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miércoles, 31 de julio de 2013
NUEVO DOCUMENTO DE LA C.E.E. ORIENTACIONES PASTORALES PARA LA COORDINACIÓN DE LA FAMILIA, LA PARROQUIA Y LA ESCUELA EN LA TRANSMISIÓN DE LA FE
NUEVO DOCUMENTO DE LA
C.E.E.
ORIENTACIONES PASTORALES PARA LA COORDINACIÓN DE LA FAMILIA, LA PARROQUIA Y
LA ESCUELA EN LA TRANSMISIÓN DE LA FE
La nueva evangelización depende en gran parte de la Iglesia doméstica, esta
pequeña iglesia es el espacio humano del encuentro con Cristo, que se dilata y complementa
con la parroquia y la escuela, ámbitos esenciales para la familia cristiana,
sujeto protagonista y recurso indispensable en la misión de la Iglesia.
Así lo ha entendido la Conferencia Episcopal Española al publicar el
documento “Orientaciones pastorales para la coordinación de la familia, la
parroquia y la escuela en la transmisión de la fe” en su XCVII Asamblea
Plenaria.
El documento ha sido elaborado por la Comisión Episcopal de Enseñanza y
Catequesis, y acoge las orientaciones de Benedicto XVI acerca de la llamada
“emergencia educativa” al proponer como una de las primeras respuestas de la
Iglesia el “aunar esfuerzos, compartir experiencias, dedicar personas y
priorizar recursos, con el fin de coordinar objetivos y acciones entre los
diversos ámbitos: familia, parroquia y escuela, en orden a la transmisión de la
fe, hoy”.
Los destinatarios del documento son sin duda padres, sacerdotes,
catequistas y profesores de religión; sus orientaciones pastorales “quieren
ayudar a los padres de familias en su difícil y hermosa responsabilidad de
educar a sus hijos; a los sacerdotes y catequistas en las parroquias en la
paciente y apasionante misión de iniciar en la fe a las nuevas generaciones de
cristianos; así como a los profesores de religión en los centros de enseñanza,
estatales y de iniciativa social, católicos o civiles, preocupados y entregados
a la noble tarea de formación de niños y jóvenes”.
Estructurado en cinco capítulos: en el primero, se hace un breve análisis de
las necesidades, dificultades y posibilidades de la transmisión de la fe en la familia
cristiana, la catequesis parroquial y la enseñanza religiosa escolar; en el segundo,
se trata de los responsables de la coordinación de objetivos y acciones; en el
tercero, se exponen los servicios distintos y complementarios que corresponden a
los diversos ámbitos; en el cuarto, se señalan las dimensiones específicas de
estos servicios en la transmisión de la fe; y, en el quinto, se ofrecen
aquellos medios que favorecen y ayudan a la transmisión de la fe, hoy, según
las distintas situaciones de los destinatarios y las diversas responsabilidades
de padres, catequistas y profesores. Formar a las nuevas generaciones siempre
ha sido una labor ardua, pero gratificante.
JPJ EL ROCÍO - JMJ RÍO.
Cerca de un centenar de jóvenes
participaron del 25 al 28 de julio en la Jornada de Pastoral Juvenil que se ha
celebrado en El Rocío, en comunión con la Jornada Mundial de la Juventud de Río
de Janeiro, a propuesta de los Obispos del Sur de España, para favorecer la
participación de los jóvenes diocesanos que no han podido viajar hasta Brasil.
En estos días, los jóvenes
andaluces han participado en este encuentro que les ayuda a descubrir el
atractivo de la fe y cómo Cristo nos acompaña siempre y nunca nos deja solos.
La peregrinación a El Rocío
comenzó la mañana del jueves, en el Seminario diocesano San Cecilio, con la
Eucaristía que presidió D. Francisco Mingorance, Delegado de Pastoral de
Juventud, y concelebrada con el Vicerrector
del Seminario, D. José Antonio Vinuesa.
Entre otros, han participado en
esta JPJ El Rocío 2013 jóvenes de las parroquias de Juan XXIII, San Agustín,
San Emilio, de Armilla, Dúrcal, Maracena y miembros de la Pastoral de Juventud
y de Cursillos de Cristiandad, así como los seminaristas diocesanos, tanto del
Mayor como del Menor, y jóvenes de la Pastoral Universitaria, con su Delegado,
D. José Antonio Villena, que se han adherido a la JPJ recién llegados de otra
peregrinación a Santiago de Compostela.“Peregrinar no es andar por andar”, les
explicó D. Francisco Mingorance en la Eucaristía de partida, antes de coger el
autobús que les trasladó hasta El Rocío. En este sentido, Mingorance señaló que
“no se trata de salir de un punto de partida y llegar a otro”, sino que
peregrinar “es salir de mi y encontrarme con Alguien”, y ese “encuentro con
Cristo es el objeto de la peregrinación”, explicó.Mingorance añadió dos
aspectos más antes de comenzar a peregrinar. Por un lado, “salir de uno mismo
se hace en comunidad, en la familia que es la Iglesia”, porque “la fe no se
vive en solitario, sino en comunidad, y nos encontramos con Cristo dentro de la
Iglesia”; por otro lado, que el encuentro con Cristo “no es para
retroalimentarnos”, es decir, para quedarse en nosotros mismos, sino que “lo podamos
comunicar a otros”.
ALMONTE y EL ROCíO
Con esta conciencia, los jóvenes
partieron la mañana del jueves, hasta Almonte, donde fueron recibidos por el
Obispo anfitrión de Huelva, Mons. José Vilaplana, y los Obispos andaluces,
entre ellos nuestro Arzobispo Mons. Javier Martínez, y el Obispo de
Teruel-Albarraicín, Mons. Carlos Manuel Escribano, cuyos jóvenes diocesanos
participan en esta JPJ en El Rocío.
