempre más en segundo plano. Quisiera invitar a todos a renovar la firme confianza en el Señor, a confiarnos como niños en los brazos de Dios, certeros de que esos brazos nos sostienen siempre y son lo que permite caminar cada día también en la fatiga. Quisiera que cada uno se sintiese amado por aquel Dios que nos ha dado a su Hijo a nosotros y que nos ha mostrado su amor sin límites.

Quisiera que cada uno sintiese la alegría de ser cristiano. En una bella oración que se recita cotidianamente en la mañana se dice: "Te adoro Dios mío y te amo con todo el corazón. Te agradezco por haberme creado, hecho cristiano…" Sí, estamos contentos por el don de la fe, ¡es el bien más precioso, que nadie nos puede quitar! Agradecemos al Señor por esto cada día, con la oración y con una vida cristiana coherente. ¡Dios nos ama, pero espera que también que nosotros lo amemos!

Pero no es solamente Dios a quien quiero agradecer en este momento. Un Papa no está solo en la guía de la Barca de Pedro, si bien es su primera responsabilidad, y yo no me he sentido solo nunca en llegar la alegría y el peso del ministerio petrino; el Señor me ha dado tantas personas que, con generosidad y amor a Dios y a la Iglesia, me han ayudado y han estado cercanas a mí.

Primero que nada a vosotros, queridos hermanos cardenales: vuestra sabiduría, vuestros consejos, vuestra amistad han sido para mí preciosos; mis colaboradores; comenzando por mi Secretario de Estado que me ha acompañado con fidelidad en estos años; la Secretaría de Estado y toda la Curia Romana, como también todos aquellos que, en diversos sectores, prestan su servicio a la Santa Sede: son muchos rostros que no aparecen, que se quedan en la sombra, pero en el silencio, en la dedicación cotidiana, con espíritu de fe y humildad han sido para mí un sostén seguro y confiable. ¡Un recuerdo especial para la Iglesia de Roma, mi diócesis!

No puedo olvidar a los hermanos en el Episcopado y en el presbiterado, las personas consagradas y todo el Pueblo de Dios: en las visitas pastorales, en los encuentros, en las audiencias, en los viajes, siempre he percibido una gran atención y un profundo afecto; pero también he querido a todos y a cada uno, sin distinción, con aquella caridad pastoral que da el corazón de Pastor, sobre todo de Obispo de Roma, de Sucesor del Apóstol Pedro. Cada día he tenido a cada uno de vosotros en mi oración, con corazón de padre.

Quisiera que mi saludo y mi agradecimiento alcanzase a todos: el corazón de un Papa se extiende al mundo entero. Y quisiera expresar mi gratitud al Cuerpo diplomático ante la Santa Sede, que hace presente a la gran familia de las naciones. Aquí también pienso en todos aquellos que trabajan para una buena comunicación y que agradezco por su importante servicio.

En este punto quisiera agradecer de corazón también a todas las numerosas personas en todo el mundo que en las últimas semanas me han enviado signos conmovedores de atención, de amistad en la oración. Sí, el Papa nunca está solo, y ahora lo experimento nuevamente de un modo tan grande que toca el corazón. El Papa pertenece a todos y a tantísimas personas que se sienten cercanos a él.

Es cierto que recibo cartas de los grandes del mundo: de los Jefes de Estado, de los jefes religiosos, de los representantes del mundo de la cultura, etcétera. Pero recibo también muchísimas cartas de personas sencillas que me escriben simplemente desde su corazón y me hacen sentir su afecto, que nace del estar juntos con Cristo Jesús, en la Iglesia. Estas personas no me escriben como se escribe por ejemplo a un príncipe o a un grande que no se conoce. Me escriben como hermanos y hermanas o como hijos e hijas, con el sentido de una relación familiar muy afectuosa.

Aquí se puede tocar con la mano qué cosa es la Iglesia: no es una organización ni una asociación de fines religiosos o humanitarios; sino un cuerpo vivo, una comunión de hermanos y hermanas en el Cuerpo de Jesucristo, que nos une a todos. Experimentar la Iglesia de este modo y poder casi tocar con las manos la fuerza de su verdad y de su amor es motivo de alegría, en un tiempo en el que tantos hablan de su declive.

En estos últimos meses, he sentido que mis fuerzas han disminuido y he pedido a Dios con insistencia en la oración que me ilumine con su luz para hacerme tomar la decisión más justa no por mi bien, sino por el bien de la Iglesia. He dado este paso en la plena conciencia de su gravedad e incluso de su novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener el coraje de tomar decisiones difíciles, sufrientes, teniendo siempre primero el bien de la Iglesia y no el de uno mismo.

Aquí permítanme volver una vez más al 19 de abril de 2005. La gravedad de la decisión estuvo en el hecho que desde aquel momento estaba siempre y para siempre ocupado en el Señor. Siempre quien asume el ministerio petrino no tiene más privacidad alguna. Pertenece siempre y totalmente a todos, a toda la Iglesia.

A su vida se le retira, por así decirlo, la dimensión privada. He podido experimentar y lo experimento precisamente ahora, que uno recibe la vida justamente cuando la dona. Ya he dicho que muchas personas que aman al Señor aman también al Sucesor de San Pedro y le tienen afecto; que el Papa tiene verdaderamente hermanos y hermanas, hijos e hijas en todo el mundo, y que se siente seguro en el abrazo de su comunión; porque no se pertenece más a sí mismo, pertenece a todos y todos pertenecen a él.

El "siempre" es también un "para siempre": no se puede volver más a lo privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto. No vuelvo a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, recibimientos, conferencias, etcétera. No abandono la cruz, sino que quedo de modo nuevo ante el Señor crucificado.

Ya no llevo la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, sino que en el servicio de la oración quedo, por así decirlo, en el recinto de San Pedro. San Benito, cuyo nombre llevo como Papa, será un gran ejemplo de esto. Él ha mostrado el camino para una vida que, activa o pasiva, pertenece totalmente a la obra de Dios.