Experiencia de fey de familia en
la Iglesia
En Almonte tuvo lugar el acto
penitencial, en la plaza de la localidad, coronada por la llamada “catedral
efímera”, un arco de papel que cada siete años se coloca cuando viene la Virgen
desde su Santuario hasta el pueblo que la acoge. El año pasado vino la Sagrada
Imagen y, en esta ocasión, la “catedral efímera” continúa presente con motivo
del Año Jubilar que se celebra en El Rocío, y que ha servido como acogida
también para los peregrinos en la JPJ 2013. Tras el acto penitencial, comenzó
la peregrinación a pie hasta la Aldea. Un momento breve pero intenso de preparación
espiritual para salir al encuentro de Cristo en la dureza del camino a pie y
encontrarse ante la Virgen de El Rocío. En su mensaje de saludo, Mons.
Vilaplana invitó a los jóvenes a “ir y dejarse transformar por Cristo”.
Fuente: El Secretariado de Medios de Comunicación Social del Arzobispado de Granada
Fuente: El Secretariado de Medios de Comunicación Social del Arzobispado de Granada
martes, 30 de julio de 2013
LA VERDAD SOBRE EL AMOR HUMANO
LA VERDAD SOBRE EL AMOR HUMANO
El pasado día 4 de julio la
Conferencia Episcopal Española publicó el documento "La verdad sobre el
amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la
legislación familiar". Se trata de un importante documento de nuestros
obispos sobre el amor humano.
Para acceder al documento completo
pinchar el siguiente enlace:
lunes, 29 de julio de 2013
HOMILÍA DE LA MISA DE CLAUSURA DE LA JMJ: “JESUCRISTO CUENTA CON USTEDES, LA IGLESIA CUENTA CON USTEDES, EL PAPA CUENTA CON USTEDES”
HOMILÍA DE LA MISA DE CLAUSURA DE LA JMJ: “JESUCRISTO CUENTA CON USTEDES, LA IGLESIA CUENTA CON USTEDES, EL PAPA CUENTA CON USTEDES"
Más de tres millones de jóvenes participaron el domingo por la mañana en la Santa Misa de clausura de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud de Río, recordando la palabra de Dios que hoy nos indica: “Vayan”, “sin miedo”, “para servir”. El Papa Francisco precisó que Jesús nos envía a todos. El Evangelio no es para algunos sino para todos: “No es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente.” El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor. “Quisiera que este mandato de Cristo: “Vayan”, resonara en ustedes jóvenes de la Iglesia en América Latina,comprometidos en la misión continental promovida por los obispos. Brasil, América Latina, el mundo tiene necesidad de Cristo”.
Homilía
del Papa “Queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,
Queridos jóvenes: «Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos». Con estas palabras, Jesús se dirige a cada uno de ustedes diciendo: «Qué bueno ha sido participar en la Jornada Mundial de la Juventud, vivir la fe junto a jóvenes venidos de los cuatro ángulos de la tierra, pero ahora tú debes ir y transmitir esta experiencia a los demás». Jesús te llama a ser un discípulo en misión. Hoy a la luz de la palabra de Dios que acabamos de oír, ¿Qué nos dice hoy el Señor? ¿Qué nos dice hoy el Señor? Tres palabras: Vayan, sin miedo, para servir
1. Vayan. Durante estos días aquí en Río, ustedes han podido hacer la bella experiencia de encontrar a Jesús y de encontrarlo juntos, sintiendo la alegría de la fe. Pero la experiencia de este encuentro no puede quedar encerrada en la vida de ustedes, o en el pequeño grupo de la parroquia, del movimiento o de la comunidad de ustedes. Sería como quitarle el oxígeno a una llama que arde. La fe es una llama que se hace más viva cuanto más es compartida, transmitida, para que todos puedan conocer, amar y profesar a Jesucristo, que es el Señor de la vida y de la historia (cf. Rm 10,9). Pero ¡cuidado! Jesús no ha dicho: si quieren, si tienen tiempo, ¡Vayan!, sino que dijo: «Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos». Compartir la experiencia de la fe, dar testimonio de la fe, anunciar el evangelio es el mandato que el Señor confía a toda la Iglesia, también a ti; es un mandato que no nace de la voluntad de dominio, de la voluntad de poder, sino de la fuerza del amor, del hecho que Jesús ha venido antes a nosotros y nos ha dado, no nos dio algo de sí, sino se nos dio todo Él. Ha dado su vida para salvarnos y mostrarnos el amor y la misericordia de Dios. Jesús no nos trata como a esclavos, sino como a hombres libres, amigos, hermanos; y no sólo nos envía, sino que nos acompaña, está siempre a nuestro lado en esta misión de amor.
¿Para dónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envía para todas las personas. El evangelio es para todos, y no para algunas personas. No es sólo para aquellos que parecen más cercanos a nosotros, más abierto, más acogedores. Es para todas las personas. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a todos los ambientes, hasta las periferias existenciales, incluidos aquellos que parecen más distantes, más indiferentes. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor.
De forma especial, quisiera que este mandato de Cristo: «Vayan», resonara en ustedes jóvenes de la Iglesia en América Latina, comprometidos en la misión continental promovida por los obispos. El Brasil, América Latina, el mundo necesita de Cristo. San Pablo dice: «¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!» (1 Co 9,16). Este continente ha recibido el anuncio del Evangelio, que marcó su camino y produjo mucho fruto. Ahora este anuncio se les ha confiado también a ustedes, para que resuene con fuerza renovada. La Iglesia necesita de ustedes, del entusiasmo, de la creatividad y de la alegría que los caracteriza. Un gran apóstol de Brasil, el beato José de Anchieta, partió en misión cuando tenía apenas diecinueve años! ¿Saben cuál es el mejor medio para evangelizar a los jóvenes? Otro joven. Éste es el camino a recorrer por ustedes.
2. Sin miedo. Puede que alguno piense: «No tengo ninguna preparación especial, ¿cómo puedo ir y anunciar el evangelio?». Querido amigo, tu miedo no se diferencia mucho del de Jeremías. Escuchamos en la lectura recién, cuando fue llamado por Dios para ser profeta: «¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que sólo soy un niño». También Dios les dice a ustedes lo que dijo a Jeremías: «No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte» (Jr 1,6.. Él está con nosotros. «No tengan miedo». Cuando vamos a anunciar a Cristo, es Él mismo el que va por delante y nos guía. Al enviar a sus discípulos en misión, ha prometido: «Yo estoy con ustedes todos los días» (Mt 28,20). Y esto es verdad también para nosotros. Jesús no nos deja solos, ¡nunca deja solo a nadie! ¡Nos acompaña siempre!
Además Jesús no dijo: «Andá», sino «Vayan»: somos enviados juntos. Queridos jóvenes, sientan la compañía de toda la Iglesia, y también la comunión de los santos, en esta misión. Cuando juntos hacemos frente a los desafíos, entonces somos fuertes, descubrimos recursos que pensábamos que no teníamos. Jesús no ha llamado a los apóstoles para que vivan aislados, los ha llamado a formar un grupo, una comunidad. Quisiera dirigirme también a ustedes, queridos sacerdotes que concelebran conmigo esta Eucaristía: han venido para acompañar a sus jóvenes, y es bonito compartir esta experiencia de fe. Seguro que los ha rejuvenecidos a todos. ¡El joven contagia juventud! Pero es una etapa en el camino. Por favor, sígan acompañándolos con generosidad y alegría, ayúdenlos a comprometerse activamente en la Iglesia; que nunca se sientan solos. Y aquí quiero agradecer de corazón a los grupos de pastoral juvenil, a los movimientos y nuevas comunidades que acompañan a los jóvenes en su experiencia de ser Iglesia, tan creativos, tan audaces. ¡Sigan adelante y no tengan miedo.
3. La última palabra: para servir. En el inicio del salmo que proclamado escuchamos estas palabras: «Canten al Señor un cántico nuevo» (95,1). ¿Cuál es este cántico nuevo? No son palabras, no es una melodía, sino que es el canto de nuestra vida, es dejar que nuestra vida se identifique con la Vida de Jesús, es tener sus sentimientos, sus pensamientos, sus acciones. Y la vida de Jesús es una vida para los demás. La vida de Jesús es una vida para los demás, es una vida de servicio.
San Pablo, en la lectura que escuchamos hace poco, decía: «Me hice esclavo de todos, a fin de ganar el mayor número posible» (1 Co 9,19). Para anunciar a Jesús, Pablo se hizo «esclavo de todos». Evangelizar significa testimoniar personalmente el amor de Dios, significa superar nuestros egoísmos, significa servir inclinándonos a lavar los pies de nuestros hermanos como hizo Jesús.
Tres palabras: “Vayan, sin miedo, para servir”. Siguiendo estas tres palabras “Vayan, sin miedo, para servir”, experimentarán que quien evangeliza es evangelizado, quien transmite la alegría de la fe, recibe más alegría. Queridos jóvenes, cuando vuelvan a sus casas, no tengan miedo de ser generosos con Cristo, de dar testimonio del Evangelio. En la primera lectura, cuando Dios envía al profeta Jeremías, le da el poder para «arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para reedificar y plantar» (Jr 1,10). También es así para ustedes. Llevar el Evangelio es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo nuevo. Queridos jóvenes, ¡Jesucristo cuenta con ustedes! ¡La Iglesia cuenta con ustedes! ¡El Papa cuenta con ustedes! Que María, Madre de Jesús y Madre nuestra, les acompañe siempre con su ternura: «Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos». Amén
1. Vayan. Durante estos días aquí en Río, ustedes han podido hacer la bella experiencia de encontrar a Jesús y de encontrarlo juntos, sintiendo la alegría de la fe. Pero la experiencia de este encuentro no puede quedar encerrada en la vida de ustedes, o en el pequeño grupo de la parroquia, del movimiento o de la comunidad de ustedes. Sería como quitarle el oxígeno a una llama que arde. La fe es una llama que se hace más viva cuanto más es compartida, transmitida, para que todos puedan conocer, amar y profesar a Jesucristo, que es el Señor de la vida y de la historia (cf. Rm 10,9). Pero ¡cuidado! Jesús no ha dicho: si quieren, si tienen tiempo, ¡Vayan!, sino que dijo: «Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos». Compartir la experiencia de la fe, dar testimonio de la fe, anunciar el evangelio es el mandato que el Señor confía a toda la Iglesia, también a ti; es un mandato que no nace de la voluntad de dominio, de la voluntad de poder, sino de la fuerza del amor, del hecho que Jesús ha venido antes a nosotros y nos ha dado, no nos dio algo de sí, sino se nos dio todo Él. Ha dado su vida para salvarnos y mostrarnos el amor y la misericordia de Dios. Jesús no nos trata como a esclavos, sino como a hombres libres, amigos, hermanos; y no sólo nos envía, sino que nos acompaña, está siempre a nuestro lado en esta misión de amor.
¿Para dónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envía para todas las personas. El evangelio es para todos, y no para algunas personas. No es sólo para aquellos que parecen más cercanos a nosotros, más abierto, más acogedores. Es para todas las personas. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a todos los ambientes, hasta las periferias existenciales, incluidos aquellos que parecen más distantes, más indiferentes. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor.
De forma especial, quisiera que este mandato de Cristo: «Vayan», resonara en ustedes jóvenes de la Iglesia en América Latina, comprometidos en la misión continental promovida por los obispos. El Brasil, América Latina, el mundo necesita de Cristo. San Pablo dice: «¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!» (1 Co 9,16). Este continente ha recibido el anuncio del Evangelio, que marcó su camino y produjo mucho fruto. Ahora este anuncio se les ha confiado también a ustedes, para que resuene con fuerza renovada. La Iglesia necesita de ustedes, del entusiasmo, de la creatividad y de la alegría que los caracteriza. Un gran apóstol de Brasil, el beato José de Anchieta, partió en misión cuando tenía apenas diecinueve años! ¿Saben cuál es el mejor medio para evangelizar a los jóvenes? Otro joven. Éste es el camino a recorrer por ustedes.