Agradezco a todos y a cada uno también por el respeto y la comprensión con la que han acogido esta decisión tan importante. Seguiré acompañando el camino de la Iglesia con la oración y la reflexión, con aquella dedicación al Señor y a su Esposa que he buscado vivir hasta ahora cada día y que quiero vivir siempre.

Les pido recordarme ante Dios, y sobre todo rezar por los cardenales llamados a una tarea tan relevante, y por el nuevo Sucesor del Apóstol Pedro: que el Señor lo acompañe con la luz y la fuerza de su Espíritu.

Invoquemos la intercesión maternal de la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, para que nos acompañe a cada uno de nosotros y a toda la comunidad eclesial; a ella nos acogemos con profunda confianza.

¡Queridos amigos! Dios guía a su Iglesia, la levanta siempre también y sobre todo en los momentos difíciles. No perdamos nunca esta visión de fe, que es la única y verdadera visión del camino de la Iglesia y del mundo. Que en nuestro corazón, en el corazón de cada uno de vosotros, esté siempre la alegre certeza de que el Señor está a nuestro lado, no nos abandona, es cercano y nos rodea con su amor. ¡Gracias!.


VATICANO, 27 Febrero de 2013.

SÍNTESIS DE LA ÚLTIMA CATEQUESIS DEL PAPA BENEDIXTO XVI

Queridos hermanos y hermanas:

Muchas gracias por haber venido a esta última audiencia general de mi pontificado. Asimismo, doy gracias a Dios por sus dones, y también a tantas personas que, con generosidad y amor a la Iglesia, me han ayudado en estos años con espíritu de fe y humildad. Agradezco a todos el respeto y la comprensión con la que han acogido esta decisión importante, que he tomado con plena libertad.
Desde que asumí el ministerio petrino en el nombre del Señor he servido a su Iglesia con la certeza de que es Él quien me ha guiado. Sé también que la barca de la Iglesia es suya, y que Él la conduce por medio de hombres. Mi corazón está colmado de gratitud porque nunca ha faltado a la Iglesia su luz. En este Año de la fe invito a todos a renovar la firme confianza en Dios, con la seguridad de que Él nos sostiene y nos ama, y así todos sientan la alegría de ser cristianos.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y de los países latinoamericanos, que hoy han querido acompañarme. Os suplico que os acordéis de mí en vuestra oración y que sigáis pidiendo por los Señores Cardenales, llamados a la delicada tarea de elegir a un nuevo Sucesor en la Cátedra del apóstol Pedro. Imploremos todos la amorosa protección de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia. Muchas gracias. Que Dios os bendiga.

DELEGACION DIOCESANA DE PASTORAL FAMILIAR DE GRANADA.

VIDA DE LA DELEGACION. NOTICIAS DE FAMILIA.

Hace unos meses, concretamente el 22 de octubre, os contábamos del comienzo de curso, de los propósitos que nos hacíamos. Os contábamos que nos animaban las palabras de San Pedro, cuando al ruego de Jesús de echar las redes, el contestaba: “Puesto que tú lo dices...” Y ese sigue siendo nuestro propósito en este segundo tramo del curso que lo centramos en la Semana Diocesana de la Familia, en su onceava edición, que la celebraremos entre el 21 y el 28 de abril con el lema “La familia y Dios”.
Otra de las novedades de estos meses pasados ha sido la llegada a la Delegación de D. Antonio Luis Martín como nuevo consiliario, que ya se ha encontrado en varias ocasiones, tanto con el grupo de trabajo de la Delegación, como con los Movimientos Familiares de la Diócesis. También ha mantenido encuentros con los Orientadores del Centro de Orientación Familiar Ronda 110. La foto es una de las últimas reuniones que tuvimos la Delegación.

Se haría ahora largo detallar la vida de estos meses, más cuando hemos ido dejando constancia de ella en el blog. Si sentimos de manera especial agradecer a los Movimientos Familiares que trabajan por las familias en nuestra Diócesis, así como a Movimientos generalistas, como el Movimiento Cultural Cristiano, que se ha ofrecido para llevar adelante lo relacionado con la Formación relacionada con los Métodos Naturales y la atención a los matrimonios que reclamen información sobre ellos.
Desde la Delegación Diocesana de Pastoral Familiar nuestro único deseo es ayudarnos a edificar realidades eclesiales que seamos cada vez más una familia, capaces de reflejar la belleza de la Santísima Trinidad, y de evangelizar no solo con la palabra, sino también por irradiación, con la fuerza del amor vivido, porque el amor es la única fuera que puede transformar el mundo. Hace unos meses os decíamos que ese es nuestro único programa y ese queremos que siga siendo.

Os contamos lo que estamos preparando para la XI Semana Diocesana de la Familia en nuestra Diócesis, que la tendremos, Dios mediante, entre los días 21 y 28 de abril de 2013, con el lema de “La familia y Dios”, en la que se queremos reflexionar en sintonía con el Año de la Fe, como la familia que centra su vida en Dios, encuentra en El la fuerza para reflejar la belleza y la armonía del amor vivido, y junto a otras familias irradiar la fuerza que nace de la presencia de Jesús en sus vidas, como la única que puede transformar el mundo.
También queremos aprovechar esos días para ayudarnos a redescubrir donde está la “Verdad del amor conyugal”, cómo en el Amor de Dios está en el fundamento de todo amor humano y como nuestro amor es la respuesta al don divino. El medio será el comentario del Documento de la Conferencia Episcopal sobre la Verdad del Amor humano, publicado en abril de 2012.
La novedad de esta nueva edición de nuestra Semana de la Familia es la propuesta de realizar la II Feria de la Familia en Granada, entre los días 22 y 26 de abril, como un espacio abierto a los Movimientos Familiares, Delegaciones Diocesanas y Asociaciones e Instituciones que en Granada se preocupan por la Familia y la Vida.
La Apertura de la Semana se hará en la Eucaristía de 13 horas del domingo 21 de Abril, presidido por Monseñor Martínez, Arzobispo de Granada.
La Clausura tendrá lugar el domingo 28, en la Iglesia de San Agustín de Granada, con una oración en Familia con nuestros seminaristas.