2. Sin miedo. Puede que alguno piense: «No tengo ninguna preparación especial, ¿cómo puedo ir y anunciar el evangelio?». Querido amigo, tu miedo no se diferencia mucho del de Jeremías. Escuchamos en la lectura recién, cuando fue llamado por Dios para ser profeta: «¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que sólo soy un niño». También Dios les dice a ustedes lo que dijo a Jeremías: «No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte» (Jr 1,6.. Él está con nosotros. «No tengan miedo». Cuando vamos a anunciar a Cristo, es Él mismo el que va por delante y nos guía. Al enviar a sus discípulos en misión, ha prometido: «Yo estoy con ustedes todos los días» (Mt 28,20). Y esto es verdad también para nosotros. Jesús no nos deja solos, ¡nunca deja solo a nadie! ¡Nos acompaña siempre!
Además Jesús no dijo: «Andá», sino «Vayan»: somos enviados juntos. Queridos jóvenes, sientan la compañía de toda la Iglesia, y también la comunión de los santos, en esta misión. Cuando juntos hacemos frente a los desafíos, entonces somos fuertes, descubrimos recursos que pensábamos que no teníamos. Jesús no ha llamado a los apóstoles para que vivan aislados, los ha llamado a formar un grupo, una comunidad. Quisiera dirigirme también a ustedes, queridos sacerdotes que concelebran conmigo esta Eucaristía: han venido para acompañar a sus jóvenes, y es bonito compartir esta experiencia de fe. Seguro que los ha rejuvenecidos a todos. ¡El joven contagia juventud! Pero es una etapa en el camino. Por favor, sígan acompañándolos con generosidad y alegría, ayúdenlos a comprometerse activamente en la Iglesia; que nunca se sientan solos. Y aquí quiero agradecer de corazón a los grupos de pastoral juvenil, a los movimientos y nuevas comunidades que acompañan a los jóvenes en su experiencia de ser Iglesia, tan creativos, tan audaces. ¡Sigan adelante y no tengan miedo.
3. La última palabra: para servir. En el inicio del salmo que proclamado escuchamos estas palabras: «Canten al Señor un cántico nuevo» (95,1). ¿Cuál es este cántico nuevo? No son palabras, no es una melodía, sino que es el canto de nuestra vida, es dejar que nuestra vida se identifique con la Vida de Jesús, es tener sus sentimientos, sus pensamientos, sus acciones. Y la vida de Jesús es una vida para los demás. La vida de Jesús es una vida para los demás, es una vida de servicio.
San Pablo, en la lectura que escuchamos hace poco, decía: «Me hice esclavo de todos, a fin de ganar el mayor número posible» (1 Co 9,19). Para anunciar a Jesús, Pablo se hizo «esclavo de todos». Evangelizar significa testimoniar personalmente el amor de Dios, significa superar nuestros egoísmos, significa servir inclinándonos a lavar los pies de nuestros hermanos como hizo Jesús.
Tres palabras: “Vayan, sin miedo, para servir”. Siguiendo estas tres palabras “Vayan, sin miedo, para servir”, experimentarán que quien evangeliza es evangelizado, quien transmite la alegría de la fe, recibe más alegría. Queridos jóvenes, cuando vuelvan a sus casas, no tengan miedo de ser generosos con Cristo, de dar testimonio del Evangelio. En la primera lectura, cuando Dios envía al profeta Jeremías, le da el poder para «arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para reedificar y plantar» (Jr 1,10). También es así para ustedes. Llevar el Evangelio es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo nuevo. Queridos jóvenes, ¡Jesucristo cuenta con ustedes! ¡La Iglesia cuenta con ustedes! ¡El Papa cuenta con ustedes! Que María, Madre de Jesús y Madre nuestra, les acompañe siempre con su ternura: «Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos». Amén
domingo, 28 de julio de 2013
SANTA MISA PARA LA XXVIII JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
HOMILÍA DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
Paseo marítimo de
Copacabana, Río de Janeiro
Domingo, 28 de julio de 2013
Domingo, 28 de julio de 2013
Queridos hermanos y hermanas, queridos
jóvenes
«Vayan y hagan discípulos a todos los
pueblos». Con estas palabras, Jesús se dirige a cada uno de ustedes diciendo:
«Qué bonito ha sido participar en la Jornada Mundial de la Juventud, vivir la
fe junto a jóvenes venidos de los cuatro ángulos de la tierra, pero ahora tú
debes ir y transmitir esta experiencia a los demás». Jesús te llama a ser
discípulo en misión. A la luz de la palabra de Dios que hemos escuchado, ¿qué
nos dice hoy el Señor? ¿qué nos dice hoy el Señor? Tres palabras: Vayan, sin miedo, para servir.
1. Vayan. En estos días aquí en
Río, han podido experimentar la belleza de encontrar a Jesús y de encontrarlo
juntos, han sentido la alegría de la fe. Pero la experiencia de este encuentro
no puede quedar encerrada en su vida o en el pequeño grupo de la parroquia, del
movimiento o de su comunidad. Sería como quitarle el oxígeno a una llama que
arde. La fe es una llama que se hace más viva cuanto más se comparte, se
transmite, para que todos conozcan, amen y profesen a Jesucristo, que es el
Señor de la vida y de la historia (cf. Rm 10,9).