Para las fotos tuvimos que alternar al fotografo y faltaban Manolo y Josefina 

domingo, 24 de febrero de 2013

"DERECHOS DE LAS PERSONAS DISCAPACITADAS"

"Derechos de las personas discapacitadas"
Lunes 4 de marzo, 7 de la tarde
D. Torcuato Recover Balboa 
Abogado. Coordinador de la Red de Juristas de
FEAPS

Presenta y modera: D. José Juan Quesada Molina
Catedrático de Matemática Aplicada de la Universidad
de Granada

Torcuato Recover Balboa cursó estudios de Derecho en la Universidad de Granada, y después un máster sobre integración social de personas con discapacidad en la Universidad de Córdoba. Desde hace bastantes años desempeña la asesoría jurídica de Organizaciones a favor de las Personas con Discapacidad Intelectual, y desde hace ocho años es el presidente de AEDIS (Asociación Empresarial para la Discapacidad). 

jueves, 21 de febrero de 2013

EL FUTURO ES DE DIOS.


Eucaristía de Acción de Gracias 
por el ministerio de Benedicto XVI. 
En la S.I Catedral de Granada.
Sábado 23 de febrero a las 20 horas.



"El futuro es realmente de Dios: esta es la gran certeza de nuestra vida, el grande y verdadero optimismo que conocemos. La Iglesia es el árbol de Dios que vive eternamente y lleva en sí la eternidad y la verdadera herencia: la vida eterna".

De la Lectio Divina del Santo Padre Benedicto XVI a los seminaristas de Roma, Viernes 8 de febrero de 2013



"NOS CASAMOS" EDITORIAL CCS.

Una reciente publicación de la Editorial CCS  dirigida a parejas de novios y agentes de Cursos de Formación al Matrimonio y a la Vida, que de manera muy interesante y apoyándose en la experiencia de las parejas de hoy, intenta aclarar y acompañar a los novios para ayudarles a tomar una decisión. El amor, la felicidad, la libertad, la confianza, la alegría, el perdón, la fecundidad, la fidelidad y el compromiso son tratados de forma dinámica y persona abriendo caminos al diálogo.

Para más información pinchar en el enlace: NOS CASAMOS


Otro material de la misma editorial relacionado con el tema: “Preparándonos para el amor conyugal”, “Catequesis del Matrimonio”, “Sacramento del Matrimonio”.

PEREGRINACIÓN DE LAS FAMILIAS A ROMA

¡FAMILIA, VIVE EL GOZO DE LA FE!
Peregrinación de las Familias a la Tumba de San Pedro
en el año de la fe.

El Pontificio Consejo para la Familia hace una llamada a las familias, con motivo del Año de la Fe, para peregrinar a Roma a la Tumba de San Pedro en un ambiente de oración y recogimiento. Monseñor Paglia, presidente del Pontificio Consejo, hace una llamada para que se anime a las familias a participar.

El lema de la peregrinación es ¡Familia, vive el gozo de la Fe!, y se llevará a cabo del 26 al 27 de octubre de 2013 y que concluirá el domingo 27 con la Santa Misa presidida por el Santo Padre.
Las personas interesadas pueden ponerse en contacto con la Delegación Diocesana de Pastoral Familiar, que en función de la demanda verá como organizar la participación en la Peregrinación. Para más información en el sitio web del Discaterio de la Familia www.familia.va



QUIEN AMA LO PUEDE TODO.

"En resumen:

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas." (Mt. 7, 12).

El amor es el modo de ser de Dios, un amor que movió a Jesús hasta dar la vida. El amor que El había experimentado en el seno del Padre es la ley que lleva a Jesús a dar su vida en la cruz.


No es un amor más junto a las varias manifestaciones del amor natural, no es un rival que considera el amor natural como malo. El ágape, al contrario, anima el amor natural desde adentro, lo purifica, lo refuerza, le da las cualidades divinas de fidelidad, de verdad, etc. El ágape mueve el creyente allí donde no llega el amor natural: a amar al enemigo, al antipático, al feo. Tampoco el ágape se manifiesta solo en el amor natural, sino que comprende toda la existencia, todo el obrar humano, estructura el ser del creyente.
El ágape, por otra parte, no se opone a la Ley de Moisés, es la plenitud: la incluye y la trasciende. El creyente no solo no roba, sino que está dispuesto a poner sus bienes en común; no solo no mata, sino que está dispuesto a dar la propia vida; no solamente no codicia, sino que considera a cada hombre en la dignidad que Cristo le ha dado.

 
El ágape puesto en lo íntimo del hombre, visto que procede de Dios, tiene las características de Dios: tiende a realizar entre los hombres la comunión de vida que existe en Dios. Es posible en el presente de nuestra vida e historia, aunque todavía condicionada por los límites de nuestra condición actual. De hecho, el ágape gracias a la reciprocidad vivida en la comunidad, es capaz de liberar al hombre del propio egocentrismo, afirmación de si y autosuficiencia, en la que el Pecado, por medio de la Ley, lo tenía encerrado, y de abrirlo a la vida de unidad”.

martes, 19 de febrero de 2013

TIEMPO DE CUARESMA


Hace más de veinte siglos unos hombres escogieron el poder para humillar a Jesús, la mentira para condenarle y la violencia para colgarle de una cruz… Hoy, 2.013 años después, la mayoría de los que nos declaramos cristianos hemos escogido la indiferencia para que Jesús no trastoque demasiado nuestras vidas; la comodidad ante las “dificultades” del seguimiento…Te invito a que en este tiempo de cuaresma revises tu vida como creyente, como discípulo de Cristo

Conviértete. De corazón. No te preocupes por la fachada, por el envoltorio. Jesús te conoce de sobra; no intentes engatusarle con “penitencias de todo a cien.” Rasga tu corazón, no tus vestiduras

Ubícate. Utiliza para tal fin “el GPS de los evangelios.” En especial, el pasaje de Lucas (4,1-13). Acude al desierto donde te esperan un montón de dudas, de tentaciones… Pero no te des a la fuga, Jesús no te dejará solo, si confías en Él, saldrás victorioso


Ayuna. Levántate todos los días con hambre de justicia. Acude a tu trabajo con hambre de solidaridad. Relaciónate con tus hermanos con hambre de fraternidad. Acoge las pruebas y los sinsabores con hambre de fe y acuéstate al finalizar la jornada con hambre de Dios. Ya verás como acabarás dándote “un atracón” de amor, de Amor del bueno.