Pero ¡cuidado! Jesús no ha dicho: si
quieren, si tienen tiempo vayan, sino que dijo: «Vayan y
hagan discípulos a todos los pueblos». Compartir la experiencia de la fe, dar
testimonio de la fe, anunciar el evangelio es el mandato que el Señor confía a
toda la Iglesia, también a ti; es un mandato que no nace de la voluntad de
dominio, de la voluntad de poder, sino de la fuerza del amor, del
hecho que Jesús ha venido antes a nosotros y nos ha dado, no nos dio algo de sí, sino se nos dio todo él, él ha dado su vida para salvarnos y mostrarnos el amor y la misericordia de
Dios. Jesús no nos trata como a esclavos, sino como a personas libres, amigos, hermanos; y no sólo nos envía, sino que nos
acompaña, está siempre a nuestro lado en esta misión de amor.
¿Adónde nos envía Jesús? No hay fronteras,
no hay límites: nos envía a todos. El evangelio no es para algunos sino para
todos. No es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más
acogedores. Es para todos. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier
ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más
lejano, más indiferente. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el
calor de su misericordia y de su amor.
En particular, quisiera que este mandato
de Cristo: «Vayan», resonara en ustedes jóvenes de la Iglesia en América
Latina, comprometidos en la misión continental promovida por los obispos.
Brasil, América Latina, el mundo tiene necesidad de Cristo. San Pablo dice:
«¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!» (1 Co 9,16). Este continente ha recibido el anuncio del evangelio, que ha marcado
su camino y ha dado mucho fruto. Ahora este anuncio se os ha confiado también a
ustedes, para que resuene con renovada fuerza. La Iglesia necesita de ustedes,
del entusiasmo, la creatividad y la alegría que les caracteriza. Un gran
apóstol de Brasil, el beato José de Anchieta, se marchó a misionar cuando tenía
sólo diecinueve años. ¿Saben cuál es el mejor medio para evangelizar a los
jóvenes? Otro joven. ¡Éste es el camino que ha de ser recorrido por ustedes!
2. Sin miedo. Puede que alguno
piense: «No tengo ninguna preparación especial, ¿cómo puedo ir y anunciar el
evangelio?». Querido amigo, tu miedo no se diferencia mucho del de Jeremías,
escuchamos en la lectura recién, cuando fue llamado por Dios para ser profeta:
«¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que sólo soy un niño». También
Dios les dice a ustedes lo que le dijo a Jeremías: «No les tengas miedo, que yo
estoy contigo para librarte» (Jr 1,6.8). Él está con
nosotros.
«No tengan miedo». Cuando vamos a anunciar
a Cristo, es él mismo el que va por delante y nos
guía. Al enviar a sus discípulos en misión, ha prometido: «Yo estoy con ustedes
todos los días» (Mt 28,20). Y esto es verdad también para
nosotros. Jesús no nos deja solos, nunca deja solo a nadie. Nos acompaña
siempre.
Además, Jesús no dijo: «Andá», sino «Vayan»: somos enviados juntos. Queridos
jóvenes, sientan la compañía de toda la Iglesia, y también la comunión de los
santos, en esta misión. Cuando juntos hacemos frente a los desafíos, entonces
somos fuertes, descubrimos recursos que pensábamos que no teníamos. Jesús no ha
llamado a los apóstoles para que vivan aislados, los ha llamado
a formar un grupo, una comunidad. Quisiera dirigirme también a ustedes,
queridos sacerdotes que concelebran conmigo esta eucaristía: han venido a
acompañar a sus jóvenes, y es bonito compartir esta experiencia de fe. Seguro
que les ha rejuvenecido a todos. El joven contagia juventud. Pero es sólo una etapa en el camino. Por favor, sigan acompañándolos con
generosidad y alegría, ayúdenlos a comprometerse activamente en la Iglesia; que
nunca se sientan solos. Y aquí quiero agradecer de corazón a los grupos de
pastoral juvenil, a los movimientos y nuevas comunidades que acompañan a los
jóvenes en su experiencia de ser Iglesia, tan creativos y tan audaces. ¡Sigan
adelante y no tengan miedo!
3. La última palabra: para servir. Al comienzo del salmo que hemos proclamado están estas palabras: «Canten
al Señor un cántico nuevo» (95,1). ¿Cuál es este cántico nuevo? No son
palabras, no es una melodía, sino que es el canto de su vida, es dejar que
nuestra vida se identifique con la de Jesús, es tener sus sentimientos, sus
pensamientos, sus acciones. Y la vida de Jesús es una vida para los demás, la
vida de Jesús es una vida para los demás. Es una vida de servicio.
San Pablo, en la lectura que hemos
escuchado hace poco, decía: «Me he hecho esclavo de todos para ganar a los más
posibles» (1 Co 9,19). Para anunciar a Jesús, Pablo se ha
hecho «esclavo de todos». Evangelizar es dar testimonio en primera persona del
amor de Dios, es superar nuestros egoísmos, es servir inclinándose a lavar los
pies de nuestros hermanos como hizo Jesús.
Tres palabras: Vayan, sin miedo, para servir. Vayan, sin miedo, para
servir. Siguiendo estas tres palabras experimentarán que quien evangeliza es
evangelizado, quien transmite la alegría de la fe, recibe más alegría. Queridos
jóvenes, cuando vuelvan a sus casas, no tengan miedo de ser generosos con
Cristo, de dar testimonio del evangelio. En la primera lectura, cuando Dios
envía al profeta Jeremías, le da el poder para «arrancar y arrasar, para
destruir y demoler, para reedificar y plantar» (Jr 1,10). También es así para ustedes. Llevar el evangelio es llevar la fuerza
de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler
las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo
nuevo. Queridos jóvenes: Jesucristo cuenta con ustedes. La Iglesia cuenta con
ustedes. El Papa cuenta con ustedes. Que María, Madre de Jesús y Madre nuestra,
los acompañe siempre con su ternura: «Vayan y hagan discípulos a todos los
pueblos». Amén.
jueves, 25 de julio de 2013
EL SANTO PADRE EN LAS FAVELAS
Discurso del santo padre
El santo padre ha comenzado su discurso mostrando su cercanía con los brasileños diciendo que "habría querido llamar a cada puerta, decirles «buenos días»". Ha comentado la acogida que sintió desde el primer día de su visita y ha añadido que "cuando somos generosos en acoger a una persona y compartimos algo con ella —algo de comer, un lugar en nuestra casa, nuestro tiempo— no nos hacemos más pobres, sino que nos enriquecemos".