Reza. Cierra las puertas de la desidia, de los ruidos, de las prisas, del “cumpli-miento.” Y, ahí, en lo escondido, en el interior de tu corazón ama, ora y habla a Dios de los hombres y a los hombres de Dios; pues nada sabe de oración el que no ama y nada sabe de amor el que no ora

Escucha. Precisamente porque Dios te ha dado una boca y dos oídos, escucha el doble de lo que hablas. Pon “a cuarentena” tu lengua y escucha la hermosa melodía que Dios, a través de las ondas de tus hermanos, pone todos los días en tu corazón.

Santifícate. Dios, a través de este tiempo de gracia, te envía un mensaje: “La cruz es ante todo una declaración de amor.” A pesar de que haya gente a tu alrededor que siga prefiriendo un cristianismo de butaca, tú apuesta por un cristianismo de cruz. Recuerda que una persona santa no es aquella que nunca cae, sino la que siempre se levanta.

Mira. A tu alrededor. No es la cuaresma un tiempo para caminar solo. A tu lado, Jesús sigue cayendo una y otra vez bajo el peso de la cruz. Sólo los que tienes ojos pueden ver las necesidades de los otros y convertirse en cireneos de tantas personas que siguen recorriendo el camino del Calvario un día sí y otro también.

Ama. Pues sin amor despídete de entender a Dios, porque Él es eso, precisamente Amor. Combate las dudas, los fracasos, las cruces, el dolor... a base de amor. No olvides que si sufriendo se aprende a amar, amando se aprende a sufrir. Si amas, la Pascua, la resurrección, la dicha de un Dios-Amor brotará, y de qué forma, en tu vida y en la de tus hermanos… 
                                                                                                                                                                         Fuente: Antonio Luis Martín

lunes, 18 de febrero de 2013

V RETIRO ANUAL DE HOGARES NUEVOS EN GRANADA


Durante los días 9 y 10 de Febrero se ha realizado el V Retiro Anual de Hogares Nuevos España en la Diócesis de Granada. Veintiún matrimonios, junto con los Sacerdotes asesores el P. Alfonso y el P. Sergio se han reunido en la casa de espiritualidad de las Aliadas en la Zubia.
 Mª Jesús y Rafa escriben:

Juntos profundizamos sobre nuestra fe, "don de Dios", expresada en "las obras" y que, para nosotros, lleva el sello de nuestra vocación: ser "matrimonio" y "familia cristiana". Estos fueron los temas tratados en las cuatro charlas.

¡Qué gozo el don de la comunidad! ¡Qué alegría los hermanos reunidos! y reunidos en torno a la madre, a María, que siempre nos lleva a Jesús y con la asistencia del "Espíritu Santo" que a todos nos va "trabajando" para forjar en nosotros la imagen de Cristo, para que juntos lleguemos a ser en plenitud "Cristo conyugal".

Del corazón surge la alabanza, la acción de gracias por todo lo vivido, por la llamada a ser sus amigos, sus íntimos, por el deseo de responder con todo nuestro ser, a la entrega que Cristo nos hace de su propia vida, en esta "parcelita" de su Iglesia que es Hogares Nuevos Obra de Cristo.

"Creemos Señor que necesitas nuestro matrimonio, nuestra familia, para llegar a esta humanidad tan perdida, que sufre tanto. Lo creemos Señor, pero ayúdanos a tener más fe. Una fe que ponga en pie nuestra vida, nuestro matrimonio, nuestra familia y te siga sin miedo".

sábado, 16 de febrero de 2013

HOMILIA DEL SANTO PADRE EL MIÉRCOLES DE CENIZA

¡Venerados hermanos, queridos hermanos y hermanas!:
Hoy, Miércoles de Ceniza, iniciamos un nuevo camino cuaresmal, un camino que se desgrana a lo largo de cuarenta días y nos conduce a la alegría de la Pascua del Señor, a la victoria de la Vida sobre la muerte. Siguiendo la antiquísima tradición romana de las estaciones cuaresmales, nos hemos reunido para la Celebración de la Eucaristía. Tal tradición prevé que la primera estación tenga lugar en la Basílica de Santa Sabina sobre la colina del Aventino. Las circunstancias han sugerido reunirse en la Basílica Vaticana. Esta tarde somos numerosos en torno a la Tumba del Apóstol Pedro también para pedir su intercesión para el camino de la Iglesia en este particular momento, renovando nuestra fe en el Pastor Supremo, Cristo Señor. Para mí es una ocasión propicia para dar las gracias a todos, especialmente a los fieles de la Diócesis de Roma, mientas me dispongo a concluir el ministerio petrino, y para pedir un especial recuerdo en la oración.
Las lecturas que han sido proclamadas nos ofrecen puntos que, con la gracia de Dios, estamos llamados a convertirse en actitudes y comportamientos concretos en esta Cuaresma. La Iglesia nos vuelve a proponer, sobre todo, el fuerte llamado que el profeta Joel dirige al pueblo de Israel: «Así dice el Señor: volvéos a mí con todo el corazón, con ayunos, con llantos y lamentos» (2,12). Hay que subrayar la expresión «con todo el corazón», que significa desde el centro de nuestros pensamientos y sentimientos, de las raíces de nuestras decisiones, opciones y acciones, con un gesto de total y radical libertad. ¿Pero es posible esto retorno a Dios? Sí, porque hay una fuerza que no reside en nuestro corazón sino que mana del mismo corazón de Dios. es la fuerza de su misericordia. Dice todavía el profeta: «Volved al Señor, vuestro Dios, porque El es misericordioso y piadoso, lento a la ira, de gran amor, pronto a arrepentirse ante el mal» (v.13).
 La vuelta al Señor es posible como ‘gracia’, porque es obra de Dios y fruto de la fe que nosotros depositamos en su misericordia.. Pero este volver a Dios se hace realidad concreta en nuestra vida sólo cuando la gracia del Señor penetra en lo profundo y lo sacude donándonos la fuerza de «lacerar el corazón». Es el profeta una vez más que hace resonar da parte de Dios estas palabras: "Rasgad los corazones, no las vestiduras" (v.13). En efecto, también en nuestros días, muchos están listos para "rasgarse las vestiduras" ante escándalos e injusticias –cometidas naturalmente por otros–, pero pocos parecen dispuestos a actuar sobre el propio “corazón”, sobre la propia conciencia y sobre las propias intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta.

Aquel "convertíos a mí de todo corazón", es una llamada que no solo implica al individuo, sino a la comunidad. Hemos escuchado siempre en la primera Lectura: "Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión; congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos, congregad a muchachos y niños de pecho; salga el esposo de la alcoba" (vv.15-16). La dimensión comunitaria es un elemento esencial en la fe y en la vida cristiana. Cristo ha venido "para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos" (Cfr. Jn 11, 52). El "Nosotros" de la Iglesia es la comunidad en la que Jesús nos reúne (Cfr. Jn 12, 32): la fe es necesariamente eclesial. Y esto es importante recordarlo y vivirlo en este Tiempo de la Cuaresma: que cada uno sea consiente que el camino penitencial no lo enfrenta solo, sino junto a tantos hermanos y hermanas, en la Iglesia.
El profeta, en fin, se detiene sobre la oración de los sacerdotes, los cuales, con los ojos llenos de lágrimas, se dirigen a Dios diciendo: "¡No entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?" (v.17).). Esta oración nos hace reflexionar sobre la importancia del testimonio de fe y de vida cristiana de cada uno y de nuestras comunidades para manifestar el rostro de la Iglesia y cómo, algunas veces este rostro es desfigurado. Pienso, en particular, en las culpas contra la unidad de la Iglesia, en las divisiones en el cuerpo eclesial. Vivir la Cuaresma en una comunión eclesial más intensa y evidente, superando individualismos y rivalidades, es un signo humilde y precioso para los que están alejados de la fe o los indiferentes.
"¡Éste es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación!" (2 Co 6, 2). Las palabras del apóstol Pablo a los cristianos de Corinto resuenan también para nosotros con una urgencia que no admite omisiones o inercias. El término “éste” repetido tantas veces dice que este momento non se debe dejar escapar, se nos ofrece como ocasión única e irrepetible. Y la mirada del Apóstol se concentra en el compartir, con el que Cristo ha querido caracterizar su existencia, asumiendo todo lo humano hasta hacerse cargo del mismo pecado de los hombres. La frase de san Pablo es muy fuerte: Dio "Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro". Jesús, el inocente, el Santo, «Aquél que no conoció el pecado" (2 Co 5, 21), asume el peso del pecado compartiendo con la humanidad el resultado de la muerte, y de la muerte en la cruz. La reconciliación que se nos ofrece ha tenido un precio altísimo, el de la cruz levantada en el Gólgota, donde fue colgado el Hijo de Dios hecho hombre. En esta inmersión de Dios en el sufrimiento humano en el abismo del mal está la raíz de nuestra justificación. El "volver a Dios con todo nuestro corazón" en nuestro camino cuaresmal pasa a través de la Cruz, el seguir a Cristo por el camino que conduce al Calvario, al don total de sí. Es un camino en el cual debemos aprender cada día a salir cada vez más de nuestro egoísmo y de nuestro ensimismamiento, para dejar espacio a Dios que abre y transforma el corazón. Y san Pablo recuerda que el anuncio de la Cruz resuena también para nosotros gracias a la predicación de la Palabra, de la que el mismo Apóstol es embajador; un llamado para nosotros, para que este camino cuaresmal se caracterice por una escucha más atenta y asidua de la Palabra de Dios, luz que ilumina nuestros pasos.
En la página del Evangelio de Mateo, del llamado Sermón de la Montaña, Jesús se refiere a tres prácticas fundamentales previstas por la Ley mosaica: la limosna, la oración y el ayuno; son también indicadores tradicionales en el camino cuaresmal para responder a la invitación de "volver a Dios de todo corazón".Pero Jesús subraya que la calidad y la verdad de la relación con Dios son las que califican la autenticidad de todo gesto religioso. Por ello Él denuncia la hipocresía religiosa, el comportamiento que quiere aparentar, las conductas que buscan aplausos y aprobación. El verdadero discípulo no se sirve a sí mismo o al “público”, sino a su Señor, en la sencillez y en la generosidad: "Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará" (Mt 6,4.6.18). Nuestro testimonio, entonces, será más incisivo cuando menos busquemos nuestra gloria y seremos conscientes de que la recompensa del justo es Dios mismo, el estar unidos a Él, aquí abajo, en el camino de la fe, y al final de la vida, en la paz y en la luz del encuentro cara a cara con Él para siempre (Cfr. 1 Co 13, 12).

Queridos hermanos y hermanas, comencemos confiados y alegres este itinerario cuaresmal. Que resuene fuerte en nosotros la invitación a la conversión, a "volver a Dios de todo corazón", acogiendo su gracia que nos hace hombres nuevos, con aquella sorprendente novedad que es participación en la vida misma de Jesús. Nadie, por lo tanto, haga oídos sordos a esta llamada, que se nos dirige también en el austero rito, tan sencillo y al mismo tiempo tan sugestivo, de la imposición de las cenizas, que realizaremos dentro de poco ¡Que nos acompañe en este tiempo la Virgen María, Madre de la Iglesia y modelo de todo auténtico discípulo del Señor! ¡Amén!
(13 de febrero de 2013) © Innovative Media Inc.


miércoles, 13 de febrero de 2013

AGRADECIMIENTO DE CÁRITAS DIOCESANA


CURSO: EDUCACIÓN SEXUALIDAD AUTOGESTIÓN


CURSO:   
EDUCACIÓN SEXUALIDAD AUTOGESTIÓN
FORMACIÓN PRÁCTICA EN
MÉTODOS NATURALES DE
REGULACIÓN DE LA FERTILIDAD
Los miércoles:
27 de febrero, 6, 13 y 20 de marzo de 2013  (18 a 20 h)
(imprescindible hacer el curso completo)
en la Casa de Cultura y Solidaridad
( Avda. Pulianas 15 Bjo. 18013 GRANADA. 958 163 121)

PROGRAMA
    27 de febrero: Presentación. Sentido de la sexualidad. La sexualidad     hoy en el mundo.