Fueron contundentes sus palabras sobre la solidaridad: "Y el pueblo brasileño, especialmente las personas más sencillas, pueden dar al mundo una valiosa lección de solidaridad, esta palabra solidaridad es a menudo olvidada u omitida, porque es incómoda, parece casi una palabrota".
E hizo un llamado a los poderes públicos y a los que tienen más recursos: "que no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario". Muy claro también ha sido el santo padre al recordar que "ningún esfuerzo de «pacificación» será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma". Añadió que "la medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza".
Haciendo mención al número 395 del documento de Aparecida, aseguró que la Iglesia "desea ofrecer su colaboración a toda iniciativa que pueda significar un verdadero desarrollo de cada hombre y de todo el hombre". Es más "no hay una verdadera promoción del bien común, ni un verdadero desarrollo del hombre, cuando se ignoran los pilares fundamentales que sostienen una nación, sus bienes inmateriales", entre los que ha indicado la vida, la familia, la salud, la educación integral y la seguridad.
Para finalizar su discurso, el papa Francisco se ha dirigido especialmente a los jóvenes y les ha animado: "queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés. A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar".
DISCURSO DEL SANTO PADRE A SU LLEGADA A BRASIL, CON LAS AUTORIDADES
Distinguidas Autoridades,
Hermanos y amigos:
En su amorosa providencia, Dios ha querido que el primer viaje
internacional de mi pontificado me ofreciera la oportunidad de volver a la
amada América Latina, concretamente a Brasil, nación que se precia de sus
estrechos lazos con la Sede Apostólica y de sus profundos sentimientos de fe y
amistad que siempre la han mantenido unida de una manera especial al Sucesor de
Pedro. Doy gracias por esta benevolencia divina.
He aprendido que, para tener acceso al pueblo brasileño, hay que
entrar por el portal de su inmenso corazón; permítanme, pues, que llame
suavemente a esa puerta. Pido permiso para entrar y pasar esta semana con
ustedes. No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso que se
me ha dado: Jesucristo. Vengo en su nombre para alimentar la llama de amor
fraterno que arde en todo corazón; y deseo que llegue a todos y a cada uno mi
saludo: «La paz de Cristo esté con ustedes».
Saludo con deferencia a la señora Presidenta y a los distinguidos
miembros de su gobierno. Agradezco su generosa acogida y las palabras con las
que han querido manifestar la alegría de los brasileños por mi presencia en su
país. Saludo también al Señor Gobernador de este Estado, que amablemente
nos acoge en el Palacio del Gobierno, y al alcalde de Río de Janeiro, así como
a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditados ante el gobierno brasileño, a
las demás autoridades presentes y a todos los que han trabajado para hacer
posible esta visita.
Quisiera decir unas palabras de afecto a mis hermanos obispos, a
quienes incumbe la tarea de guiar a la grey de Dios en este inmenso país, y a
sus queridas Iglesias particulares. Con esta visita, deseo continuar con la
misión pastoral propia del Obispo de Roma de confirmar a sus hermanos en la fe
en Cristo, alentarlos a dar testimonio de las razones de la esperanza que brota
de él, y animarles a ofrecer a todos las riquezas inagotables de su amor.
Como es sabido, el principal motivo de mi presencia en Brasil va
más allá de sus fronteras. En efecto, he venido para la Jornada Mundial de la
Juventud. Para encontrarme con jóvenes venidos de todas las partes del mundo,
atraídos por los brazos abiertos de Cristo Redentor. Quieren encontrar un
refugio en su abrazo, justo cerca de su corazón, volver a escuchar su llamada
clara y potente: «Vayan y hagan discípulos a todas las naciones».
Estos jóvenes provienen de diversos continentes, hablan idiomas
diferentes, pertenecen a distintas culturas y, sin embargo, encuentran en
Cristo las respuestas a sus más altas y comunes aspiraciones, y pueden saciar
el hambre de una verdad clara y de un genuino amor que los una por encima de
cualquier diferencia.
Cristo les ofrece espacio, sabiendo que no puede haber energía
más poderosa que esa que brota del corazón de los jóvenes cuando son seducidos
por la experiencia de la amistad con él. Cristo tiene confianza en los jóvenes
y les confía el futuro de su propia misión: «Vayan y hagan discípulos»;
vayan más allá de las fronteras de lo humanamente posible, y creen un mundo de
hermanos y hermanas. Pero también los jóvenes tienen confianza en Cristo: no
tienen miedo de arriesgar con él la única vida que tienen, porque saben que no
serán defraudados.
Al comenzar mi visita a Brasil, soy muy consciente de que,
dirigiéndome a los jóvenes, hablo también a sus familias, sus comunidades
eclesiales y naciones de origen, a las sociedades en las que viven, a los
hombres y mujeres de los que depende en gran medida el futuro de
estas nuevas generaciones. Es común entre ustedes oír decir a los padres:
«Los hijos son la pupila de nuestros ojos».
¡Qué hermosa es esta expresión de la sabiduría brasileña, que
aplica a los jóvenes la imagen de la pupila de los ojos, la abertura por la que
entra la luz en nosotros, regalándonos el milagro de la vista! ¿Qué sería de
nosotros si no cuidáramos nuestros ojos? ¿Cómo podríamos avanzar?
Mi esperanza es que, en esta semana, cada uno de nosotros se deje
interpelar por esta pregunta provocadora.