6 de marzo: Educación afectivo-sexual. Visión cristiana de la sexualidad. Teología del cuerpo.

13 de marzo: Conocimiento de la fertilidad de la mujer y del hombre. Comportamiento del Ciclo menstrual.

20 de marzo: Taller de gráficas. Revisión del curso.

IMPARTIDO POR: Dra. Mª Isabel Rodríguez, y Dr. Juan J. Medina, monitores en métodos naturales y profesores de Educación afectivo-Sexual en Centro de Magisterio ‘La Inmaculada’. Universidad de Granada.

INSCRIPCIÓN:
Tef. 696 845 913
granada@ solidaridad.net  ( Plazas limitadas)
5€ curso completo

NOTA DE PRENSA DEL ARZOBISPADO DE GRANADA ANTE LA RENUNCIA DEL SANTO PADRE

El Sr. Arzobispo anuncia la celebración de una Eucaristía especial de Acción de gracias por el ministerio de Benedicto XVI, y también como signo de comunión con nuestro Santo Padre, que tendrá lugar en la S.I Catedral, el próximo sábado día 23 de febrero a las 20 horas.

Granada, 13 de febrero de 2013.- La comunidad cristiana granadina ¡, unida a su Arzobispo, da gracias a Dio y  entiende desde la fe el gesto heroico de generosidad, de humildad y de amor a la Iglesia del Papa Benedicto XVI, al anunciar su renuncia al Pontificado el próximo 28 de febrero. Igualmente, valora extraordinariamente  su testimonio de libertad para servir sólo a Dios. y mirar solo el bien de la Iglesia. También, y en respuesta a la petición del Sr. Arzobispo  del pasado 11, está orando por él y por el futuro de la Iglesia, con la confianza puesta en la fidelidad de Dios, única fuente de" la esperanza que no defrauda".
Cuando comenzamos hoy a vivir una nueva Cuaresma, ese período de purificación que la Iglesia nos propone cada año, atendemos al mensaje del Santo Padre que nos llama a vivir estas semanas desde la fe y el amor: una fe que nace del amor de Dios y que fructifica en el amor a los hermanos. Junto con toda la Iglesia, vamos a iniciar este camino cuaresmal unidos al Papa, y acompañándolo con la súplica, al tiempo que oramos por la Iglesia entera, para que en estos momentos sepamos todos dar testimonio de unidad y de fe, y también por aquellos que han de elegir a su sucesor.
El Sr. Arzobispo pide que en todas las parroquias, iglesias y comunidades de la diócesis se ore en estas semanas especialmente por el Santo Padre, para que se vea  fortalecido por la oración y la comunión de la Iglesia, y para que ésta viva la espera de su sucesor segura de la asistencia del Espíritu Santo y fuerte en la fe, en la esperanza y en la caridad.
En la Oración de los Fieles de las celebraciones litúrgicas, por tanto, ha de hacerse una petición por el Santo Padre y otra por la Iglesia de Dios, en estos o parecidos términos:
—Por tu siervo Benedicto XVI, para que lo guardes y lo protejas, en esta hora y siempre, y se sienta sostenido por la oración y el amor de su pueblo, de modo que llegue a la vida eterna junto con la grey que le fue confiada
—Por la Iglesia entera, para que, congregada por el Espíritu Santo, viva este tiempo en plenitud de comunión, en fe y en esperanza, de modo que nuestra vida testimonie en todo momento que Cristo sigue guiando, y guiará siempre, la nave de su Iglesia, y que por ello, nuestra mirada al presente y al futuro está marcada por la certeza confiada de que Dios es fiel.
Por último, el Sr. Arzobispo anuncia la celebración de una Eucaristía especial de Acción de gracias por el ministerio de Benedicto XVI, y también como signo de comunión con nuestro Santo Padre, que tendrá lugar en la Santa Iglesia Catedral, el próximo día 23 de febrero, sábado, a las 20.00 horas. A participar en esa Eucaristía está invitada toda la comunidad cristiana de Granada.
Fuente: Odisur



MUSICAL-FÓRUM: "EL AMOR Y LA MÚSICA" EL AMOR HUMANO EN LA CANCIÓN ACTUAL.


MISTERIOS DE GLORIA. ROSARIO POR LA VIDA MEDITADO CON IGINO GIORDANI.

Rezo del Santo Rosario: Misterios Gloriosos
(miércoles y domingos).
«La grandeza de María es el reflejo de la grandeza de Dios: imagen y semejanza, como era de esperarse de una criatura que quería ser sólo la voluntad de Dios en acto. Una grandeza que es simplicidad. No hay nada complicado en ella: todo es directo, límpido y llano. No se necesitan palabras rebuscadas ni gestos estudiados para acceder a ella. Basta expresar el pensamiento propio, que ella manifiesta lo que piensa, con toda verdad y totalidad.
Por eso es libre. Libre de las numerosas prevenciones y cuidados con los que el hombre se acerca a su semejante, llevando dentro una carga de temores y cálculos, de fantasmas y deseos. María ama: y es libre. Ama en Dios, por Dios: por lo tanto no tiene miedo. No le teme ni siquiera a Herodes, ni siquiera a la guardia del pretorio, ni siquiera a la masa desenfrenada: ella hace la voluntad del Padre, y el resto ¿qué cuenta? ¿Si Dios está con ella, quién puede estar en su contra?.

1. LA RESURRECCIÓN DE JESUS.
”¡No tengáis miedo! Id a decid a sus discípulos: ¡Os precede a Galilea, allí le veréis!”.
Es así: en medio de horarios y coches, de obligaciones y teléfonos, hacienda y alquileres, con toda la burocracia, con los ruidos de alrededor, bajo las agresiones, con las enfermedades, si nuestra jornada va desarrollándose según el ejemplo de la Virgen, o mejor, en el corazón de la Virgen, se compone un poema divino.
Vivir a María es vivir como ángeles, con las facciones de los hombres. Es hacer de nuestra porpia familia una copia de la de Nazaret.
Es hacer del cuerpo –mediante el sacrificio y la renuncia- un altar.
Oremos, por intercesión de María, para que podamos recorrer con la gracia de Dios el camino que conduce a la plenitud de la vida en el hogar del cielo.

2. LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO.
“Mientras los bendecía, Jesús se separó de ellos y ascendía, al cielo. Y ellos se postraron ante Él” (Cf. Lc. 24, 50-52).
Imitando a María, o mejor, uniéndonos a María, teniéndola presente durante las veinticuatro horas del día, la marcha de la existencia se convierte en un scala paridisi, una escala al Paraíso; porque en ella, por ella, con su ejemplo, todo se sucede en el único flujo de la voluntad de Dios: y ésta, si desciende desde el Paraíso, vuelve a ascender al Paraíso.
Colocada entre los hombres y Dios, para dar a Dios a los hombres, María resulta el camino más seguro para dar a los hombres al Padre.
Enfrente a Dios que desciende a la tierra, ella representa la humanidad que asciende al cielo. Enfrente a Él, que desde las estrellas bajó a un establo, ella, por Él, de un establo sube a las estrellas. Parece un juego de palabras: y es un tripudio de amor.
Oremos, por intercesión de María, para que todos seamos testigos del Evangelio de la vida.

3. LA VENIDA DEL ESPIRITU SANTO.
“Se les aparecieron lenguas como de fuego, que se repartían y se posaron sobre cada uno de ellos, y todos quedaron colmados de Espíritu Santo”. (Cf. Hch. 2, 1-6).
Humilde como es, de pocas palabras, amante como es de la oración y del trabajo, María pasa gran parte de su tiempo en el silencio y en la soledad.
No la soledad desesperada, vacía, de nuestro tiempo en la que el hombre, en medio de la muchedumbre urbana, no tiene con quién comunicarse y se queda solo, sino la soledad como ánfora llena de Espíritu Santo, en la que, si faltan los hombres, está presente Dios.
No estás solo cuando vas por la calle, en tren, por mar, en avión: estás escoltado por el Ángel de la Guarda, te acompaña la Madre del Señor, te sostienen la Santísima Trinidad.
Ni siquiera de noche estás solo en una habitación de hospital o incluso en una celda de cárcel; y del mismo modo en el trabajo o en el reposos; convives siempre, estás siempre en la Comunión de los Santos: y, mientras realizas una acción monótona, siempre puedes entonar tu alma como alabanza arcangélica.
Oremos, por intercesión de María, para que el Espíritu Santo ilumine e impulse a los gobernantes a defender la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural.

4. LA ASUNCIÓN DE MARIA AL CIELO.
“La Virgen Inmaculada, acabado el trayecto de su vida terrenal, fue asunta a la gloria celestial en cuerpo y alma”. (Lumen Gentiun, 59).
¡La Asunción! El misterio de Dios que se humillaba en el misterio de María, se transformó en el misterio de maría que, por gratitud del Hijo, queda ensalzada como Reina del Cielo.
María que sólo habla de la palabra de Dios, solo es rica de la Sabiduría de Dios, es grande solo de la grandeza de Dios.
Su Asunción ha sido la apertura de la casa del Padre a toda la muchedumbre de hijos.
Ninguna criatura ha alcanzado jamás la altura espiritual de la Virgen, y ninguna lo hizo con mayor sencillez.
No ha habido cursos complicados de ascética o de mística en su carrera; hubo cocina, gallinero, lavandería, tienda (quizás la misma habitación para las camas, los utensilios y la comida), ha tenido trabajo y dolor, elementos de los que ella ha hecho momento tras momento, motivos de elevación a Dios, de holocausto al Eterno.
Oremos, por intercesión de María, Inmaculada para que los esposos vivan la pureza de su amor conyugal y este sea fuente de vida.

5. LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO REINA DEL CIELO Y DE LA TIERRA.
“La Virgen Inmaculada fue exaltada por el Señor como Reina del Universo”. (Lumen Gentiun, 59).
El santo no es otra cosa que un enamorado: un enamorado de la Deidad, reflejada y acercada en María... El santo, hombre o mujer, es una copia de María.
...La santidad de María es el modelo de nuestra santificación: el modelo más sencillo, más casero, más apto para todos, en todas las condiciones.
En María, porque es Madre, no se conciben unas gentes menos amadas o menos apreciadas que otras, o una relación de dominadores o sujetos entre los pueblos, todos son hijos: su realeza es la solución a todos los conflictos.
Un alma que continuamente sobrevuela sobre la materia, libre de la servidumbre del mal, ya desde aquí abajo asume la conciudadanía de los cielos, donde María es Reina.
Nosotros en la Iglesia de Cristo nos sentimos de casa, nos sentimos de casa en la Comunión de los Santos, en el mismo ámbito que la Santísima Trinidad, sobre todo porque está María-, y puesto ¡que está la Madre, están los hijos.
Oremos, por intercesión de María, Reina de la familia, para que proteja a las familias que están sufriendo cualquier tipo de necesidad.