La juventud es el ventanal por el que entra el futuro en el
mundo y, por tanto, nos impone grandes retos. Nuestra generación se mostrará a
la altura de la promesa que hay en cada joven cuando sepa ofrecerle espacio;
tutelar las condiciones materiales y espirituales para su pleno desarrollo;
darle una base sólida sobre la que pueda construir su vida; garantizarle
seguridad y educación para que llegue a ser lo que puede ser; transmitirle
valores duraderos por los que valga la pena vivir; asegurarle un horizonte
trascendente para su sed de auténtica felicidad y su creatividad en el bien;
dejarle en herencia un mundo que corresponda a la medida de la vida humana;
despertar en él las mejores potencialidades para ser protagonista de su propio
porvenir, y corresponsable del destino de todos.
Al concluir, ruego a todos la gentileza de la atención y, si es
posible, la empatía necesaria para establecer un diálogo entre amigos. En este
momento, los brazos del Papa se alargan para abrazar a toda la nación
brasileña, en el complejo de su riqueza humana, cultural y religiosa.
Que desde la Amazonia hasta la pampa, desde las regiones áridas al
Pantanal, desde los pequeños pueblos hasta las metrópolis, nadie se sienta
excluido del afecto del Papa. Pasado mañana, si Dios quiere, tengo la intención
de recordar a todos ante Nuestra Señora de Aparecida, invocando su
maternal protección sobre sus hogares y familias.
Y, ya desde ahora, los bendigo a todos. Gracias por la
bienvenida.
miércoles, 24 de julio de 2013
QUEDA PROHIBIDO (Pablo Neruda).
Queda prohibido.
Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber qué hacer,
tener miedo de tus recuerdos.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen menos que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.
Queda prohibido no crear tu historia,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da,
también te lo quita.
Queda prohibido, no buscar la felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir, que sin ti, este mundo no sería igual.
Pablo Neruda
Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber qué hacer,
tener miedo de tus recuerdos.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen menos que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.
Queda prohibido no crear tu historia,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da,
también te lo quita.
Queda prohibido, no buscar la felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir, que sin ti, este mundo no sería igual.
Pablo Neruda
domingo, 7 de julio de 2013
VAN THUÂN HACIA LOS ALTARES
CARDENAL VAN
THUÂN
Lo conocí en noviembre de 1994 en
Loppiano (6 años después de su salida de la cárcel): yo hablaba en
italiano en nombre de un grupo de unos sesenta sacerdotes y seminaristas,
(contando la experiencia de espiritualidad y vida de comunión que
allí realizábamos), y él me traducía al vietnamita para un nutrido grupo
de obispos (la mitad de la Conferencia Episcopal de Vietnam). Nos impresionó la
profundidad de su mirada, marcada todavía por el dolor, pero viva y resuelta:
¡el amor a Jesús crucificado y abandonado!.
Fuente: Blog Vida de la Palabra
Apenas 8 años después de su muerte, viernes 5 de julio de 2013,
concluye la fase diocesana del proceso para su beatificación.
Hoy da un paso adelante el proceso
para la causa de beatificación del Cardenal François-Xavier Nguyên Van
Thuân: se concluye la fase diocesana, tal como puedes leer
“pinchando” AQUÍ .
Ese artículo menciona un encuentro
en CastelGandolfo en junio de 2001: todavía recuerdo la sencilla y profunda
impresión que nos dejó a los 1300 sacerdotes y seminaristas, cuando,
revestido con casulla roja, (era el día de S. Ireneo, el obispo mártir), nos
presidió la celebración de la Misa (video de la homilía (10 min.)) en la que nos hizo sentir a todos a gusto (¡a pesar de
estar delante de un cardenal!), como hermanos y más cerca de Dios. Sencillo y
profundo. Padre y hermano. Antes y después, muchos lo pudimos saludar
personalmente y para todos tenía una sonrisa y una palabra y un gesto amable
(aunque ya el cáncer le estaba minando bastante).
Al grupito de españoles que lo saludó nos
enseñó la cruz pectoral que portaba (¡la misma que elaboró con cobre de cable
eléctrico una de las semanas de sus 13 años de cárcel!).
AQUÍ puedes
leer su “testamento
espiritual”.
Y si
aún no has leído sus libros “Testigos de esperanza”, (¡ya va por la 13ª edición en
castellano!, ¡y está traducido
a unos 17 idiomas!), o “Cinco panes y dos peces” (11ª edición), ¿a qué esperas?: ¡te los recomiendo
vivamente para este verano!
El primero son los Ejercicios Espirituales
que él predicó a Juan Pablo II en el año del Gran Jubileo del 2000 y el
segundo va más dirigido a jóvenes.
¡¡¡Cuánto bien ha hecho a través de estos
textos absolutamente a todos los que se los he prestado, regalado o
recomendado!!!
Fuente: Blog Vida de la Palabra
viernes, 5 de julio de 2013
5 DE JULIO: ANIVERSARIO DE UNA LEY INJUSTA
HOY, 5 de julio, se cumple el
aniversario de la promulgación de una ley injusta. La ley que el 5 de julio de
2010 legalizó el aborto en España y constituyó en supuesto derecho de toda
mujer la capacidad de suprimir, dentro de las primeras catorce semanas, la vida
del hijo en gestación.
Se trata de una ley injusta, porque es un hecho científicamente probado que el inicio de la vida del ser humano no se produce con su nacimiento, ni a las 22 semanas de gestación, ni a las 14, ni con la implantación en el útero materno al sexto día, sino cuando el óvulo y el espermatozoide se unen para formar el cigoto. Desde ese momento se inicia la andadura de un nuevo ser, que posee un patrimonio genético propio y exclusivo, que le caracteriza como un nuevo individuo de la especie humana. Y ese nuevo individuo se desarrolla de forma autónoma y continuada, sin saltos cualitativos que nos permitan distinguir una fase humana de otra que no lo es. Por consiguiente, la ciencia nos asegura que el no nacido es un nuevo ser humano.