Para ir a cada Misterio, pinchar en el enlace respectivo:

FUENTE "ROSARIO MEDITADO CON IGINO GIORDANI", Político y padre familia italiano. (1894-1980). Actualmente está en curso su proceso de beatificación.
Publicado en España por la Fundación Igino Giordani. Publicado originalmente en Piccolo, Genaro (ed. lit.): El rosario meditado con Igino Giordani. Queda prohibida la reproducción total o parcial del texto, por cualquier medio o procedimiento, sin el consentimiento por escrito de la Fundación Igino Giordani.

martes, 12 de febrero de 2013

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 201. 4 de 4

 Creer en la caridad suscita caridad
«Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16)

4. Prioridad de la fe, primado de la caridad
Como todo don de Dios, fe y caridad se atribuyen a la acción del único Espíritu Santo (cf. 1 Co 13), ese Espíritu que grita en nosotros «¡Abbá, Padre!» (Ga 4,6), y que nos hace decir: «¡Jesús es el Señor!» (1 Co 12,3) y «¡Maranatha!» (1 Co 16,22; Ap 22,20).
La fe, don y respuesta, nos da a conocer la verdad de Cristo como Amor encarnado y crucificado, adhesión plena y perfecta a la voluntad del Padre e infinita misericordia divina para con el prójimo; la fe graba en el corazón y la mente la firme convicción de que precisamente este Amor es la única realidad que vence el mal y la muerte. La fe nos invita a mirar hacia el futuro con la virtud de la esperanza, esperando confiadamente que la victoria del amor de Cristo alcance su plenitud. Por su parte, la caridad nos hace entrar en el amor de Dios que se manifiesta en Cristo, nos hace adherir de modo personal y existencial a la entrega total y sin reservas de Jesús al Padre y a sus hermanos. Infundiendo en nosotros la caridad, el Espíritu Santo nos hace partícipes de la abnegación propia de Jesús: filial para con Dios y fraterna para con todo hombre (cf. Rm 5,5).
La relación entre estas dos virtudes es análoga a la que existe entre dos sacramentos fundamentales de la Iglesia: el bautismo y la Eucaristía. El bautismo (sacramentum fidei) precede a la Eucaristía (sacramentum caritatis), pero está orientado a ella, que constituye la plenitud del camino cristiano. Análogamente, la fe precede a la caridad, pero se revela genuina sólo si culmina en ella. Todo parte de la humilde aceptación de la fe («saber que Dios nos ama»), pero debe llegar a la verdad de la caridad («saber amar a Dios y al prójimo»), que permanece para siempre, como cumplimiento de todas las virtudes (cf. 1 Co 13,13).
Queridos hermanos y hermanas, en este tiempo de cuaresma, durante el cual nos preparamos a celebrar el acontecimiento de la cruz y la resurrección, mediante el cual el amor de Dios redimió al mundo e iluminó la historia, os deseo a todos que viváis este tiempo precioso reavivando la fe en Jesucristo, para entrar en su mismo torrente de amor por el Padre y por cada hermano y hermana que encontramos en nuestra vida. Por esto, elevo mi oración a Dios, a la vez que invoco sobre cada uno y cada comunidad la Bendición del Señor.
Vaticano, 15 de octubre de 2012   
BENEDICTUS PP. XVI

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2013. 3 de 4

 Creer en la caridad suscita caridad
«Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16)

3. El lazo indisoluble entre fe y caridad
A la luz de cuanto hemos dicho, resulta claro que nunca podemos separar, o incluso oponer, fe y caridad. Estas dos virtudes teologales están íntimamente unidas por lo que es equivocado ver en ellas un contraste o una «dialéctica». Por un lado, en efecto, representa una limitación la actitud de quien hace fuerte hincapié en la prioridad y el carácter decisivo de la fe, subestimando y casi despreciando las obras concretas de caridad y reduciéndolas a un humanitarismo genérico. Por otro, sin embargo, también es limitado sostener una supremacía exagerada de la caridad y de su laboriosidad, pensando que las obras puedan sustituir a la fe. Para una vida espiritual sana es necesario rehuir tanto el fideísmo como el activismo moralista.
La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios. En la Sagrada Escritura vemos que el celo de los apóstoles en el anuncio del Evangelio que suscita la fe está estrechamente vinculado a la solicitud caritativa respecto al servicio de los pobres (cf. Hch 6,1-4). En la Iglesia, contemplación y acción, simbolizadas de alguna manera por las figuras evangélicas de las hermanas Marta y María, deben coexistir e integrarse (cf. Lc 10,38-42). La prioridad corresponde siempre a la relación con Dios y el verdadero compartir evangélico debe estar arraigado en la fe (cf. Audiencia general 25 abril 2012). A veces, de hecho, se tiene la tendencia a reducir el término «caridad» a la solidaridad o a la simple ayuda humanitaria. En cambio, es importante recordar que la mayor obra de caridad es precisamente la evangelización, es decir, el «servicio de la Palabra». Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio, introducirlo en la relación con Dios: la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana. Como escribe el siervo de Dios el Papa Pablo VI en la Encíclica Populorum progressio, es el anuncio de Cristo el primer y principal factor de desarrollo (cf. n. 16). La verdad originaria del amor de Dios por nosotros, vivida y anunciada, abre nuestra existencia a aceptar este amor haciendo posible el desarrollo integral de la humanidad y de cada hombre (cf. Caritas in veritate, 8).
En definitiva, todo parte del amor y tiende al amor. Conocemos el amor gratuito de Dios mediante el anuncio del Evangelio. Si lo acogemos con fe, recibimos el primer contacto ―indispensable― con lo divino, capaz de hacernos «enamorar del Amor», para después vivir y crecer en este Amor y comunicarlo con alegría a los demás.
A propósito de la relación entre fe y obras de caridad, unas palabras de la Carta de san Pablo a los Efesios resumen quizá muy bien su correlación: «Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe. En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos» (2,8-10). Aquí se percibe que toda la iniciativa salvífica viene de Dios, de su gracia, de su perdón acogido en la fe; pero esta iniciativa, lejos de limitar nuestra libertad y nuestra responsabilidad, más bien hace que sean auténticas y las orienta hacia las obras de la caridad. Éstas no son principalmente fruto del esfuerzo humano, del cual gloriarse, sino que nacen de la fe, brotan de la gracia que Dios concede abundantemente. Una fe sin obras es como un árbol sin frutos: estas dos virtudes se necesitan recíprocamente. La cuaresma, con las tradicionales indicaciones para la vida cristiana, nos invita precisamente a alimentar la fe a través de una escucha más atenta y prolongada de la Palabra de Dios y la participación en los sacramentos y, al mismo tiempo, a crecer en la caridad, en el amor a Dios y al prójimo, también a través de las indicaciones concretas del ayuno, de la penitencia y de la limosna.