Una sociedad auténticamente democrática se fundamenta en el reconocimiento de
la igual dignidad de todos los seres humanos, incluso de los más débiles. O
mejor: sobre todo, de los más débiles. Por eso, cuando se desprotege el derecho
a la vida de los que no pueden defenderse, y se otorga a otros la capacidad de
suprimirlos, nos encontramos en medio de una sociedad moralmente enferma, que
aprueba leyes injustas. Incluso si han sido aprobadas dentro del respeto a los
formalismos democráticos. Porque el bien y la verdad se sustentan en su
intrínseca racionalidad, y no en el número de los que opinan.
En este asunto hay que evitar simplezas ideológicas. Defender la vida no es una cuestión de derechas ni de izquierdas. Tabaré Vázquez, presidente (socialista) de Uruguay, en 2008, explicó su veto a la ley que pretendía legalizar el aborto en su país, afirmando: "El verdadero grado de civilización de una nación se mide por cómo se protege a los más necesitados. Por eso se debe proteger más a los más débiles. Porque el criterio no es ya el valor del sujeto en función de los afectos que suscita en los demás, o de la utilidad que presta, sino el valor que resulta de su mera existencia". El verdadero progresismo es el que impulsa a la defensa de la dignidad y los derechos de TODOS los seres humanos, y no sólo de una categoría de ellos. Frente a la posibilidad del aborto, las alternativas verdaderamente progresistas pasan por el apoyo decidido a la mujer que se enfrenta a un embarazo en condiciones difíciles. Sólo que este apoyo jamás puede incluir el derecho a suprimir la vida de un ser humano inocente, encomendada por la naturaleza a la protección de su madre.
Teresa de Calcuta
afirmó que el aborto constituye una de las mayores amenazas para la paz.
Evidentemente. Sería ilusorio querer construir una sociedad justa, próspera y
armoniosa, sobre los pequeños cadáveres de millones de víctimas inocentes.
Cuando la sociedad deja de proteger el derecho de todos a la vida, introduce en
su 'sistema' un 'virus' letal, de consecuencias funestas e imprevisibles, que
conduce inexorablemente a la gestación de una cultura que devalúa el respeto a
la persona, una 'cultura de muerte', denunciada con tanto vigor por el gran
humanista Juan Pablo II.
Urge pues una reacción social, una movilización ciudadana, reflexiva y pacífica, aunque no menos tenaz, que promueva una legislación más respetuosa de la dignidad del ser humano, y capaz de salvaguardar sus derechos más básicos. Porque cuando una sociedad se muestra insensible y apática ante leyes que niegan el derecho de todos a la vida, no nos sorprenderá que tampoco reaccione cuando se conculca el derecho de las personas al trabajo, al sustento, a la vivienda, a una sanidad o una enseñanza de suficiente calidad… a una auténtica justicia social.
martes, 2 de julio de 2013
CONCIERTO EN EL PATIO DE LA CURIA: “GRANADA” DEL MAESTRO ALBÉNIZ Y “LA VIDA BREVE” DE MANUEL DE FALLA, ENTRE OTRAS PIEZAS MUSICALES.
A las
20 horas
Dúo de
guitarra en el concierto de verano
en el
claustro de la Curia Metropolitana, mañana martes
Hoy martes, el claustro de la Curia Metropolitana (Plaza de Alonso Cano) acoge un nuevo concierto dentro del Ciclo "Veladas de Cámara" organizado por el Centro Nuevo Inicio, del Arzobispado de Granada, en colaboración con Juventudes Musicales de Granada, asociación dedicada a la promoción e impulso de jóvenes talentos granadinos de la música.
El concierto es de guitarra, a dúo entre Francisco Díaz Carrillo y Enrique Peña. Tendrá lugar a las 20 horas y en él interpretarán “Granada”, de Isaac Albéniz, “Fandango del Ventorrillo”, de Joaquín Rodrigo, o “La Vida Breve”, de Manuel de Falla, entre otros.
Intérpretes
Francisco Díaz Carrillo es natural de
Sevilla. Tiene 26 años y desde temprana edad demostró gran
interés por la música. Con 12 años obtuvo el Primer Premio en el Concurso
Nacional "América Martínez"(Sevilla). Es Profesor Superior de
Guitarra por el R.C.S.M. “Victoria Eugenia” (Granada), donde estudió con el
catedrático Carmelo Martínez. Ha recibido clases de los maestros Antonio Duro,
Gerardo Arriaga, Giorgio Albiani, David Martínez, Joaquín Cornejo y Gloria
Medina. Como solista ha actuado en distintos lugares de la geografía andaluza,
cabe destacar su participación en el Festival Internacional de Música y Danza
de Úbeda (Jaén). En su faceta como cantante, es tenor del Coro de la OCG (desde
2009), en Numen Ensemble (Granada) y colabora con el Coro Tomás Luis de
Victoria (Granada) y Proyecto Fónics (Barcelona).
Enrique Peña tiene 25 años y es de Madrid.
Actualmente, estudia en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, con
el catedrático Jorge Ariza, estudios que compagina con la diplomatura en
magisterio de educación musical, y posteriormente en el Real Conservatorio
Superior de Música “Victoria Eugenia” de Granada, bajo la dirección de Carmelo
Martínez y Gloria Medina. Asiste a las
Lecciones Magistrales impartidas por Ricardo Gallén, Joaquín Clerch, Marco
Smaili, Carles Trepat, Carmen María Ros, David Martínez, ZoranDukick, Miguel
Trápaga y Alex Garrobé. Cabe destacar la realización de numerosos conciertos
como solista en el ámbito nacional y, en la actualidad, compagina su labor como
intérprete de guitarra clásica junto a su trabajo de composición para dicho
instrumento y los estudios de posgrado.
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